24 de octubre de 2023
"A mí no me adoptaron, me apropiaron"
Al igual que otros nietos restituidos, hermanos y familiares, Guillermo Amarilla Molfino visita escuelas y brinda su testimonio de vida a niños y adolescentes.
En el marco de un nuevo aniversario de Abuelas de Plaza de Mayo, chicos y chicas de la Escuela Primaria N° 8 “Provincia de San Juan” de la ciudad de Buenos Aires participaron del proyecto “Las Abuelas nos cuentan”, una iniciativa de Abuelas y el Ministerio de Educación que busca aportar al abordaje educativo de las temáticas de la memoria, los derechos humanos y la identidad en las aulas.
A lo largo de estos 46 años de lucha, las Abuelas de Plaza de Mayo desplegaron diferentes estrategias para restituir la identidad de los niños y niñas apropiados durante la última dictadura. Con su fuerza incansable salieron en busca de información, viajaron al exterior, realizaron campañas de difusión, llevaron su mensaje a los medios de comunicación y se extendieron a las redes sociales para llegar hacia nuevos públicos.
Instalar el tema en la agenda social fue uno de los objetivos que se propuso la organización para que toda la sociedad conociera la causa. En estos años, las Abuelas impulsaron y ganaron no sólo conciencia y memoria sino además un reclamo que hoy es generalizado.
Con la recuperación de la democracia, la escuela tuvo un rol fundamental en la transmisión de la memoria y la reflexión sobre los procesos históricos y sociales en los que tuvo lugar el terrorismo de Estado. En ese sentido, la construcción de la memoria en las aulas, así como también la búsqueda de los nietos y las nietas, siguen sumando herramientas para encontrar a los que faltan y para concientizar entre los más jóvenes uno de los hechos más trágicos de la historia de nuestro país.
¿Cómo acercar la historia de nuestro pasado reciente a las nuevas generaciones que no vivieron la última dictadura militar? ¿Cómo lograr que chicos y chicas se apropien de estos temas que pertenecen a nuestra historia?
“Es importante romper con esa barrera del tiempo, cuando yo era chico escuchaba hablar de la Segunda Guerra Mundial y del nazismo y me parecía que había sucedido hace un montón de años y es la misma distancia que existe entre los pibes y las pibas de ahora con la última dictadura, y no pasó hace mucho tiempo, pero como no lo vivieron es muy difícil que lo entiendan. Estos pibes y pibas nacieron en democracia, en otro contexto, por eso es importante acercarles la historia a través de la palabra, con el testimonio en primera persona, dice el nieto restituido Guillermo Amarilla Molfino en conversación con docentes y directivos de una escuela del barrio de Caballito.
Guillermo trabaja como guía en el Museo Sitio de Memoria ESMA y también participa del proyecto “Las Abuelas nos cuentan”, una iniciativa que busca aportar al abordaje educativo de las temáticas de la memoria, los derechos humanos y la identidad en las aulas. A partir de una selección de cuentos de diferentes autores y autoras, chicos y chicas de escuelas primarias participan de una línea de trabajo centrada en la literatura, la escucha y el diálogo con el objetivo de continuar con la construcción colectiva de memoria y el compromiso con los derechos humanos desde las escuelas.
Una historia en primera persona
Guillermo llega a la escuela escuela, saluda a docentes y directores y se prepara para charlar con los chicos y chicas sobre su historia y la lucha de las Abuelas. El director da comienzo a la actividad, lxs chicxs hacen silencio. Guillermo comienza con la lectura del cuento “Manuel no es superman”, de Paula Bombara que forma parte del libro ¿Quién soy? Relatos sobre identidad, nietos y reencuentros. La historia trata sobre un chico llamado Manuel, cuyos padres fueron asesinados durante la dictadura y él se salvó ya que su mamá lo escondió en un armario. Como fue adoptado y no sabía su identidad, en el cuento lo comparan con Superman. Hasta que un día se entera que su abuela lo estaba buscando y supo su realidad.
