13 de marzo de 2018

RECUERDO DEL 11 DE MARZO DE 1973.

DOMINGO 11 DE MARZO 
Escribe: Hugo Perez Navarro
Durante un tiempo más o menos largo, la fecha ocupó un lugar muy importante entre las efemérides peronistas. De hecho, por la significación histórica que tuvo, se colocó incluso por encima del 24 de Febrero, que conmemora la primera gran victoria electoral del peronismo, allá en el año 1946.
Y si bien no alcanzaba el peso fundacional del 17 de Octubre, el 11 de Marzo peleaba codo a codo con el 17 de Noviembre, día que celebraba el victorioso retorno de Perón a la Patria en 1972. Este otro 17 marcaría el ocaso de la dictadura  que había empezado el 28 de junio de 1966, derrocando a Arturo Illia, un radical con sentido nacional y que, al mando del General Alejandro Lanusse, último “presidente” de esa serie, intentaba contener la marea popular.
Es que el 11 de Marzo de 1973, un día como hoy y -dirían algunos “fanas”, “Domingo, como el mismo Perón”- tuvo lugar una elección que consagró la victoria del Frente Justicialista de Liberación -FREJULI-, la alianza con la que el veterano general logró unir a prácticamente todas las fuerzas nacionales y populares en un frente que iba contra los intereses de la oligarquía tradicional -las “500 familias” terratenientes de la provincia de Buenos Aires-, sus socios menores, sus aliados  estratégicos, ubicados ya entonces en el corazón del capital financiero, los grandes exportadores, las compañías multinacionales, fundamentalmente anglo-norteamericanas, y “la Embajada” estadounidense.
El FREJULI llevó como candidato a presidente al último delegado personal de Perón, el dentista de San Andrés de Giles, quien fuera presidente de la Cámara de Diputados  durante el peronismo clásico y que dio pruebas de una inagotable lealtad, tanto a Perón, como a su pueblo, como a los jóvenes peronistas que le bancaron la campaña que se extendió desde el 20 de enero hasta el 8 de marzo en todo el país, y que le retribuyeron su afecto nombrándolo “el Tío”, ya que “el Viejo” era el que tenía que volver.
Ese día, con una participación del 86% del electorado, se eligieron también diputados y senadores, así como autoridades en todas y cada una de las provincias, en la primera elección nacional libre y sin proscripciones, salvo la de Perón, a quien Lanusse quiso obligar a que, si quería ser candidato, se presentara antes del 25 de agosto de 1972. Ante la negativa de aquel a semejante apriete, y en una actitud para la tribuna (muy celebrada precisamente por la “tribuna de doctrina” (el diario La Nación),  Lanusse afirmó que Perón no volvía al país porque “no le daba el cuero”. Un juego discursivo similar a la propuesta que hizo el propio Lanusse de auto-proscribirse como candidato a la presidencia si Perón hacía lo mismo. A lo que el Gran Exiliado contestó: “Que Lanusse diga que se autoproscribe a la presidencia es como si yo dijera que me autoproscribo al trono de Inglaterra”.
La dictadura había impuesto en 1972 una reforma constitucional por completo ilegal, pero que había que acatar pues si no, no habría elecciones. La reforma imponía, entre otras cosas, que el presidente debía ser elegido por la mayoría absoluta de votos, y que la duración del mandato pasaba de seis a cuatro años. Asimismo sancionó una legislación electoral que establecía que, en caso de no alcanzar ese porcentaje en la elección, los candidatos que alcanzaren un mínimo del 15% de los votos deberían ir a una segunda vuelta.
Fue en este contexto que Perón regresó a la patria el 17 de noviembre, reunió a las principales fuerzas del campo nacional en el Restaurant Nino, conferenció con Balbín y decidido a no ceder al apriete, designó candidato a Cámpora, disponiéndose a  elegir él mismo el momento de su retorno definitivo.
