24 de marzo de 2017

NEUQUÉN, "LA TORTURA CONTINÚA EN EL SILENCIO DE LOS REPRESORES".

24 marzo 2017 
"La tortura continúa con el silencio de los represores" 
Gladis Sepúlveda y Elida Sifuentes fueron secuestradas en 1976. Gladis Sepúlveda y Elida Sifuentes junto al mural que recuerda a sus compañeras estudiantes desaparecidas de la carrera de Servicio Social de la UNCo.
PABLO MONTANARO montanarop@lmneuquen.com.ar
“El miedo se sentía en cada rincón de la universidad, figuras extrañas aparecían paradas en los pasillos pidiendo documentos; eran los servicios de inteligencia, la gente del interventor Dionisio Remus Tetu”, recuerda Elida Sifuentes, quien el 12 de junio de 1976, mientras estudiaba la carrera de Servicio Social en la Universidad Nacional del Comahue (UNCo), fue secuestrada. Afirma que días antes de su detención ilegal en su casa de Neuquén estaba “atemorizada” porque sabía que ya habían secuestrado a sus compañeras de Servicio Social Cecilia Vechi, Arlene Seguel y Mirta Tronelli, y a Susana Mujica, docente de la carrera.

“La patota de Remus Tetu amenazaba a los profesores, iban hasta sus casas y les decían que renunciaran o los iban a hacer boleta”, describe Gladis Sepúlveda, quien el 11 de junio un grupo comando irrumpió en su casa de Cipolletti y al no encontrarla detuvieron a sus padres y a su abuela, de 78 años. Dos días después se presentó en la comisaría de Cipolletti y quedó detenida.

Ambas sobrevivieron al secuestro y las torturas a las que las sometieron en la Unidad Penal 9 y posteriormente en el centro clandestino de detención La Escuelita, de Bahía Blanca, ubicado en dependencias del Ejército. Coinciden en que el movimiento estudiantil universitario tuvo una intensa actividad en la región a comienzos de los años 70 hasta el golpe de Estado y que la UNCo fue uno de los lugares que con más virulencia atacó el plan represivo de la dictadura militar: 85 docentes y más de 45 trabajadores no docentes fueron cesanteados, varias estudiantes secuestradas -muchas de ellas se encuentran hoy desaparecidas-, en su mayoría de Servicio Social.

Mientras estudiaban militaban en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). “Es que al ingresar a la universidad accedimos a las nuevas ideas”, dice Elida. “En esa época sosteníamos la consigna del compromiso de una universidad al servicio del pueblo”.

El 15 de junio ambas estudiantes, junto con otros detenidos, fueron trasladadas con los ojos vendados a la U9, donde les hicieron firmar una libertad que nunca llegó porque horas más tarde las subieron a un avión con destino al centro clandestino de Bahía Blanca. Allí estuvieron varios días vendadas y esposadas y pudieron escuchar las voces de algunas de sus compañeras de la universidad. “Pude hablar con Mirta Tronelli, quien trataba de tranquilizarme diciéndome ‘esto va a pasar, quedate tranquila’. Fue un diálogo fugaz, después no la escuché más”. También descubrió la voz de Alicia Pifarré, quien estudiaba la carrera de Letras en la UNCo.

Con emoción, Gladis recuerda que reconoció las voces de Vechi y Mujica “que pedían agua”.

A 41 años del comienzo de la atroz represión que llevó adelante la última dictadura militar, Sifuentes reflexiona que “apuntaron a los sectores con conciencia y con participación que planteaba un enfrentamiento al sistema capitalista y un cambio para transformar la sociedad”.

Durante 1978 Sepúlveda fue liberada y se exilió en Alemania. En tanto, Sifuentes salió con libertad vigilada en 1981. Sifuentes confiesa que todos los días recuerda a sus compañeras desaparecidas, que están muy presentes en su cotidianeidad: “No necesito fotos para imaginármelas, es como que ya dejaron de dolerme sus ausencias y la frescura de sus veinte años permanecieron todo este tiempo”.

Por su parte, Sepúlveda destaca la concreción desde 2008 de los juicios que sentaron en el banquillo de los acusados a los represores que cometieron delitos de lesa humanidad en la región. “Los juicios son sumamente importantes para conocer la verdad y es nuestro deseo que se haga justicia a pesar de los años que han pasado”, precisa. Y anhela que en algún momento “se abran los archivos”: “Que nos digan dónde están los cuerpos de nuestras compañeras desaparecidas. El silencio de los represores es como una continuidad de las torturas que sufrimos”.

Agenda 
Actividades por el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia 
10:30 horas. En J.J. Lastra y Chaco se inaugurará una placa recordatoria con la leyenda “Nunca Más” y cartelería para la señalización del ex centro clandestino de detención La Escuelita.

11 horas. En Avenida Argentina 935, frente al colegio San Martín, se colocarán baldosas en homenaje a Ricardo y Enrique Sapag, asesinados durante la última dictadura militar. 

19:30 horas. Marcha desde el monumento a San Martín con la consigna “Reivindicamos la lucha de los 30000”, organizado por la Asociación Madres de Plaza de Mayo, filial Neuquén y Alto Valle.

OPINIÓN 
Una dictadura que apuntó a romper el tejido social 
Pablo Scatizza. Historiador. Autor del libro Un Comahue violento. Dictadura, represión y juicios en la Norpatagonia Argentina.
“No sabía que en Neuquén también hubo dictadura militar”, me dijo con cierta candidez un estudiante de primer año de la carrera de Historia luego de que les contara en clase algunos aspectos de lo que había sido la implementación del plan represivo en la región. Por aquí también hubo secuestros a hombres y mujeres en su mayoría jóvenes y se los retuvo vendados e incomunicados. También se torturó y violó. La dinámica con que se desplegó la represión en la región deja en evidencia, una vez más, que la “lucha contra la subversión” no fue un objetivo en sí mismo del proyecto militar, ni su meta principal. Sin duda fue sustancial, pero no mucho más de otra serie de propósitos que explican la dictadura militar en toda su complejidad. Entre otros, la intención de romper con una forma de entramado social y político que atentaba contra la hegemonía de los valores occidentales, capitalistas y cristianos; o la voluntad de consolidar un modelo político y económico capitalista dependiente. La dictadura militar no se puede explicar sólo por la violencia política que caracterizó a los años previos al golpe, si atendemos a que en la región no hubo acciones guerrilleras que justificaran, bajo la óptica castrense, la crueldad con la que se implementó el terrorismo estatal.
Fuente:LmNeuquen

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