Por Miguel Mazzeo* , Resumen Latinoamericano, 19 de noviembre de 2023.
Todo mi pueblo está enfermo y no existe el arma de la reflexión con la que uno se pueda defender (…) Y uno tras otro, cuál rápido pájaro, puedes ver que se precipitan, con más fuerza que el fuego irresistible, hacia la costa del dios de las sombras…”
Sófocles, Edipo rey . (Coro: Estrofa segunda).
La ultraderecha, representada por el binomio de La libertad Avanza , integrado por Javier Milei y Victoria Villarruel, acaba de ganar las elecciones presidenciales en la Argentina. La fórmula de la fuerza oficialista, Unión por la Patria , encabeza por Sergio Massa y Agustín Rossi ha sido derrotada. El gobierno nacional quedará en manos de un ultraliberal sociópata, dogmático y emocionalmente deshecho y de una defensora de genocidas y apologista de la crueldad. ¿La pesadilla se hizo realidad? En sentido estricto buena parte de esta sociedad ya habitaba una zona de zozobra, desasosiego, alucinación y descomposición del lenguaje. Pero la pesadilla se formalizó y se hizo efectiva para la gran mayoría. Se oficializó. Lo absurdo avanza. El desquicio avanza… ¿Hasta dónde llegará? No lo sabemos. Pero imaginamos lo peor.
La propuesta política que pretende sintetizar los proyectos de la dictadura militar (1976-1983) y el menemismo (1989-1999) ha concitado la adhesión de una porción significativa de la sociedad argentina. Por lo menos eso es lo que trasuntan los guarismos electorales. Habrá que esperar un tiempo (breve, seguramente) para saber si tendrá apoyos sociales y políticos de cierta intensidad. Pero la circunstancia, aunque anunciada hace tiempo por diversos deterioros, no deja de ser pavorosa. No nos sorprende el colapso, pero nos horroriza su cauce. ¿Cómo pudo ocurrir algo así? No vimos el huevo de la serpiente. No vimos los innumerables nidos. Y ahora estamos frente a un momento histórico abismal.
No atendimos un problema presagiado, tal vez, desde hace décadas: el de la representación política del sub-proletariado (o el precariado, si se prefiere). No advertimos la realidad que se desplegaba frente a nuestros ojos: la existencia de “masas” en situación de “disponibilidad hegemónica”. Se trata del problema de la vida precaria como suelo propicio para la pérdida del sentido de lo público y lo común; en fin, como tierra fértil para la ultraderecha. El círculo más vicioso, en más infame, es aquel que permite la retroalimentación entre la vida precaria y el fascismo. La vida precaria y la Polis son incompatibles.
Finalmente, la ultraderecha capitalizó, no solo la impiedad de una parte de la sociedad argentina sino también la desesperación y la angustia generada por las vivencias cotidianas de destinos inciertos y precarios. Queda demostrado, una vez más, que esas vivencias pueden borrar las razones históricas y todas las razones. La sinrazón ha sido el caldo de cultivo de la ultraderecha que cosechó los frutos de varios círculos viciosos.
No corresponde “inocentizar” o “victimizar” a todo el electorado de la ultraderecha, allí habitan núcleos ultramontanos, la reacción patriarcal, el fascismo social promedio y el fascismo doctrinario de Villarruel y sus patrullas, la voracidad del capital financiero que se relame con la dolarización anunciada, el gorilismo en su versión más radical, los sectores fieles a Mauricio Macri (sus empleados más indignos y serviles y sus aliados corporativos). Pero todo eso no le hubiera alcanzado a la ultraderecha para ganar una elección presidencial.
La ultraderecha ganó porque fue votada masivamente por los sujetos que ella misma se apresta a descartar y que serán los primeros en padecerla: pibitos “marrones” y pobres, sectores bajos de las clases medias que perdieron todo suelo sólido bajo sus pies, gente “común” que está afuera de todo marco de contención; víctimas de un abanico de desigualdades: sociales, políticas y simbólicas; cuerpos explotados y disciplinados, cuerpos sin ilusión; porciones de las clases subalternas y oprimidas sin sentido de pertenencia comunitaria (una circunstancia que plantea un espacio de afinidad ente ellas y las clases dominantes).
De seguro la ultraderecha intentará canalizar esos estados y sentimientos en función de la destrucción de los restos de la cultura nacional-popular, de izquierda, e incluso “liberal progresista”. Ya conocemos los pormenores del relato indigno, su proyecto disciplinador tendiente a suprimir las otras conciencias; vislumbramos el revanchismo que porta un Macri sin máscaras en esta nueva posibilidad de poder que la historia le regala, pero… ¿a qué prácticas concretas apelará la ultraderecha para lograr tales fines? Una fría memoria de prohibiciones, persecuciones y exilios; de genocidios y masacres cala nuestros huesos.
En contra de la suposición generalizada, la ultraderecha no debió apelar a ninguna destreza política original para convertirse en la principal fuerza electoral, ni siquiera a astutos ardides comunicacionales y propagandísticos. Para introducir nuevos sujetos y nuevos objetos políticos y para sintonizar con el deseo de destrucción (legítimo) de un orden intolerable y con los sentimientos autodestructivos de una parte importante de la sociedad argentina le bastaron sus características inherentes, las más distintivas: una visión de la naturaleza humana como egoísta y violenta, la vocación de sojuzgar y explotar, su concepción reaccionaria del mundo, el cipayismo extremo, el delirio de odio, la inmensa crueldad, la argumentación contra la diferencia y la vida, etc. Para apropiarse del deseo de destrucción fueron suficientes las alegorías y las palabras incendiarias o podridas. Para atrapar los sentimientos autodestructivos no se necesitó más que una dosis de sadismo.
