Olga A. Robles, “una eternidad de 40 años”
Olga Arlina Robles Conti tenía 27 años cuando la secuestraron, en un día indeterminado del mes de octubre de 1976, hace ya cuarenta años, recuerda la Comisión por los Derechos Humanos de Trenque Lauquen que acercó la siguiente nota a La Opinión.
29/10/2016
Olga cursaba un bachillerato acelerado para adultos en la ciudad de La Plata, y se supone que en aquella ciudad la desaparecieron, pero tampoco existe esa certeza geográfica.
La vida de Olga antes del mes de octubre del año del último golpe de Estado la conocen al detalle sus familiares y los amigos de la familia.
La vida que le restó a esta joven trenquelauquense luego de su desaparición forzada la conocen los cobardes que trabajaban como torturadores, junto con los demás componentes del sistema genocida.
De los siete jóvenes que Trenque Lauquen empezó a recordar en Marchas por las calles de la ciudad a partir del 24 de marzo de 2001, Olga fue la primera víctima del terrorismo de Estado, y la única mujer (luego se agregarían Alicia, Susana y Nora).
Cuando comenzamos a vocear su nombre, gritando con tristeza, bronca y firmeza el ¡Presente! a continuación, ya no estaban sus padres pero sí varios hermanos que acompañaron muchas actividades por la memoria de Olga y los demás.
Varios octubres en la Plaza de la Memoria (Plaza Francia) nos encontraron protagonizando momentos intensos, plenos de debates emotivos, que Olga inspiró para permitirnos analizar el presente, trayendo a la actualidad sus inoxidables ideales de justicia social.
Las pancartas que muestran el nombre y el rostro de cada uno de nuestros desaparecidos han envejecido, a pesar de que en varias oportunidades las hemos tratado de “renovar”, pintándolas y cambiando los rótulos que las identifican.
Sin embargo, la sonrisa de Olga mantiene intacta la luminosidad de una existencia plena de generosidad, de amor al prójimo.
Desde hace cuarenta años Olga Arlina Robles es una ausencia que pesa.
Pero al recordarla al menos no estaremos siendo cómplices del olvido, ese aliado de los genocidas que a algunos les hace pensar y decir que “ya fue, no hay que revolver el pasado”.
Olga falta desde hace cuatro décadas. Pero su sonrisa cristalina sigue inspirando simpatía, aquella que los genocidas que envejecen y mueren aspiran sin éxito a conseguir, en este mundo que mayoritariamente los desprecia. Olga Arlina Robles: ¡Presente!, ¡Ahora y siempre!
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