17 de enero de 2016

CHILE.

Un Balance del Año desde el Movimiento Docente. Mirando en perspectiva 
Resumen Latinoamericano/ 08 de Enero 2016.- 

Este inicio de 2016 es un buen momento para pensar en lo que nos dejó el 2015 como parte del movimiento de profesores movilizados y visualizar los desafíos y escenarios que se levantan para nosotros en el año que se avecina. El 2015 fue distinto a muchos otros: los profesores y profesoras, a lo largo de todo Chile, nos levantamos como pocas veces lo hacemos. El paro docente fue, sin lugar a dudas, uno de los hitos más importantes que coparon la agenda nacional.

Factores como el agobio laboral post-paro, los calendarios de recuperación mal diseñados, los despidos como muestra de nuestra inestabilidad laboral y la falta de intención del gobierno por construir un proyecto educativo que fortalezca a las instituciones públicas (crítica que podría extenderse, sin duda, a la educación superior) están presentes en una primera mirada de lo que fue el 2015. Pero lo realmente trascendente para la reconstrucción de la organización política docente, es que este año se pudo sostener un paro que se extendió por todo el país, con capacidad creativa y de organización que logró cuestionar el sentido del proyecto de ley presentado por el Ejecutivo, integró la reflexión pedagógica como un factor político a considerar y cristalizó la crisis de representatividad en el gremio docente.

Para una crítica estructural: El Proyecto de Carrera Docente y la Política Educativa Nacional
Este 2015 nos opusimos al proyecto de Carrera Docente justamente porque entendimos que la política del gobierno no actuaba en beneficio de los docentes, pero también porque comprendimos que se inscribía en una lógica que, necesariamente, debe ser superada por el bien de los procesos educativos de los niños, niñas y jóvenes de nuestro país. En el proyecto de Carrera Docente, nuestro trabajo era entendido a partir del desempeño individual y del cumplimiento de estándares que se pensaban desde fuera de la realidad que los profesores enfrentamos en el aula de nuestras escuelas y liceos. En resumen, elementos tan relevantes como los relativos a la formación, la evaluación, los salarios e incentivos se comprendían desde lógicas contrarias al trabajo en equipo y el fortalecimiento de nuestras comunidades educativas.

El proyecto terminó siendo considerado por los profesores como una negación a años de experiencia docente y una forma burda por intentar institucionalizar elementos de la impronta neoliberal en nuestro trabajo. La lógica individualista y estandarizada que planteaba el proyecto de Carrera Docente se convirtió en una política pública fácil de reconocer en sus orígenes e intenciones. Se dedujo, sin grandes esfuerzos, que sus creadores intentaban ampliar nichos de mercado vinculados a la formación y capacitación de docentes y que más allá de asegurar algún nivel de calidad en los procesos educativos (dentro de toda la vaguedad conceptual en la que se sustenta la “calidad”), lo que se quería era limitar las posibilidades de que profesores y profesoras nos hiciéramos cargo de nuestra profesión. Por todo esto nos opusimos, nos movilizamos y nos organizamos.

Si hiciéramos un balance de nuestra movilización, centrándonos sólo en los resultados concretos del ámbito de definición institucional que se disputó, podríamos decir que el resultado fue negativo. Luego de casi dos meses de paro la principal consigna, bajar el proyecto de Carrera Docente, nunca se concretó. El proyecto continuó su tramitación legislativa, el repertorio táctico del movimiento docente se limitó en cuanto el conflicto se parlamentarizó y, además, las fuerzas propias se vieron disminuidas. Durante los últimos días de julio observamos con decepción cómo pese a los enormes niveles de desaprobación tanto de docentes como de la ciudadanía en general, el Ejecutivo continuó con una política que no asegura condiciones mínimas de reconocimiento profesional, que excluía las variables colectivas y que se basa en estándares definidos en las oficinas de la tecnocracia del gobierno.