Impactan los datos recogidos por una encuesta realizada a los votantes de Javier Milei poco después de las elecciones primarias. Ante la pregunta: ¿a qué candidato le tiene más miedo? Un alto porcentaje respondió: a Milei.
Los enemigos de la dignidad humana solo tienen que mostrar su verdadera faz para seducir a los seres devastados que solo conciben un futuro a partir de la idea del sabotaje y de la aceleración del fin del mundo. Por eso ganó las elecciones un sujeto con evidentes trastornos antisociales de la personalidad que posa de Alexander De Large (La naranja mecánica ), de Leatherface (El loco de la motosierra ), de Jack Torrance (El resplandor ) y de Patrick Bateman (American Psycho ). Lamentablemente, este no es un ejercicio de ficcionalización de la política.
El recurso a una felicidad ilusoria del pueblo, siempre tan eficaz para ejercer la dominación, no hizo falta esta vez. A Sergio Massa y a Unión por la Patria no les sirvió. Esa ilusión ha dejado de ser creíble, en especial para las generaciones del siglo XXI. Como ha dejado de ser creíble la promesa de la movilidad social ascendente por la vía del trabajo y/o el estudio. La idea de la “realización individual” también ha colapsado, aunque sea uno de los leiv motivs preferidos de la ultraderecha. El capitalismo neoliberal se ha encargado de menoscabar las ilusiones y las promesas de antaño. Los viejos mitos de la era fordista están agotados, definitivamente. Unión por la Patria apeló al último suspiro de estos mitos, pero no alcanzó. Los votos y la influencia social de las últimas generaciones moldeados por ellos fueron insuficientes. También ha perdido credibilidad el recurso al “mal menor”. Las generaciones del siglo XXI patearon el tablero: votaron masivamente al “mal peor”. La figura de Victoria Villarruel, la vicepresidenta electa, es clave para definir el carácter de esa opción.
A las generaciones del siglo XXI se les presentó la oportunidad de vengarse de las generaciones remanentes del siglo XX, en buena medida responsables de esta crisis, y no la desaprovecharon. No se vengaron de los multimillonarios, sino de los sectores que apenas ocupan algún corte o escala superior. La potente narrativa “anti-casta” de la ultraderecha responsabilizó de todos los males a la dirigencia política y ofreció un cauce para vengarse también de ella. Poco importa la inconsistencia de esta narrativa. Poco importa que la misma oculte a los verdaderos opresores y cargue las tintas en las mediaciones políticas. Poco importa la insignificancia del gasto político en el gasto público total. Poco importa el baño de casta aportado por Macri y su coro patético. La “clase política”, en última instancia, no deja de remitir a unos planos secundarios. Pero las generaciones del siglo XXI solo pueden ver la desigualdad más a mano.
Las clases subalternas y oprimidas, de no mediar el desarrollo de una conciencia nacional-popular y de clase y sin la intercesión de identidades positivas autónomas y críticas gestadas al calor de procesos de lucha y organización, es decir: sin posibilidades de poner en tela de juicio las categorías del orden social hegemónico, usualmente toman contacto con el agente más visible de la humillación y no con quien la planifica. El agente más visible e inmediato. La otra desigualdad, la desigualdad “estructural”, se ha tornado tan abismal y ha sido tan naturalizada que resulta prácticamente imperceptible. Ahora casi toda la sociedad está incluida en la vorágine de la degradación.
Una significativa porción de las y los votantes de Milei-Villarruel nos están diciendo: se acabarán los “privilegios” que tienen otras y otros, tales como trabajar o vivir del trabajo, comer más o menos bien, estudiar, jubilarse, ocasionalmente vacacionar, gozar de bienes y servicios básicos, acceder a los espacios públicos, etc. Se terminaron los objetivos colectivos como simulación y fachada que esmerilaron la confianza en los objetivos colectivos. Ahora nos toca a las hijas e hijos de la deshumanización imponer un sólo objetivo colectivo: nos hundimos todos y todas. ¡Disolución social para todos y todas! ¡Patria para nadie!
El repudio y el espanto justificado por lo que se avecina no debería desdibujarnos el rostro auténtico de quienes generaron esos sentimientos, de quienes contribuyeron a este envilecimiento e hicieron posible esta terrible configuración socio-cultural de Argentina, sobre todo en sus estratos subalternos y oprimidos.
Existen responsables directos y cómplices del proceso de deshumanización que creó a un payaso siniestro como Milei y que encumbró a un personaje marginal y defensor de genocidas como Villarruel y a una corte de personajes perversos y/o bufos.
Existen responsables directos y cómplices de la invisibilización de la lucha de clases y del deterioro de las subjetividades plebeyas-populares, del avance de la cultura represora y la política borderline, del desarme de la democracia, del cierre de toda salida rebelde (o por lo menos más o menos sensata sensible) a la crisis. Durante cuatro décadas, en nombre de “lo popular”, las clases dominantes y un conjunto de sectores social y políticamente conservadores se dedicaron a desdibujar las diferencias y a incrementar las desigualdades. Hubo pocos contrapesos para el plebeyismo impulsado desde arriba y aceptado y reproducido por diversas burocracias. No se ejerció una crítica a fondo a la “experiencia popular” sin experiencia popular.
