12 de julio de 2021

OPINION.

 


PACTOS CON EL DIABLO

Tanto la prisión de Milagro Sala como el apoyo a un golpe de Estado en Bolivia son prácticas intolerables

Por Graciana Peñafort

Me cuesta mucho escribir esta nota. Pase toda la semana planeando escribir sobre otro tema: los 2000 días de prisión que el jueves cumplió Milagro Sala. Pasó tan rápido ese enero de 2016 que para cuando la política reaccionó, ya era demasiado tarde.



Recordemos, había asumido como Presidente de la Nación Mauricio Macri, en una insólita asunción que determinó que el mandato de Cristina Fernández de Kirchner cesase en forma anticipada. “Miren que no puedo hablar mucho porque a las doce me convierto en calabaza”, dijo la Presidenta ese 10 de diciembre de 2015. Antes que viniera el efímero mandato presidencial de Federico Pinedo – El Breve, precisamente por eso—, una multitud despidió a la Presidenta, a quien no volveríamos a ver públicamente hasta que Bonadío la llamó a prestar declaración indagatoria en la causa “Dólar Futuro.” CFK dijo muchas cosas en ese acto del fin de su segundo mandato. Todas importantes. Todas necesarias. Pero quiero recordar una frase que me impactó y que releída hoy, vuelve a impactar. “Podemos mirar a los ojos a todos los argentinos. Sólo le pido a Dios una cosa: que quienes nos suceden por imperio de la voluntad popular, que tenemos que aprender a respetar y a cuidar, yo espero que, dentro de cuatro años, quien tiene la responsabilidad de conducir los destinos de la Patria, pueda frente a una plaza como esta decirle a todos los argentinos que también puede mirarlos a los ojos”.

No fue lo que sucedió y el gobierno de Mauricio Macri, derrotado en primera vuelta, terminó sin nada de gloria y sin poder mirar a los ojos a nadie. De hecho, hoy cuenta entre sus méritos posteriores el de tener entre sus filas al primer prófugo, Fabian Rodríguez Simón. Dicen los pasillos de Comodoro Py que precisamente fue el querido Pepín, el ideólogo de la cautelar que convertiría en calabaza a Cristina Fernández.

Los hechos se sucedieron frenéticos después de ese 10 de diciembre. Macri derogó por decreto buena parte de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual; pretendió designar dos miembros de la Corte Suprema por decreto, liberó el cepo al dólar –medida que por cierto le resultaría de lo más útil a los fines de permitir la fuga del crédito inaudito que tomaría el gobierno con el FMI años después—,  comenzó el pogrom de empleados del Estado –“grasa militante”, los llamaría un funcionario—; y comenzaría la formalización de la persecución judicial y mediática que implemento un sector de Poder Judicial junto con el gobierno de Macri, ideada para destruir a Cristina Fernández de Kirchner. Como todo lo que hizo el gobierno de Macri —salvo endeudarse a niveles siderales—, también en sus planes de destrucción del que concebían como enemigo político, Mauricio fracasaría.

Pero ese 16 de enero de 2015 no sabíamos que todo esto –y mucho más— sucedería. Y esa tarde detuvieron a Milagro Sala en Jujuy, por hacer un acampe en protesta por las primeras medidas que había dispuesto el visir de la Puna, marajá del norte y azote de Dios, Gerardo Morales, gobernador de Jujuy. Detención arbitraria. Recuerdo con claridad cuando el dirigente radical Ernesto Sanz, férreo defensor de Morales, reconoció en una entrevista con María O’Donnell que esa detención estuvo mal hecha y la manipulación judicial posterior que sufrió Milagro. Cuando la periodista le preguntó: “¿La detención de Milagro Sala por la protesta, estuvo bien hecha?”, Ernesto Sanz respondió: «No, pero a los tres días se corrigió». Y agrego Sanz, en el paroxismo de quien omite toda noción del Estado Constitucional de Derecho: “¿Por qué ocurre esto en Jujuy? Esto es realpolitik, vamos a hablar de una confesión real política. Gerardo Morales asume el día 10 de diciembre, si Morales no hacía lo que hizo, el día 11 de diciembre, en 24 horas, dejaba de ser gobernador de Jujuy”.

Esto fue ratificado por el entonces presidente del Superior Tribunal de Justicia, Pablo Baca, quien afirmó en un audio privado que “Milagro (Sala) está presa porque ese bendito tribunal entiende que si ella está suelta es un peligro para el gobierno; no por sus delitos, sino para que no tengamos que volver al quilombo permanente, a los cortes, a la quema de gomas”. El señor perdió el cargo luego de que se conociesen sus dichos privados. Pero Milagro no recuperó su libertad.