Pero un análisis crítico tiene que ir más allá de simplemente observar que la política de Carrera Docente continuó el trámite legislativo y que nuestra principal consigna no llegó a hacerse práctica. Debemos entender que este año puede ser parte de un proceso de mayor duración y que, para que así sea, un primer paso es tomar conciencia de la importancia estratégica de este despertar docente. ¿Cómo? A continuación, algunos elementos: 

Fortalecer la organización: La necesidad de recuperar el Colegio de Profesores

La mayor parte de los docentes activos, seguramente, no se siente representado por la actual dirigencia de nuestra asociación gremial. Fuimos testigos de cómo el presidente de nuestra organización actuó como vocero del MINEDUC antes que como representante de los docentes de Chile. Pero el 2015 demostró que la principal organización que sigue siendo capaz de conducir las movilizaciones del sector es el Colegio de Profesores y esto debe ser entendido como una potencialidad antes que como una limitación. Es responsabilidad de los docentes de todo Chile -y especialmente de las franjas más movilizadas del gremio- ir fortaleciendo la construcción de espacios de base que limiten la acción de las dirigencias y, al mismo tiempo, impulsar transformaciones orgánicas que institucionalicen procesos democráticos. Debemos asegurarnos que en caso de nuevas movilizaciones, quién se desempeñe como dirigente nacional difunda la posición del profesorado y logre conducir el debate pedagógico, porque es precisamente en ese ámbito en el que se requiere claridad y convicción para dar a entender la necesidad de transformar la educación en nuestro país.

No basta con apuntar a las responsabilidades individuales de algún dirigente o reclamar en redes sociales. Hay que inscribirse en el Colegio de Profesores, llenar de vida los espacios comunales, colocar en el centro el debate pedagógicos crítico, atraer a los profesores que se han decepcionado en los últimos años y participar en las elecciones del 2016, sabiendo que la importancia de la elección no está en la posición de figuras o rostros visibles, sino que en la fuerza con la que logremos posicionar una visión pedagógica transformadora de la realidad y vincularla a una estrategia política coherente. La coyuntura de la elección solo tendrá importancia en la fuerza del debate y discusión entre todos los profesores y profesoras de Chile acerca del tipo de educación que queremos y en la estrategia política que debemos utilizar para lograrlo. Con una elección no cambia el rumbo de la organización, pero si enfocamos bien los temas, puede ser un primer paso.

Por otra parte, los procesos de organización y movilización sindical del sector particular subvencionado fueron expresiones de lucha claves y esperanzadoras que deben consolidarse este año. Los avances organizativos de este sector son centrales, por tanto, todo proceso de organización al interior del Colegio de Profesores debe trabajar codo a codo con el avance del sindicalismo docente y de la organización de los trabajadores de la educación en general. No considerar este factor puede determinar gran parte de la derrota táctica del movimiento en un futuro cercano. Debemos doblar nuestros esfuerzos en el trabajo sindical y federativo que cada año se consolida en el sector particular subvencionado.

