4 de abril de 2016

BRASIL.

“10 cosas que todo Brasil (y el mundo) necesita saber”
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Por Igor Fuser/Resumen Latinoamericano / ALAI AMLATINA, 28/03/2016.- Es preciso avisar a tod@s l@s brasileñ@s, informar de una manera muy clara y objetiva para que, incluso las cataratas del Río San Francisco, se enteren que:
1. El pedido de destitución de la presidenta Dilma Rousseff no tiene nada
que ver con la operación Lava Jato, ni con ninguna otra iniciativa de
combate a la corrupción. Dilma no es acusada de robar centavo alguno. El
pretexto utilizado por los políticos de oposición para tratar de desplazarla
del gobierno, es el llamado “maquillaje fiscal”, es un procedimiento de
gestión del presupuesto público de rutina en todos los niveles de gobierno,
federal, estatal y municipal, y fue adoptado en los mandatos de Fernando
Henrique Cardoso y Lula sin ningún problema. Ella, simplemente, puso dinero
de la Caixa Econômica Federal en programas sociales, para poder cerrar las
cuentas y, al año siguiente, devolvió el dinero a la Caixa. No obtuvo
ningún beneficio personal y ni sus peores enemigos logran acusarla de algún
acto de corrupción.
2. Justamente por eso el pedido de destitución es un golpe, ya que la
presidenta sólo puede ser separada si se demuestra que ha cometido un crimen
-y ese crimen no ocurrió, tanto que, hasta ahora, el nombre de Dilma ha
quedado fuera de todas las investigaciones de corrupción, pues no existe,
contra ella, ni la misma la más mínima sospecha.
3. Al contrario de la presidente Dilma, los políticos que piden la
destitución están más sucios que un palo de gallinero. Eduardo Cunha
(PMDB-RJ), quien como presidente de la Cámara es responsable del proceso de
destitución, recibió más de R $ 52 millones tan solo de la corrupción en la
Petrobras y es propietario de depósitos millonarios en cuentas secretas en
Suiza y en otros paraísos fiscales. En la comisión de diputados que
analizará el pedido de destitución, con 65 integrantes, 37 (¡más de la
mitad!) están en la mira de la Justicia, investigados por corrupción. Si
ellos logran deponer a la presidenta, esperan recibir, a cambio, la
impunidad por las estafas cometidas.
4. Quien lidera la campaña por la destitución es el PSDB, partido opositor
derrotado en las elecciones presidenciales de 2014. Su candidato, Aecio
Neves, pretende alcanzar en el escritorio el resultado político que no fue
capaz de obtener en las urnas, irrespetando el voto de 54.499.901 brasileños
y brasileñas que votaron por Dilma (3,4% más que los votantes de Aecio en la
segunda ronda).
5. Si se consuma el golpe, la oposición aplicará todas las propuestas
elitistas y autoritarias que Aecio planeaba implementar si hubiese ganado la
elección. El presidente golpista, con toda seguridad, cambiará la
legislación laboral, en detrimento de los asalariados; revocará la política
de valoración del salario mínimo; implementará la terciarización de la mano
de obra sin restricciones; entregará las reservas de petróleo del pré-sal a
las corporaciones transnacionales (como defiende el senador José Serra);
privatizará el Banco do Brasil y la Caixa Econômica Federal; introducirá la
educación pagada en las universidades federales, como un primer paso hacia
su privatización; reprimirá los movimientos sociales y a la libertad de
expresión en Internet; expulsará a los cubanos que trabajan en el Programa
Más Médicos; dará luz verde al agronegocio para apropiarse de las tierras
indígenas; eliminará la política exterior independiente, degradando el
Brasil al papel de sirviente de Estados Unidos. Es eso, mucho más que el
mandato de la presidenta Dilma o el futuro político de Lula, lo que está en
juego en la batalla del juicio político.
6. Es un engaño suponer que la economía mejorará después de un eventual
cambio en la presidencia de la República. Todos los factores que llevaron al
país a la crisis actual continuarán presentes, con varios agravantes. La
inestabilidad política será la regla. Los líderes de la actual campaña
golpista pasarán a luchar cuerpo a cuerpo por el poder como pirañas
alrededor de un trozo de carne. Y Dilma será reemplazada por un sujeto
débil, Michel Temer, más interesados en asegurar su futuro (sin duda una
silla en el Tribunal Supremo Federal) y protegerse de las acusaciones de
corrupción antes que gobernar efectivamente. La inflación seguirá
aumentando, y el desempleo también.
7. En el plano político, Brasil se sumergió en un período caótico, de fuerte
inestabilidad. El derrocamiento de una presidenta electa, sacramentada por
el voto, llevará al país a que, por primera vez desde el fin del régimen
militar, al frente del Ejecutivo estará un mandatario ilegítimo, rechazado
por una gran parte de la sociedad.
8. El conflicto dará la tónica de la vida social. Las tendencias fascistas,
ensañadas con el golpe, se van a sentir liberadas para poner en práctica sus
impulsos violentos, expresados simbólicamente, en las imágenes de muñecos
colgados mostrando la gorra del MST o la estrella del PT y, de una forma más
concreta, en las invasiones y ataques contra sindicatos y partidos
políticos, en los ataques salvajes a personas cuyo único delito es vestir
una camisa de color rojo. El líder de esta corriente de extrema derecha, el
diputado Jair Bolsonaro, ya defendió abiertamente, en una de las
manifestaciones a favor del juicio político, que cada hacendado cargue
consigo un rifle para matar militantes del MST.
9. Los sindicatos y los movimientos sociales no se quedarán con los brazos
cruzados ante la truculencia de la derecha y la ofensiva gobiernista y
patronal contra los derechos sociales conquistados durante las últimas dos
décadas. Va a resistir por todos los medios – huelgas, ocupaciones de
tierras, bloqueos de carreteras, toma de edificios, y mucho más. Brasil se
tornará un país desgarrado, por culpa de irresponsabilidad y de la ambición
desmedida de media docena de políticos incapaces de llegar al poder por el
voto popular. Eso es lo que nos espera si el golpe contra el presidente
Dilma se consuma.
10. Pero eso no sucederá. La movilización de la ciudadanía en defensa de la
legalidad y de la democracia está creciendo, con la adhesión de más y más
personas y movimientos, independientemente de su afiliación política,
creencias religiosas y de si apoyan o no la política oficial. La opinión de
cada uno de nosotros sobre el PT o el gobierno Dilma ya no es lo que
importa. Están en juego la democracia, el respeto al resultado de las urnas
y la norma constitucional que prohíbe la aplicación de un juicio político
sin la existencia de un delito que justifique esta medida extrema. Más y
más brasileños están percibiendo esto y saliendo a las calles contra los
golpistas. Este 31 de marzo, la resistencia democrática trabará una batalla
decisiva.
Es esencial la participación de todos, en cada rincón de Brasil. Todos
precisamos salir a las calles, en defensa de la legalidad, de la
Constitución y de los derechos sociales. ¡Todos juntos! ¡El fascismo no
pasará! ¡No va haber golpe! (Traducción ALAI)