Claro está, también hizo su trabajo de zapa la indiferencia de millones. La indiferencia de la ciudadanía “honesta” y “bienpensante”, políticamente correcta, ideológicamente ecléctica. La indiferencia de quienes naturalizan las situaciones más aberrantes. La indiferencia de esas personas que no se percatan de que, en esta jungla, tener las necesidades básicas satisfechas las convierte en privilegiadas. La indiferencia de la militancia política estatal, gestionaria y asistencial. La indiferencia de la militancia ilustrada y prescriptiva que prioriza la fidelidad al dogma antes que a los sujetos concretos. La indiferencia de la militancia blindada que apela al análisis de clase solo para justificar su desapego al gris de las coyunturas y para ocultar (sin éxito) su incapacidad de trascender la democracia burguesa ocupando y tensionando los espacios que esta ofrece. La indiferencia de la militancia que se refugia en la legitimidad de las causas “identitarias” para escaparle a las responsabilidades políticas. La indiferencia de la militancia que se siente cómoda en las coordenadas del “todo o nada” propias del pensamiento bifásico.
En buena medida llegamos hasta aquí porque durante casi cincuenta años se fue conformando (con diferentes ritmos e intensidades) una sociedad a medida del mercado y se fueron deteriorando los imaginarios igualitarios. ¿Qué comportamientos políticos se pueden esperar de una sociedad financiarizada, fragmentada, endeudada y precarizada? Incluso las instituciones públicas (las más “autónomas” y “democráticas”) no han sido ajenas a este proceso. Ellas también, a su manera, se dedicaron a darle rostro al engendro ultraderechista. Lo fueron anticipando, “democráticamente”, sin motosierra. Erigieron una maquinaria política dedicada a metabolizar las frustraciones sociales, no a erradicarlas. Ahorra se topan cara a cara con la criatura que engendraron y los invade un sentimiento de consternación.
Muchas de estas instituciones han estado comprometidas con prácticas y narrativas como el extractivismo, el emprendedurismo, los modelos de gerenciales de la política, la “ciencia empresarial”, las micropolíticas neoliberales, la expansión de lo privado en desmedro de lo público y lo común, una concepción del espacio público como “excedente improductivo”, la violencia institucional, etc. Se dedicaron a la contención del conflicto social y político y no a potenciar los entramados de la sociedad civil popular. Buscaron clausurar la deliberación y el disenso apelando de múltiples vías. Promovieron una política que fagocitó lo político. Acumularon deudas e injusticias que ayudaron al triunfo de los verdugos. El Estado, descaradamente clasista, violento hacia abajo, le simplificó “los trámites” a las clases dominantes y a los poderes fácticos y se los complicó demasiado a las clases subalternas y oprimidas. Tanto se los complicó que les distorsionó la mirada y ahora estas no son capaces de reconocer las porciones del Estado que les son indispensables, favorables e incluso propias.
En líneas generales, la mayoría de las instituciones argentinas, no dio respuestas rotundas a los problemas de fondo: la soberanía nacional, la desigualdad social, la concentración de la propiedad y la renta, el hambre, la inflación, la participación popular, en fin, la matriz económico-social y política. Por el contrario, se programó institucionalmente el sufrimiento, administrándolo; se planificó institucionalmente el hambre, dosificándola. Y ahora, una parte importante de la sociedad (en especial de la sociedad civil popular) votó por quienes, directamente, proponen arrasar con esas instituciones, desregulando el sufrimiento y multiplicando el hambre. Votó asumiendo el riesgo (o incluso con certeza) de sacrificar lo poco que tiene para perder.
Ninguna fuerza política (social, cultural, etc..) plebeya, popular, crítica y emancipadora fue capaz de canalizar ese repudio en un sentido superador, de construir colectivamente y desde abajo una “excedencia del ser” y de proponer un poder instituyente-constituyente viable. La izquierda (en un sentido amplio) no desarrolló una praxis orientada a desbaratar los procesos que abonaban las complicidades ente las clases subalternas-oprimidas y las clases dominantes. No logró trocar la complicidad por resistencia. Las limitaciones y los errores del kirchnerismo, afectaron las posibilidades del peronismo para recomponer sus vínculos (cada vez más endebles) con los imaginarios igualitarios. Además, no podemos olvidar que, poco tiempo atrás, la candidatura del candidato derrotado había sido calificada por estos sectores como una claudicación terrible.
Partiendo de la caracterización que Karl Marx proponía sobre la religión, podemos afirmar que el voto a la ultraderecha expresa: “el estado de ánimo de un mundo sin corazón”. Para comenzar a salir de este atolladero, de esta ciénaga, es necesario reconocer que el voto a la ultraderecha no deja de contener un “momento de crítica”, una protesta contra un conjunto de “miserias reales”, la representación de una justa rabia. No todo es servilismo voluntario o servidumbre automática. No todo es crueldad, No todo es alienación. Que esta crítica y esta protesta se hayan expresado en el apoyo electoral a una política que quiere profundizar esas mismas miserias y expandirlas al máximo, que la mitad del país no perciba esta circunstancia como trágica, es efecto del estado de ánimo de un mundo sin corazón. Por lo tanto, habrá que ingeniárselas para restituirle corazón al mundo.