Un movimiento centrado en los elementos pedagógicos 

Uno de los principales avances de nuestro sector fue justamente que pudimos afianzar reflexiones pedagógicas que sostuvieron a nuestro movimiento. Superamos el cortoplacismo de la demanda puramente salarial y reivindicamos la necesidad de re-valorizar socialmente nuestra labor, asumiendo que esto está en directa relación con las posibilidades de mejorar los aprendizajes de nuestros estudiantes. Entendimos que en nuestro país, cuando se intenta debatir acerca de lo que se entiende por calidad en educación, campea la tecnocracia y la sociología funcional y la voz de los docentes es acallada por quienes definen el estándar de excelencia desde sus oficinas. Cuestiones como el aumento de las horas dedicadas al trabajo no lectivo o la crítica hacia el rol de “transmisores del currículum” al que se nos ha querido limitar desde la lógica estandarizante, dan cuenta de un aspecto que debe comenzar a formar parte del programa permanente al que aspiremos los docentes en Chile. Y si bien el gobierno no quiso hacer esfuerzos más importantes en este sentido, tanto la ciudadanía como los profesores tenemos la claridad suficiente para saber que es una tarea a avanzar en el corto plazo; una mejor educación, centrada en el aprendizaje de nuestros estudiantes, necesita de docentes con tiempos suficientes para preparar la enseñanza, evaluar los procesos y tomar decisiones pedagógicas a partir del análisis de resultados. Estos elementos tienen, indudablemente, un sentido de urgencia. Nuestros niños, niñas y jóvenes requieren otra manera de vivir su escolaridad, en una escuela o liceo cuyo fin educativo apueste por la integralidad de su desarrollo, que se preocupe de formarlos comprometidos con su entorno social y que promueva una manera más humana de entender el logro de sus aprendizajes. 

Disputa del Modelo educativo

Como movimiento docente organizado nos queda una gran tarea para los próximos años: construir demandas comunes con los otros actores críticos hacia el modelo educativo impuesto en Chile y eso incluye sobre todo a nuestros estudiantes. Si el movimiento pingüino inauguró un ciclo de movilizaciones que continúan una década después, un paso lógico resulta comprender a los estudiantes secundarios y de educación superior como potenciales aliados en el proceso de recuperación de la educación pública y la creación de un sistema nacional de educación que se centre en las necesidades de las mayorías de Chile.

Nuestra potencialidad como movimiento tiene un factor político-pedagógico: no basta con aumentar nuestros salarios si no somos capaces de cuestionar las lógicas de competencia de la educación en todos sus niveles, si no somos capaces de re-pensar nuestras prácticas y el sentido y fines de la escuela. Situarnos como sujetos transformadores de lo que somos y de las instituciones en las que nos desempeñamos es la dimensión práctica de la disputa por el modelo educativo que tiene un co-relato obvio en los cambios a nivel macro a los que podremos apostar como docentes organizados junto a los otros actores con potencial transformador.

Durante este 2015 los profesores y profesoras de Chile logramos darle continuidad a un ciclo de movilización social por la educación. Anteriormente los estudiantes consiguieron insertar la discusión acerca del financiamiento y el modo en que se organizaba el sistema educativo en general, develándose la manera en que las lógicas de mercado aseguraban un gran negocio a costa del endeudamiento de muchas familias. La movilización social por la educación, considerando el rol que debe tener el profesorado, debe posicionar la necesidad de redefinir los modelos pedagógicos que se han legitimado bajo una sociedad de consumo y proyectar la construcción en nuestras escuelas y liceos de nuevos principios vinculados a una educación democrática, no sexista y transformadora de la realidad social. 

A los elementos esbozados en este balance se podrían agregar muchos otros, que están necesariamente conectados con el balance del 2015. Hace pocos días se entregaron los resultados de la PSU, con brechas abismantes de clases sociales y género. La “calidad” de una escuela se sigue calificando fundamentalmente por los resultados en el SIMCE. Miles de colegas son despedidos o se quedan sin renovación de contrato por estas fechas, en un panorama de precariedad laboral que es indignante. El proyecto de desmunicipalización del gobierno omite el rol que podrían tener las comunidades educativas. Todo esto revela muchos caminos en los cuales debemos avanzar y que es fundamental que la vocación crítica que fuimos capaces de sostener entre Junio y Julio de 2015 se proyecte de manera permanente, ampliando su sentido y asumiendo que una de las tareas más importantes es proyectar nuestras aspiraciones hacia la transformación del modelo educativo en múltiples dimensiones que sobrepasan, pero no son ajenas, a nuestro rechazo hacia la Carrera Docente. Aprovechemos nuestra posición de conocedores directos de lo que sucede en nuestras aulas y definamos nosotros los pilares, la lógica y los fines de la educación para nuestro país.
Fuente: ElDesconcierto 


