27 de junio de 2017

UNA MADRE DE PLAZA DE MAYO CUENTA SU VIAJE A BOLIVIA.

“Queca”, una Madre de Plaza de Mayo, cuenta su viaje a Bolivia en 1992 cuando conoció a Evo 
26 JUNIO, 2017
VIAJE A BOLIVIA.- A fines de septiembre de 1992, se hizo un Encuentro Nacional de Madres (se hacía cada 3 meses en las distintas filiales del país). Allí informé que desde la Comunidad Indo Afro Americana de nuestra ciudad de Santa Fe nos habían invitado a las Madres y a su numeroso Grupo de Apoyo a viajar con ellos, en un colectivo que tenían contratado, a Potosí. Allí se harían distintas actividades de repudio al cumplirse 500 años de la dominación española y del avasallamiento de todos los derechos de los pueblos originarios, hasta de su lengua, queriendo borrar su cultura. De los despojos de todas sus riquezas. No había nada para festejar, solo reivindicar la voluntad de lucha de estos pueblos. Yo era la única madre de Santa Fe que podía ir, teníamos licencia para invitar a otra madre, así que con la aprobación de las Madres presentes en el Encuentro, se invitó a Aurora Fraccaroli, Madre de Plaza de Mayo de Gualeguaychù, provincia de Entre Ríos. Ella aceptó muy contenta,  ya que tenía una relación de amistad muy grande conmigo. A las Madres les pareció muy buena la idea y nos ayudaron a organizarnos y prepararnos para esta actividad con muchos jóvenes del Grupo de Apoyo.
Partimos de Santa Fe todos los integrantes de la comitiva, en un colectivo viejo pero anduvo muy bien. Alegría, cantos y risas era la atmósfera que se respirabaallí, mientras recorríamos kilómetros y kilómetros hasta llegar a la frontera con Bolivia, donde todos teníamos la documentación reglamentaria. Una vez allí comenzamos a andar por caminos más sinuosos y montañosos cada vez. Con gran emoción pasamos a 14 km de La Higuera, donde sabíamos habían asesinado a nuestro querido Che Guevara.
Parábamos muchas veces por razones obvias, en lugares poblados,   donde también comprábamos alimentos. Llegamos a Potosí recién a la noche del día siguiente. Nos habían prevenido sobre la altura de Potosí, unos 4.500 metros, y los cuidados que debíamos tener para no apunarnos, o al menos disminuir sus efectos. Entre estos cuidados estaba el caminar despacio; tanto Aurora como yo éramos de andar rápido, pero enseguida te das cuenta que no podés apurar el paso, se torna imposible.
Una vez allí, nos llevaron a un convento, donde los compañeros nos habían reservado un lugar para las dos Madres. Fuimos muy bien recibidas, con mucho cariño, por las monjas del lugar, mientras los jóvenes estarían cerca, en una Comunidad Educativa, todos acomodados y contentos.
Nos dieron una habitación muy linda con baño y ducha, solo para nosotras. Al día siguiente nos despertaron las monjas y desayunamos junto a ellas. Esa misma mañana tuvimos la primera reunión de trabajo.
En esa actividad conocimos a Evo Morales que era el dirigente sindical de los cocaleros y con quien tuvimos varias actividades en común.
La historia de nuestros hijos que relatábamos a los periodistas, nuestra lucha y nuestro pañuelo, despertaba el interés de las personas que se acercaban a hablar con nosotras. Todo el tiempo estuvimos acompañadas por el Grupo de Apoyo, quienes compartían las actividades y colaboraban con nosotras.
La primera actividad que compartimos con Evo fue un panel del que participamos todas las Organizaciones, abriendo el acto Lucía, de la Comunidad Indo Afro Americana, con un discurso brillante referido especialmente a la esclavitud sufrida durante tantos años. Luego habló Evo, denunciando las persecuciones que sufrían y la cantidad de compañeros presos.
