2 de julio de 2023

El último crimen de la dictadura en Rosario, los primeros nietos recuperados y “poder socavado”.

 

El último crimen de la dictadura en Rosario, los primeros nietos recuperados y “poder socavado”

Las imágenes asociadas a la transición de la última dictadura cívico-militar a la democracia giran en torno a la victoria de Raúl Alfonsín en las elecciones y el regreso del pueblo a las calles, en una virtual caída repentina de un régimen autoritario. pero ese año 1983 fue mucho más complejo y contradictorio, una melaza que une los crímenes de lesa humanidad –que tenían a Rosario como sede– con los nietos recuperados de Abuelas de Plaza de Mayo o el cuestionamiento público a los militares durante la campaña.

La historiadora Gabriela Aguila señala que el llamado Proceso de Reordenamiento Nacional “había diferentes fases y es una etapa histórica difícil de analizar si se mira como algo homogéneo”.

“No es lo mismo el momento del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, cuando las Fuerzas Armadas lograron despertar un caudal muy alto de apoyo social y político, que lo que sucede en la recta final de la dictadura”, dijo Águila. rosario3 y explica que el inicio de la transición se puede ubicar en diferentes fechas.

Las “más obvias” son las elecciones del 30 de octubre de 1983 o el traspaso del poder a un presidente civil en diciembre. “Pero las interpretaciones que son generalmente las dominantes se enfocan en el impacto de la derrota en la guerra de Malvinas contra Gran Bretaña en 1982cuándo comenzaría el derrumbe o derrumbe del régimen militar”, reseña.

“Sin embargo –agrega la doctora en Historia de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) e investigadora del Conicet–, en 1981 la dictadura mostraba signos de ruptura del poder. Los autores afirman que el inicio de la última fase debe ubicarse alrededor de 1979-1980. No hay consenso sobre el punto de partida. Lo cierto es que el fin de la dictadura, es decir, a fines de 1983, estuvo precedido por un período relativamente largo de crisis político-institucional, de deslegitimación que se tornó terminal después de Malvinas. Ese es un punto de no retorno”.

La idea de un declive abrupto, aclara el autor de “Historia de la última dictadura militar”, tiene que ser “relativizada porque el poder había sido socavado desde antes por las tensiones, por las fracturas internas del bloque golpista, por el fracaso del proyecto autoritario, la crisis económica, la creciente movilización social y las reivindicaciones democráticas de casi todo el espectro político partidario, al menos desde 1981”.

La prueba de que este retiro fue lento es que “los militares permanecen en el gobierno casi un año y medio más y todavía tienen margen de maniobra para definir o influir en los tiempos, las modalidades, de su salida del poder”.

secuestrar, matar, mentir

El 14 de mayo de 1983, un grupo de trabajo secuestró a los militantes peronistas Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereyra Rossi en el bar Magnum de Rosario, en Córdoba al 2700.

Los torturaron y asesinaron. sus compañeros Denunciaron la desaparición y tres días después sus cuerpos fueron encontrados en ZárateProvincia de Buenos Aires.

La versión oficial decía que había un enfrentamiento armado entre los “subversivos”, Así los presentaron los informes de la Policía y el Ejército, y un guardia policial.

El informe policial de mayo de 1983 (Fuente: comisionporlamemoria.org)

Este no fue un procedimiento sin precedentes. Desde el golpe de 1976, el gobierno de facto detuvo ilegalmente a personas, las trasladó a Centros Clandestinos de Detención (CCD) y las interrogó bajo tortura.

El destino se resolvió más tarde: fueron blanqueados como presos políticosyo las conozco mataron e hicieron aparecer los cadáveres con la historia de falsos enfrentamientos o el ellos desaparecieron.

En este caso emblemático, Inteligencia del Ejército realizó la detención en Rosario y posteriormente entregó las víctimas a la Policía Bonaerense.

Fue un fusilamiento y no un tiroteo desde un Fiat 1500, indicó pericia posterior (Fuente: comisionporlamemoria.org).

Cambiaso y Pereyra Rossi eran dirigentes de la Juventud Peronista y Montoneros que habían estado en el exilio. Fueron, junto a Raúl Yager días antes en Córdoba, los últimos crímenes del proceso militar. La propaganda oficial premió a este último un supuesto plan para asesinar a dirigentes y sindicalistas, como el influyente Lorenzo Miguel, secretario general de las 62 organizaciones.

“El Viejo” Cambiaso y “Carlón” Pereyra Rossi formaron parte del nuevo grupo Peronista Intransigencia y Movilización (IMP), un intento de Montoneros de entrar en la vida política que se abrió con las elecciones.

El líder Vicente Leónidas Saadi era la cara visible del grupo, director del diario “La Voz”. Ese medio fue el primero en revelar la trama de fondo de los crímenes. La portada del domingo 19 de junio, cuando tres policías imputados fueron detenidos, Salió al cruce de la versión oficial y denunció: “Fueron fusilados”.

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Portada y denuncia del diario La Voz (Anred/Página12).

El caso demuestra que el terror ya no era un muro de silencio homogéneo. Las autopsias y los informes médicos expusieron la farsa. Los cuerpos presentaban contusiones y señales de haber sido torturados. Los disparos en el supuesto “enfrentamiento” se habían realizado a menos de 50 centímetros.

Osvaldo Cambiaso, ingeniero químico de 42 años, fue despedido en un entierro masivo realizado en Rosario.

Entierro de Cambiaso: el de la derecha con chaqueta ligera y bigote es Hugo Basso.

“Estaba claro que la intención del aparato de inteligencia era sacar a todos los que pudieron antes de que comenzara la etapa preelectoral propiamente hablando”, dijo Hugo Basso, amigo de las víctimas, en una extensa entrevista con Télam. Aunque recordó que había “cámaras de televisión de todo el país filmando” el velorio, esos videos no aparecieron.

“No sé qué pasó con eso, no vi nada más porque cuando salí del cementerio ya me estaban siguiendo y estuve un rato escapando de la turba”, agregó. rosario3. Sí, quedan las fotos de la cobertura del diario La Capital.

El entierro del ingeniero Osvaldo Cambiaso (Archivo La Capital).

Meses antes de regresar al país del exilio para participar en la asamblea política del peronismo para las elecciones, Pereyra Rossi concedió una entrevista donde habla de la militancia y de su generación.

¿Qué buscaba la dictadura con esos golpes? ¿Querían impedir que la izquierda peronista actuara en los internos del PJ de ese año? ¿O es que las turbas nunca dejaron de estar activas? “Ese objetivo no está nada claro”, diferencia Águila por su parte y desarrolla: “La izquierda peronista o lo que quedaba de ella no podía ser considerada un adversario político de peso en ese momento”.

“Desde otro punto de vista –continúa–, las turbas o grupos de trabajo y, sobre todo, los servicios de inteligencia se mantuvieron activos durante toda la dictadura y también después de las elecciones de 1983”. Prueba de ello es el robo en los juzgados provinciales de octubre de 1984 en Rosario, ya en democracia, con el objetivo de sustraer pruebas de la primera causa judicial contra el aparato represor local.

El historiador señala que “vigilancia, control y atención a los considerados subversivos o lo que se llamó en los años 80 el rebrote subversivo se registró durante todo el período y con gran intensidad”.

“Esos grupos o turbas incluso actuaban casi de forma autónoma y fueron también una característica del despliegue represivo en los años de la dictadura. El caso de los asesinatos de esos exmilitantes montoneros que actuaron en el país dentro de una corriente interna del PJ, Intransigencia y movilización, creo que también podría pensarse dentro de esas lógicas constitutivas del aparato represor”, analiza.

El crimen de Cambiaso y Pereyra Rossi quedó impune en un principio hasta que se reabrieron las causas de lesa humanidad. Las leyes de impunidad (obediencia debida y punto final) fueron anuladas y el comisario Luis Patti, quien llegó a ser alcalde de Escobar, localidad donde se plantó el asesinato, fue condenado en 2016 a cadena perpetua junto a otros imputados.

“Un momento muy dinámico”

Semanas después de aquel doble homicidio que mantuvo vigente el Terrorismo de Estado, el 12 de junio comenzaron los internos de la Unión Cívica Radical (UCR) que consagrarían a Raúl Alfonsín como candidato presidencial. El Partido Justicialista definiría más tarde la fórmula Luder-Bittel. En aquellos días, además, Abuelas de Plaza de Mayo recuperaron a Tamara Arze, nieta número 6. Serían ocho en total ese año.

Tamara nació el 22 de julio de 1974 y desapareció cuando tenía dos años, el 13 de junio de 1976. Su madre, Rosa Mary Riveros, fue secuestrada y los miembros de las fuerzas de seguridad la dejaron con unos vecinos. La madre de Tamara fue liberada en 1981 y abandonó el país encomendando la búsqueda de su hija a las Abuelas de Plaza de Mayo.

“El 12 de junio de 1983 la niña fue localizada en Guernica, provincia de Buenos Aires. Se reencontró con su madre, con quien vive desde entonces en Suiza”, informa el sitio Abuelas sobre la nieta 6.

Con apenas un mes de diferencia, la dictadura dio sus últimos golpes contra la humanidad, comenzaron las elecciones y Abuelas fortaleció una lucha eso lo convertiría en un emblema de los derechos humanos a nivel mundial. Así de compleja y contradictoria fue la transición a la democracia, que ya cumple 40 años.

Para Águila, este proceso “debe ser analizado de manera menos estática que lo habitual”. “Es un período de mucha actividad política y conflictividad social, con actores muy diversos haciendo sus demandas. Y aunque los militares están en el poder y controlan la situación hasta el traspaso del mando en diciembre de 1983, pierden espacio y margen de maniobra”, dice.

“Visibilidad -continúa-, la legitimidad, el acompañamiento social y político suscitado por el movimiento de derechos humanos en torno a 1982 y 1983 explica fenómenos como el hallazgo de menores sustraídos, pero también lo que se conoce como el espectáculo del horror: la difusión pública y espectacular a través de los medios de comunicación del hallazgo de fosas con cadáveres no identificados en muchos cementerios del país que correspondían a personas desaparecidas. Esto pasa sobre todo en Buenos Aires, pero no solo”.

Por todo ello, el historiador define: “El período final de la dictadura es un momento muy dinámico, en términos políticos, en términos sociales, donde la cuestión de los derechos humanos era uno de los temas centrales y así debe visualizarse”.

Fuente:NewsESEuro

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