Polémico proyecto de diputados UDI: presidio menor a quienes enaltezcan el gobierno de Allende
Resumen Latinoamericano/ 08 de Enero 2016.-

La iniciativa fue presentada por los parlamentarios Gustavo Hasbún, Ignacio Urrutia y Jorge Ulloa

Los diputados UDI Ignacio Urrutia, Gustavo Hasbún y Jorge Ulloa presentaron un proyecto de ley el cual busca sancionar con presidio menor en su grado mínimo y una multa de 5 UTM a quienes enaltezcan, nieguen o minimicen los hechos de gobiernos que hayan trasgredido la constitución política.

En el documento, se da como ejemplo la administración de Salvador Allende, la cual para los parlamentarios, generó “en el seno de la sociedad chilena desencuentro, violencia y animosidades profundas”.

Además, se destaca que en dicha época “el surgimiento de grupos y asociaciones terroristas y extra institucionales (muchas de ellas avaladas por el gobierno) como el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) constituyeron factores que desestabilizaron nuestro democracia y quebraron la convivencia pacífica de los chilenos”.

“Junto con lo anterior, la radicalización de los propios partidos políticos como el Socialista y el Comunista de Chile, introdujo trágicamente la dialéctica del “enemigo” en la política, transformándose la actividad pública y específicamente la política en una trinchera en la cual ningún chileno se encontraba ajeno”, agregó.

“Bajo este orden idea, los diputados firmantes de esta moción estamos contestes en orden a que es importante y fundamental la defensa de los derechos humanos de todas y todos los chilenos, pero también es importante condenar enérgicamente, todo acto que propició y propicia el desencuentro de la familia chilena y que ha desencadenado en el pasado o que pudieren desencadenar en lo sucesivo quiebres a nuestra institucionalidad y violaciones a los derechos humanos”, se remarca en el proyecto.

Ante esto, se remarca como artículo único del proyecto que “el que públicamente niegue, enaltezca o minimice los hechos de gobiernos que a lo largo de la historia hayan trasgredido la constitución política y las leyes será sancionado con la pena de presidio menor en su grado mínimo y una multa de 5 Unidades Tributarias Mensuales”.
Fuente: Publimetro 


Chile entre la verdadera democracia o la democracia de la transición 
Por Francisco Sainz López / Resumen Latinoamericano/ Rebelión / 08 de Enero 2016.- 

La lucha por el Socialismo es constante acción creadora de las clases populares en respuesta a las imposiciones de las clases dominantes; por lo tanto, la experiencia política y concreta de los procesos de avanzada hoy nos enseña que también debemos crear una democracia profunda y participativa que vaya más allá de los estrechos márgenes de la representación liberal. Que en la mayoría de los países del mundo hoy existan sistemas democráticos (liberales) no se debe a la benevolencia de los dueños de las riquezas, muy por el contrario, son resultado de conflictos sociales de diverso tipo o modernizaciones institucionales de quienes ostentan y buscan mantenerse en el poder. Sin lugar a dudas aquella democracia no es a la que aspiramos, sino más bien -e irrebatiblemente- buscamos su superación.

El horizonte de las y los revolucionarios no ha cambiado, sin embargo, esto no significa que no podamos ser críticos con la experiencia histórica y teórica sobre el tema. En este sentido, el constante debate y práctica acerca de la forma que debe adoptar el Socialismo es algo necesario justamente para que siga existiendo como horizonte. De no ser así, tras la derrota de diversos procesos de izquierda en el mundo, jamás se habría hecho una revisión crítica de las experiencias de los “socialismos reales” del siglo pasado, y por consiguiente no habría existido posibilidad de abrir nuevas esperanzas que le den sentido a las luchas actuales. Es el estudio de estos procesos –pasados y actuales- el que permite entender que el Socialismo debe ser profundamente democrático, feminista y ecologista para oponerse a la barbarie capitalista. De lo contrario, jamás podrá ser “horizonte de época” para las mayorías explotadas y oprimidas; como nos enseña la Bolivia de Evo Morales y Álvaro García Linera.