La nueva derecha en Brasil

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Por Raúl Zibechi, La Jornada, Resumen Latinoamericano, 2 abril 2016.- La hegemonía en las calles brasileñas pertenece hoy a la derecha, por primera vez en 50 años. Poco antes del golpe de Estado de marzo de 1964, la derecha protagonizaba grandes manifestaciones contra el presidente progresista João Goulart, como la Marcha de la Familia con Dios por la Libertad en São Paulo, que congregó a cerca de 300 mil personas (http://goo.gl/J3wE1).Bajo la dictadura la izquierda ganó las calles. A contrapelo, impuso modos de protesta, símbolos y discursos que sentaron su hegemonía hasta el 20 de junio de 2013. Ese día comenzó la llamada Revuelta de los Coxinhas (término peyorativo para referirse a varones blancos de clase media alta, engreídos, pitucos en lenguaje rioplatense).
Lo que sucedió aquella noche en las principales ciudades del país aún no ha sido dilucidado, pero lo cierto es que aprovechando manifestaciones masivas del Movimento Passe Livre (MPL) contra el aumento de las tarifas del transporte urbano, decenas de miles de coxinhas con la bandera de Brasil y los colores verdeamarelo desembarcaron en las marchas, agredieron y expulsaron a quienes portaban símbolos de izquierda y tomaron el control de las manifestaciones.
No es la simple reproducción de la vieja derecha católica y militarista que apoyó el golpe de 1964. Es una nueva derecha: sin partido, de clase media alta (con ingresos de más de cinco salarios mínimos), apoyada por empresarios industriales mientras el agrobusiness está en el gobierno; que acepta el aborto, el matrimonio igualitario, la despenalización de la mariguana y la gratuidad de los servicios públicos (http://goo.gl/AMSH3n). Pero se opone a las cuotas para estudiantes negros en las universidades y cree que Bolsa Familia la perjudica.
Es un error pensar que actúan digitados por los medios, como si fueran autómatas. Lo que no quiere decir que los medios estén al margen de la actual coyuntura brasileña. Es una derecha militante, que tiene estrategia y organizaciones propias, laica, politizada, formada en universidades privadas y públicas.
La primera acción de calle fue convocada por el Movimiento Cívico por el Derecho de los Brasileños, más conocido como Cansei (me cansé), el 17 de agosto de 2007, a la que asistieron 5 mil personas cuando aún latía el mensalão, el primer escándalo de corrupción que sacudió al gobierno del PT desde 2005. Las crónicas de prensa ironizaban sobre las marcas exclusivas de ropa que lucían los manifestantes, quienes fueron rechazados por los más importantes dirigentes del socialdemócrata PSDB, entre ellos el ex presidente Fernando Henrique Cardoso (http://goo.gl/pBvtHR).
Pese a la fugacidad del movimiento, nació un patrón de acción que luego se repite: gritos defuera Lula, participación de actrices y actores populares de telenovelas, apoyo de la Federación de Industrias de São Paulo (FIESP) y de la Orden de Abogados de Brasil (OAB), y expulsión de personas que portaban banderas del PSDB porque se definen como anti-partidos.
Pero lo decisivo fue lo sucedido entre 2007 y 2013, aunque es poco atendido por los medios y los analistas. La nueva derecha creció en los centros de estudiantes de universidades públicas que eran bastiones de la izquierda. El caso más significativo sucedió en la Universidad Nacional de Brasilia (UNB).
En 2009 se creó el grupo Alianza por la Libertad, autodefinido como liberal, que ganó la dirección del centro de estudiantes en 2011 con 22 por ciento de los votos, ante la fragmentación de las izquierdas. Fue relegida por cuarta vez en 2015, con 60 por ciento de los votos, desplazando a las agrupaciones del movimiento estudiantil. La UNB había protagonizado luchas muy importantes como la ocupación de la rectoría en 2008, exigiendo la renuncia del rector denunciado por corrupción.