De lo señalado se deduce que los pilares sobre los que se sostiene la ultraderecha no dejan de ser muy endebles. Carece de poder político y todo indica que no dispone de recursos ideológicos y simbólicos –ni de mucho tiempo– para construirlo. No posee ningún ejecutivo provincial y municipal propio y no parece tener muchas chances de sumar aliados de fuste por fuera de las sectas ultramontanas y los empresarios del saqueo. ¿Existen condiciones para componer un partido militar o un partido policial tal como anhela la vicepresidenta electa? Parece más factible un experimento paramilitar. Lo que, por supuesto, también augura tiempos difíciles. ¿Un proyecto de dominación sin hegemonía? ¿Podrá la otra derecha, la derecha tradicional y “normal”, derrotada y deslegitimada, constituirse en un apoyo eficaz? ¿Cuánto podrá aportar un sujeto políticamente perverso como Macri?
Por otra parte, no se ha desarrollado una conciencia de masas reaccionaria. ¿Cuán importante es la porción de la sociedad argentina que se identifica realmente con los gritos a favor de la propiedad privada, la familia, la religión, el patriarcado; con la radicalización de los juicios y los patrones clasistas de las clases dominantes; con sus representaciones aberrantes del pasado? ¿Cuántas personas están consustanciadas con las posiciones que sugieren que el estado natural de la sociedad es la jerarquía y que el capital es un valor absoluto? No se ha desarrollado una conciencia de masas reaccionaria, pero algo espantoso ha ocupado el lugar de la conciencia.
Aunque en los próximos días (¿meses?, ¿años?) algunos personajes oscuros y algunas agrupaciones que promueven procedimientos inquisitoriales obtengan una visibilidad inusual, no dejarán de ser expresiones minoritarias. El problema, además del impulso que dan los votos, es el amparo del que ahora disponen quienes, muy probablemente, se lancen a la localización policíaca de anticristos marxistas, colectivistas, feministas, indigenistas, etc. El problema, como tantas veces en la historia, es la indiferencia colectiva.
La ultraderecha solo ha capitalizado el deseo de destrucción y los sentimientos autodestructivos de la sociedad argentina. Sin embargo, sigue siendo una fuerza diferente y ajena a esta última. No comprende las verdaderas causas de este deseo y estos sentimientos, ni podrá responder a ellas. Tiene poco que ver con el país. La ultraderecha no puede evitar la autoexclusión. Incluso carece de arraigo en el “país burgués”, salvo en sus núcleos financieros, rentísticos, abiertamente lanzados al saqueo y al terrorismo de la iniciativa privada. También está Macri, claro. No hace falta demasiada lucidez histórica para entender que todo lo que roce a Milei quedará indefectiblemente enmierdado.
El proceso de destrucción, claro está, se centrará en lo comunal y lo público y eso generará un abanico de respuestas defensivas espontáneas y organizadas. Por otro lado, es imposible construir algo positivo con la materia de los sentimientos autodestructivos. Estos sentimientos solo alimentarán unos vínculos políticos perversos y nunca unas convocatorias hegemónicas. La ultraderecha carece de los insumos necesarios para construir una épica política. Por el contrario, su brutalidad –garantizada– contribuirá más temprano que tarde a la gestación de épicas políticas opositoras.
Luego, si el encumbramiento de la ultraderecha constituye una reacción a los procesos de disolución del capital… ¿cómo hará entonces para construir un poder sólido con políticas que, precisamente, se plantean acelerar esos procesos, profundizando cada una de las aberraciones del sistema? Estas inconsistencias no atenuarán el daño que puede llegar a causar la ultraderecha con los resortes el gobierno y con algún poder; es más, probablemente lo incrementen, pero, sin lugar a dudas, exponen sus enormes fisuras.
La posibilidad de una salida represiva y autoritaria responde, pues, a factores estructurales, no solo al perfil dirigencial de la ultraderecha, a sus figuras vinculadas a los sótanos más oscuros de la política argentina, apologistas de genocidios y torturas. La única respuesta de la ultraderecha frente a la complejidad social fue y será el odio. Un odio que, además, expresa su miedo atávico a las consecuencias de reconocer la cooperación sobre la que descansa la vida social. Para la ultraderecha el odio es, básicamente, el medio para superar la legalidad.
Se avecinan días muy complicados para la mayor parte de la sociedad argentina, especialmente para las trabajadoras y los trabajadores, para las y los de abajo. Sin embargo, se intuye la predisposición resistente. ¿Cuánto tiempo tardarán en masificarse las consignas: ¡fuera Milei!, ¡fuera Villarruel!, ¡fuera Marcri!? Mas temprano que tarde comenzarán a retumbar por los barrios y por las calles. Además de la ineludible e irreductible lucha popular, no podemos obviar las aspiraciones apocalípticas de una parte importante del voto a la ultraderecha. ¿Cómo administrar esas aspiraciones sin generar una catástrofe? No es necesario tener patente de augur para afirmar que este experimento terminará mal. Muy mal.
