Los nuevos elementos que tendrá el actual juez de la causa por la desaparición forzada de Santiago Maldonado
Los teléfonos y los documentos para investigar
¿Quién dio la orden de ingresar a la Lof? ¿Con qué objetivo? ¿Cómo incidió en el accionar de la Gendarmería la bajada de línea de Pablo Noceti, jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad, sobre la teoría de la flagrancia? Muchas preguntas que esperan respuestas.
Por Sebastián Premici
Desde Esquel
Los teléfonos utilizados por los gendarmes que participaron de la represión del primero de agosto, que terminó con la desaparición forzada de Santiago Maldonado, pueden ser la clave para avanzar en las investigaciones sobre el accionar de la Gendarmería, más ahora que se produjo el cambio de Juez. PáginaI12 analizó los informes de la Dirección General de Inteligencia Criminal de la Policía Federal (PFA), incluidas en las fojas 1724 a 2370 del Expediente 8232/2017. De ahí surgen varias incógnitas alrededor de los uniformados que quedaron grabadas en las comunicaciones que mantuvieron, como en los documentos y memos internos que intercambiaron con sus teléfonos inteligentes.
El Jefe de la Agrupación Chubut de Gendarmería, Diego Conrado Balari admitió en un Memorándum que “persiguieron manifestantes” sin que hubiera habido flagrancia. Esto coincide con los testimonios de los gendarmes que afirmaron que las órdenes de Pablo Escola, segundo a cargo del Escuadrón 36 fueron “apresar manifestantes”. Según un informe interno hallado en el teléfono de la enfermera Maira Ramos, Emanuel Echazú fue atendido dentro del territorio y no fuera, como había sostenido el uniformado en un primer momento. Esto abona la teoría de las querellas de que Echazú pudo haberse enfrentado con Santiago Maldonado en la costa del río. Otro de los aspectos a investigar es el rol de Fabián Méndez, jefe del Escuadrón 35 (El Bolsón). Según el análisis de las comunicaciones, Méndez fue avisado del allanamiento realizado el 16 de agosto, un día antes.
Persecución
El 9 de agosto, el Jefe de la Agrupación Chubut de Gendarmería, envió el Memorandum “R” 91/17 con el objetivo de que todos los uniformados que participaron de la represión del primero de agosto completaran un informe pormenorizado de los hechos del primero de agosto. “Comunico a Ud que en relación al operativo llevado a cabo el 01 de agosto de 2017 entre las 11 y las 12 horas aproximadamente, para despejar la Ruta Nacional 40 (Predio Lof Cushamen ocupado por la comunidad mapuche) en el que personas encapuchadas impedían el libre tránsito y agredieron con piedras al personal de la fuerza, motivo por el cual se procediera a iniciar la persecución de los manifestantes”, firmó Balari.
La ruta ya había sido despejada durante la noche del 31 de julio. De hecho, a la madrugada del primero de agosto, cerca de las 3.30, los gendarmes pasaron por la zona y levantaron las “barricadas”. Durante la mañana, según narró la testigo Ailinco Pilquiman, los gendarmes estaban cerca de la tranquera, algunos disparando, hasta que alguien dio la orden de avanzar. Quien estuvo a cargo del operativo fue Pablo Escola La orden judicial del ahora ex juez de la causa, Guido Otranto, había sido para despejar la ruta pero no para iniciar una persecución dentro del territorio, como terminó ocurriendo. ¿Quién dio la orden de ingresar a la Lof? ¿Con qué objetivo? ¿Cómo incidió en el accionar de la Gendarmería la bajada de línea de Pablo Noceti, jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad, sobre la teoría de la flagrancia? Balari fue uno de los que estuvo presente en la reunión con junto a las fuerzas federales y provinciales de Chubut y Río Negro realizada el 31 de julio, donde quedaron establecidas esas pautas de “persecución”, ejecutadas en el terreno por Pablo Escola.
La herida
Emanuel Echazú es uno de los gendarmes que llegó al río en uno de los pelotones de persecución. En una de las fotos que están incorporadas en el expediente se lo puede ver subiendo del río, con una escopeta en la mano y con su cara sangrando.