Alianza por la Libertad, vinculada al grupo Estudiantes por la Libertad (financiado por fundaciones neoliberales y anticomunistas de Estados Unidos) y al Instituto Liberal, se concentró en temas cotidianos de los estudiantes, como la limpieza de los baños y la seguridad en el campus. Mientras el movimiento estudiantil planteaba sus demandas en términos generales, la derecha buscaba soluciones concretas muy elementales. Sus principales apoyos estaban en las facultades de ingeniería, derecho y economía.
En esos años la derecha ganó otras universidades estatales como Minas Gerais y Rio Grande do Sul, y creció en otras, siempre rechazando la política partidaria, acusando a los militantes de izquierda de buscar cargos de confianza. Sus cuadros se formaban en institutos y organizaban agrupaciones de nuevo tipo.
En paralelo, se expandieron las marchas contra la corrupción. En 2011 hubo marchas en 25 ciudades, siendo la de Brasilia la más numerosa con 20 mil personas con el apoyo de la OAB. Los manifestantes llevaban banderas brasileñas y cantaron el himno nacional, lo que indica que un movimiento legítimo fue cooptado por la derecha más militante (http://goo.gl/CtLMyI).
La hipótesis es que antes de la explosión de junio de 2013 la nueva derecha ya era una fuerza social y tenía experiencia en la conducción de masas, justo cuando la militancia de izquierda abandonaba la calle y se volcaba hacia el Estado. La nueva derecha creó una cultura de protesta en la calle, lo que le permitió reconducir las marchas hacia sus objetivos. Sobre la base de esas experiencias, en 2014 nacen los grupos que hoy convocan millones: Movimento Brasil Livre, Vem Pra Rua y Revoltados On Line.
¿Por qué las izquierdas no han sido capaces de entender este avance de una nueva derecha y todo lo atribuyen a los medios? Una respuesta, provisoria, es que no se comprende la realidad desde las instituciones sino desde la calle. La página passapalavra.info fue la primera en advertir lo que se venía, la misma noche del 20 de junio, al igual que ex miembros del MPL, como el antropólogo Paíque Duques Santarém y el filósofo Pablo Ortellado. Esta nueva derecha no puede combatirse con argumentos ideológicos, sino en la disputa viva de la vida cotidiana.

Chico Buarque: 

nadie puede cuestionar la integridad 

de Dilma Rousseff

Chico Buarque

La Radio del Sur /2 de abril de 2016.- El cantante y compositor brasileño, Chico Buarque, participó este jueves en el acto de apoyo a la presidenta Dilma Rousseff y contra impaeachment en el Largo da Carioca, en el centro de Río de Janeiro. El cantante subió al escenario alrededor de 19:30 locales y recibió una ovación de pie con gritos de “Chico, la gente guerrero brasileño”.

“Vine aquí para abrazar a la gente de diferentes tribus, las creencias políticas más variadas. Las personas que votaron por el PT, las personas que no les gusta el PT, la gente que se encontraba el PT, que perdieron la confianza en el partido, las personas que votaron por Dilma, pero, sobre todo, las personas que no pueden poner en tela de juicio la integridad de la presidenta Dilma Rousseff”, dijo el compositor.
Chico continuó su discurso de “defensa a ultranza” de la democracia. “Veo a la gente aquí en la plaza de mi generación, que vivió el 31 de marzo de 1964. Pero, sobre todo, ver la enorme jóvenes que no habían ni nacido, pero que conoce la historia de Brasil”.
Por último, el cantautor agradeció a todos y reiteró que no habrá ningún golpe en contra del Gobierno brasileño.
“Estoy aquí gracias a ustedes que me animan a creer que no habrá ningún golpe. Tenemos la democracia y el gobierno de Dilma. No serán golpeados”, dijo.


