28 de Noviembre de 2019
Daniel Rafecas: “La desaparición masiva de personas en Argentina tuvo el objetivo de perfeccionar procesos genocidas anteriores”
El Juzgado Federal a cargo del Magistrado ya ha elevado a Juicio a unos 300 represores que actuaron en casi 50 Centros Clandestinos que funcionaron durante la última dictadura cívico militar y logró reconocer judicialmente unas 3000 víctimas
El Juez Federal Daniel Rafecas, ayer en el Instituto Magnasco
El Juez Federal Daniel Rafecas, en diálogo con RADIO MAXIMA, analizó la marcha de los Juicios por violaciones a los Derechos Humanos cometidos durante la última dictadura cívico militar, y remarcó que “hay 1600 represores condenados y nadie se ha quebrado, pasaron 45 años y no hemos avanzado prácticamente nada”, para agregar que “las desapariciones fueron para garantizar la impunidad”. Asimismo explicó que “llevamos quince años de trabajo muy intenso, con un tercio del personal del Juzgado de doce personas, en tres equipos y llevamos reconocidas unas tres mil víctimas judicialmente y hemos procesado y elevado a Juicio unos trescientos acusados de un total de cincuenta Centros Clandestinos, que funcionaron durante la última dictadura cívico militar en el circuito del I Cuerpo de Ejército y seguimos en pleno trabajo”.
Según Rafecas, “en cada Centro clandestino se han identificado muchos represores pero no perdemos las esperanzas de identificar a los que nos faltan, si bien conocemos sus apodos, sus señas particulares pero aun no hemos logrado establecer sus identidades reales. Sin embargo todos los meses identificamos a alguien y continuamos avanzando”.
El Magistrado Federal puntualizó que “el más paradigmático lugar de detención, tortura y desaparición fue el que componían el Club Atlético-El Banco-Olimpo que en realidad fue un único Centro que fue mudando su sede y que funcionó entre 1976 y 1980 y es por el que mayor cantidad de víctimas pasaron. En segundo lugar tenemos El Vesubio y también el Circuito represivo de la denominada Subzona 16, donde funcionó el Centro Mansión Seré a cargo de la Fuerza Aérea, Coordinación Federal que era un lugar de tránsito por donde pasó mucha gente y un Centro muy pero muy duro que incluso había comenzado a funcionar antes del 24 de marzo de 1976 que fue el de Puente 12 o Brigada de Cuatrerismo donde se da la mayor cantidad de desaparecidos y el que más nos cuesta ubicar a los represores ya que prácticamente no hubo sobrevivientes”.
La referencia que Rafecas precisó fue que “la mayor parte de las desapariciones es por fusilamientos, ya sea masivos o individuales, como en los casos de El Vesubio y Puente 12, siempre con operativos fraguados en la modalidad de falsos enfrentamientos. En los casos de los circuitos Club Atlético, Olimpo, el Banco y Mansión Seré, se llevaron a cabo vuelos de la muerte”.
El Juez Federal consideró que “el provocar la desaparición masiva de mujeres, hombres y también en algunos casos hasta menores de edad, tuvo como objetivo el perfeccionamiento de procesos genocidas anteriores, como es el caso de los vuelos de la muerte, que es un procedimiento más eficiente –por así decirlo- que el de las cámaras de gas que se utilizaban en los campos de concentración nazis. Los vuelos de la muerte no dejan huellas ni rastros en el exterminio de personas”.
Finalmente, Rafecas aseveró que “en todos los procesos genocidas que han tenido lugar en el mundo, desde Armenia, pasando por el Holocausto, en Kampuchea con el Khemer Rojo en la época de Pol Pot y en la ex Yugoslavia, los perpetradores tienen dos objetivos: el exterminio pero además y, fundamentalmente, procurarse la impunidad posterior. Sin impunidad posterior el genocidio no se concreta y por eso es tan importante para los represores. En el caso más importante de desaparición forzada de personas que tuvo lugar en nuestro país, el objetivo fue también lograr la impunidad que quedó patentizada en aquella famosa respuesta del ex dictador Videla en 1979 cuando le dijo a los periodistas extranjeros que lo entrevistaban que un desaparecido era una entelequia, 'una incógnita, no está ni vivo ni muerto' y se fue a México o a Cuba, búsquenlo en Nicaragua o en Francia porque acá no está. Ese fue el plan que diseñaron”, concluyó el Juez Federal.