Nosotras, nosotros, nosotres debemos elaborar una lúcida hipótesis de resistencia, poner en pie múltiples sistemas de auto-cuidado y, al mismo tiempo, construir la autodeterminación popular. Ya es tiempo darle una salida popular (anticapitalista, anticolonialista, antiimperialista, antipatriarcal, democrática) a la crisis profunda que atravesamos. Para eso, las organizaciones populares y los movimientos sociales, todas las fuerzas políticas que aspiran al cambio social, tendrán que dejar de ser gestionarias o testimoniales, banales o inofensivas.
Debemos trocar los sentimientos autodestructivos de las y los de abajo en autoestima y en poder popular y recomponer los imaginarios igualitarios, evitando que sean apropiados por las burocracias tradicionales y que sean subsumidos en frentes nacionales conducidos por sectores de las clases dominantes. Más que frentes electorales testimoniales, debemos dar a luz –en la calle, en los territorios– una fuerza política emancipadora enraizada en la sociedad civil popular.
Debemos militar para desmitificar el poder de los dominadores, de los mercenarios, de los perpetradores de distopías, de las y los que ahora vienen a destruir lo que nos queda de Nación, a quitarnos la soberanía residual, a liberar genocidas.
Reiteramos: se avecinan días muy complicados. Días de resistencia. De nosotras, nosotros y nosotres dependerá que sean constructivos de lo radicalmente nuevo, en fin: que sean épicos.
Lanús Oeste, 19 de noviembre de 2023.
*Escritor, docente de la UBA y la UNLa y militante popular.
La mesa chica de Javier Milei: quiénes se perfilan para el futuro gabinete Resumen Latinoamericano, 19 de noviembre de 2023.
La reforma del Estado que anunció La Libertad Avanza dejará en pie 8 de los 18 ministerios existentes. Quiénes integran el “anillo de confianza” y los que podrían encargarse del ajuste devastador que prometió el libertario en campaña. Los nombres, la presión de Macri por un ministerio clave y el enigma de Economía.
Javier Milei fue electo presidente de la Argentina y se esperan definiciones sobre su futuro gabinete.. Imagen: NA Su hermana, una serie de economistas libertarios y exfuncionarios del Gobierno de Mauricio Macri podrían integrar el futuro gabinete de Javier Milei, el candidato de La Libertad Avanza que asumirá como presidente el 10 de diciembre tras imponerse ante Sergio Massa en el balotaje. Uno por uno, quiénes integran el “anillo de confianza” del ultraderechista, los ministerios que prometió recortar y los nombres que suenan para una nueva etapa de la política argentina.
Los ministerios que quiere Javier Milei El economista ultraliberal planea una reforma del esquema ministerial y sólo quedarán en pie 8 de las 18 carteras que existen actualmente. Defensa, Justicia, Economía, Relaciones Exteriores, Infraestructura, Seguridad, Interior y una nueva cartera llamada Capital Humano —en la que se unificarían Desarrollo Social, Salud, Trabajo y Educación bajo el rango de secretarías — serían los ministerios del gobierno de La Libertad Avanza . “¡¡¡Afuera!!!”, gritó meses atrás en un programa de televisión al anunciar que si era electo eliminaría ministerios clave como Salud y Educación, entre otros.
Cabe destacar que los posibles funcionarios fueron mencionados por el propio Milei antes de recibir el apoyo de Mauricio Macri y se espera que el expresidente tenga un rol clave en el armado de gobierno, imponiendo a su propio núcleo de confianza, entre ellos varios exministros entre 2015 y 2019.
Luego de las PASO, el economista ultraliberal dio a conocer algunos nombres de quienes podrían integrar su gabinete en una entrevista con el periodista Jonatan Viale en La Nación + . Si bien evitó revelar quién será su ministro de Economía, dio algunas pistas: “Va a ser alguien tan ortodoxo como yo, al que le guste la motosierra tanto como me gusta a mí “, disparó Milei, entre risas, antes de deslizar que el hombre en cuestión se encontraba hasta ese momento en el exterior.
Milei y su hermana
En Economía, un rejunte de viejos conocidos Milei había anticipado la llegada de varios economistas a su equipo, entre ellos algunos viejos conocidos, como Roque Fernández y Carlos Rodríguez , ambos funcionarios en el segundo mandato de Carlos Menem . Otro de los nombres que sonó con fuerza para Economía es Federico Sturzennegger , expresidente del Banco Central durante la gestión de Macri, quien desde hace meses tiene una fuerte cercanía con Milei.
Fernández fue ministro de Economía entre 1996 y 1999 y fue presidente del Banco Central entre 1991 y 1996, es contador público por la Universidad de Córdoba y tiene un doctorado en Economía de la Universidad de Chicago , usina del pensamiento ultraliberal en Estados Unidos. Actualmente se desempeña como director del Fondo para la Promoción de la Investigación de la Universidad del CEMA .
Por su parte, Carlos Rodríguez, designado como jefe del Consejo de Asesores Económicos de La Libertad Avanza, es Licenciado en economía por la Universidad de Buenos Aires, también pasó por la Universidad de Chicago , donde obtuvo un doctorado en la materia, y formó parte del Fondo Monetario Internacional .
Además, fue Secretario de Política Económica de la Nación entre 1997 y 1998, durante el segundo gobierno de Carlos Menem, donde fue sucedido por el exministro del Interior de Mauricio Macri , Rogelio Frigerio.
