La aberrante coincidencia del discurso de Milei con
la justificación de los genocidas argentinos
La reivindicación del dirigente de ultraderecha a
los crímenes de lesa humanidad que se cometieron durante la dictadura militar
destruye un consenso social que parecía sellado en la Argentina
hace largo tiempo.
En el debate presidencial, Milei repitió las mismas palabras que pronunció Massera en su defensa en el Juicio a la Juntas.
Pese a la grieta que creció en la sociedad en los últimos años, había un consenso que parecía zanjado y sellado en la Argentina hace largo tiempo. Un acuerdo tácito ganado a fuerza del reclamo incesante por "Memoria, Verdad y Justicia" que inició a saldarse, en 1985, con el Juicio a las Juntas Militares y continuó en 2003 con la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final que permitieron la reapertura de los Juicios por la Verdad, donde el país logró un merecido reconocimiento en todo el mundo por ser pionero en juzgar a sus propios genocidas.
Sin embargo, sin sonrojarse y ante millones de argentinos que veían en sus casas este domingo el debate presidencial, Javier Milei utilizó casi idénticos argumentos a los esgrimidos por los dictadores Jorge Rafael Videla y Emilio Eduardo Massera para justificar los delitos de lesa humanidad por los que fueron condenados.
“Guerra”, “excesos”, “el curro de los Derechos Humanos”, "no fueron 30 mil los desaparecidos", son algunos de los conceptos que disparó -uno tras otro- el candidato a presidente de La Libertad Avanza para negar el genocidio organizado y perpetrado sistemáticamente por las Fuerzas Armadas durante la última dictadura cívico-militar, el cual fue largamente probado durante los juicios que se siguen llevando adelante por los crímenes cometidos en el marco del denominado "Proceso de Reorganización Nacional".
Secuestros, torturas, violaciones, abusos sexuales, partos clandestinos, bebés robados, niños secuestrados y torturados, trabajo esclavo, fusilamientos, propiedades robadas y desvalijadas, persecución, personas inconscientes tiradas al mar desde aviones, cuerpos enterrados en fosas comunes, incinerados o enterrados como NN en cementerios, no fueron hechos aislados sino delitos ejecutados en el marco de un plan sistemático de exterminio. Para cualquier persona de bien, son aberraciones; Milei las llama "excesos".
Con total impunidad y ante la falta de una ley que condene el negacionismo -tal y como hay en Alemania para quienes nieguen el Holocausto- Milei introdujo nuevamente una postura que fue descartada hace décadas: la "teoría de los dos demonios". Esa visión plantea que la Doctrina de Seguridad Nacional y la metodología represiva empleada por la dictadura fueron ejercidas como respuestas a una violencia precedente, la de los grupos guerrilleros, y reproduce el argumento de las Fuerzas Armadas, es decir: aquel que sostiene que ha sido la "subversión" la generadora de la violencia.
"Nosotros valoramos la visión de Memoria, Verdad y Justicia. Empecemos por la verdad: no fueron 30 mil los desaparecidos. Son 8753. Por otra parte, estamos absolutamente en contra de una visión tuerta de la historia. Para nosotros, durante los '70 hubo una guerra. Y en esa guerra, las fuerzas del Estado cometieron excesos", comenzó Milei sus dos minutos para hablar, precisamente, por el eje temático elegido por la ciudadanía, que fue "Derechos Humanos y convivencia democrática".
La elección de palabras del economista de la ultraderecha parece azarosa ni inocente. "Guerra" y "excesos" son los pilares argumentativos en los que se basaron las defensas de los genocidas en sus alegatos en el célebre Juicio a las Juntas Militares, recientemente reconstruido en la película "1985", en la que Ricardo Darín interpreta al fiscal Julio César Strassera.
"No he venido a defenderme. Nadie tiene que defenderse por haber ganado una guerra justa. Y la guerra contra el terrorismo subversivo fue una guerra justa. Sin embargo, yo estoy aquí, procesado, por haber ganado una guerra justa... Lo único que yo sé es que aquí hubo una guerra entre las fuerzas legales, donde -si hubo excesos- fueron desbordes excepcionales, y el terrorismo subversivo, donde el exceso era la norma", esgrimió frente al tribunal el represor Massera.
Idénticos términos fueron utilizados en su cierre por el abogado defensor de Videla, Carlos Alberto Tabares: "Este proceso es acompañado de una intensa campaña tendiente a descalificar la guerra desatada en la Nación por el terrorismo incidiendo en forma negativa sobre el accionar de las Fuerzas Armadas. La pertinaz acción de confusión sobre la configuración del hecho, intenta desconceptualizarlo con la reiteración en materia de excesos, ignorando las acciones y los métodos de la guerrilla... No se puede aceptar la insistencia de ignorar u olvidar la tragedia de la guerra vivida en la Nación, la agresión subversiva".
