18 de junio de 2017

EL SUJETO DELEZNABLE.

El sujeto deleznable 
18/06/2017 

Nilda Redondo*
Un reciente libro presentado por la Editorial de la Universidad Nacional de La Pampa elabora una semejanza en la manera en que fueron nombrados, con el fin de descalificarlos, los sujetos de la “conquista del desierto” y de la insurgencia de los sesenta y setenta.

El libro “De la Conquista del Desierto a la Doctrina de la Seguridad Nacional” (EdUNLPam, 2017) es producto de la investigación que llevamos a cabo en la Facultad de Ciencias Humanas Micaela Gaggero Fiscella, Elvio Monasterolo, Mariano Oliveto y la autora de la nota como coordinadora del proyecto “Genocidios en Argentina. Siglo XX (1974-1983); Siglo XIX (1865-1880)”.

Partimos de la hipótesis de que tanto en aquel período como en el pasado reciente, lo que se produjo en Argentina fue un proceso de genocidio que tiene consecuencias hasta el presente. Contra ellas se puede actuar de diversas maneras. Nosotros lo hacemos dando otra mirada, otra perspectiva; buscando en los discursos que analizamos a contrapelo, lo no dicho, lo tergiversado, lo que ha servido para ocultar y enmarañar.

Trabajamos para desnudar qué características atribuyeron los textos a esos sujetos que se buscó presentar como indeseables, “deleznables” decimos, con el fin de consolidar una imagen desagradable de ellos y generar en la sociedad el deseo de su eliminación. Analizamos cuáles son las diferencias y semejanzas entre ambos períodos.

Una diferencia es la cuestión territorial: los indígenas que habitaban la Pampa Central y la Patagonia constituían otra cultura y tenían otra sociabilidad; estaban fuera del territorio de conquistadores y colonizadores. Ellos eran los dueños de las tierras que habitaban y, además, de las que ocupaban los blancos usurpadores que habían construido la República Argentina, ajena a ellos y ellas. Los insurgentes de los 60 y 70 del siglo XX pertenecían a la misma nación pero se rebelaron contra el orden establecido y quisieron constituir otra cultura más justa que ellos llamaban socialismo y comunismo; si bien tuvieron intentos de guerrilla rural, sus acciones más intensas fueron en las ciudades no sólo a través de la llamada guerrilla urbana sino a través de un amplio movimiento de base en las fábricas, los barrios, en la producción artística y cultural, en un entramado de sociabilidad de nuevo tipo. Los primeros fueron invadidos y los segundos emergieron del seno mismo de la sociedad que deseaban subvertir.

Una semejanza es la manera en que fueron nombrados con el fin de descalificarlos: a ambos grupos litigantes se los llamó de mala manera: a los indígenas, maloneros, borrachos, hordas salvajes, ladrones, haraganes; a los insurgentes de los 60-70, delincuentes, subversivos, terroristas pero también machistas y antiintelectualistas según quien denomine. Nosotros trabajamos con textos históricos, ensayísticos, periodísticos y literarios. Entendemos que todos son discursos que construyen también realidad en el sentido de que generan determinadas actitudes en el público que los recibe; además de ser el resultado del murmullo social. Jamás un texto es una verdad o una mentira a secas; todo texto posee una carga ideológica que debe ser desentrañada, se debe abundar en la búsqueda de sus múltiples resonancias.

Dos hilos conductores en este entramado genocida. son la concepción de nación y de civilización. Ambos exterminios se realizaron en nombre de la patria y de la nación argentina; y en nombre de la civilización occidental y cristiana. La Doctrina de la Seguridad Nacional se asienta en la Conquista del Desierto y ésta la anticipa. Por esto, en 1979, a los cien años de la avanzada de Roca hasta la isla de ChoeleChoel, los más conspicuos representantes del terrorismo de Estado último, la celebraron en Neuquén e identificaron subversivos con salvajes. Tal vez por esto, en septiembre de 2016, el Ministro de Educación de la Nación Esteban Bullrich dijo en Río Negro: “Esta es la nueva Campaña del Desierto, pero sin espadas, con educación”.

Un recorrido. 
En el libro, luego de la Introducción, los dos primeros textos tienen un carácter panorámico: “Genocidios en Argentina”, de Nilda Redondo, vincula a ambos genocidios anclados uno en el siglo XX y otro, en el siglo XIX.

“El pasado en disputa. Consideraciones en torno al proceso de sometimiento indígena a fines del siglo XIX”, de Elvio Monasterolo, ubica históricamente el proceso de cerco y avance sobre los territorios de las culturas indígenas de la Pampa Central y la Patagonia en el siglo XIX. Los trabajos que vienen luego se mueven en torno a la comunidad Ranquel, su despojo y desfiguración; su valorización en el aislamiento; su etnogénesis ya en el siglo XXI.

“Genocidio e Integración en Una excursión a los indios ranqueles: hibridaciones de la voz narradora”, de Mariano Oliveto, analiza la polifonía del libro de Mansilla de 1870. “Josefa Poncela: la cumbre del mestizo de las pampas”, de Micaela Gaggero Fiscella, señala las tensiones de una voz que se reconoce en sus ascendientes tanto indios como blancos e irrumpe prepotente en el escenario mestizo de La Pampa, con su libro La cumbre de nuestra raza de 1942. “Apuntes acerca de Los Rankülchhe sobre la huella de Mansilla de la Confederación Ranquel”, de Nilda Redondo, es el análisis de una obra de la Confederación Ranquel, publicada en 2010, en la que se polemiza inmisericordemente con aquella voz oficial respecto de la historia de los ranqueles y se reivindica su autogestión ante los Estados actuales.