Emilio Ocampo es otro de los que integrarán el equipo económico de Milei. Es director del Centro de Estudios de Historia Económica de la Universidad del CEMA (UCEMA) e integra el Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso . Además, es investigador asociado del think tank norteamericano Center for Strategic and International Studies (CSIS). Ocampo se presenta como el encargado del plan de dolarización de Milei y escribió, junto a Nicolás Cachanosky , el libro Dolarización, una solución para la Argentina .
Victoria Villarruel, la vicepresidenta negacionista que desembarca en Defensa y Seguridad El presidente electo manifestó varias veces que su compañera de fórmula, Victoria Villarruel , se ocupará de decidir quién quedará a cargo de los ministerios de Defensa y Seguridad. Según publicó el medio La Política Online , la vice espera que la Aduana también quede bajo su poder y migre de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) al nuevo Ministerio de Seguridad y Defensa.
La dependencia es clave ya que es parte de la política destinada a luchar contra el narcotráfico, Villarruel pretende darle un papel protagónico a las Fuerzas Armadas, sector con el que tiene un vínculo muy estrecho. El único nombre que circuló para esa cartera fue el Juan José Gómez Centurión , excandidato a presidente en 2019, quien ya estuvo a cargo de la Aduana en el gobierno de Mauricio Macri.
No hay definiciones aún sobre el Ministerio de Justicia. Una versión alentada por el entorno de Macri deslizaba que sería una de las carteras apuntadas por alguien de su riñón e incluso hubo rumores que indicaban que sería el exministro de Justicia y Derechos Humanos de la Nación macrista, Germán Garavano .
El rol de Karina Milei Aún no se sabe si la hermana del presidente electo formará parte de alguna de las dependencias del Estado, pero es probable que tenga un rol protagónico y sea parte de la mesa chica del gobierno.
De 51 años, la menor de los Milei es Licenciada en Relaciones Públicas en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE ). Su hermano la considera “El Jefe” y asegura que reporta a ella. Durante la campaña fue quien tuvo la última palabra en todas las decisiones de peso al interior del equipo de campaña de La Libertad Avanza. Es ella quien define quién entra y quién se va del círculo íntimo de Milei.
Ritondo pide pista El diputado macrista Cristian Ritondo es otro de los hombres que podría sumarse al gabinete de Milei. En declaraciones a la señal IP Noticias , este domingo fue él mismo quien confirmó que si el libertario lo invita, formará parte de la gestión de gobierno. Por lo pronto, el exministro de Seguridad bonaerense fue uno de los primeros en festejar la victoria del ultraderechista, al publicar una foto con una motosierra en la mano.
Una de las versiones apuntaba a que Ritondo podría tener un rol clave en Diputados como presidente de la Cámara, un ámbito donde el macrista tiene una larguísima experiencia en las negociaciones con distintos sectores, e incluso tiene buena relación con dirigentes del peronismo.
Sandra Pettovello, “especialista” en salud y niñez, a cargo de Capital Humano De 55 años, es licenciada en Ciencias de la Familia por la Universidad Austral . También estudió Políticas Familiares en la Universitat Internacional de Catalunya , en España, y es licenciada en periodismo por la Universidad de Belgrano .
En una entrevista con el portal de noticias Infobae , Pettovello se mostró a favor de reformar el sistema educativo argentino y de implementar y alentar evaluaciones educativas en las instituciones para “promover la competencia ” y “estimular la elevación en el nivel de contenidos y docentes “.
Diana Mondino, a la Cancillería De perfil más alto y muy activa en redes sociales, la economista es oriunda de Córdoba y tiene 64 años. Tiene un master en Economía y Dirección de Empresas de la Universidad de Navarra y actualmente es directora de Asuntos Institucionales y profesora de Finanzas en la Universidad CEMA .
Además, tiene una extensa trayectoria en el sector privado, en distintos rubros: fue directora de las empresas Pampa Energía , Banco Supervielle y Loma Negra y también de la región Latinoamérica para la agencia de calificación de riesgo en servicios financieros estadounidense Standard & Poor’s , entre otras.
Días atrás, Mondino quedó envuelta en una polémica al comparar el matrimonio igualitario con tener piojos y dijo que “si vos preferís no bañarte y estar lleno de piojos y es tu elección, listo, después no te quejes si hay alguien que no le gusta que tengas piojos”. Sus declaraciones fueron repudiadas por organismos, organizaciones de la diversidad sexual y personalidades de los feminismos, la ciencia y la cultura.
“Como liberal estoy de acuerdo el proyecto de vida de cada uno. Es mucho más amplio que el matrimonio igualitario. Dejame exagerar: si vos preferís no bañarte y estar lleno de piojos y es tu elección, listo, después no te quejes si hay alguien que no le gusta que tengas piojos”, afirmó.
Martín Krause, secretario de Educación y propulsor de los vouchers De perfil académico, graduado en Administración por la Universidad Católica de La Plata en 1978, Krause se desempeñó como profesor Titular de Economía de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales y también fue profesor en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. También es Académico Asociado del Cato Institute de Estados Unidos, un “laboratorio de ideas” que promueve la libertad individual, el libre mercado y las relaciones internacional pacíficas, según se desprende de su sitio oficial .
