Historias en medio de la pandemia
Cuando la memoria es intachable
Hubo un hecho vandálico en la plaza 25 de Mayo sobre las pintadas en
homenaje a las Madres y sus rondas, pero su impacto duró muy poco. Lo
insólito del caso es que nadie supo quiénes lo hicieron, pero tampoco quiénes
las repararon luego, prolijamente.
Los cronistas casi ni tuvieron tiempo para escribir sus formales frases: “Manos
anónimas provocaron daños en la plaza 25 de Mayo”. Los habituales relatos de medios
y periodistas domesticados ni llegaron a “cubrir” el tema con fórmulas preestablecidas
en los protocolos de la manipulación. Es que el lunes 28 de diciembre pasado,
aparecieron pintadas de cobardes frases de fachos y con signos de preguntas junto a la
palabra “30.000”, pero a las pocas horas reaparecieron los Pañuelos Blancos y volvió a
surgir invicto ese espacio de la dignidad. Lo insólito es que nadie supo quien las pintó
pero tampoco quien las borró.
Sucede que esa plaza solemne del centro rosarino hace tiempo que es la plaza de las
Madres y la Ronda, un sitio que las queridas viejas y sus hijos convirtieron en un lugar
de la Memoria. Además de las Rondas de todos los jueves y recordatorias de militantes,
es territorio colectivo de convocatorias de diversas organizaciones populares para
expresar reclamos y exigir justicia.
Luego de la recuperación del espacio, estaba claro que alguien intervino sobre las
frases agresivas, pero nadie sabía quién reparó y retocó el aspecto de la plaza.
Desde los organismos de Derechos Humanos, una militante afirmó: “Esto no nos para,
al contrario, nos da más fuerza y convicción por saber con más firmeza que estuvimos
estamos y estaremos del lado correcto”.
¿Quiénes son los odiadores?
Sobre las palabras que habían dejado sobre las baldosas, otro militante de derechos
humanos reflexionó: “Sabemos que los compañeres peronistas no fueron. Muchos de
ellos y ellas rondan con nosotrxs y siempre apoyaron a nuestras viejas. No nos van a
confudir, estos son fachos”.
También cabía la sospecha de que los agresores fueron los “celestes”, nerviosos por la
marea verde y antes de que se hiciera ley, ya otras veces habían estampado sus
brutales opiniones que también luego fueron abortadas.

Otros recordaron que en julio último, en uno de los ridículos “banderazos” convocado
contra de la expropiación de Vicentin, en la plaza de Mayo los pañuelos blancos
pintados en el piso de la histórico espacio porteño habían sido vandalizados con
pintadas en aerosol negro, incluyendo la presencia de la esvástica.
A fines de noviembre el odio también apareció con pintadas sobre los pañuelos del
centro Cívico, conocido como plaza de los Pañuelos, de Bariloche, donde rodean a la
estatua del genocida Julio Asesino Roca.
El baqueano placero
Un “experimentado”, digamos, baqueano de la plaza de las Madres, tras recorrer el
lugar, remarcó: “Descubrí unas gotas de pintura blanca espaciadas que salían de la
zona del pañuelo grande pintado, y como al irse había otras a casi un metro que se
perdían cerca de la calle, a la altura de las puertas cerradas de la Municipalidad”. Y
agregó: “Pero no cruzando la calle, donde siempre hay un corte y manifestación de
algún barrio y se juntan las personas”.
Al consultarlo sobre cómo estimaba que había sido la tarea de recomposición de las
frases y palabras tachadas o borradas, el experto placero dijo: “Las taparon muy bien,
con cuidado y conocimiento”. Y resaltó que vio “detalles creativos al subsanar; y hasta
pequeñísimas modificaciones para no cambiar la idea original de las históricas pintadas”,
por lo que consideró que podrían haber sido muralistas, “porque se advertía capacidad
para maniobrar la pintura y usarla con destreza”.
Finalmente su pesquisa no llegó a nada más, y aceptó: “Fue un hermoso misterio, como
esa respuesta de la gente”.
“No dejaremos a la Ronda”
Ya en ocasión del 10 de diciembre pasado, en el Día de los Derechos Humanos, Ana
Moro decía al El Eslabón: “No vamos a dejar de hacer la ronda en la plaza”. Y remarcaba:
“Sostener la ronda todos los jueves fue un pedido de las Madres, especialmente de
Norma (Vermeulen). Ella nos hizo prometer que no íbamos a dejar la plaza, que con
Macri se había convertido en un lugar de referencias y movilizaciones de todo tipo,
cuando todavía estaban las Madres”.
Ana, ex presa política y sobreviviente de la última dictadura cívico militar, querellante en
los juicios de lesa humanidad, referente y fundadora de la Ronda de las Madres de plaza
25 de Mayo, admitió que siempre se piensa en volver a ese espacio. “Ahora con la
pandemia estamos un poco sin vernos, sin poder hacer muchas cosas, pero esperamos
poder seguir y no dejar la plaza”.
Un eslogan del movimiento de protesta de mayo de 1968 en Francia, contenía una frase
que se transformó en símbolo de los rebeldes jóvenes: «¡Bajo los adoquines, hay una
playa!». Es que en aquella primavera, los estudiantes empezaron a levantar barricadas
en calles de ciudades francesas, utilizando adoquines, y al levantarlos, vieron detrás de
las piedras rotas, la arena. Fue como volver a la naturaleza a pesar de la civilización tan
prolija y de duros cimientos.
Y demostrando que no se puede tapar la memoria, por más mentiras que haya es
imposible callar lo que la calle dice, como tampoco se puede apagar la voluntad de los
atrevidos memoriosos. Así las baldosas de la plaza rosarina, volvieron a lucir su relato
colectivo, que está impreso con militante voluntad, pasión y creatividad.
Las viejis vuelven a las calles. El miércoles 16 de diciembre, la comisión especial de
Nomenclatura y Erección de Monumentos decidió que cuatro calles de Nuevo Alberdi
recordaran a cuatro madres de la plaza. Matilde “Chocha” Espinosa de Toniolli, Elsa
“Chiche” de Massa, Herminia Severini y Norma Birri de Vermeulen, serán reconocidas
por una iniciativa de la edil Norma López, (Frente de Todos).
Fuente:ElEslabon
No hay comentarios:
Publicar un comentario