-¿Qué te pasó?-, le preguntó el escopetero Aníbal Cardozo a Echazú cuando éste llegó hacia la pendiente que llevaba hacia el río. -No, no, no sé qué me pasó-, respondió Echazú, según la testimonial de Cardozo. La primera versión de los gendarmes era que había recibido un piedrazo del otro lado de la tranquera. Pero Echazú se golpeó (o lo golpearon) dentro del territorio, por eso fue atendido una vez finalizada la represión y cuando Santiago Maldonado ya había desaparecido. Esto no solamente puede corroborarse por los testimonios de otros uniformados sino por el Memo interno obtenido del teléfono de Maira Ramos.
“Quien suscribe me encontraba filmando el operativo hasta el momento que advertí que la Cabo Rita Elizabeth Arjona (Enfermera de la Unidad) y la Gendarme Dagma Beatriz Perez estaban asistiendo al Cabo 1º Ernesto Yañez, quien había sido herido por los manifestantes, circunstancia por la cual procedí a colaborar, posteriormente una vez despejada y asegurada la zona ingresé al predio…En el lugar advertí que el subalférez Emmanuel Echazú también se encontraba herido siendo asistido por el Cabo Primero Diego Ramos”, puede leerse en el Memo interno dirigido a Balari, encontrado en el teléfono de Maira Ramos.
Es decir, las enfermeras ingresaron al predio cuando lo consideraron seguro, Maira Ramos primero realizó un “cacheo” a las dos mujeres que estaban en la casilla de seguridad de la Lof (Claudina y Ailinco Pilquiman) y luego, cuando la persecución ya había terminado, observó cómo Echazú era atendido.
A diferencia de Yañez, cuyo golpe fue denunciado de inmediato a la ART, no sucedió lo mismo con Echazú. En una comunicación telefónica realizada por el primer alférez Daniel Gómez, del Escuadrón 35, realizada el 2 de agosto por la noche, queda claro que los “jefes” no querían hacer la denuncia ante la ART, aunque después cambiaron de opinión, como se desprende de las palabras de Gómez.
Según este gendarme, pieza clave en la reorganización del discurso de los uniformados y en la elaboración de la versión oficial de los hechos, a Echazú le habían “reventado la cabeza” cuando en realidad sus golpes fueron debajo del pómulo.
¿Dónde y cómo se golpeó Echazú? De las pericias realizadas a su teléfono no surge ninguna información, al menos de la analizada por la Policía Federal y enviada a la Fiscalía Federal de Esquel. Solo algunas imágenes pero ningún llamado o mensaje de texto. Nada.
Allanamiento predictivo
El 15 de agosto, el celular de Fabián Méndez recibió un mensaje del usuario identificado como CRINEU, cuyo número finalizaba en 0232. “Mañana temprano allana la lof PFA”, decía el mensaje que recibió el Jefe del Escuadrón de El Bolsón, a las 15.11. ¿Será ese el rol de Gonzalo Cané dentro del expediente, avisar de los procedimientos y de las medidas de prueba que pudieran perjudicar a la Gendarmería?
En ese allanamiento, la policía de Río Negro encontró balas de 9mm que no fueron recogidas. Y luego de ese procedimiento, la orden de Méndez para el resto de los uniformados que participaron de la represión del primero de agosto fue “no se habla más de mapuches a partir de ahora se habla de la RAM”. La nueva orden se refería a la decisión política de mostrar a los mapuche como miembros de una supuesta organización guerrillera que se identifica con esas letras.
25 de septiembre de 2017
Los prejuicios de los gendarmes con los mapuches
“Indios, roñosos, mapu, vagos”
Por Sebastián Premici
Desde Esquel
De la lectura pormenorizada de las comunicaciones de los gendarmes sobresalen dos aspectos llamativos y peligrosos al mismo tiempo. Por un lado, una marcada bronca u odio hacia la comunidad mapuche. Los gendarmes rasos no hablan del RAM (Resistencia Ancestral Mapuche) sino que directamente utilizan todo tipo de adjetivos despectivos para referirse a ellos: “Indios, roñosos, mapu, vagos” y cualquier otro tipo de insultos. También surge otra línea de conducta de los gendarmes más jóvenes, que es un fuerte enojo con sus superiores. Y ese enojo, muchas veces tiene que ver con que no “reprimen más” a los integrantes de la comunidad.
“Qué indios de mierda como no los matan a todos”, escribió Ramón Vera, el 8 de agosto a las 12.41. Luego de la desaparición forzada de Santiago Maldonado se realizaron varias manifestaciones enfrente del Escuadrón 36 (Esquel). En los documentos enviados por la Policía Federal hay varios videos de ese momento, tomados desde el interior del regimiento. En esa ocasión, alguien de los presentes quemó una bandera argentina. Los gendarmes explotaron en insultos y un poco más. “Los que bajaron la bandera (de Gendarmería) no son argentinos sino terroristas y habría que reprimirlos con dureza”, sostuvo un gendarme que no fue identificado en el informe de la PFA.