En lo que constituye un ejemplo perfecto de teoría política elemental, la campaña tuvo un eje clarísimo: “Cámpora al gobierno, Perón al poder”.
Se sucedieron las giras, caravanas y actos por todo el país en los que fueron creciendo el entusiasmo, la participación y la sensación de felicidad que da el saberse cerca de un objetivo que de tan anhelado llega a parecer un sueño. Aunque como suele ocurrir con los sueños felices, que en ocasiones derivan en pesadillas, el retorno definitivo de Perón a la patria se mancharía de sangre, se volvería oscuro, como la sórdida figura que a un costado de la escena política central, urdía una trama de muerte, que serviría de escalón previo a la oleada desatada el 24 de Marzo de 1976.
Lo cierto es que el 11 de marzo de 1973, la fórmula del FREJULI –Cámpora-Solano Lima- se impuso por casi 6 millones de votos, por encima de la UCR ,que alcanzó prácticamente 2,5 millones. Según la norma electoral lanussista, correspondía una segunda vuelta, pero Ricardo Balbín, candidato radical, anunció que no se presentaría y el asunto quedó correctamente cerrado.
Con todo, los días que van desde el 25 de mayo hasta el 13 de julio de 1973 quedaron en la memoria popular como “la primavera camporista”, ya que, aun cuando la derecha criminal del energúmeno ministro de Bienestar Social estaba armando su aparato de muerte, el pueblo y de modo especial, los jóvenes, supieron lo que era vivir en una democracia plena, abierta, con respeto absoluto de los derechos de todos.
La victoria del 11 de marzo se dio en el marco de una trayectoria imparable de victorias peronistas. Aun con el peronismo proscripto, los votos en blanco ganaron las elecciones a las constituyentes de 1957, los mismo votos hicieron ganar a Frondizi en 1958, los mismos votos ganaron con Framini en la provincia de Buenos Aires, iniciando el principio del fin del propio Frondizi quien, cedió a las presiones militares y anuló las elecciones. Sólo manteniéndose al peronismo proscripto pudo ocurrir que Illia llegar al gobierno, con el 25,15% de los votos. Nada.
Pero después de Cámpora, a la salida de la dictadura asesina de Videla y cómplices, el peronismo conoció el duro sabor de la derrota. Y volvió a saborearlo a la salida del menemismo, cuya traición político-doctrinaria derivó en una nueva derrota en 1999 frente a De la Rúa. Y por último, la derrota ante la alianza liberal-neoconservadora, algo que no cabía en la historia, dejó a la vista varias debilidades. Por un lado, cierto desflecamiento del peronismo, que terminó funcionando como una no reunida asamblea de caudillos provinciales, en una no salvada dificultad para aglutinar a todo el peronismo en una estructura única y ordenada; el injustificable alejamiento del núcleo del poder de la clase trabajadora –sabido que es inconcebible e inviable el peronismo sin la clase trabajadora en el centro de su corazón- y el no haber consolidado un discurso aglutinador que proyectara los 12 años de gestión impresionante (en absoluta consonancia con los intereses de la Nación y del pueblo) hacia un fortalecimiento de la identidad peronista.
La coincidencia de que hoy, como en 1973, el 11 de Marzo caiga domingo, permite, además de la evocación, una lectura sobre el presente. Un presente en el que parecen alumbrar algunas luces cada vez más intensas, como para ir entendiendo mejor lo que pasa, como para ir viendo quiénes estamos, quiénes estamos más o menos cerca, quienes no hemos dado vueltas y quiénes no van a volver. Esas luces, cada vez menos pálidas parecen mostrar que, como cantaba Billy Bond con la Pesada del Rock and Roll, “cada día somos más” y que, se percibe como gran posibilidad ,como ya otras veces lo hemos dicho y lo hemos vivido, que algo está pasando, que algo, como la primavera cada año, está volviendo.
Fuente:SanLuisNoticias
Envío:AexPPPGde.Cdba.

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