14 de marzo de 2016

MEDIO ORIENTE.

Profesores palestinos deciden suspender la huelga durante una semana después del discurso de Abbas 
12 de marzo de 2016 

RAMALA (Ma’an) -Los maestros y maestra de Palestina anunciaron en un comunicado el sábado que iban a suspender su huelga general que vienen efectuando hace varios días y se reanudarán las clases durante una semana “por respeto a la decisión (Palestina) del presidente Mahmoud Abbas.” 

El sábado, Abbas anunció en un discurso que iba a llevar a cabo un acuerdo previo firmado entre la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y el sindicato de maestros en 2013, según lo exigido por los maestros. 

Abbas dijo que el acuerdo de 2013 se llevaría a cabo a principios del año escolar 2017-2018. Miembros del movimiento magisterial dijeron que decidieron suspender la huelga y reanudar la escuela a partir del domingo después de la declaración del presidente. 

Profesores palestinos iniciaron una huelga a mediados de febrero en busca de mejores salarios prometidos a ellos por la Autoridad Palestina en función del acuerdo de 2013, que nunca fue implementado. 

El apoyo y la participación en la huelga se convirtió en una bola de nieve después de que fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina en múltiples ocasiones intentaron sofocar las manifestaciones protagonizadas por los maestros en huelga. 

Los maestros por su parte arremetieron contra el sindicato de maestros por no representarlos en las negociaciones posteriores con la ANP, y un número de funcionarios en las sindicato de maestros presentaron su dimisión tras la demanda popular para la nueva representación. 

Abbas se refirió al tema el sábado, diciendo que “la demanda de nueva representación de los profesores de los huelguistas sería tratado por la vía democrática”. Las manifestaciones llevaron a cabo la huelga más grande de los últimos años en contra de la ANP , y se provocó una grieta cada vez mayor entre la AnP y la población. 


Un angustioso caminar a la escuela para los niños palestinos 
Resumen Latinoamericano / 13 de marzo 2016.- 

Los alumnos de la aldea cisjordana de Tuqu tienen que pasar por cercas de alambre de púas y por soldados israelíes armados cada mañana. Mohammed Sabah, de 10 años, dice que el alambre de púas a menudo se incrusta en la piel y en la ropa de niños que pasan por él [Abed al-Qaisi / Al Jazeera]

Justo después de la salida del sol, los niños de todas las edades se reúnen en las calles de Tuqu, un pueblo al sur del distrito cisjordano de Belén. Grupos de niñas con uniformes a rayas verdes y blancas, esperan a sus amigos para acompañarse en su camino a la escuela.

Los jóvenes les gritan a sus hermanos y hermanas menores para que se den prisa, mientras los padres se despiden de sus hijos desde los balcones. La escena es similar a la de muchos barrios alrededor del mundo en una mañana de escuela, pero una vez que los niños salen de sus casas y llegan a la carretera principal, el panorama cambia drásticamente. Soldados israelíes armados montan guardia a lo largo de la ruta 60, algunos instalados en los techos.

Un tramo cercado por alambres de púas a lo largo de un sendero de tierra que discurre paralelo a la carretera, que efectivamente lo divide por la mitad. “El alambre de púas es aterrador”, dijo a Al Jazeera, Mohammed Sabah de 10 años, caminando al lado de un grupo de amigos hacia su escuela.

“Tratamos de caminar a través del campo de olivo junto a la ruta, pero los soldados se esconden entre los árboles y nos atrapan, por lo que dejamos de hacer eso y caminamos al lado del alambre de púas, como ellos quieren.”

Los residentes de Tuqu dicen que la alambrada metálica es una nueva ampliación, instalada a finales del año pasado, pero un portavoz del ejército israelí dijo que ha estado en vigor desde 2008.

El portavoz citó informes recientes de niños arrojando piedras a los coches israelíes en la Ruta 60, que es exclusiva para los colonos israelíes locales. Mientras que la valla se puso ostensiblemente para detener a los niños que lanzan piedras, tiene sólo unos pocos metros de largo, y los residentes señalan que los niños todavía podrían conseguir atravesarla y llegar a la carretera. Mientras caminan, Sabah y sus amigos permanecen en fila india para evitar rozar la alambrada de púas.

A lo largo de partes de la ruta, hay una cerca de alta tensión al lado izquierdo, dejando a los niños en una posición precaria entre la estructura y el alambre de púas. “Ellos pusieron esto aquí para asustarnos, creo, porque a los niños no nos gusta el alambre de púas: nos cortan las manos, la ropa y las bolsas todo el tiempo.

Pero ya estábamos asustados. Nosotros nunca hemos lanzando piedras aquí, porque mira… “, dijo Sabah, señalando al otro lado de la calle hacia los soldados israelíes de pie al otro lado de la ruta 60. “Ellos están allí”, agregó. .

“Y hay en el techo, y más allá, al otro lado de la escuela. Estaríamos locos si lanzáramos piedras aquí, están siempre aquí, durante el día y la noche. Desde que empecé el jardín infantil, siempre han estado de pie aquí en mi camino hacia la escuela”.

Al final de la vía, los estudiantes esperan a que uno de sus profesores con un chaleco de seguridad de color amarillo brillante los traslade, a través de la carretera hacia el edificio de la escuela. “Debo estar aquí debido al tráfico”, dijo un maestro, que pidió el anonimato, a Al Jazeera.

“Esta es una carretera muy transitada y los vehículos pasan volando, pero ese no es mi papel principal aquí. [Nosotros] Recalcamos nuestra presencia aquí, con la esperanza de que los soldados no traten de intimidar a los niños.”