La democracia tiene un lugar central para los diversos proyectos emancipatorios porque no es sólo una forma de votación o participación individual, es proceso de profunda y creativa participación colectiva. Por lo tanto la democracia juega un rol estratégico para la acción política de las izquierdas de hoy, es una apertura de posibilidades de disputa tanto dentro como fuera de los márgenes de la institucionalidad impuesta. Esto significa combatir en todos los espacios a las fuerzas que dirigen y orientan las sociedades hoy en día, teniendo claridad del escenario en el que se desenvuelve la lucha de clases y una estrategia para superar las contradicciones existentes, saber de qué forma sumar fuerzas para los intereses de las clases populares y su organización.

Por lo tanto, el debate no pasa por las vías o tácticas a ocupar de forma abstracta o a rechazar a priori; pasa por elegir y poner en práctica las mejores herramientas que permitan empujar desde diversos lugares la misma estrategia. Significa saber resolver las tensiones del momento sin dogmatismos, entendiendo la disputa de las instituciones burguesas y la movilización de masas no como contradictorias sino que posibilidades para el avance del pueblo (eso es lo importante).La utilización de espacios dentro de la institucionalidad puede permitir un mejor desarrollo de la movilización y participación popular, o viceversa. Es decir, las herramientas tácticas se relacionan dialécticamente entre sí, tal como se relacionan las herramientas políticas con las masas.

En Chile -a partir de nuestra experiencia histórica más reciente- concluimos que la posibilidad de superar el neoliberalismo pasa por la articulación de diversas franjas populares en un mismo movimiento y con un programa de ruptura con el orden impuesto, el cual permita una apertura democrática que le signifique a las clases populares su constitución y protagonismo en la construcción del país. Aquel movimiento debe ser el que impulse las diversas luchas por la conquista de derechos sociales y el desmantelamiento de la institucionalidad neoliberal a través de diversos métodos, con amplitud y creatividad táctica. A esta estrategia la hemos denominadoRuptura Democrática.

En definitiva, de lo que se trata es de leer la realidad y tener la mayor apertura y creatividad para conseguir los objetivos, generando alianzas necesarias y constituir la correlación de fuerzas favorable para nuestro proyecto. Por sobre todo se trata de organizar al pueblo, ya que sin él, ni las armas, ni los votos, ni la creatividad serán suficientes para vencer. Uno de los aprendizajes más importantes del Siglo XX fue que la organización y participación popular son los protagonistas y condición necesaria para la construcción de un mundo basado en la libertad y soberanía social sobre nuestras vidas y recursos: el Socialismo.

Es por eso que se debe tener en cuenta que la democracia es inseparable del Socialismo, y por ende de la organización del pueblo. Mientras las clases dominantes hablan de democracia pero la reducen al simple hecho de votar por sus representantes o temas puntuales, las y los socialistas entendemos que es mucho más que eso, y por lo tanto debemos superar aquella concepción de forma creativa. Como dijo Salvador Allende en la Universidad de Guadalajara en 1972, “La revolución pasa por las grandes masas, la revolución la hacen los pueblos, la revolución la hacen esencialmente los trabajadores”; y por lo tanto serán las grandes mayorías las que protagonicen y construyan su propio futuro, ahí radica la diferencia con la democracia de las clases dominantes.