Luego tenemos “Representaciones y formas ideológicas del genocidio indígena en el Martín Fierro de José Hernández”, de Mariano Oliveto. Con este análisis de la obra de Hernández se busca desnudar un aspecto negativo y persistentemente ocultado en la tradición nacional. cual es que este gaucho se presenta sólo como blanco; así celebra la Conquista del Desierto y demuestra una empatía con sus patrones, los terratenientes. “Conquista del Desierto: un sujeto deleznable en Estanislao Zeballos”, de Nilda Redondo, se desarrolla en dos partes; la primera, “Nacer otros”, explora los fundamentos teóricos que permitan cambiar la mirada etnocéntrica y europeizante; la segunda, “Calfucurá y la dinastía de los piedra: Análisis ideológico de un texto de Estanislao Zeballos”, desmenuza cómo Zeballos-autor, en esta obra de 1884, construye las imágenes deplorables de los indios a los efectos de justificar el robo de tierras, la sangre vertida, la expoliación, los traslados o arreos, la internación en campos de concentración, el uso de cuerpos tanto para el trabajo esclavo como en los museos antropológicos.

“La Doctrina de la Seguridad Nacional: construcción del sujeto deleznable del siglo XX”, de Redondo, analiza dos obras de Osiris Villegas, Guerra Revolucionaria Comunista (1962) y Políticas y Estrategias para el Desarrollo y la Seguridad Nacional (1969), y el folleto distribuido en todo el sistema educativo, en 1977, por el Ministerio de Cultura y Educación de la Nación, denominado Subversión el ámbito educativo (conozcamos a nuestro enemigo).En estos textos se buscó construir el tipo de imagen deleznable del enemigo interno, comunista, marxista y finalmente el subversivo. Se señala cómo el discurso de la seguridad nacional emanado de las Fuerzas Armadas busca su origen en el siglo XIX, a través de la apropiación de la tradición de mayo de 1810, la defensa de la frontera contra el indio, la Conquista del Desierto y la llamada organización nacional.

Finalmente Redondo, en “Ernesto Sábato y la teoría de los dos demonios: Abaddón y el Che”, focaliza el análisis en una novela compleja y artera, Abaddón el exterminador. Su autor es un intelectual admirado por amplios sectores de nuestra sociedad, responsable, junto a todos los integrantes de la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (CONADEP) del informe Nunca Más y su prólogo paradigmático de 1984.

Interés regional. 
¿Por qué este libro sería de interés regional? En primer lugar porque la Conquista del Desierto que culmina en 1879 se refiere a la ocupación del invasor blanco de los territorios de los ranqueles, tehuelches y mapuches. Estas culturas nos constituyen en el presente aunque sean negadas y tienen pendiente la restitución de sus derechos que incluye la devolución de tierras y de una vida libre y autónoma.

El genocidio perpetrado en torno al último terrorismo de Estado instaurado entre 1976 y 1983, nos es de interés regional como región latinoamericana del cono sur. Seguimos litigando contra los genocidas, se continúan identificando nietos de secuestrados desaparecidos; aquellos enemigos no han dejado de vencer e intentan negar ese pasado reciente a la vez que buscan persistentemente dejar sin castigo a los responsables de crímenes de lesa humanidad.

Por lo demás, estos fenómenos complejos político-sociales, culturales, económicos se pergeñan con parámetros internacionales. La avanzada final sobre los territorios indígenas de 1879 se produce en el marco de las necesidades de la expansión del mercado mundial capitalista. Nuestra oligarquía no existía solo a base del robo de tierras y de la explotación de mano de obra barata de aquellos que había sometido a la servidumbre o esclavitud (mestizos, indios, negros, mulatos); también articulaba con las clases dominantes de Gran Bretaña en el marco de una nueva organización del mercado internacional.

La guerra de aniquilamiento de las Fuerzas Armadas argentinas contra el llamado marxismo internacional, que asoló cuerpos y conciencias y reconstituyó una sociedad de nuevo tipo y de largo plazo -como operan los verdaderos genocidios-, lo hizo en un contexto latinoamericano favorable, signado por dictaduras; pero fundamentalmente sirvió a los intereses del imperio capitalista que considera que le pertenecemos, como territorio y como sujetos constituyentes del mercado de consumo.

Por esto entendemos que el concepto de lo regional debe ser versátil respecto de su territorialidad: ni la Conquista del Desierto es nuestra, pampeana, sino que se refiere a la Pampa Central y la Patagonia. Ni la Doctrina de la Seguridad Nacional es nacional y La Pampa ajena a ella y sus efectos.

Este libro está dedicado no sólo a docentes y estudiantes sino a todos aquellos que estén dispuestos a construir otra tradición, otra historia, otra representación simbólica de nuestra mismísima realidad.
* Docente de Letras, UNLPam
Fuente:LaArena

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