Homenajean a periodistas que enfrentaron al dictador Videla durante el Mundial ’78
Andrés Alburquerque
Los neerlandeses Jelle Barend y Jan Van der Putten cubrieron el torneo e informaron sobre las violaciones a los derechos humanos: “Sin la Copa, quizá no se hubiera denunciado nada en el mundo”.
Por ANDRÉS ALBURQUERQUE F. / Fotos: AGENCIA TÉLAM Y MUSEO SITIO DE MEMORIA ESMA
Son recordados en Argentina principalmente por tener el coraje de entrevistar a las Madres de Plaza de Mayo y por preguntarle cara a cara al dictador Jorge Rafael Videla por el paradero de los desaparecidos al final del Mundial de 1978.
Jan Van der Putten y Frits Jelle Barend (de izquierda a derecha en la foto principal) quedaron en la memoria colectiva de los transandinos por su compromiso por la conmovedora entrevista que les hicieron a las Madres de Plaza de Mayo y por su arriesgada osadía de preguntarle al genocida Videla por los desaparecidos.
A 40 años del retorno a la democracia, el Centro Ana Frank Argentina (CAFA) los invitó a un encuentro junto a periodistas del país e internacionales, y los neerlandeses rememoraron sus experiencias de junio de 1978: “Cuando llegaron las Madres, les dije: soy periodista de Holanda y quiero conocer su historia. Nos dieron las gracias y nos empezaron a preguntar: ‘¿Dónde está mi hijo?… ¿Dónde está mi marido? Están desaparecidos y nunca supimos más nada’. Nunca olvido esos cinco minutos, fue muy emotivo”, rememoró Barend.
Van der Putten contó que visitó Argentina por primera vez en 1971. Llegó desde Santiago, donde trabajaba como corresponsal en América Latina para una publicación holandesa. Pero la situación cambió tras el golpe de Estado contra Salvador Allende, por lo que después del 11 de septiembre decidió radicarse en Argentina.
Dijo que su diálogo con las Madres surgió a raíz de la invitación que le hizo un equipo de televisión, porque era el único que hablaba español: “Ni siquiera dialogar con ellas era necesario, necesitaban voz, porque estaban en cuestiones de vida o muerte”.
El gobierno militar había instaurado un régimen de terror, que incluía un plato conocido también a este lado de la cordillera: detenciones selectivas, torturas, muertes y desapariciones. La mayoría de la sociedad argentina guardaba silencio (igual que acá), y la organización del Mundial fue utilizada por la dictadura para tratar de generar una buena imagen.
Pero estos intrépidos y odiosos holandeses se atrevieron a informar sobre los crímenes. De hecho, el 1 de junio de 1978, día de la ceremonia inaugural, en lugar de ir al estadio, ellos acudieron a la Plaza de Mayo para dialogar con la Madres. Bastó colocar delante de ellas un micrófono. Así, por ejemplo, el ruego desconsolado de Marta Moreira de Alconada dio la vuelta al mundo: “¡Por favor, ayúdennos! Son nuestra última esperanza”.
COMO HITLER EN 1936
La decisión de la TV holandesa produjo un efecto multiplicador, porque a partir de entonces varias emisoras europeas comenzaron a programar notas con la Madres (ya sabemos cómo actúan los editores de noticias cuando reaccionan ante un “golpe noticioso”).
Finalmente, Argentina derrotó 3-1 a Holanda en la final, y Mario Kempes y Daniel Bertoni provocaron el delirio que, al menos por unas semanas, opacó el temor por los abusos del gobierno de facto encabezado por Videla.
Al término del Mundial, se organizó una cena de clausura a la que Holanda decidió no asistir. Pero Frits Barend ingresó camuflado con la credencial del futbolista Wim Rijsbergen, y en un momento se acercó a Videla y se presentó con una frase de buena crianza: “Felicidades por ganar el Mundial”. Luego le dijo que él era holandés y su nombre.
Prosigue el periodista: “Después le dije: ‘Quiero saber algo más: ¿dónde está la gente desaparecida?’”.
Tras un momento de sorpresa, el dictador le respondió: “Perdón, ¿de qué habla?”.
“Se dice que hay 30 mil personas desaparecidas en el país”, respondió Barend en su perfecto español.
“¡Eso es mentira!”, contestó Videla, esta vez evidentemente enojado.
“No son mentiras. El primer día del Mundial fui a Plaza de Mayo, hablé con mujeres, con Madres. He visto sus ojos, es la verdad”, le contestó.
El diálogo duró algunos minutos más. Posteriormente, hombres de seguridad lo echaron y le dijeron que Videla no quería hablar más con él.
El momento fue captado por el fotógrafo Bert Nienhuis (ver foto en blanco y negro), y se publicó en el semanario Vrij Nederland.
“Después de eso, pasamos tres días encerrados en el hotel y le pedí a mi colega que durmiéramos juntos, en la misma habitación, porque sentí que no era seguro para mí”, recordó Barend.
Una de las Madres de la Plaza, María del Rosario Cerruti, entregó su testimonio en el libro “78. Historia oral del Mundial”, de Matías Bauso: “Un periodista holandés (…) venía todos los jueves a la Plaza. Al volver a su país escribió una doble página central que tuvo mucho impacto. Así se interesó por nosotras la Asociación Holandesa de Mujeres, que había luchado contra el nazismo. Y empezaron a juntar plata, porque nos dijeron que teníamos que tener nuestro lugar. Nos ayudaron mucho y con ese dinero compramos nuestra primera casa”.
Barend agrega: “Entendimos que ese Mundial no fue un mundial de fútbol sino un mundial para defender el régimen de Videla, como lo fueron los juegos Olímpicos de 1936 en Berlín para defender a Adolf Hitler”.
Por eso para él, “sin el Mundial 78, quizá no se hubiera denunciado nada en el mundo. Los periodistas pueden ir a los Mundiales, pero deben escribir lo que pasa fuera del estadio, no solamente del deporte. Nunca olvidaré en mi vida esos cinco minutos con las Madres en la Plaza. Esas mujeres son heroínas, porque para hacer eso hay que ser muy valiente”.
Fuente:ElAgora
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