La lucha de clases no se acabó, por lo que nuestra lucha por la superación del Capitalismo y la construcción de una sociedad socialista sigue tan vigente hoy como ayer. No obstante, con el tiempo hemos aprendido que para avanzar en aquella dirección es necesario construir organización popular profundamente democrática que lidere los procesos de movilización, que sea capaz de disputar la centralidad política con claridad estratégica y amplitud táctica. En síntesis, no se trata de vías, se trata de la conformación de hegemonía que permita vencer al enemigo, el mismo que nos niega e invisibiliza, con la finalidad de crear nuevas formas profundamente democráticas que permitan construir, sostener y profundizar el proyecto Socialista.
Francisco Sainz López / Izquierda Libertaria – Chile


Colusiones y poder de clase: la racional irracionalidad del neoliberalismo en Chile
*Por Simón Ramírez / Resumen Latinoamericano / 08 de Enero 2016.- 

Las colusiones que hoy vemos no se detendrán, puesto que son intrínsecas al modelo económico-político del país. Se trata de una determinada racionalidad, un modus operandi, mediante el cual los agentes económicos dominantes actúan. Ciertamente esta racionalidad es profundamente irracional y es por ello que deviene cada vez más en escándalo. De hecho, hoy es más imaginable que el modelo se “derrumbe” por su propia colusión y desprestigio que vía protesta social y cambios estructurales.

Esta semana nos madrugamos con un nuevo caso de colusión en nuestro país. Probablemente, la coordinación de cuatro cadenas de supermercados para subir el precio de la carne de pollo -cuyos principales productores también se coludieron- será presentada como un nuevo caso puntual. Sin embargo, es necesario establecer una linealidad entre los casos ya vistos (farmacias, papel confort, etc.) y los que sabemos que vendrán (es cosa de pensar en la mayoría de bienes de uso común y con pocos proveedores, o sea, casi todos los que por ejemplo se encuentran al interior de un supermercado).

Dentro de esta misma línea de la retórica del caso puntual saltarán a la palestra los paladines del libre mercado apuntando con el dedo a todos estos sujetos de las “malas prácticas”, imputando así a la responsabilidad individual y la avaricia el derrotero al que hemos llegado. Así, el –radical- libre mercado de nuestro país se mantendría en algún lugar prístino desde el que custodia el mecanismo más racional para el ordenamiento de nuestra sociedad completa y la asignación de sus recursos. ¿Dónde está ese lugar utópico de libre mercado sin colusión o, al menos, cuál podría ser algún ejemplo en nuestra sociedad de aquello? Nadie lo sabe.

Lo que no se dice, sin embargo, es que lo que vemos aquí es el funcionamiento lógico de una determinada arquitectura societal, cuyo “núcleo racional” es la total irracionalidad que vemos en el funcionamiento de los mercados. David Harvey plantea acertadamente que el movimiento mediante el cual se comienza a instalar el neoliberalismo en las distintas latitudes del globo es un movimiento que busca restituir un determinado poder de clase. Chile es uno de los países donde esto se hace más evidente: como hasta los organismos internacionales custodios del neoliberalismo lo plantean, nuestro país fue el más radical. La historia es conocida: tras el avance de los sectores populares – con el permiso del Diputado Hasbún- durante el gobierno de Allende, la lluvia de misiles sobre La Moneda tuvo un solo objetivo: la restitución de las posiciones tradicionales a las que los sectores dominantes estaban acostumbrados. Así, tras la victoria de los Chicago Boys y la instalación del neoliberalismo en Chile, no sólo los antiguos sectores dominantes volvieron a su lugar, sino que la dictadura aportó al robustecimiento de este sector repartiendo a diestra y siniestra los bienes públicos que antaño fueron históricas conquistas sociales. Primer punto entonces: restauración del poder de clase.