No es solo Dilma y Lula

brasil marcha contra golpe
Desde 1998 hemos vivido tiempos victoriosos y no ha sido en vano. Nos queda no solo la alegría, la ilusión, la emoción y el entusiasmo sino también lecciones importantes que nos servirán en el futuro.
 
por Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica
No es solo Dilma Rousseff y Luis Inacio Lula da Silva, es toda la izquierda latinoamericana la que se encuentra en la picota. Han pasado los años de su ascenso vertiginoso, de los grandes proyectos unitarios e integracionistas, de los amplios programas sociales y de los encuentros fraternos entre presidentes y presidentas en donde privaba el espíritu latinoamericanista como nunca antes.

Hemos entrando en un período de vacas flacas y la derecha -la nueva y la vieja-, envalentonada, no escatima esfuerzos y artimañas en ninguna parte para sacar partido del impulso que la tiene a la ofensiva. Este se viene gestando desde hace varios años, pero no es sino ahora, cuando hay dificultades económicas por las circunstancias mundiales, cuando está en la posibilidad de transformarse en un verdadero movimiento de masas.

Si por las vísperas se saca el día, la derecha llegara de nuevo al poder en los próximos años, y se dedicará a desmantelar sistemáticamente las conquistas de los gobiernos nacional-progresistas.

Serán tiempos sumamente convulsos porque nadie se dejará arrancar las nuevas conquistas fácilmente. Y ojalá sepamos sacar las conclusiones pertinentes de lo que está pasando para cuando, de nuevo, se vuelva a ejercer el poder en otro momento.

Será difícil que los pueblos originarios de Bolivia, por ejemplo, acepten volver a ser tratados como servil fuerza de trabajo por los canvas que los miran sobre el hombro; o que se borre de un plumazo los avances en disminución de la pobreza en Ecuador, Brasil, Bolivia, Venezuela o Uruguay. Los pueblos han dado un paso adelante desde que en 1998 Hugo Chávez ganó las elecciones en Venezuela, y lo que han conocido desde entonces no podrá borrarse de un plumazo o con decretos al estilo Macri en Argentina.

Quiere decir esto que se ha podido vislumbrar lo que significa tener gobiernos que piensan en los más desfavorecidos, algo que solo excepcionalmente había sucedido en nuestras tierras, y ese vislumbre constituye la mejor prueba que se puede construir lo que la izquierda predica.
Pero también debemos pensar en los errores, las insuficiencias y las desviaciones. En las características propias de nuestros procesos. Por ejemplo, el papel tan poderoso que siguen jugando en nuestras sociedades los líderes carismáticos, y cómo tenemos ejemplos en los que ellos pesan menos y más la organización de las masas, como en Uruguay con el Frente Amplio. O en el balance entre reformas y transformaciones radicales, profundas. O en el vínculo entre el gobierno y las organizaciones de masas, para que estas últimas no se transformen en furgón de cola de aquellos y terminen diluyéndose y perdiendo su identidad y fuerza.

Y también tendremos que ver lo que se hizo positivo: los esfuerzos por el trabajo conjunto entre naciones y pueblos, la importancia de la unidad que ha mostrado que los gigantes de siete leguas no son tan invencibles cuando estamos juntos; la evidencia de que, en un mundo dominado por las grandes potencias y los capitales transnacionales, es cuestión de vida o muerte el apoyo mutuo entre los distintos países, los proyectos comunes, la solidaridad que apuntala en momentos cruciales.

Desde 1998 hemos vivido tiempos victoriosos y no ha sido en vano. Nos queda no solo la alegría, la ilusión, la emoción y el entusiasmo sino también lecciones importantes que nos servirán en el futuro.

Mientras tanto no todo está perdido aún porque se está dando fieramente la batalla en todas partes aunque los tiempos no sean favorables. En Brasil, aunque hay negrísimos nubarrones cirniéndose sobre el PT, Dilma y Lula, están resistiendo los intentos descarados de golpe de Estado. Tienen nuestra solidaridad, nuestro apoyo desde estas páginas, nuestro reconocimiento por su enjundia.


