4 de diciembre de 2018

Revisitar el contexto político/cultural del fenómeno “Tucumán arde”.

Revisitar el contexto político/cultural del fenómeno “Tucumán arde” 
3 diciembre, 2018

El jueves 6 de diciembre se llevarán a cabo las “Jornadas a 50 años de Tucumán arde”, organizadas por CEPAC, Linde contemporánea, Facultad de Artes (UNT), Facultad de Filosofía y Letras (UNT), Instituto de Investigaciones históricas Dr. Ramón Leoni Pinto y el Instituto de Investigaciones sobre Cultura Popular. Entre las propuestas destacadas, disertarán la doctora Silvia Dolinko y Carlota Beltrame. De carácter libre y gratuito, tendrán lugar en la Facultad de Artes de la UNT, de 09.00 a 13.00 hs y de 15.00 a 21.00 hs. 

Dirigidas a estudiantes de artes plásticas y artes visuales, profesionales, artistas, docentes, investigadores y público general interesado, las Jornadas a 50 años de Tucumán arde ofrecerán charlas, mesas paneles, talleres y una conferencia de cierre a cargo de la especialista invitada Dra. Silvia Dolinko* (UNSAM-CONICET). Todas estas actividades serán gratuitas y se entregarán certificados. Para realizar la inscripción se debe completar el formulario de Inscripión a Jornadas y/o Taller y acreditarse el día de las Jornadas, que tendrán lugar en la Facultad de Artes de la UNT (Bolívar 700, esq. Chacabuco). 
Tucumán arde marcó un hito en la historia del arte argentino y, aunque fue ejecutada enteramente por un grupo de artistas de Rosario y Buenos Aires sin la participacipon de artistas tucumanos, involucró a la provincia de manera directa y a sus agentes culturales y artistas de forma indirecta. Por esto, el objetivo principal de esta Jornada es revisitar el contexto político/cultural
del ‘68 en la articulación local-nacional-global, rescatar las experiencias locales de resistencia al Onganiato y sus políticas desarrollistas y resignificar el fenómeno artístico del Tucumán arde para incorporarlo definitivamente a la historia del arte local.

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“Un cuerpo mítico de la memoria visual y el ritual colectivo”, sobre la muestra Siluetas & lazos en La Nota