Con ametralladoras colgadas de los hombros, los soldados israelíes se colocan en grupos de cuatro o cinco a unos 100 metros de donde los maestros se reúnen frente de la escuela. Como Sabah va en fila hacia la escuela con sus compañeros de clase, el administrador de la escuela primaria de Tuqu, Freyal Abu Farha, explica que fue detenido por los soldados israelíes durante horas el mes pasado.

Aunque cada caso de los niños es diferente, Defensa de los Niños Internacional – Palestina, grupo de derechos humanos, ha documentado que la mayoría de niños palestinos detenidos por Israel son acusados de haber lanzado piedras.

La inquietante situación de seguridad va en desmedro de los estudios de los niños, agregó Abu Farha. “Una vez que llegan a la escuela, deberían estar listos para empezar el día, pero a menudo los niños están mostrando mutuamente las trizas en sus pantalones vaqueros o los cortes en sus manos por el alambre de púas”, dijo”.

“Es muy molesto.” La situación es aún peor para los alumnos de secundaria, dijo Abu Farha. “Cuando detienen a los niños mayores, es algo serio. A ellos no los detienen durante unas horas y los dejan ir, como con nuestros hijos. Los estudiantes de secundaria son menos temerosos, porque, han experimentado esto toda su vida.

Ellos piensan que es normal”. May Sulieman, una maestra de escuela primaria, apunta hacia su propio hijo e hija, que se ríen juntos en el patio del colegio. “Parecen tan felices ahora, ¿verdad?” dijo Suleiman.

“Todos los niños le dirán que los soldados y el alambre de púas les molesta, pero se están riendo y saltando como niños normales. Pero no es hasta la noche en que se puede decir que hay algo mal con nuestros hijos.”

Suleiman, que tiene cinco hijos, ha notado sobre todo los efectos del trauma diario en su hijo de 12 años. “Él tiene 12, y todavía viene a nuestra cama por la noche. Él llama gritando a su padre en su sueño”, dijo Suleiman.

“Los jóvenes tienen pesadillas, eso no es tan sorprendente, ¿pero un niño de 12 años que quiera dormir en la cama de sus padres?. Algo está mal aquí. Ellos están perjudicando las mentes de nuestros hijos”. Reporte adicional de Abed al-Qaisi
Fuente: A harrowing walk to school for Palestinian children Fuente: Sheren Khalel, Al Jazeera / Traducción: Palestinalibre.org 


Palestina: ‘El azul entre el cielo y el agua’, la vida en Gaza más allá de la violencia 

Resumen Latinoamericano / 13 de Marzo 2016.-

En “El azul entre el cielo y el agua” (Kailas), Susan Abulhawa demuestra que pese a la violencia imperante en los territorios palestinos ocupados, la vida cotidiana en Gaza está llena de amor, bromas o diversión, con todos los matices que se pueden encontrar en las vidas de cualquier ser humano.

La imagen de los palestinos está “dicotomizada” en la mente de los occidentales, asegura Abulhawa en una entrevista con Efe

 “O somos violentos y estamos cabreados o somos víctimas trágicas. Eso deja poco espacio para los muchos matices” de esta población, como en cualquier otra.

“El hecho de que sorprenda que haya bromas, amor o diversión en las vidas de los palestinos en Gaza, es prueba de ello”, dice la escritora en referencia a este libro que narra la historia de una familia enfrentada tanto a la violencia israelí como a problemas de relaciones internas en un contexto social muy concreto.

Porque pese a que la familia trata de desarrollar su vida de la forma más normal posible, está constreñida por las dificultades y las carencias que el enclaustramiento en la franja de Gaza supone, aunque Abulhawa pone mucho énfasis en la existencia de una cotidianeidad por encima de cualquier imposición.

Nacida en Kuwait en 1970 en el seno de una familia de refugiados palestinos, Abulhawa está en una situación compleja, como muchos de los que huyeron de los territorios ocupados.

“No soy kuwaití. No tengo esa nacionalidad, ni siquiera un permiso de residencia. La nacionalidad kuwaití se otorga fundamentalmente a través del linaje, no por el lugar de nacimiento. Soy una exiliada palestina”, resalta la escritora y activista pro derechos humanos.

Un trauma del exilio que se ve reflejada en un libro que tiene trazos autobiográficos, como reconoce la autora. “La experiencia de Nur -uno de los personajes principales de la historia- en los centros de acogida de Estados Unidos refleja de alguna forma mis años en el sistema de centros de acogida de Estados Unidos”, señala Abulhawa que acabó viviendo en una de estas instituciones a los 13 años tras haber vivido varios años con diferentes familiares después de la separación de sus padres.

En “El azul entre el cielo y el agua” Nur es la nieta de una pareja de palestinos que emigran de Gaza en busca de una mejor vida. Tras la muerte de su padre y abuelos, vive con una madre fría y un padrastro abusador y acaba en diversas casas de acogida con muy poca suerte.

Desde Gaza, la hermana de su abuelo la intenta buscar mientras continúa con una vida llena de momentos agridulces, rodeada de una familia en la que la espiritualidad juega un papel central. Una historia que se desarrolla 1947 a la actualidad y para cuya construcción Abulhawa tuvo que investigar para poder contar con los detalles necesarios para la contextualización, pero la vida familiar de los personajes sale principalmente de la herencia personal de la escritora.

Un libro centrado “en la vida de esos personajes y no en el ejército israelí”, pese a que la brutalidad militar de Israel está muy presente durante toda la narración mediante el retrato “de la opresión de fondo” de la ocupación y el control. Pero, insiste, “el drama central (de la historia) es humano, no militar”.
Fuente: Alicia García de Francisco, Agencia EFE
Envío:ResumenLatinoamericano

No hay comentarios: