ELLAS NOS INSPIRAN
AZUCENA VILLAFLOR: fundadora de Madre de la Plaza de Mayo
jueves, 24 de marzo de 2022La historia Azucena Villaflor es una de las más emblemáticas en la lucha de memoria, verdad y Justicia. En diciembre de 1977 fue "desaparecida" por el grupo de tareas que comandaba el represor Alfredo Astiz, condenado a prisión perpetua crímenes de lesa humanidad cometidos en la última dictadura.
Azucena nació en Avellaneda el 7 de abril de 1924. Procedía de una familia de clase obrera. Su madre, Emma Nitz, la dio a luz con solo quince años; su padre, Florentino Villaflor, tenía 21, y trabajaba en una fábrica de lana.
A los dieciséis años había empezado a trabajar como telefonista en la empresa de electrodomésticos Siam, donde conoció a Pedro De Vincenti, delegado sindical, con quien se casó en 1949 y tuvo cuatro hijos: Pedro, Néstor, Adrián y Cecilia.
A principios de 1970, su hijo Néstor decidió convertirse en militante de la Juventud Peronista, en la Facultad de Arquitectura. Esto selló su destino y el de su madre.
La militancia de Néstor, fue motivo de desavenencias familiares desde principios de la década del ‘70. Pedro veía con malos ojos la participación de su hijo en la Juventud Peronista –y luego en Montoneros– lo que provocaba constantes choques. Azucena tampoco aprobaba lo que hacía Néstor, pero trataba de interceder entre padre e hijo.
La lucha de Azucena comenzó a los pocos meses del Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Néstor De Vicenti y su novia Raquel Mangin, fueron secuestrados el 30 de noviembre de ese año.
Apenas lo supo, Azucena empezó la búsqueda en soledad. En ese peregrinaje fue encontrando a otras mujeres que reclamaban por sus hijos y peregrinaban como ella por cuarteles, iglesias, comisarías, oficinas públicas y juzgados. Casi de manera natural, Azucena comenzó a mostrarse como líder del grupo.
Ellas decidieron organizarse y buscar juntas. Las primeras reuniones comenzaron en el living de su casa. Todavía la organización no tenía nombre.Fueron varios meses de una lucha intensa y a escondidas, hasta que finalmente se citaron el 30 de abril de 1977 en la Plaza de Mayo para exigir que alguien las recibiera en la Casa Rosada.
Eran trece mujeres: Azucena Villaflor de DeVincenti, Josefa de Noia, Raquel de Caimi, Beatriz de Neuhaus, Delicia de González, Raquel Arcusín,Haydee de García Buela, Mirta de Varavalle, Berta de Brawerman, María Adela Gard de Antokoletz y sus tres hermanas, Cándida Felicia Gard, María Mercedes Gard y Julia Gard de Piva.
Ante la orden de una patrulla policial y el oficial al mando de no detenerse ni agruparse, sino circular, decidieron caminar alrededor de la Pirámide de Mayo ubicada en la plaza. La primera de las marchas fue un sábado, y apenas tuvo repercusión; la segunda fue un jueves y se transformó en una costumbre realizarla todos los jueves, en torno a las tres y media de la tarde.
Ese día habían nacido las Madres de Plaza de Mayo. Y desde entonces las “locas” de Plaza de Mayo –como se las llamó para descalificarlas– se transformaron en un problema para la dictadura.
El grupo fue creciendo y se fortaleció con el apoyo de otros organismos de derechos humanos. El 14 de octubre de 1977, realizaron una marcha en la Plaza que congregó a cientos de militantes de derechos humanos y familiares de desaparecidos. Azucena Villaflor y muchos de los participantes fueron detenidos por la policía, pero los liberaron pocas horas después.
El 8 de diciembre cuando salían de una reunión dela Iglesia de la Santa Cruz, Alfredo Astiz dio la señal y un grupo de tareas secuestró a cinco personas además de Teresa Careaga y María Ponce, ambas madres de desaparecidos y la monja francesa Alice Domon.
Azucena Villafor se salvó porque estaba en la casa de Emilio Mignone, trabajando con la esposa de este y otras madres, para terminar un remitido con los nombres de sus hijos desaparecidos. El día 9 de diciembre, Azucena y otras madres entregaron los originales del remitido, el dinero y las firmas que avalaban su publicación.
Al día siguiente, el 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, les publicaron el anuncio en un periódico. Y ese mismo día Azucena fue secuestrada por un grupo armado clandestino de la Armada en la esquina de su casa de Sarandí, en Avellaneda, Buenos Aires. La golpearon para introducirla en un auto pero ella se tiró al suelo y gritó. Entonces la golpearon más.
Según testimonios, fue recluida en el campo de concentración de la Escuela de Mecánica de la Armada, ESMA. La llevaron al altillo, el lugar en donde depositaban a los secuestrados que mantenían más en secreto. Esa noche fue torturada y regresó al calabozo sin conocimiento.
Pocos días después, Azucena junto a las monjas francesas y los demás secuestrados en la iglesia de la Santa Cruz fueron subieron a un “vuelo de la muerte” y los arrojaron vivos al mar.
El 20 de diciembre de 1977 comenzaron a aparecer cadáveres provenientes del mar en las playas de la provincia de Buenos Aires. Los médicos policiales que examinaron los cuerpos registraron que las causas de las muertes habían sido “el choque contra objetos duros desde gran altura”. En otras palabras, a esas personas las habían tirado al mar desde un avión cuando todavía estaban vivas.
Documentos secretos del gobierno de los Estados Unidos desclasificados en 2002 prueban que el gobierno norteamericano sabía desde 1978 que los cuerpos sin vida de las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet y las madres de Plaza de Mayo Azucena Villaflor, Esther Ballestrino y María Ponce, habían sido encontradas en las playas bonaerenses. Esta información fue mantenida en secreto y nunca fue comunicada a los gobiernos argentinos.
Nadie intentó identificar los restos, que fueron enterrados como “NN” en el Cementerio de General Lavalle.
En enero de 2005, el Equipo Argentino de Antropología Forense logró una orden para exhumar esos cadáveres y pudo identificarlos. Pertenecían a Esther Ballestrino de Careaga, a María Eugenia Ponce de Bianco y a Azucena Villaflor de Devicenti.
En 2003 se instituye el premio anual denominado "Azucena Villaflor de De Vincenti", destinado a reconocer a los ciudadanos y/o entidades que se hubieren destacado por su trayectoria cívica en defensa de los derechos humanos.
Diversas calles y escuelas de Argentina llevan también su nombre.
El 9 de diciembre de 2005, las cenizas de Azucena fueron enterradas en la Pirámide de Mayo, aquella alrededor de la cual ella y otras Madres que buscaban a sus hijos desaparecidos habían empezado a circular el 30 de abril de 1977.
Fuente:PilaraDiario

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