“En 1966 Tucumán vivió una de las tragedias económicas que signó su vida política por varias décadas. Se llamó “Operativo Tucumán” y significó la “modernización” y “racionalización” de su estructura productiva basada en el monocultivo de la caña
de azúcar. Esta política significó en la práctica el cierre de once ingenios azucareros que provocaría 50.000 desocupados, los índices históricos más altos de pobreza e indigencia, con sus consecuentes 200.000 migrantes desplazados por la miseria. Lo que en teoría se planteaba como un esfuerzo por erradicar los efectos negativos del monocultivo, diversificar su base productiva y apuntalar el desarrollo con una “lluvia de inversiones”, era en realidad un intento del Onganiato por exterminar la protesta y rebelión social de los cañeros y el creciente poder de las organizaciones sindicales como la FOTIA.
En 1970 la organización armada Montoneros secuestraba y ajusticiaba al dictador Pedro Aramburu y en 1971 el Ejército Revolucionario del Pueblo liberaba doce presos políticos de la cárcel de Villa Urquiza en Tucumán, lo que significaba las primeras acciones de las guerrillas armadas que se establecerán en la selva tucumana con el objetivo de derrocar la dictadura y promover un modelo socialista.
En 1972 se producía el tercer y más sonado “Tucumanazo” acompañado por un movimiento de protesta estudiantil denominado el “Quintazo”. Ambos movimientos articulaban la lucha obrero-estudiantil como forma de resistencia al cierre de los ingenios azucareros y del comedor de la Universidad Nacional de Tucumán, considerados ambos como caldos de cultivo de ideología marxista, apátrida y subversiva.
En 1975 comenzaba el denominado “Operativo Independencia”, comandado por el posterior gobernador de facto Domingo Antonio Bussi, que se proponía combatir y aniquilar los grupos revolucionarios armados que se habían instalado en la selva tucumana: ERP y Montoneros. El Operativo fue un laboratorio para experimentar el modelo de terrorismo de estado que luego se expandirá a todo el país con la dictadura cívico-militar de 1976: desapariciones, torturas, centros clandestinos de detención y
genocidio.
Tanto el Operativo Tucumán como el Independencia (en apariencia separados y con objetivos diferenciales) esconden en su corazón una continuidad política unificada para la implantación de un modelo económico de liberalización del mercado mediante la represión y eliminación de todos los factores considerados obstáculos para su desarrollo. Sobre todo, eran consideradas factores de retraso, las llamadas políticas intervencionistas y estatizantes que “ahogan a los empresarios” y “distorsionan el mercado” a través de los salarios y los derechos laborales considerados un “costo excesivo” para poder obtener rentabilidad. No cuesta demasiado esfuerzo comparar las condiciones político/económicas de aquel momento con las actuales, que utilizan  mecanismos más sofisticados y solapados para eliminar los “factores de retraso”, pero que continúan actuando sobre las mismas premisas.
Todo esto en el marco convulsionado del contexto internacional dominado todavía por los efectos de la revolución cubana, el surgimiento de nuevos movimientos políticos-culturales como el Mayo francés, las guerras periféricas entre las dos grandes
potencias como la de Vietnam y el intervencionismo estadounidense en América latina mediante acciones militares directas y gobiernos dictatoriales títeres para evitar la expansión del comunismo.
En este contexto surgirá en 1968 el Tucumán Arde, considerado como el fenómeno artístico de mayor trascendencia de aquellas décadas y un ejemplo de articulación artístico-política producido por las vanguardias refractarias a las políticas desarrollistas. El ideal de la economía desarrollista incidía también en el contexto de producción, circulación y consumo del arte argentino, bajo la idea de “modernizar” o “actualizar” los lenguajes visuales para sumar el polo de producción argentino (léase Buenos Aires) a las grandes capitales del mundo occidental, siendo el Instituto Di Tella el ejemplo más acabado de esto.
Las diferentes censuras del Onganiato en el campo artístico y la creciente represión generalizada a la cultura y la ciencia, claramente retratada en “La noche de los bastones largos”, impulsó a un grupo de artistas -que ya no se veían contenidos por la experimentación modernizante del Di Tella- a organizarse por fuera de esta institución planteando el germen del Tucumán arde. Fue un fenómeno artístico, político y cultural concebido y realizado multidisciplinariamente en el que intervinieron artistas e intelectuales porteños y rosarinos y que consistió en un registro amplio (mediante diferentes herramientas como entrevistas fotografía, films, etc.) de la catástrofe económica y social por la que atravesaba la provincia de Tucumán y una posterior exposición colectiva en la CGT de los argentinos de Rosario y Buenos Aires.
Sin embargo, la importancia de estas acciones no tuvieron una incidencia directa en el contexto local al punto de ser negado y olvidado en la provincia, por la historiografía local, hasta que fuera recuperado para la historia del arte por la ya clásica investigación de Ana Longoni y Mariano Mestman. El fenómeno del Tucumán arde es, todavía, un fenómeno poco estudiado en la provincia por numerosas razones. En principio porque no hubo un contacto directo y fluido con la comunidad artística local que transitaba por otros carriles discursivos y productivos en esos momentos, muy diferentes a los planteados por las vanguardias rosarinas y porteñas. Los procesos locales que el campo de producción local atravesaba no fueron incorporados al trabajo
de estos artistas y se remitieron simplemente a registrar los efectos de las políticas desarrollistas en los sujetos/objetos de investigación y denuncia.
A pesar de esto, el campo de la cultura tucumana atravesaba por procesos muy interesantes que no fueron planteados ni estudiados ni por aquellas vanguardias, ni por los trabajos reflexivos posteriores. Por esto, el objetivo principal de este Encuentro/
Jornada es revisitar el contexto político/cultural del ‘68 en la articulación local-nacional-global, rescatar las experiencias locales de resistencia al Onganiato y sus políticas desarrollistas y resignificar el fenómeno artístico del Tucumán arde para incorporarlo
definitivamente a la historia del arte local”.
Por Luis María Rojas
Fuente:LaNota

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