Siguiendo la misma línea, Milei excusó la conducta criminal y atroz de los genocidas argentinos en las acciones de los integrantes de Montoneros y del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Incluso, desconociendo todos los tratados de Derecho Internacional, en su encendido discurso, las equiparó con los delitos de Lesa Humanidad perpetrados por el Estado represor.
"Pero también los terroristas de Montoneros y los terroristas del ERP mataron gente, asesinaron gente, torturaron gente, pusieron bombas, hicieron un desastre y también cometieron delitos de Lesa Humanidad", dijo el candidato presidencial de LLA, ignorando que la mayoría de las víctimas a las que los genocidas torturaron, violaron, mataron y desaparecieron eran estudiantes y obreros que militaban en organizaciones políticas no armadas.
De hecho, el escritor Martín Kohan -en un memorable cruce televisivo con Darío Lopérfido- que investigó exhaustivamente la lucha armada previa al golpe militar de 1976, aseguró que, después del 24 de marzo de ese año, "la capacidad de combate y de operación de las agrupaciones armadas estaba prácticamente desarticulada y lo que siguió fue una matanza feroz para quebrar todo sentido de participación política, de reivindicaciones sociales".
Como si fuese poco sustituir "guerra" por genocidio y "excesos" por crímenes de Lesa Humanidad, Milei redobló la apuesta y agregó: "Además, tampoco estamos de acuerdo con los curros de los Derechos Humanos. Aquellos que usaron la ideología para ganar plata, para hacer negocios turbios".
En las redes sociales, las afirmaciones del candidato presidencial -quien acusó a sus opositores de "reescribir la Historia"- fueron fuertemente repudiadas y muchos utilizaron el video del discurso final de Strassera en el Juicio a las Juntas para rebatir sus dichos, tal y como lo hizo en 1985 con los genocidas que estaban sentados en el banquillo de los acusados.
"Este juicio y esta condena son importantes y necesarios para la Nación argentina, que ha sido ofendida por crímenes atroces. Su propia atrocidad torna monstruosa la mera hipótesis de su impunidad, salvo que la conciencia moral de los argentinos haya descendido a niveles tribales. Nadie puede admitir que el secuestro, la tortura o el asesinato, constituyan hechos políticos o contingencias del combate", dijo el fiscal en su alegato.
"Ahora que el Pueblo argentino ha recuperado el gobierno y control de sus instituciones, yo asumo la responsabilidad de declarar en su nombre que el sadismo no es una ideología política ni una estrategia bélica, sino una perversión moral", fue otra de las destacadas frases de su discurso, que tranquilamente podrían caberle hoy a Milei, que con su repetición de los argumentos vetustos y falaces de los genocidas lejos está de postularse "para gobernar una Argentina nueva, una Argentina distinta", tal y como pregonó en el debate que tuvo lugar en la Universidad Nacional de Santiago del Estero.
En cuanto a la cantidad de desaparecidos, Milei utilizó la cifra que fue publicada en el informe de la Conadep en 1984 y desestimó que fuesen 30 mil. Ahí su discurso tiene otra escalofriante coincidencia con el de Videla, quien en una entrevista que le realizó el periodista Ceferino Reato admitió: "Pongamos que eran 7 mil u 8 mil las personas que debían morir. No podíamos fusilarlas. Tampoco podíamos llevarlas ante la Justicia".
"En toda guerra hay un saldo de lisiados, de muertos y de desaparecidos cuyo paradero se desconoce. Este es el caso. Pero cuántos son se podrá discutir, no está en el número. El problema está en el hecho", dijo el dictador en otra entrevista grabada por la editorial Sudamericana.
Al respecto, también se había expresado con mucha calidad el intelectual Kohan: "La de 30 mil es una cifra abierta en el sentido más fuerte de una cifra abierta. Es una interpelación al Estado, es una exigencia de respuesta indeclinable... No tenemos muertos, tenemos desaparecidos. Porque la represión fue clandestina. Porque no hubo cuerpos. Porque se siguen buscando los cuerpos. Porque se siguen buscando los niños apropiados. La cifra está abierta por eso".
"Porque si el Estado reprimió de manera clandestina e ilegal y los cuerpos los sustrajo y la información no la dio. La cifra abierta no es sólo que no sabemos. No es que inventamos, como se dice tontamente -o macabramente-, la cifra de 30 mil. Es la exigencia a una repuesta", cerró.
Fuente:0223
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