Dilma recibió el apoyo 

del Movimiento Sin Tierra

Dilma MST
En el Palacio de Planalto, un referente del MST le aseguró a la presidenta que seguirá ocupando las calles hasta que cese el “golpe”, tal como llaman al posible juicio político que la oposición impulsa para destituir a Dilma.
La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, recibió en el Palacio de Planalto a miembros del Movimiento Sin Tierra (MST), quienes avisaron que tomarán las calles en defensa de su mandato. Por su parte, el ex ministro de Educación, Cid Gomes, presentó ayer en la Cámara de Diputados un pedido de juicio político contra el vicepresidente Michel Temer debido a las vinculaciones de su formación, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño, con la investigación de corrupción en la petrolera estatal Petrobras.
Uno de los miembros de la dirección nacional del MST, Alexandre Conceicao, aseguró que su agrupación seguirá ocupando las calles hasta que cese el “golpe”, tal como llaman al posible juicio político que la oposición impulsa en el Congreso para destituir a Dilma. “Detrás del golpe está el uno por ciento más rico de los brasileños, que quiere volver a este Palacio para desfilar y retomar sus privilegios”. No obstante, dirigiéndose a Rousseff, aseguró que harán todo lo posible para evitarlo. “Este Palacio pertenece a todo el pueblo brasileño, que lo defenderá ocupando las calles en defensa de su mandato”. Conceicao se refirió así a las multitudinarias manifestaciones que se realizaron en todo el país el jueves en favor de Dilma y dijo que fueron un “aviso” de lo que la organización social que encabeza hará para evitar el golpe.
Rousseff, por su parte, agradeció el apoyo y dijo estar convencida de que la sociedad brasileña “no permitirá que su democracia sea manchada” e insistió en que no existen razones para procesarla. “Hoy Brasil tiene su democracia amenazada”, dijo. “Están amenazando el aspecto formal de la democracia, que es el que las leyes garantizan y establece unas reglas del juego que no pueden ser rotas, porque se compromete todo el juego”, declaró. Dilma sugirió que quienes promueven el proceso no aceptan que su gobierno le haya dado prioridad a los sectores históricamente más postergados de la sociedad brasileña. La mandataria también instó a los campesinos y movimientos sociales a “resistir a las provocaciones y a las tendencias antidemocráticas”, aunque aclaró: “Nosotros no defendemos la violencia. Ellos son los que la defienden y la ejercen”.
El trámite del proceso contra Dilma está actualmente en manos de una comisión de 65 diputados, que definirá si existen méritos jurídicos para un juicio político. Esa comisión producirá un informe, que se prevé que será votado dentro de unos diez días y, según el resultado, la causa será archivada o pasará al pleno de los Diputados. Para que la causa siga adelante, deberá ser respaldada por una mayoría calificada de 342 votos y entonces pasará al Senado, que decidirá si da curso al “impeachment”. En caso de que el Senado acepte iniciar el proceso, la presidenta deberá separarse del cargo durante 180 días, plazo que tendría la Cámara alta para concluir el juicio. Durante ese lapso, Rousseff será sustituida por el vicepresidente Temer, quien completaría el mandato que vence el 1° de enero en 2019 en casi de una destitución.
Sin embargo, el vicemandatario también se encuentra apuntado de estar involucrado en causas de corrupción. El pedido realizado ayer por el ex ministro Gomes advierte que Temer como presidente del PMDB desde 2011 debe responder por las denuncias de sobornos millonarios pagados a integrantes de su formación. El PMDB de Temer abandonó el martes a la presidenta Rousseff y se colocó a favor de votar el juicio político que se le sigue a la mandataria por supuestas maniobras fiscales en el presupuesto que, según sostiene el gobierno, no forman parte de un delito, sino de ingeniería financiera. “Se observan diversas menciones en la investigación a los ilícitos del PMDB, razón por la cual debe ser investigada la responsabilidad de Temer”, dice el pedido de Gomes. En el documento, el ex jefe de la cartera de Educación pide que la solicitud de “impeachment” contra Temer no sea analizado por el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, procesado por corrupción en el escándalo Petrobras. Específicamente, Gomes, ex gobernador de Ceará, cita la investigación de un mensaje de texto del ex presidente de la constructora OAS, Leo Pinheiro, preso por corrupción en la cual fue mencionado el pago de sobornos por cinco millones de reales (3,4 millones de dólares) a dirigentes del PMDB.
En el marco de las investigaciones por el escándalo de corrupción en la petrolera estatal, el ex secretario general del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), Silvio Pereira, y un empresario paulista, Ronan María Pinto, fueron detenidos por su presunta implicación en un esquema de blanqueo de capitales para saldar deudas de esa organización política. Según indicó la Justicia Federal de Paraná en un comunicado, los fraudes fueron cometidos a través de un empréstito bancario concedido en octubre de 2004 por un monto de 12 millones de reales (3,2 millones de dólares al cambio actual) a un empresario, pero cuyo destinatario real era el PT.
“Ese préstamo nunca fue devuelto, pero sí se simuló su cancelación mediante un contrato de pago de embriones de ganado bovino,” dice el comunicado.
Dilma se reunió ayer con miembros del MST, quienes le ratificaron el apoyo a su gobierno frente al embate golpista opositor. Imagen: EFE.


¿Qué nos enseña la crisis brasileña?

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La experiencia latinoamericana en general, y la brasileña en particular, demuestran que la única manera de salvar procesos políticos progresistas de los embates de la derecha y el imperialismo, no es tratando de pactar y ceder a sus requerimientos, sino convocando la movilización popular y radicalizando las medidas de carácter socialista.
 
Olmedo Beluche / 26 de marzo 2016 /Con Nuestra América, Desde Ciudad Panamá
 
Una crisis política enorme se cierne sobre ese gigante que es Brasil. Una investigación judicial, denominada operación “Lava Jato”, ha puesto en evidencia un esquema de corrupción que compromete a altos funcionarios de Petrobras, a grandes empresas constructoras, entre ellas la  conocida Odebrecht, y a políticos brasileños de una multiplicidad de partidos.