A 2002 días de la detención de Milagro, Gerardo Morales sigue siendo gobernador de Jujuy –de hecho, acaba de obtener un triunfo electoral— y Milagro continua presa, en una sumatoria de arbitrariedades que avergüenzan al estado de derecho y a la democracia. A mí también me avergüenzan además los dirigentes que fueron a sacarse fotos con Milagro durante el gobierno de Macri, y que luego del triunfo del Frente de Todos, simplemente la olvidaron, ahí, presa en Jujuy donde está.

La nota que tenía en la cabeza desarrollaba los principales horrores que se verifican en la situación judicial de Milagro, pero estaba leyendo sobre eso el jueves, precisamente cuando Gustavo Sylvestre abrió otra de las puertas del infierno.

Puso al aire la conferencia de prensa que estaba llevando adelante el canciller de Bolivia donde relataba el modo en que el gobierno argentino había auxiliado con material bélico al quienes perpetraron el golpe de Estado en Bolivia, en los días de noviembre de 2019.

En aquellos días de 2019 escribí en una nota que publicó El Destape: “Hoy hubo un golpe de Estado en Bolivia, contra un Presidente constitucional. Pero no solo me dio miedo que en un país tan hermano hubiese un golpe de Estado, sino que me asustó la vocación justificadora de una parte de la sociedad argentina frente a la barbarie. Voy a señalar esto con absoluto convencimiento. Nada de lo que le enrostren a Evo Morales puede justificar la interrupción del orden constitucional”.

Sigo pensando lo mismo. Mas allá de los eufemismos que usen quienes niegan la tesis de que se trató de un golpe de Estado, lo cierto es que en Bolivia se interrumpió el orden constitucional y vinos todos como a una civil la ungió como Presidenta provisional un militar vestido de fajina.

Para sostener ese golpe de Estado, las Fuerzas Armadas y de seguridad de Bolivia llevaron adelante una cruel represión y persiguieron a todos cuantos podían ser opositores. Recuerdo la preocupación compartida con Ari Lijalad por nuestros dos amigos, Gabriela Montaño, entonces funcionaria del gobierno de Evo Morales, y su ex esposo, Fabián Restivo. Gabriela logro salir del país junto con Evo. Fabian salió luego de innumerables gestiones que llevaron muchos adelante y que incluyeron diálogos bastante poco amables con el entonces embajador argentino en Bolivia, donde se le tuvo que explicar que lo que estaba haciendo al no brindar refugio a Fabián –que permanecía escondido en una casa— era delito y que él, como embajador, era responsable de la seguridad de todos los ciudadanos argentinos que estaban en suelo boliviano. Incluyendo a Fabián. Recuerdo con alegría el infinito alivio cuando Fabián llamó y nos contó que estaba sano y salvo en Perú.

A la angustia por la seguridad de Evo, la de nuestros amigos y la que derivaba de las imágenes de violencia por los que estaba sucediendo en Bolivia, se sumaba la impotencia de ver cómo el gobierno de Macri no solo se apresuraba a reconocer la ilegitima Presidenta de Bolivia, sino además se negaba a reconocer que estábamos frente a un golpe de Estado.

Pero más allá de lo que veíamos suceder y decir en esos días del 2019, lo que relató el canciller boliviano el jueves 8 de julio de 2021, es que el gobierno argentino hizo algo más que respaldar políticamente al golpe de Estado. Le brindó asistencia logística y le proveyó de material bélico.

Denunció el canciller de Bolivia que había sido hallada una carta de agradecimiento dirigida a la embajada argentina en Bolivia y suscripta por Jorge Terceros, entonces comandante de la fuerza aérea de Bolivia. En ella agradece el envío de material bélico por parte de la Argentina. Para ser exactos material antidisturbios. Esta es la carta.


Alberto Fernández no permaneció indiferente a la denuncia del hermano país de Bolivia y rápidamente envió en nombre del Estado Argentino una carta de disculpas a Bolivia, que da cuenta de la vocación democrática que ha desarrollado la Argentina desde el fin de la última dictadura y de la cual nuestro Presidente hace honor. Un consenso básico que construimos todos los argentinos después que el horror de la dictadura significara 30.000 personas desaparecidas, niños que fueron separados de sus madres y dados ilegalmente en adopción, infinitas torturas y todo tipo de delitos contra los derechos humanos. Solo a Mauricio Macri, para quien la dictadura militar significo sólo un momento de crecimiento patrimonial de su familia, se le pudo ocurrir la peregrina idea de respaldar un golpe de Estado.