“La historia de Manuel es parecida a la mía”, dice Guillermo una vez finalizada la lectura del cuento. Y agrega: “Yo recuperé mi identidad gracias a la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo”.
– ¿Cómo te llamás? –pregunta uno de los niños.
– Mi nombre es Guillermo, mis apropiadores me pusieron Martín pero cuando me enteré de mi verdadera historia quise ponerme Guillermo como mi papá biológico.
– ¿Cuántos años tenés? ¿Qué día cumplís años? Interrumpe una niña.
– Tengo 43 años y cumplo el 27 de junio.
Desde el fondo del aula, un chico levanta la mano y le pregunta:
– ¿Cómo te adoptaron?
– A mí no me adoptaron, a mí me apropiaron. Hay una gran diferencia entre adoptar y apropiar. Apropiar es falsificar la identidad de un niño o niña y anotarlo como propio, eso es un delito, en cambio adoptar es un proceso legal por el cual un niño o una niña acceden a tener una familia- responde Guillermo.
– ¿Cómo era tu relación con tus apropiadores? es la siguiente pregunta.
– Un poco particular, mi apropiador murió cuando yo tenía catorce años, pero no tenía una buena relación. Conmigo nunca fue violento, en realidad fue violento en mentirme y robarme. Y con mi apropiadora lo mismo.
– ¿Cómo te enteraste de la verdad? ¿Qué pasó con tus papás?
– Muchos de nosotros fuimos secuestrados y nacidos en cautiverio porque nuestras madres fueron secuestradas estando embarazadas. Mi historia es particular porque se conoce que mi mamá estaba embarazada, a partir del testimonio de una sobreviviente en el juicio por la megacausa Campo de Mayo y ahí mi familia es convocada para dar una muestra de sangre y cotejar el ADN. Ahí sí, dio positivo. En 2009 me encontré con mi familia, con la verdad y con mi identidad. Mi vida cambió a partir del 2009 porque pude conocer la verdad y empezar a cambiar para conocer un mundo nuevo. Saber quiénes son tus padres, que tenés hermanos, de dónde sos, encontrarte con tu historia, es muy importante. Tengo una muy amplia familia que me recibió muy bien desde el primer momento y cuando me abracé con mis hermanos, sentí que por primera vez tenía algo para toda la vida
– ¿Tenés abuelas? Porque yo tengo dos, le cuenta un niño.
– Sí, muchas –responde Guillermo–. Cada uno de nosotros es un nieto para todas las Abuelas y todas ellas son nuestras abuelas para nosotros. De la misma manera, cada nieto es nuestro hermano. Las Abuelas brindan muchísimo amor en lo cotidiano, en el día a día y son un ejemplo para nosotros. Ellas tienen un objetivo muy claro, siempre apoyándose en el gran amor que tienen.
El encuentro va llegando a su fin. Los niños y niñas siguen levantando la mano, quieren saber más de la historia de Guille. Antes de despedirse, el nieto resalta la importancia de concientizar a toda la sociedad sobre lo que sucedió en la última dictadura y la lucha de los organismos de derechos humanos por la memoria, la verdad y la justicia. “En medio de discursos que cuestionan el número total de detenidos desaparecidos y niegan los crímenes de lesa humanidad cometidos durante el terrorismo de Estado, hoy más que nunca, es importante defender las conquistas en materia de derechos humanos que conseguimos. No hay que abandonar la lucha, hay que acompañar a las Abuelas y defender nuestros derechos para no repetir lo sucedido”, concluye.
Las Abuelas de Plaza de Mayo cumplen el 22 de octubre 46 años de lucha y búsqueda. Las nuevas generaciones son fundamentales en la tarea de conocer qué fue lo que pasó, por qué sucedió, de poder difundirlo y comprender que sus consecuencias persisten. Y un modo de llevar adelante esta tarea es a través del trabajo en cada una de las aulas visibilizando y concientizando entre las y los jóvenes la importancia de defender nuestros derechos y nuestra democracia.
Fuente: Espacio Memoria y DDHH
Autor/a: Espacio Memoria y DDHH
Fuente:AbuelasdePlazadeMayo
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