Todos los grandes partidos están salpicados por la corrupción
Las denuncias de corrupción involucran no solo del Partido de los Trabajadores (PT), como quieren hacer ver los medios de comunicación, sino que incluyen al Partido Progresista (PP) y al Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), ambos de ideología de derecha. Otras investigaciones anticorrupción ya habían señalado a gobernadores del partido socialdemócrata PSDB (“tucano”), como Geraldo Alckim en el estado de San Pablo. Con lo cual, todos los grandes partidos del sistema electoral brasileño están manchados por la corrupción.
Pero la derecha, que no ha ganado las elecciones federales durante tres períodos consecutivos, maniobra con ayuda de los medios de comunicación burgueses, encabezados por la red Globo, y el guiño cómplice de la embajada de Estados Unidos, para enfilar las acusaciones únicamente contra la presidenta Dilma Rousseff, contra el ex presidente Ignacio Lula Da Silva y el PT. El objetivo es evidente, sacar a Dilma antes de finalizar su mandato e impedir la nueva postulación de Lula a la presidencia en las próximas elecciones, porque Lula tendría posibilidades reales de ganar según diversas encuestas.

La maniobra golpista de la derecha y los medios de comunicación de masas
El objetivo es imponer un golpe de estado parlamentario, como el que se hizo contra Lugo en Paraguay, forzando el juzgamiento (“impeachment”) de la presidenta por el Congreso, a cuya cabeza está el evangélico de extrema derecha, Eduardo Cunha, acusado de recibir más de 5 millones de dólares de sobornos (“propinas”) de Petrobras.
La maniobra golpista consistiría en sacar a Dilma, mediante un juicio amañado del Congreso corrupto, para hacerse con el poder imponiendo al vicepresidente, Michel Temer, del derechista PMDB, aliado al gobierno del PT,  sin convocar nuevas elecciones, ni un referéndum revocatorio, ni mucho menos una Asamblea Constituyente, ni ningún tipo de consulta popular.
Este golpe parlamentario contra Dilma embona con la ofensiva de la derecha latinoamericana, teledirigida desde Washington, para sacar del poder o debilitar todo lo posible a gobiernos “progresistas” que ganaron el voto popular durante los últimos 15 años.
La maniobra parlamentaria brasileña hace parte del esquema que se ejecuta simultáneamente en todo el continente:  tratar de sacar a Nicolás Maduro de la presidencia de Venezuela antes de cumplir su mandato;  hacer fracasar el plebiscito por la reelección de Evo Morales en Bolivia; debilitar el gobierno de Rafael Correa en Ecuador; incluso acusar de corrupción a la moderada socialdemócrata Michelle Bachelet en Chile.

¿Cómo operaba la corrupción en el caso brasileño?
La crisis tiene como actores centrales a directivos de la empresa petrolera estatal, Petrobras, nombrados por el gobierno del P.T., Renato Duque (ex tesorero del partido) y Pedro Barusco, y un ex senador de ese partido, Delcidio Amaral,  ex director de Petrobras con el gobierno de Fernando Herique Cardoso, pero captado para el P.T. en esos juegos de “alianzas” con la derecha, que tanto gustan a los socialdemócratas y estalinistas.
El esquema corrupto consistía en que la petrolera estatal brasileña, Petrobras, vendía a precios inferiores a los de mercado internacional, principalmente gasolina, a la subsidiaria de Odebrecht, llamada Braskem.  Las ganancias millonarias de Braskem y, por contra, la lesión contra el patrimonio de Petrobras, se estima en 6 mil millones de reales, o 1600 millones de dólares, entre 2009 y 2014.
Luego Odebrecht, a través de sus oficinas y empresas de maletín, en paraísos fiscales, como Suiza y Panamá, pagaba “propinas” a los funcionarios que le habían facilitado estos lucrativos negocios a costa de la empresa estatal. Estas “propinas” servían tanto para enriquecimiento personal de los corruptos, como para financiar a los partidos políticos.
La página 147 de la denuncia del Ministerio Público Federal, muestra el organigrama que seguía el dinero saqueado a Petrobras para beneficio de Odebrecht. A través de varias  subsidiarias y luego a “empresas de maletín” en Suiza y Panamá. Con la banderita panameña, aparecen mencionadas, en los niveles de lavado del dinero 2 y 3: “Del Sur”, “SAGAR”, “QUINUS”, “PEXO”, “MILZART” y “SYGNUS”.  Por ayudar a facilitar ese esquema aparece mencionado en Brasil el bufete del abogado Ramón Fonseca Mora, dirigente del Partido Panameñista y hasta hace poco consejero del presidente Varela.
La investigación estima que la “propina” de Duque y Barusco era aproximadamente del 2% del valor de cada contrato. Al ser Duque tesorero del PT, se estima que parte del dinero se usó para financiar al partido. Pero como se ha dicho, la corrupción también salpica al jefe de la oposición derechista del Senado, Eduardo Cunha, acusado por el Supremo Tribunal Federal de recibir coimas por 5 millones de dólares.
También se acusa a los directivos de Odebrecht y al “operador” del PMDB, Fernando Falcón Soares o Fernando Baiano. Al igual que al directivo de Petrobras, relacionado con el Partido Progresista, Paulo Roberto Costa (Hora Do Povo, No. 3.366, 29 a 30 de julio de 2015). Como ya se sabe, Marcelo Odebrecht, cabeza de la empresa, ya ha sido condenado a 20 años de prisión por estos delitos.