Este nuevo modelo de acumulación se levantó en base a un concepto principal: la depredación. El mismo Harvey lo llamará un modelo de acumulación por desposesión. Esto, como dice su nombre, porque efectivamente centra sus nichos principales de acumulación desposeyendo a los sectores dominados, lo que se ve claramente en nuestro país cuando vemos cuáles han sido los principales sectores (no) productivos a los que estos grupos se han abocado (economía financiera en general, retail, salud, pensiones, educación, etc.). Pero, además, con esta idea el geógrafo inglés hace referencia a que vivimos hoy lo que el viejo Marx llamó acumulación originaria, la apertura de espacios de acumulación a partir del robo y la depredación, pero que en su aparición moderna adquieren la forma, principalmente, de la privatización. Segundo punto entonces: estos escándalos de colusión que estallan cada cierto tiempo no obedecen a la avaricia individual, sino que a un modelo económico que es en sus bases estrictamente rentista y depredador, que en su mismo modo de acumulación fortalece el poder de clase y lo distancia de los sectores subalternos. Esto tiene que ver con el tercer punto.

La restauración del poder de clase, o el movimiento de instalación del neoliberalismo en el país, tiene su correlato institucional. Esto es lo que hemos llamado en otro lugar los “blindajes del modelo”. Con esto se quiere indicar que el desarrollo e instalación del neoliberalismo en el país llevó aparejada la construcción de una determinada arquitectura institucional y una gubernamentalidad orientada principalmente a producir un proceso de enajenación y apropiación de la agencia política del pueblo. Se trata de un conjunto de blindajes que van más allá de los nombrados “blindajes constitucionales” (quórums contramayoritarios, Tribunal Constitucional, etc.) y que extendiéndose a una gran diversidad de esferas de la vida (código laboral, sistema de salud, educación, pensiones, Ley de Municipalidades, por nombrar algunas) aportan a aquel fin.

De este modo, estos blindajes institucionales al mismo tiempo que actúan como garantía de la reproducción del modelo económico y de su irreformabilidad, garantizan la estabilidad de la élite económica del país en tanto que clase dominante, desplazando a los sectores populares de cualquier tipo de decisión sobre la mayoría de los ámbitos de su vida. Así, el manto de impunidad que genera estar en la cima de la pirámide junto con la racionalidad irracional del modelo de acumulación que hoy tenemos da como resultado que el modo de operar de estos sectores se vea reducido a una sola máxima: todo es cancha. El financiamiento empresarial a la política, por tanto, no tiene nada de sorpresivo, sino que es un herramienta más mediante la cual el poder económico mantiene subordinado al poder político: es parte de la misma arquitectura.

Las colusiones que hoy vemos no se detendrán, puesto que son intrínsecas al modelo económico-político del país. Se trata de una determinada racionalidad, un modus operandi, mediante el cual los agentes económicos dominantes actúan. Ciertamente esta racionalidad es profundamente irracional y es por ello que deviene cada vez más en escándalo. De hecho, hoy es más imaginable que el modelo se “derrumbe” por su propia colusión y desprestigio que vía protesta social y cambios estructurales.

Ese escenario, sin embargo, no es favorable para quienes creemos que la superación del neoliberalismo en Chile es una tarea urgente y necesaria. En primer lugar, y por ello las comillas, porque este derrumbe no es tal, sino que muy por el contrario, es una coyuntura ideal, para que en base al “control de los excesos” y la retórica pirotécnica de supuestas reformas estructurales, la razón neoliberal y su correlato en lo económico y en lo político-institucional, salga fortalecida de este impasse. La solución real no puede venir sino desde afuera y desde abajo del bloque en el poder y ahí estamos al debe.

De este modo si bien parece importante plantear que este es un problema de clase que se encuentra arraigado en lo profundo del funcionamiento del modelo económico actual y la arquitectura política que lo acompaña, es importante también observar con ello las tareas urgentes con las que la realidad nos interpela. La construcción de una fuerza de izquierda transformadora, con base en los sectores populares, vocación de poder y mayorías y estructurada en ruptura radical con el modelo neoliberal, es una tarea urgente para que situaciones como esta no decanten en un fortalecimiento de los mismos de siempre, sino que en un avance real de los sectores populares del país.
*Simón Ramírez es sociólogo, egresado de Filosofía de la UC e investigador de Flacso Chile.
Fuente: TheClinic Chile
Envío:ResumenLatinoamericano

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