Krause es también autor de varios libros, como El cuento de la economía , En defensa de los más necesitados , Proyectos por una sociedad abierta, junto Alberto Benegas Lynch (h), y Democracia directa , junto a Margarita Molteni .
En una nota de su autoría para el diario La Nación, el economista se refiere a la política de vouchers educativos , una virtual privatización de la educación pública, donde postula: “Lo que propone (Javier) Milei son ‘vouchers privados’, es decir, financiados con aportes voluntarios particulares . La idea tampoco es tan extraña y la conocemos aquí y en todo el mundo como ‘becas’ , que otorgan personas o empresas para que otros puedan estudiar. No es nada más que eso”.
Y continúa: “Claro, quedan varios temas a discutir. Por ejemplo, si el dinero alcanzaría para cubrir los gastos, que claramente serían menores porque ahora todos los establecimientos educativos, públicos y privados, estarían sometidos a la competencia, y recibirían sus fondos no del ministerio, sino de su capacidad para convencer a padres y estudiantes sobre las ventajas de ese establecimiento en particular. Maestros y directivos podrían fijarse sus propios salarios , sin depender de un funcionario o un sindicato”.
La irrupción de Victoria Villarruel: una amenaza para los consensos democráticos Por: Luciana Bertoia, Resumen Latinoamericano, 19 de noviembre de 2023.
Hija dilecta de la familia militar, la candidata a vicepresidenta de La Libertad Avanza llevó al centro de la escena el reclamo histórico de los represores de la dictadura.
Victoria Villarruel disfruta como pocos el lugar que supo conseguir en los últimos meses en la escena política nacional. Entrenada en defender hasta lo indefendible –como los crímenes de la última dictadura–, la candidata a vicepresidenta de Javier Milei se mueve de provocación en provocación y se entusiasma con poner en jaque los consensos que la sociedad argentina construyó durante los últimos 40 años . En poco más de una semana, la número dos de La Libertad Avanza (LLA) dio señales de lo que podría ser su agenda si su fórmula se impone en el balotaje con Sergio Massa y Agustín Rossi: la presentación de los represores como víctimas , darle otro destino al Espacio Memoria y Derechos Humanos que se montó en lo que fue el campo de concentración de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) , la reivindicación de las fuerzas represivas y una eventual derogación de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE).
Abogada, 48 años, hija dilecta de la familia militar, Villarruel se presenta como la cara jovial del ultraconservadurismo. Su padre, Eduardo Marcelo Villarruel, se jactaba –en presentaciones ante sus superiores– de haber combatido a la subversión tanto en el ámbito urbano como rural. Ella elige no contar esa faceta y únicamente privilegia su paso por la guerra de Malvinas como número dos de Aldo Rico. En plena democracia, Villarruel encabezó un movimiento para negarse a jurar por la Constitución. El tío de la diputada nacional, Ernesto Guillermo Villarruel, fue parte de la estructura de inteligencia del Ejército y estuvo detenido por crímenes en el centro clandestino conocido como Vesubio. El abuelo materno de la candidata a vice, Laurio Destéfanis , fue uno de los historiadores más conocidos de la Marina y, según ella, estuvo amenazado por Montoneros durante la década de 1970.
En 40 años de democracia, Villarruel fue la única exponente de la familia militar que logró esa centralidad política. Ella elige narrar su militancia a partir de 2006, cuando quedó al frente del Centro de Estudios Legales para el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv), que busca meter presos a los sobrevivientes de los años ‘70. Sin embargo, su activismo tiene antecedentes más transparentes de su afinidad con los represores. Antes, formó parte de la Asociación Unidad Argentina (Aunar) –definida abiertamente como procesista–, después estuvo en Memoria Completa y en Jóvenes por la Verdad, desde donde organizaba visitas al dictador Jorge Rafael Videla . Cecilia Pando dice que fue la propia Villarruel quien la llevó a la cárcel a conocer a los genocidas y la impulsó a conformar una asociación para defenderlos. Las fotos las muestran juntas marchando por una “Navidad sin presos políticos” –un eufemismo para referirse a quienes secuestraron, torturaron, violaron, asesinaron, desaparecieron y se apropiaron de los hijos de sus víctimas.
Villarruel cosecha desde hace tiempo vínculos con la ultraderecha internacional . Preside una fundación, Oíd Mortales , que es parte del ecosistema de Vox . Oíd Mortales es, además, un nuevo sello de una organización que fundó un teólogo que se desempeñó en la SIDE de Videla y que reivindica los valores tridentinos, es decir, los que se oponen al Concilio Vaticano II.
Villarruel, en una marcha por la libertad de los represores. Foto: Enrique García Medina.
La posibilidad de que Villarruel –que ahora consiguió línea directa con Mauricio Macri– se convierta en la vicepresidenta de la Argentina genera preocupación entre los organismos de derechos humanos . Milei ya ha dicho que las áreas de Seguridad y Defensa quedarán bajo la órbita de su compañera de fórmula. Ella también deslizó públicamente que debería hacerse cargo de la inteligencia.
