28 de noviembre de 2015

PORTUGAL.

Portugal: La recuperación de la memoria en la lucha de los pueblos 
Por Miguel Urbano Rodrigues/ Resumen Latinoamericano/ 14 noviembre 2015/.-

Desde hace milenios las clases dominantes se esfuerzan por modelar la mentalidad de los pueblos de acuerdo con sus intereses.

Esa tentativa es ya identificable en las antiguas civilizaciones del Mediterráneo Oriental y del Medio Oriente, de India y China. Y fue una constante a lo largo de los siglos. Se manifestó en las guerras religiosas y las monarquías de «derecho divino».

La Revolución Francesa de l789, al destruir el orden tradicional, impuso una nueva estructura de clases.

La reacción fue rápida y demoledora.

El Thermidor señaló en Francia el fin del breve periodo revolucionario que había avalado el mundo.

La burguesía, encaramada en el poder, modernizó la sociedad, eliminó el feudalismo. Pero al asumir el papel de dirección, antes en manos de la nobleza y del clero, reprimió con dureza todas las tentativas de las masas populares para dar continuidad a la revolución, frenada y golpeada.

No obstante el desarrollo torrencial del capitalismo, las semillas del temblor político, social y económico de 1789 han sobrevivido. La burguesía no consiguió destruirlas y el binomio revolución-contrarrevolución marcó dramáticamente el rumbo de la Historia en Europa y otros Continentes.

Utilizando métodos diferentes, según el país, fue permanente el esfuerzo del capitalismo para imponer su Ideología a las víctimas del sistema, anestesiando su combatividad.

Esa política fue ejecutada con suceso mayor o menor en muchos países; en otros fracasó, comprometida por la victoria de la Revolución Rusa de Octubre de 1917.

En la segunda mitad del siglo XX, el imperialismo, hegemonizado por EEUU, amplió su proyecto de dominación mundial. Para el gran capital la misión de neutralizar el ímpetu revolucionario de las masas oprimidas pasó a ser prioritario. Utilizando con habilidad el engranaje mediático por él controlado, empezó a reescribir la Historia. Demonizó a los que no se sometían a sus exigencias y destructoras guerras de saqueo fueron presentadas como iniciativas humanitarias en defensa de la libertad y la democracia.

Transmutar las grandes mayorías en una masa amorfa pasó a ser una meta y la creación de un hombre robotizado e inofensivo para el poder fue considerado imprescindible a la sobrevivencia del capitalismo.

CHILE, LABORATORIO DE LA ESTRATÉGIA IMPERIAL
Son muchos los ejemplos de las consecuencias de esa estrategia criminal.

Los efectos trágicos de las recientes guerras imperialistas (Iraq, Afganistán, Libia, Siria) son bien conocidos

Un tanto olvidados pero no menos clarificadores son los resultados de la actuación maquiavélica de EEUU en países que Washington utilizó como cobayas para la transformación de la actitud ante la vida de sociedades tercermundistas.

El caso de Chile es paradigmático

Acompañé con absorbente interés, en la última mitad del siglo XX, la evolución del país y de su pueblo.

Estaba en Santiago el día de la toma de mando de Salvador Allende.

Estuve allí en l971,72 y 73, asumiendo como mía la lucha de las fuerzas progresistas en defensa de la Unidad Popular amenazada por una cadena ininterrumpida de conspiraciones.

Volví 15 años después, todavía en el consulado de Pinochet, como participante de Chile Crea,una iniciativa internacional que reunió a 200 intelectuales amigos del pueblo chileno que la dictadura no osó prohibir. El objetivo era probar que aun bajo la tiranía de Pinochet, Chile resistía.

Fue triste el reencuentro con el pueblo de la capital.

La Universidad de Chile había sido destruida, los sindicatos cerrados, la comunicación social hacía apología del régimen, los genocidas, instalados en el poder, se vanagloriaban de los crímenes cometidos.

Reencontré un pueblo que había perdido la identidad y con ella la alegría de vivir.

Volví en 1989 para acompañar las elecciones presidenciales. Pinochet esperaba que su candidato, apoyado por la maquinaria oficial, sería elegido. Pero perdió, derrotado por el demócrata cristiano Patricio Aylwin.

Viví feliz, en Santiago, al lado de Volodia Teitelboim -gigante de la literatura que no recibió el Nobel por haber sido secretario general del PC de Chile–, la jornada de la derrota de una dictadura que agonizaba.

Volví otras veces. La ultima en 2003, invitado por Gladys Marín, entonces secretaria general del PC de Chile, para participar en el seminario Allende Vive, para promover una reflexión profunda, tres décadas después de la muerte del gran revolucionario.

Visité diferentes ciudades, hablé con dirigentes políticos y sindicales, con escritores, académicos, jóvenes comunistas.

Concluí que la pequeña pero combativa vanguardia revolucionaria mantenía fidelidad a los principios y valores del socialismo científico pero su influencia en la masa de la clase obrera era reducida.

Se repitió la sensación de incomodidad.

Sentí que Volodia –con quien mantuve una larga conversación- enunciaba una evidencia muy dolorosa al afirmar que el pueblo chileno había perdido la memoria y tardaría en recuperarla.

La democracia había sido formalmente restablecida. Mas solamente la fachada era democrática. Chile vivía entonces bajo un régimen que justificaba el nombre de «pinochetismo sin Pinochet»,

El antiguo Partido Socialista, instalado en el gobierno como miembro de la Concertación, coalición que incluía a la Democracia Cristiana y otros partidos reformistas, apoyaba la política del Presidente Ricardo Lagos, un socialdemócrata que gobernaba como neoliberal. 

Me impresionó la apatía de la nueva generación. Cuando llamaba la atención sobre la desigualdad social (una de las mayores del continente) y la pobreza de millones de chilenos, me contestaban que el PIB per cápita era uno de los más elevados de América Latina. Jóvenes licenciados con quienes hablé desconocían la historia reciente del país y no mostraban interés por ella.

Descubrí una generación sin memoria.

El imperialismo y la dictadura militar por este tutelada habían conseguido en Chile uno de sus objetivos.

Michèle Bachelet, la actual presidente -hija de un general torturado por la dictadura-, enmascarada de socialista, practica también una política neoliberal.

La recuperación de la memoria (sin el conocimiento del pasado no se puede comprender el presente) será seguramente lenta y difícil.

Chile es, repito, un paradigma de los efectos catastróficos de la estrategia del imperialismo.
Pero la pérdida de la memoria histórica no ocurrió solamente en Chile.

La ofensiva del gran capital para crear hombres y mujeres robotizados, inofensivos, sumisos, tuvo dimensión planetaria. En Europa las excepciones son pocas.

Lenin advirtió que la ideología de la clase dominante influye decisivamente en el comportamiento global de la sociedad.

La afirmación es válida para Portugal. La masacre mediática promovida por el imperialismo no produjo efectos negativos solamente en las nuevas generaciones. La ideología del capitalismo afectó en mayor o menor grado a centenas de miles de portugueses, muchos de los cuales no tienen siquiera consciencia de que son víctimas de un proceso de alienación, tal como lo definió Marx (odiario.info, 7.10.15).

Ayudarlos a recuperar la memoria histórica es hoy una tarea revolucionaria. A los jóvenes sobre todo cabe construir un futuro que responda a las aspiraciones profundas del pueblo portugués, ejemplarmente definidas por Álvaro Cunhal y el general Vasco Gonçalves.

Vila Nova de Gaia,12 de Noviembre de 2015
Imagen: Recuperación de la memoria, lucha de los pueblos. Tomada de internet
Envío:ResumenLatinoamericano

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