Fuente:MaximaHoy
El Juez Federal Daniel Rafecas, en diálogo con RADIO MAXIMA, analizó la marcha de los Juicios por violaciones a los Derechos Humanos cometidos durante la última dictadura cívico militar, y remarcó que “hay 1600 represores condenados y nadie se ha quebrado, pasaron 45 años y no hemos avanzado prácticamente nada”, para agregar que “las desapariciones fueron para garantizar la impunidad”. Asimismo explicó que “llevamos quince años de trabajo muy intenso, con un tercio del personal del Juzgado de doce personas, en tres equipos y llevamos reconocidas unas tres mil víctimas judicialmente y hemos procesado y elevado a Juicio unos trescientos acusados de un total de cincuenta Centros Clandestinos, que funcionaron durante la última dictadura cívico militar en el circuito del I Cuerpo de Ejército y seguimos en pleno trabajo”.
Según Rafecas, “en cada Centro clandestino se han identificado muchos represores pero no perdemos las esperanzas de identificar a los que nos faltan, si bien conocemos sus apodos, sus señas particulares pero aun no hemos logrado establecer sus identidades reales. Sin embargo todos los meses identificamos a alguien y continuamos avanzando”.
El Magistrado Federal puntualizó que “el más paradigmático lugar de detención, tortura y desaparición fue el que componían el Club Atlético-El Banco-Olimpo que en realidad fue un único Centro que fue mudando su sede y que funcionó entre 1976 y 1980 y es por el que mayor cantidad de víctimas pasaron. En segundo lugar tenemos El Vesubio y también el Circuito represivo de la denominada Subzona 16, donde funcionó el Centro Mansión Seré a cargo de la Fuerza Aérea, Coordinación Federal que era un lugar de tránsito por donde pasó mucha gente y un Centro muy pero muy duro que incluso había comenzado a funcionar antes del 24 de marzo de 1976 que fue el de Puente 12 o Brigada de Cuatrerismo donde se da la mayor cantidad de desaparecidos y el que más nos cuesta ubicar a los represores ya que prácticamente no hubo sobrevivientes”.
La referencia que Rafecas precisó fue que “la mayor parte de las desapariciones es por fusilamientos, ya sea masivos o individuales, como en los casos de El Vesubio y Puente 12, siempre con operativos fraguados en la modalidad de falsos enfrentamientos. En los casos de los circuitos Club Atlético, Olimpo, el Banco y Mansión Seré, se llevaron a cabo vuelos de la muerte”.
El Juez Federal consideró que “el provocar la desaparición masiva de mujeres, hombres y también en algunos casos hasta menores de edad, tuvo como objetivo el perfeccionamiento de procesos genocidas anteriores, como es el caso de los vuelos de la muerte, que es un procedimiento más eficiente –por así decirlo- que el de las cámaras de gas que se utilizaban en los campos de concentración nazis. Los vuelos de la muerte no dejan huellas ni rastros en el exterminio de personas”.
Finalmente, Rafecas aseveró que “en todos los procesos genocidas que han tenido lugar en el mundo, desde Armenia, pasando por el Holocausto, en Kampuchea con el Khemer Rojo en la época de Pol Pot y en la ex Yugoslavia, los perpetradores tienen dos objetivos: el exterminio pero además y, fundamentalmente, procurarse la impunidad posterior. Sin impunidad posterior el genocidio no se concreta y por eso es tan importante para los represores. En el caso más importante de desaparición forzada de personas que tuvo lugar en nuestro país, el objetivo fue también lograr la impunidad que quedó patentizada en aquella famosa respuesta del ex dictador Videla en 1979 cuando le dijo a los periodistas extranjeros que lo entrevistaban que un desaparecido era una entelequia, 'una incógnita, no está ni vivo ni muerto' y se fue a México o a Cuba, búsquenlo en Nicaragua o en Francia porque acá no está. Ese fue el plan que diseñaron”, concluyó el Juez Federal.
Fuente:MaximaHoy
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