Llegó el turno de las Madres, ya habíamos arreglado con Aurora que sería yo la que hablaría. Comienzo a contar nuestra historia, lo hago de pie, como siempre lo he hecho, pero de pronto siento que se me traba la lengua, no podía seguir hablando. Evo se paró inmediatamente y me trajo un vasito de coca cola y su tradicional bolsita que todos llevan consigo, sacó y me dio dos hojitas de coca diciéndome que las ponga debajo de la lengua. Al rato se me pasó y él me dijo: “Te has apunado”. Pude terminar mi discurso sin inconvenientes, hable especialmente de nuestros hijos, sus sueños y proyectos de un país sin excluidos, de la patria socialista por la que lucharon hasta sus últimas consecuencias. Por esa lucha, por ese amor al pueblo, les arrancaron sus vidas.
Con Evo estuvimos en su sindicato en una charla informal, donde ellos preguntaron mucho sobre nuestro país y nuestra lucha y nosotras aprendimos mucho de la lucha de ellos también. Luego nos llevó a la cárcel donde había muchos de sus compañeros cocaleros presos, con quienes tuvimos una charla que nos llenó de tristeza al conocer más sobre la realidad de los compañeros y que  tenía tanto que ver con la lucha de nuestros hijos.
Se estaba preparando el ascenso al cerro de Potosí, casi 5.000metros de altura. Las monjas que nos alojaban nos prepararon termos con té de coca, para ir superando el apunamiento. Nos llevaron en auto hasta el lugar desde donde comenzaba el ascenso, dándonos todo tipo de recomendaciones para que no nos hiciera ningún daño esta actividad.
Subimos todos, pero cada vez se hacía más difícil. La mayoría llegó pero yo quedé sentada un escalón abajo. Aurora llegó junto a todo el Grupo de Apoyo, quienes nos ayudaron a pararnos.
Los jóvenes, nuestros jóvenes, nos dieron la sorpresa más hermosa y que emociono a todos, desplegaron una bandera de Madres, con nuestros colores patrios en la que creo que decía: “Hasta la victoria siempre”. La enarbolaron con los materiales que habían llevado. No pudimos contener las lágrimas. Seguro que San Martín y Bolívar estaban de nuestro lado.
Comenzó el descenso, que fue más fácil a pesar del cansancio físico. Volvíamos alegres y llenas de energía, listas para continuar nuestra lucha y llevar en nuestra voz, la voz de nuestros 30.000 hijos, más allá de nuestro país.
Nuestra última actividad fue una visita que teníamos programada a una mina de plata que estaba agotada. Los mineros bolivianos nos contaban la forma en que se llevaron sus riquezas los conquistadores –invasores; decían que con la plata que les sacaron se podría hacer un puente de Bolivia hasta España. La pobreza y las condiciones de precariedad en que vivían esas familias mineras nos dolían terriblemente. 
Recorrimos, caminando despacio como nos aconsejaban nuestros compañeros bolivianos, el centro de Potosí, buscando un lugar donde comer algo. Al final encontramos un restaurante muy humilde, donde cenamos pollo servido en unas canastitas, sin cubiertos y sin pan; comimos con las manos como el resto de los comensales.
Nuestra visita a Potosí está grabada y fue entregada para los archivos de Madres, como así también los extraordinarios discursos de Evo Morales.
Volvimos muy contentas, no solo las Madres, sino el Grupo de Apoyo y todos los que hicimos ese viaje inolvidable.
TOMADO DEL LIBRO: HISTORIAS Y RECUERDOS DE UNA MADRE DE PLAZA DE MAYO, DE CELINA “QUECA” ZEIGNER de KOFMAN, MADRE DE PLAZA DE MAYO DE SANTA FE, ARGENTINA. Editorial Kolectivo. Último Recurso. Asociación de Trabajadores del Estado. Santa Fe. Argentina. 2017. De la página 83 a la 86.




Fuente:ConsuladodeBoliviaenRosario

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