El calvario que vive Milagro Sala desde que Gerardo Morales llegó la gobernación de Jujuy se traduce en cárcel. Es una presa que está en prisión domiciliaria solo por la intervención de un organismo internacional de Derechos Humanos. Si fuese por los jueces locales, aún estaría en una celda común, donde incluso estuvo en riesgo su propia vida. La física, pero también la psíquica.

La pérdida de la libertad es apenas una de las penurias. Y, con toda probabilidad, no es la más grave. Porque es personal, individual. El daño más grande es el colectivo.

La organización social Tupac Amaru, que lideraba Sala, hoy no existe. Y las obras que construyó y mantuvo entre 2004 y 2015 fueron cooptadas por el gobierno jujeño, a través de decisiones judiciales que Morales denominó como “recuperación”.

La foto que ilustra esta nota muestra el estado actual de la piscina cubierta y climatizada que funcionaba en la sede central de la Tupac en pleno centro de San Salvador de Jujuy. Vacía, abandonada, con el techo roto, inutilizada y con una bandera que recuerda la memoria de los desaparecidos cubriendo malamente sillas y reposeras rotas y oxidadas. Las fotos fueron aportadas por el sitio local <https://elsubmarinojujuy.com.ar>, que dirige la periodista Gabriela Tijman.

Allí funcionaban también un gimnasio y consultorios médicos, además de oficinas administrativas de la organización. Hoy es un centro de “asistencia a adultos mayores” y un vacunatorio contra el Covid-19. Así fue la “recuperación”.

La estigmatización de Milagro Sala instaló que es una ladrona, que robó dinero del Estado en beneficio propio. El aparato mediático consiguió que “tupaquero” sea hoy un término despectivo.

Sin embargo, según datos de la Oficina Anticorrupción jujeña, la Tupac Amaru tenía proyectado construir unas 8500 viviendas y concretó algo menos de ocho mil. Le quedaron obras inconclusas, porque un tornado político-judicial arrasó con la organización.

Pero eliminada la supuesta corrupción de Sala, el gobierno jujeño estaba en condiciones de mejorar esa performance. No fue así: el sitio Jujuy al momento reportó en 2020 que, de las 16 mil viviendas que había prometido el gobierno de Morales para su primer período, construyó –según datos no oficiales– un cuarto de ellas. Aun así de escasa, la cifra es difícil de comprobar.

La decisión que adoptó en estos días el tribunal oral federal de Jujuy de ampliar en seis meses una de las condenas que pesan sobre Milagro Sala también tiene a Morales como protagonista. En 2009, cuando era un incipiente dirigente del radicalismo, sufrió un escrache, repudiable, cuando iba a dar una charla a un centro de profesionales. No le rodearon la camioneta, no le rompieron los vidrios, no le prepararon un tractorazo para que no pudiera pasar. Solo algunos huevazos.

Sala no estuvo allí; por el paso del tiempo, la causa debería estar prescripta. Y, si no es por el paso del tiempo, sí por la violación del “plazo razonable” para llegar a una sentencia en una expediente judicial. Curiosamente, la Cámara Federal de Casación Penal, que por aplicación del “plazo razonable” sobreseyó al difunto expresidente Carlos Menem en la causa por el contrabando de armas a Ecuador y Croacia cuando ambos países tenían prohibida la compra de pertrechos militares (un escándalo de ribetes trasnacionales), en el caso de Milagro Sala consideró que una supuesta instigación a una manifestación contra Morales no estaba prescripta y poco menos que ordenó la condena. Y el tribunal oral acató sin disgusto alguno.

Milagro Sala afrontó seis juicios. El de los huevazos a Morales, por el que recibió tres años y medio de prisión; uno contravencional por la acampada al inicio del gobierno de Cambiemos en 2016, que fue anulado. Repárese en el detalle: la detención original de Sala, tras la cual nunca recuperó la libertad, fue por una causa nula. Además, cuatro en la Justicia provincial: en dos fue sobreseída, en otras dos condenada a dos y 13 años de cárcel.

En los últimos días surgió una nueva imputación: instigadora a desobediencia y resistencia a la autoridad, por una arenga a defender un espacio público, una cancha de fútbol situada en la localidad de Campo Verde. ¿De dónde surge la acusación? De una escucha telefónica ordenada supuestamente por un juez en el marco de una causa cuyos orígenes y objetivos son oscuros y se viralizó a los medios locales y nacionales de la misma manera (anónima o detrás de un árbol) en que se “filtraban” los diálogos de Cristina Fernández de Kirchner con el senador Oscar Parrilli.

La única condena que tiene fuerza de cosa juzgada es la de los dos años. Milagro Sala lleva más de cinco años presa. ¿Por qué?

El calvario también está fuertemente cargado de simbolismos. Cuando se cumplieron los cinco años de su detención, organismos de Derechos Humanos y dirigentes sociales y sindicales de Jujuy presentaron un hábeas corpus colectivo porque Morales había dispuesto un operativo de seguridad que parecía prepararse para una invasión extraterrestre más que para una movilización popular.

Cuando un detenido cumple prisión domiciliaria, el único derecho que pierde es el de la libertad ambulatoria. No obstante, el 24 de Marzo pasado, la policía provincial ingresó en la casa en la que Sala cumple prisión domiciliaria sin motivo ni orden judicial. Solo para controlar que estuviera allí y supervisar quiénes la visitan y para qué. Si no es persecución y espionaje ilegal, se le parece bastante.

Fuente:TiempoArgentino