Los pueblos originarios siempre estuvieron en tensión con los gobiernos, nacionales y provinciales, sufrieron episodios de represión y desalojos. Sin embargo, desde diciembre de 2015 los pueblos originarios, y puntualmente los mapuches en la Patagonia, son emparentados con el terrorismo, tanto por los empresarios rurales como por diferentes dirigentes políticos, como Mario Das Neves, gobernador de Chubut o el senador Miguel Angel Pichetto.
Si los gendarmes sienten este odio hacia los pueblos originarios, ¿qué puede esperarse de ellos ante cada situación conflictiva con las comunidades? ¿Habrá primado ese “odio” al momento de ingresar a la Pu Lof en Resistencia para perseguir (o cazar) manifestantes?
Los empresarios rurales que hablan de lucha antisubversiva o llaman terroristas a los mapuches, ¿serán conscientes del germen autoritario que contribuyen a construir? Los jóvenes gendarmes -no mucho más grandes que los jóvenes que forman parte de la Pu Lof en Resistencia- parecen ser el instrumento de esos empresarios.
La paradoja de todo esto es que los superiores de estos gendarmes -responsables por todos los hechos previos y posteriores a la represión del primero de agosto que desembocó en la desaparición forzada de Santiago Maldonado - son vistos como “cagones y maricones”. Sus subalternos les piden más mano dura, según develan los mensajes analizados por este diario. Hay un germen autoritario que recorre la Patagonia (y el resto del país).
Fuente:Pagina12
Lunes 25 de Septiembre de 2017
Tras la salida de Otranto, asume el nuevo juez del caso Maldonado
Gustavo Lleral, juez federal de Rawson, fue designado para retomar la investigación por la desaparición de Santiago.
El juez federal de Rawson Gustavo Lleral asume este lunes la causa por la desaparición de Santiago Maldonado tras la salida de su par Guido Otranto, recusado por la familia del joven y por los organismos de derechos humanos por direccionar la investigación y proteger a Gendarmería.
El magistrado se trasladará en estos días a Esquel para intervenir en la causa a más de 50 días de la represión de Gendarmería al Pu Lof de Cushamen, cuando fue visto por última vez Santiago.
Durante 60 días, el juez de Rawson estará dedicada de manera exclusiva a esta causa de un alto perfil político por la insistencia del gobierno nacional de alejar la investigación de la fuerza federal con una fuerte intervención de funcionarios del Ministerio de Seguridad que conduce Patricia Bullrich.
Tras interiorizarse sobre las 2500 fojas del expediente, el magistrado deberá avanzar con medidas de prueba para impulsar la investigación luego de que Otranto opinara que Santiago se habría ahogado y condujera las pesquisas hacia la búsqueda del cuerpo en el río Chubut con un megaoperativo.
La expectativa de las querellas es que Lleral donde Otranto no lo hizo: la responsabilidad de Gendarmería con el peritaje de los celulares de quienes participaron de la represión del 1 de agosto y el rol de Pablo Noceti, jefe de Gabinete de Bullrich.
Sergio Maldonado, hermano de Santiago, pidió tranquilidad y “dejarlo trabajar” al nuevo juez y convocó a realizar una marcha el domingo 1 de octubre a Plaza de Mayo al cumplirse dos meses de la desaparición de su hermano.
"No quiero meterle presión al juez. Hay que dejarlo trabajar, que tenga su tiempo. Si Otranto tuvo 52 días y no hizo nada, ya está, pasemos a otra etapa. Veámosle el lado positivo, de que se pueda avanzar y tenga buena predisposición para todo. Nosotros estuvimos a disposición, pero Otranto no nos tuvo en cuenta", sostuvo.
En diálogo con Radio 10, Sergio Maldonado manifestó que le genera "mucho bronca" que se haya "perdido tiempo por el mal accionar por parte de la ministra (de Seguridad, Patricia Bullrich) y de ahí para abajo".
En ese sentido, el hombre reiteró su pedido para que la funcionaria nacional dé un paso al costado: "No sé con qué cara sigue estando en un puesto para el que no está capacitado. ¿Cómo se retracta de todo lo que dijo? No sólo tendría que renunciar, sino que habría que investigarla por su accionar".
Fuente:TiempoAr



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