12 de marzo de 2020

ROSARIO: "Está bueno visibilizar esto para las nuevas generaciones".

"Está bueno visibilizar esto para las nuevas generaciones"
Javier Strappa es hijo de Adolfo, quien desapareció en noviembre de 1975 y estudiaba filosofía en la UNR, y recibirá el legajo de su padre el 19 de marzo. Está bueno visibilizar esto para las nuevas generaciones 
Celina Mutti Lovera/La Capital
Miércoles 11 de Marzo de 2020
A los padres de Javier Strappa (43) los secuestraron en distintas ocasiones. Javier vivió con su madre y sus abuelos maternos desde que nació porque a su papá, Adolfo Strappa, nunca lo pudo conocer: está desaparecido desde el 4 de noviembre de 1975, momento en el que tenía 21 años y en el que la mamá de Javier cursaba el tercer mes de embarazo.
"A mamá la detuvieron antes de que pasara lo de papá. Era un grupo chico de militantes que, de esa época, desaparecieron todos", cuenta Javier. A medida que fueron pasando los años, se enteró de la "libertad vigilada" a la que sometieron a su madre tras la desaparición de su padre: "Mamá tuvo que dejar la facultad y me contaron que los servicios, cada tanto, venían y preguntaban por ella".
Adolfo cursaba filosofìa en la Facultad de Filosofìa y Letras y militaba en el Poder Obrero. Tenía tres hermanos, quienes terminaron "en tres países distintos" y eso, según considera Javier, es uno de los tantos daños directos que produce la desaparición forzada, además del hecho en sí mismo: "No sólo no sabés si quien desapareció está muerto o no, sino que complejiza las relaciones familiares. Conocí a mis tíos recién a los 22 años".
"A veces me resulta difícil ver la foto de mi papá. Tengo el doble de edad que él cuando desapareció", dice Javier, a quien le dijeron a los 10 años cómo su padre había sido secuestrado: “Vas sospechando de la situación de por qué no tenés papá, te explican que no podés ir al cementerio a visitarlo. Vas atando cabos”.
Javier traza una diferencia entre épocas. El valor sobre los detenidos, desaparecidos y asesinados no es el mismo hoy si se lo compara con los primeros pasos de la vuelta de la democracia. Con algunos militares todavía con la intención de mantenerse activos y la ley del punto final, con la paralización de los juicios a represores y asesinos, se originó un concepto tácito y perverso: el de “algo habrán hecho”.
“La primera etapa de la democracia, desde la asunción de Alfonsín al indulto, creo que la gente te trataba de ‘por algo a tu papá le pasó lo que le pasó’. Ya el indulto fue un clic, porque la sociedad se dio cuenta que se estaban dejando libres a asesinos. Creo que cuando volvimos a poder juzgar a la gente, la propia gente se dio cuenta de que lo que pasó fue una barbaridad. Y ahí la gente te empezó a sumar, más que a alejarte”
Acercarmiento
Si bien al principio no tenía relación con madres o abuelas, sin recordar bien cuándo, Javier se acercó con su mamá a la plaza: “Empezamos a tener contacto con gente que sufrió lo mismo, pasó lo mismo o incluso peor. Yo perdí a mi papá, pero hay chicos que perdieron al papá y la mamá”.
Desde el programa de preservación de la Facultad de Humanidades y Artes llamaron a Javier sin saber que él también trabajaba en la órbita de la UNR (en la Universidad Abierta para Adultos Mayores). “Está muy bueno que entreguen esto, pero no solamente por nosotros sino para que se visibilice para las nuevas generaciones. Siento que la historia se está olvidando y es un error. Hay muchas generaciones que si no tienen esto presente, todo se va a olvidar. Y el peligro es olvidar”, reflexiona.
Hace algunas semanas, un sector de la sociedad volvió a la discusión por el número total de desaparecidos durante la última dictadura cívico militar. Sobre eso, Javier dice: “Que opinen lo que quieran. Ellos solitos, opinando así, visibilizan su situación. La realidad es la realidad, y estamos nosotros para hacerles recordar eso”.
Fuente:LaCapital

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