18 de marzo de 2018

El gobierno no ve lo que todos ven.

El gobierno no ve lo que todos ven 
La economía visible
Por Guillermo Griecco
Publicada en 18/03/2018 
“La tendencia es clara: la inflación está bajando y seguirá bajando”, repiten en el gobierno como loros amarillos. ¿Será que la baja de la inflación, igual que el crecimiento económico, resulta invisible a los ojos y el bolsillo de la mayoría de la sociedad argentina? La realidad se ve bien distinta a la que pinta Cambiemos. Según el Indec, la inflación de febrero a nivel nacional fue del 2,4 por ciento, empujada por tarifazos, devaluación y la constante suba de los alimentos. El encarecimiento del costo de vida acumula un 4,2 por ciento en apenas dos meses, y se estima que llegará a 6 por ciento en el primer trimestre del año.
Con estos números, la meta oficial del 15 por ciento de inflación para todo 2018 se aleja cada vez más en el utópico horizonte que trazó el macrismo, cuyo único objetivo es pisar los aumentos salariales en paritarias para que no superen ese límite. De mantenerse el ritmo de incremento de precios, privados proyectan una inflación del 25 por ciento para el año en curso, diez puntos por encima de la pauta oficial. Gremios de peso, en sintonía fina con la gestión Macri, cerraron paritarias en el 15 por ciento, profundizando así la caída de poder adquisitivo. Otros sectores sindicales pelean por romper el techo paritario que impone Nación y acatan varias provincias, como los maestros y estatales provinciales y municipales de Santa Fe.
Las políticas neoliberales del gobierno de Mauricio Macri marchan de manera arrolladora por la senda del ajuste, los despidos, el desempleo, la quita de derechos, la desindustrialización, el endeudamiento, los negocios financieros y el empobrecimiento de las mayorías populares. Hay ajuste con déficit comercial y fiscal récord. Hay ajuste con alta inflación. Un programa económico que es respaldado por el Fondo Monetario Internacional. Más que proyecto de país, prevalece un proyecto de grandes empresarios, con cuentas en guaridas fiscales, salpicados de corrupción y conflictos de intereses, enchastres que la maquinaria mediática al servicio de Cambiemos se encarga de limpiar y disimular. Así se lo remarcaron diputados de la oposición al jefe de Gabinete Marcos Peña, cuando pasó por el Congreso con su relato de fantasía.
“En mi gobierno, la inflación no va a ser un problema”, había dicho Macri con total desparpajo. Tenía razón: en su gobierno la inflación es un problemón y el derrotero que sigue el equipo económico da muestra que no hay atisbo de hallar una solución. El dream team macrista piensa que la inflación se controla con política monetaria, regulación de tasas o achatamiento salarial, aunque la receta no de ningún resultado y permita tener niveles de inflación superiores a los de 2015.
Foto: Manuel Costa.
Más allá de los aumentos estacionales, la canasta de alimentos y bebidas aumenta a una velocidad apresurada desde que gobierna el macrismo. De acuerdo al Indec y su IPC nacional, en febrero último subió 2,2 por ciento y en el primer bimestre acumuló 4,3 por ciento. En Rosario, el Centro de Educación, Servicios y Asesoramiento al Consumidor (Cesyac) relevó que en febrero una familia tipo necesitó casi 29.000 pesos para cubrir la canasta básica, un 1,8 por ciento más cara que en enero. Se hizo sentir la suba de la EPE en la luz, celulares, prepagas, combustibles y alimentos. Para cumplir la meta del gobierno, la inflación de acá a fin de año debería rondar el 1 por ciento mensual, cosa bastante improbable. La tensión cambiaria con la suba del dólar impacta en los alimentos y otros rubros, y los aumentos programados en servicios recalentarán la inflación en los próximos meses. Y por como vienen cerrando las negociaciones salariales, la reactivación del mercado interno quedará para algún otro (invisible) semestre.
Empleados de Comercio, gremio con 1,2 millón de afiliados, Luz y Fuerza, la UTA (transporte), por mencionar los más numerosos, sellaron paritarias en el 15 por ciento, en algunos casos en tres cuotas y sin la denominada cláusula gatillo. Así se afiliaron al club Triaca, que espera generar efecto contagio en sindicatos más chicos para seguir marcando la cancha en el partido salarial que se juega con arbitraje parcial, a favor de los empresarios. La paritaria de los bancarios está empantanada, ya que las cámaras patronales ofrecen un 15 por ciento de aumento salarial en tres tramos, mientras el gremio baraja realizar nuevos paros de no mediar una mejora en la oferta.
El conflicto docente por la pulseada paritaria mantiene en vilo a varias provincias, donde el ciclo lectivo arrancó con paros y multitudinarias movilizaciones. Desde Ctera consideraron que es muy difícil encauzar las negociaciones salariales en los distritos si el gobierno de Macri no convoca a una paritaria docente nacional que haga de referencia. En la provincia de Santa Fe, docentes y estatales provinciales y municipales esperan propuestas salariales superadoras, que desoigan las imposiciones de la Casa Rosada, de lo contrario continuará el clima de conflicto.
Macri no se distrae en estas menudencias. El presidente celebró los diez años de los piquetes de la abundancia, o el llamado “conflicto del campo”, cuando el incipiente gobierno de Cristina Kirchner decretó la resolución 125 de retenciones móviles a los granos, medida que tuvo por objetivo desacoplar el boom sojero de ese momento con los precios de los alimentos, y la mesa de enlace de las entidades ruralistas logró frenar en un contexto convulsionado. Fue un punto de inflexión en la historia argentina.
No conforme, el gobierno de Cambiemos trató de “llorones” -a través del ministro de la Producción Francisco Cabrera- a los industriales que se quejan de la ola importadora y los culpó de “no hacer inversiones”. Al otro día, Macri estuvo en la apertura de la muestra Expoagro en San Nicolás y pareció ratificar las palabras de Cabrera. Hubo piropos al “campo” y críticas -solapadas- a la actividad fabril. Allí, en alianza con grandes productores y agroexportadores, alianza política, social y económica que se remite a la pelea por la 125 en 2008, el mandatario, acompañado por el ministro de Agroindustria Miguel Etchevehere, ex presidente de la Sociedad Rural, realizó una serie de anuncios destinados a eliminar mecanismos de control y regulación en el comercio de granos, con la excusa de atender la sequía.
Las medidas favorecen la concentración económica, donde las cerealeras multinacionales llevan todas las de ganar –mientras Cargill echa trabajadores en sus plantas de Alvear y Villa Gobernador Gálvez–, y no atienden ninguna problemática de pequeños y medianos productores. También, estas iniciativas desregulatorias para el comercio exterior de granos tendrán impacto inflacionario en el precio de los alimentos con destino al mercado interno.
Fuente:RedaccionRosario

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