Lo que los medios callan: el sistema político es la madre de la corrupción
La descripción de cómo operaba la corrupción en torno a Petrobras es interesante porque podemos suponer que el mismo esquema se utiliza en otros países de Latinoamérica, incluyendo el nuestro. Aquí siempre se ha rumorado acerca del pago de “propinas” a funcionarios por contratos de parte de empresas privadas o pagos a la deuda pública a bancos. Supuestamente, en Panamá eso no es ilegal.
Lo que no dicen los medios de comunicación, es que los sistemas políticos supuestamente “democráticos” requieren millonadas crecientes de dinero para poder participar en los procesos electorales con alguna opción de “ser elegido”. Como la médula del sistema “democrático” es la capacidad de gastar millones en publicidad, los partidos y políticos buscan la manera de obtener el financiamiento de sus campañas. Ahí es donde aparecen empresas dispuestas a financiar a cambio de jugosos contratos con el estado.
Dónde más claramente la intromisión del poder económico determina los resultados electorales es en Estados Unidos, donde los políticos son financiados directamente por poderosas empresas y multimillonarios, tanto en las campañas, como en sus funciones mediante el llamado “lobby”. Para los medios de comunicación afiliados a la SIP, eso no es corrupción, sino una virtud democrática norteamericana.
En el caso panameño, aunque los partidos y candidatos están obligados a informar de sus fuentes de financiamiento privado, estas se convierten el secreto mejor guardado por los magistrados del Tribunal Electoral, con lo cual se hacen cómplices de este tipo de manejos corruptos. Aquí también entran fuentes de financiamiento que rayan en el delito, como el uso arbitrario y sin control de fondos públicos como el del Programa de Ayuda Nacional (PAN), que regaló 400 millones de dólares entre los diputados de todas las bancadas en las últimas elecciones.
Los medios de comunicación de masas, especialmente los afiliados a la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), también esconden que ellos y sus dueños, teniendo el monopolio absoluto sobre los medios de comunicación, e imponiendo los precios sobre las pautas publicitarias, son los principales beneficiaros de los costos millonarios de las campañas electorales y, por esa vía, son cómplices directos de la corrupción.
Lo dicho no pretende justificar los manejos corruptos de funcionarios de ningún partido, los cuales, comprobados los cargos deben ser sancionados, pero sí pretende explicar las dimensiones extraordinarias del fenómeno de la corrupción, que atraviesa todos nuestros países y partidos políticos. En el caso de Odebrecht, se rumora la posibilidad de que pronto salgan a relucir nombres de políticos financiados con esquemas semejantes en otros países del continente, incluyendo Panamá.

Lula y Odebrecht
Ha trascendido recientemente, la relación estrecha entre el ex presidente Lula Da Silva y las empresas constructoras brasileñas Odebrecht, Camargo Correa y OAS. Las investigaciones han sacado a la luz que, entre 2011 y 2013, Lula recibió “patrocinios” de esas empresas y donaciones de hasta 20,7 millones de reales (unos US$ 5 millones) al “Instituto Lula” (fundación) y 10 millones de reales (US$ 3 millones) le fueron pagados en regalías por sus conferencias en el extranjero.
Lula aduce que esos pagos son legales, y que otros ex presidentes también viajan por el mundo promoviendo empresas de sus países y cobran fuertes emolumentos por dictar conferencias. Esto lo hacen desde Clinton hasta Álvaro Uribe. Pero los medios de comunicación también callan sobre este asunto y solo atacan a Lula.
No sólo es creíble la versión de Lula de la legalidad de esos emolumentos, sino que es público que él no se ha negado nunca a declarar ante los jueces sobre el tema. Por eso es repudiable el manejo político del juez que lo mandó a conducir detenido para escarnecerlo ante la jauría derechista y para beneplácito de sus enemigos políticos.
Sin embargo, desde el punto de vista de clase obrera, a la que Lula ha representado por décadas, la relación tan estrecha con una empresa transnacional como Odebrecht, sí presenta dilemas ético – políticos que pueden y son debatidos en Brasil.
Desde el primer gobierno encabezado por Lula, hacia 2003-2004, se produjeron en el Partido de los Trabajadores varias rupturas de los sectores más consecuentes y revolucionarios, que acusaban a la dirección del partido y a Lula de traicionar sus compromisos con la clase trabajadora y gobernar para beneficio de los grandes bancos, empresas constructoras y el agronegocio.
De esa manera surgieron partidos ubicados a la izquierda del PT, como el Partido del Socialismo y la Libertad (PSOL), y otras rupturas posteriores, como por ejemplo la de Marina Silva, antes Partido Verde y ahora Partido Socialista Brasileño (PSB).