“Es fuerte para quienes venimos pidiendo memoria, verdad y justicia lo que implica que llegue al gobierno alguien que legitima la violencia estatal extrema como Villarruel lo hace”, dice Paula Litvachky, directora ejecutiva del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) . “Esto tiene derivaciones hacia el pasado –con una relectura de los crímenes de estado como reivindicación de la ‘guerra contra la subversión’– e implicancias en este momento. Nos pone en alerta si consideramos las declaraciones que vienen formulando ella y Milei sobre quienes reclaman derechos o sobre los conflictos sociales que derivarán de las políticas de ajuste. Esas expresiones tienden a identificar a cualquier disidente como enemigo u opositor al régimen, inclusive caracterizado a veces como comunistas –en lo que puede leerse como una resignificación de la Doctrina de Seguridad Nacional”.
Villarruel no esconde su encono con el movimiento de derechos humanos: llegó a llamar “siniestro personaje” a Estela de Carlotto o a decir que las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo “no son blancas palomas”. Se avizora un horizonte de conflicto. “De lo que podemos estar seguros es que ellos no van a querer tener ningún vínculo con los organismos de derechos humanos porque han dicho que ‘representamos a los terroristas’, que es mejor que no existamos o que todo lo que venimos diciendo es falso o un engaño. Un potencial gobierno de LLA no va a permitir la posibilidad de tener un intercambio. Obviamente nosotros vamos a pelear contra las políticas que impliquen una violación de los derechos humanos ”, afirma la directora del CELS.
La reina de los dos demonios En 2018, el sociólogo Daniel Feierstein publicó el libro Los dos demonios (recargados) en el que advertía sobre un fenómeno que había tomado envión en los últimos años: la vuelta de la teoría de los dos demonios . A diferencia de los ‘80, la equiparación entre el accionar estatal y el de los grupos insurgentes ya no se usaba para justificar el enjuiciamiento de los perpetradores, sino para buscar llevar a juicio a quienes habían militado y sobrevivido en los años ‘70. Detrás de esa operación, hay –para Feierstein– otra mayor: la relegitimación de la violencia. Villarruel es la persona que mejor encarna esa estrategia, que incluye también la apropiación del lenguaje de los organismos de derechos humanos.
Guadalupe Godoy encontró que Villarruel figuraba en las notas que tomó Miguel Osvaldo Etchecolatz para diseñar su estrategia de defensa en el juicio que debió afrontar en 2006. También la halló como visitante de Norberto Cozzani , la mano derecha de Etchecolatz en la Bonaerense –y después, también.
“El modelo que propone LLA requiere de un Estado represor, y, en esto, Villarruel va a tener un rol preponderante porque representa la alianza, por un lado, con el sector militar y los aparatos de seguridad y, por otro lado, con los sectores procesistas ”, dice Godoy, abogada querellante en La Plata. “En materia de memoria, verdad y justicia, seguramente ya tengan acordado un indulto o una amnistía para condenados y procesados y, por otro lado, van a realizar una ofensiva para el juzgamiento de lo que ellos denominan el otro demonio ”, añade.
El jueves, Villarruel cerró una entrevista en TN con una advertencia: “Quiero que todos los terroristas vayan presos”.
La política como venganza “Villarruel cristaliza el avance de un conjunto de voces muy vinculadas con la dictadura y contra el proceso de justicia democrático, voces que vienen agrupándose desde hace décadas. El gobierno que dio el primer puntapié para que estos grupos se expandieran al centro de la escena pública fue el de Macri , no casualmente hoy el personaje que hoy está detrás de LLA ”, dice la socióloga Paula Canelo .
Macri –a través de su entonces secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj– le otorgó entidad a Villarruel para discutir lo sucedido en los años ‘70. Después, ella logró capitalizar ese espaldarazo con una presencia casi constante en el programa de TV Intratables. “La irrupción de estos grupos minoritarios, reivindicando consignas antidemocráticas, generó un posicionamiento de tipo defensivo de las memorias hegemónicas basadas en Memoria, Verdad y Justicia. La reacción defensiva fue muy fuerte porque las demandas de estos grupos minoritarios fueron una amenaza muy sorpresiva y muy directa a los consensos que se habían construido y defendido durante tanto tiempo. Visto desde hoy, hubiera sido recomendable neutralizar esa llegada al centro de la escena pública por parte de una defensora de represores condenados, porque entonces era fácilmente desarticulable desde argumentos de verdad construidos laboriosamente durante 40 años ”, afirma la investigadora del Conicet. Ahora, Villarruel cuenta con otra legitimidad: la del voto –que en 2021 la llevó a la Cámara de Diputados y podría también catapultarla al gobierno nacional.
“Lo preocupante de Villarruel es que, y esto me parece que lo comparte un poco con Macri y con Milei, es que conciben la política no como una herramienta para generar el bienestar de las mayorías, sino como un instrumento para saldar venganzas o reivindicaciones que son personales . Esta forma de ver la política limita enormemente a la candidata a vicepresidenta, es su talón de Aquiles”, añade Canelo, que ya durante el gobierno de Cambiemos había advertido sobre una derechización de la sociedad argentina.
“A mí me parece que la pregunta que nos tenemos que hacer todos –sugiere la autora de El proceso en su laberinto – es si queremos que sea nuestra vicepresidenta una persona que está buscando simplemente la realización de los intereses y objetivos de una porción muy minoritaria de nuestra sociedad, protagonista de uno de los períodos más terroríficos de nuestra historia, grupo que además fue juzgado con todas las de la ley y condenado por la justicia democrática por la comisión de los crímenes más aberrantes que los argentinos y argentinas hayamos cometido”.
FUENTE: Pagina 12
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