Los dilemas del pueblo haitiano.
Por Wálmaro Paz / Resumen Latinoamericano / ALBA Noticias/ 01 de Oct. 2015.- Puerto Príncipe, Haití
Hace un mes en Haití, con la tarea de hacer la cobertura de las elecciones presidenciales, he observado y vivido las experiencias de Ricardo Seitenfus, brasileño, profesor de Derecho Internacional y que vivió alrededor de diez años en el país. En su libro, “Haití – Dilemas y Fracasos Internacionales”, Sentefus hace una crítica áspera a la dominación extranjera del país caribeño, bajo el disfraz de ayuda internacional.
Con fuerte tradición revolucionaria, nacida en la Guerra de Independencia, una revolución de esclavos que resultó exitosa y, en 2004, ha celebrado dos siglos, Haití todavía espera la liberación de la mayoría de su pueblo, que vive bajo la dominación de una élite política muy favorecida por la miseria institucionalizada.
Autos modernos y pujantes llenan las calles angostas de Gran Puerto Príncipe, al lado de un sistema de transporte público parecido al de ganadería en otros países latinoamericanos.
Con una diferencia: los animales disfrutan una mínima seguridad; los trabajadores haitianos no tienen ese derecho.
La nación que fue la primera en liberar los esclavos en América, pues nació de una insurgencia de estos trabajadores, mantiene todavía el trabajo esclavo infantil, denunciado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 2013 y reconocido por algunos pensadores del país como elemento de su cultura.
La figura de la restavec es el gran y triste ejemplo. Niñas empiezan a trabajar a las cuatro de la mañana. Vacían sus orinales, escoban el suelo, cargan agua para cocinar y, ni bien nazca el sol, preparan el café y calientan el aceite para los huevos revueltos de la familia (que no es la suya).
Trabajan por todo el día en tareas domésticas, en una jornada que puede14 horas. No hay descanso semanal y se alimenta con restos de comida (restavec). La mayoría tiene entre siete y catorce años. Informe divulgado en 2013 ha apuntado 209.100 personas que están viviendo en esas condiciones en Haití y su élite no le hizo el menor caso.
El trabajo infantil sigue siendo un elemento propio de la cultura.
Todos democráticos y de izquierda
Desde el derrumbe de la dictadura de François Duvalier y Sues Touton Macute, en 1986, ningún partido tiene un discurso abiertamente de derecha.
En esa campaña, por ejemplo, el espectro político oscila entre el discurso de “centro con preocupaciones sociales” de Lapeh, cuyo candidato Jude Celestin es yerno del expresidente Preval (el Lula haitiano); y el socialismo radical de la plataforma (coalición) Petit Dessalines (hijos de Dessalines) del candidato y mayor liderazgo de la oposición en el Senado, Moise Jean Jacques.
Solamente el partido Kontrapepla confiesa una preocupación con la mayoría de la población – 60 por ciento conformada de campesinos.
u candidato Chavannes Jean Baptiste ha afirmado constantemente que su campaña es organizativa, distinta de las campañas tradicionales y el principal objetivo es organizar los trabajadores para un proceso real de cambio.
Como ha dicho el economista Camille Chalmers, en entrevista al Opera Mundi: “la población no cree más en las instituciones y discusiones vacías, pero entiende las elecciones como manera de ganar algún dinero”.
Envío:ResumenLatinoamericano

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