Escuchar lo que denunciaba el canciller boliviano fue, para esta abogada, una novedad horrible, indignante y sobre todo vergonzante. Pero no quiero caer en una confirmación de sesgo. Que Mauricio Macri respaldase el golpe de Estado en términos logísticos me parece verosímil, desde que lo apoyó públicamente en términos políticos. Pero lo que yo crea de Macri no determinante. El Estado de Derecho exige que para acusar a alguien de un delito, este debe estar expresamente previsto en la ley, que la conducta del acusado se ajuste a la descripción legal del delito y se pueda probar en un proceso justo con todas las garantías del debido proceso. Me parece inadmisible para mí misma, que mi sesgo me haga olvidar de lo que siempre he defendido. Así que, a riesgo de serles poco simpática, quiero dejar claras algunas cosas.

Señaló el canciller que estaba evaluando denunciar a Mauricio Macri por su apoyo al golpe de Estado. Desde la perspectiva del derecho de Bolivia, no me cabe duda que, de ser tal y cual lo ha relatado el canciller de Bolivia, Mauricio Macri y sus funcionarios habrían cometido un delito.

La pregunta es si desde la mirada ley argentina también lo cometieron. Porque si no lo cometieron, la conducta podrá ser inmoral o contraria a la ética, pero indudablemente no será delito. Yo no estoy en condiciones de decir si existe delito o no, entre otras cosas porque me faltan elementos para analizar la conducta de Mauricio Macri y sus funcionarios.

Pero sí puedo analizar los elementos que tenemos y tratar de pensar qué elementos existen.

Lo primero que quiero señalar es que Jorge Tercero, hoy preso mientras espera ser juzgado por participar del golpe de Estado, declaró públicamente a través de su letrado que desconoce la carta que fue exhibida por el canciller de Bolivia y que su firma en dicha misiva es falsa.

En sentido coincidente, el entonces embajador argentino en Bolivia, Normando Álvarez García, hoy Ministro de Trabajo de Jujuy, declaró: “En ningún momento la Embajada Argentina en Bolivia cuando yo la presidía recibió ningún pedido de esta índole y la nota publicada nunca fue recibida por mí”.

La carta será, sin lugar a dudas, materia de pericias caligráficas. Ayer Nicolás Lantos públicó en El Destape que en el sistema digital de la embajada argentina en Bolivia existe constancia de registro de “un recibido que aún figura en el sistema de la embajada y al que pudo acceder El Destape. Está fechado el 14 de noviembre de 2019, cuatro días después del golpe y uno después de la llegada a Bolivia del avión con el arsenal enviado desde Buenos Aires. El remitente es Fuerza Aérea Boliviana y en el detalle figura como referencia la leyenda “Agradecimiento por material bélico donado por Argentina”.


Cuando decimos Bolivia, inmediatamente sabemos que se trata de otro país. Y en general todo lo que se trata de otros países pasa por Cancillería. Quien fuese el canciller de Macri, Jorge Faurie, salió rápidamente a decir que desconocía dicha carta y más aún, que desconocía que alguien hubiese enviado material bélico a Bolivia, y que, si lo habían enviado, lo habían hecho sin conocimiento de la Cancillería. Al respecto debo señalar que resulta verosímil que Faurie ignorase la decisión de enviar material bélico a Bolivia en forma previa a que este se enviase. Menos verosímil resulta que ignorase luego. Por una sencilla razón, las embajadas comunican las novedades a Cancillería y una carta de agradecimiento es el tipo de novedad que se comunica indefectiblemente. Mas aun cuando ha sido registrada como recibida.

Cuando vemos el tipo de material que se habría enviado, resulta material antidisturbios, típico de nuestras fuerzas de seguridad y no de las Fuerzas Armadas. Las fuerzas de seguridad dependen del Ministerio de Seguridad. Entonces cabe preguntarse: ¿envió material bélico Patricia Bullrich a Bolivia o autorizo el envío? ¿De dónde provino el material bélico, esto es qué fuerza lo proveyó? ¿Cómo se cumplió administrativamente con el tramite de disponer de dicho material? Las declaraciones públicas de la ex ministra son confusas, primero negó conocer cualquier envió y luego morigeró su inicial negativa para señalar que solo se había enviado ayuda humanitaria. Supongo que eventualmente deberá precisar al respecto.