La política económica de Dilma le enajena la base social obrera de su electorado
Aplastada entre una creciente crisis capitalista, la caída de los precios de las materias primas, las crecientes luchas sociales, en especial de los jóvenes y estudiantes, que salieron a las calles con fuerza previo al Mundial de Fútbol de 2014, así como la campaña mediática en su contra, la presidenta Dilma Rousseff y el PT, en vez de ir hacia la izquierda, ceden a las políticas neoliberales, con lo cual debilitan su base social. Ese mirar a la derecha en busca de respaldo lo demuestra su alianza con el PMDB.
Si bien el gobierno del PT inauguró en América Latina las llamadas políticas sociales de “transferencias” con el “Plan de Hambre Cero”, de Lula, como una forma de atenuar los males sociales de 20 años de neoliberalismo, lo cierto es que no ha habido cambios de fondo en ninguno de los aspectos que se esperaban de un gobierno que decía ser de los trabajadores. Por el contrario, el gobierno de Dilma se inclina cada vez más hacia medidas de carácter neoliberal.
La situación social se deteriora: en 2015, se perdieron millón y medio de puestos de trabajo. En 2016, la tasa de desempleo nacional es del 7,6% y creciendo. El desempleo juvenil en la zona metropolitana de San Pablo supera el 28%. La inflación el año pasado bordeó el 11%.
Este año, la presidenta Dilma Rousseff, adoptó dos acuerdos que le han ganado repudio sindical: por un lado, en acuerdo PT, PSDB y PMDB decidió entregar al sector privado reservas petroleras de PETROBRAS; por otro, decidió el congelamiento del salario mínimo y de los sueldos de los empleados públicos, si primero no se superaba el mínimo para garantizar el pago de la deuda a la banca.

Por una salida democrática y popular a la crisis
Para hacer frente a la crisis social, algunas corrientes de izquierda han propuesto la necesidad de un Plan de Emergencia, de grandes inversiones públicas para recuperar el empleo, así como un ajuste salarial acorde con el costo de la vida, y la ruptura del PT con las medidas neoliberales.
Frente a la crisis política de envergadura que se cierne sobre Brasil y frente a la maniobra de la derecha que pretende un golpe parlamentario para sacar a Dilma y sustituirla por su vicepresidente, importantes sectores de la oposición de izquierda denuncian la jugada contra la democracia y contra el pueblo, proponiendo que no puede haber ninguna salida que no contemple la participación popular.
Por eso algunos han empezado a denunciar que el Congreso no tiene moral para juzgar a la presidenta y que en todo caso habría que convocar a nuevas elecciones generales (Partido Patria Livre). Incluso se habla de la convocatoria a una Asamblea Constituyente Popular (MES-PSOL), a la que el PT se había comprometido, y que junto con otras cosas olvidó por el camino.

Algunas lecciones de la crisis brasileña
1. La “democracia” burguesa es profundamente corrupta ya que su base es el poder económico. La corrupción es el alma de los sistemas electorales basados en campañas multimillonarias.

2. Los medios de comunicación de masas hipócritamente se disfrazan de adalides morales de la sociedad, pero son los principales beneficiarios del sistema político corrupto por la vía de las pautas millonarias en publicidad política.

3. La izquierda que aspiramos a ejercer nuestros derechos democráticos de participación política y electoral, debemos ser especialmente cuidadosos con la manera en que financian los proyectos electorales, so pena de ser escarnecidos en público al menor error, incluso los que los medios y las autoridades perdonan en partidos de derecha.

4. Como principio, nadie que se defina como progresista, de izquierda o revolucionario puede justificar ninguna forma de corrupción y robo al estado, por ende, debemos exigir investigación y esclarecimiento total, junto con la debida sanción penal a los responsables, sin importar la procedencia política de los involucrados.

5. Pero lo anterior no significa que avalemos ningún intento de golpe de estado parlamentario en Brasil, menos para beneficio de un Congreso y unos partidos de derecha demostradamente corruptos y al servicio de los intereses del imperialismo yanqui.

6. Con diferencias o sin ellas, hay que partir por reconocer que Dilma Rousseff es la presidenta legítima de Brasil, electa por el pueblo. Si la investigación y las circunstancias forzaran su dimisión, es inaceptable que sea sustituida por una jugarreta de políticos venales, encabezados por su vicepresidente, Michel Temer.

7. Si la presidenta Dilma debe o no renunciar debiera salir de una consulta democrática al pueblo brasileño, mediante un referéndum revocatorio, como únicamente se hace en la Venezuela bolivariana, y al que en su momento se sometió Hugo Chávez, saliendo victorioso en unas circunstancias golpistas semejantes. Y, en caso de caer el gobierno de Dilma Rousseff, la única alternativa legítima sería la participación del pueblo brasileño mediante la convocatoria de nuevas elecciones o una Asamblea Constituyente Popular.

8. La experiencia latinoamericana en general, y la brasileña en particular, demuestran que la única manera de salvar procesos políticos progresistas de los embates de la derecha y el imperialismo, no es tratando de pactar y ceder a sus requerimientos, sino convocando la movilización popular y radicalizando las medidas de carácter socialista.
Panamá, 28 de marzo de 2016.
Envío:ResumenLatinoamericano                       

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