Sabina Frederic, actual Ministra de Seguridad de la Argentina, informó el día que se hizo publica la denuncia de Bolivia que el Presidente de la Nación dio orden de investigar administrativamente todo cuanto hubiese en el Ministerio de Seguridad y en las fuerzas de seguridad que de él dependen, respecto al envío de material bélico a Bolivia. De una preliminar información que ya cuenta el Ministerio de Seguridad, sabemos que se habría enviado más material bélico que el enumerado en la carta de Jorge Tercero al embajador argentino, según escribieron ayer Irina Hauser y Felipe Yapur en Página 12. Así expresan los periodistas: “Surgen una serie de inconsistencias, fruto de los datos que maneja la policía de Bolivia y que compartió con la Argentina, en las que, por ejemplo, aparecen menos cartuchos de balas de gomas que las registradas como enviadas o ni siquiera figuran las granadas de mano ni spray anti tumulto. Pero, además, el plazo de permanencia de ese contingente, previsto para enero de 2020, se extendió hasta junio del año pasado”.

También sabemos que “la Agencia Nacional de Materiales Controlados (ANMAC) autorizó, un día antes de la partida, el envío de pistolas semiautomáticas; escopetas de repetición; carabinas automáticas; ametralladoras; fusiles; chalecos antibalas; cascos y escudos balísticos; visores nocturnos y más de 8.000 municiones de distintos calibres”. Y que “la autorización del todo ese material bélico antes descrito se había realizado el 11 de noviembre. Un día después se pidieron y consiguieron dos ampliaciones del material que se llevó. Primero fueron 70.000 cartuchos anti-tumultos marca Fabricaciones Militares y 100 spray de gas pimienta. El segundo pedido fue el envío de 661 granadas de mano de gas hostigamiento. Y la ANMAC autorizó todo rápidamente”.

La pregunta del millón sería: ¿quién o quiénes remitieron todo ello para su autorización por parte de la ANMAC? ¿Y qué motivos alegaron?

Otra cosa que sabemos es el que medio de transporte utilizado para el envío del material bélico, fue un avión de la Fuerza Aérea Argentina, un Hércules C-130. Esto lo sabemos porque el actual ministro de Defensa, Agustín Rossi, rápidamente dio a conocer documentación que obraba en el Ministerio sobre dicho vuelo. El mismo salió con personal de Gendarmería desde Palomar, llegó a La Paz, descendió el personal y su cargamento y regreso a la Argentina con familiares de personal de la embajada inmediatamente.

Eso nos lleva a preguntarnos qué intervención tuvo al respecto el entonces ministro de Defensa de Macri, Oscar Aguad. ¿Qué conocimiento sobre el cargamento de material bélico y su destino tuvo? ¿Qué controles se realizaron sobre la carga de dicho avión?


También tendríamos que averiguar cómo fue el tramite de autorización de Aduana, para la salida del país de ese material bélico. Verán, ese tipo de material tiene un trámite con bastante trazabilidad (posibilidad de seguimiento) de autorizaciones y controles. Cómo se llevo adelante, cómo se documentó y cómo se autorizó son las preguntas que deben responderse.

La sola posibilidad que el material haya salido del país en forma clandestina, pondría al gobierno de Macri en la hipótesis que ya conocemos los argentinos, que es la de un gobierno participando del contrabando de armas.

Y por último, pero no menos importante: ¿quién ordeno y autorizo el envío de dicho material que implicó el trabajo conjunto de al menos dos ministerios? Y cómo y quién acordó dicho envió con Bolivia.

Verán que tengo más preguntas que respuestas. Y pocas certezas. Eso me impide analizar la conducta tanto de Macri como de sus funcionarios y opinar con algo de fundamento si la misma es legal o ilegal.

Pero para lo que no necesito prueba alguna es para decir, enfática y expresamente, que nunca pero nunca la Argentina puede volver a tolerar golpes de Estado. Ni en nuestro país ni en países extranjeros. Hacerlo desmerece nuestra historia, nuestros acuerdos democráticos básicos y se burla  de tanta sangre derramada. Porque puede que haya desmemoriados que con toda intención se olvidan, pero nosotros no nos olvidamos. A la barbarie los argentinos dijimos “Nunca Mas”, y lo dijimos para siempre.

El Cohete a la Luna

Fuente:ElOrtiba

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