Foto: Coop TramasLa cooperativa de trabajo Tramas propone un abordaje de la salud mental por
fuera de la lógica de la internación y el hospital. A través de la escritura, la
lectura y la imaginación, resignifican mitos y mandatos y fortalecen el
encuentro como forma de construir salud.
“No quiero los patos en fila, los quiero volando”. “Los caramelos en el frasco no se
disfrutan”. “El agua me llega al tanque, pero la dejo fluir”. “Mi moño no chifla, late”.
“Yo sí soy muy muy y tan tan”. “No es cosa de locos, es cosa de todos”.
Estas frases son reversiones de dichos populares sobre la locura y la salud mental.
Fueron resignificados por integrantes del grupo Innovatres, un dispositivo de
acompañamiento de la cooperativa de trabajo Tramas, que se dedica a la promoción y a
la atención en salud mental y funciona en la ciudad de Santa Fe.
Innovatres también escribió el libro Innovario. Laboratorio de palabras, editado por
Legüera Cartonera en 2021. Se trata de un diccionario libre de palabras nuevas,
inventadas o resignificadas. Allí se lee, por ejemplo, que la escritura es una “herramienta
sin fin, multiuso, de carácter individual o colectivo, utilizado para transportar, transmutar,
registrar, exponer, archivar, herramienta para decir, para hacer”; y que también es un
“poder invalorable, de valoración incalculable, de darle vida a las palabras, imprimir en
una hoja sueños, deseos e historias, llenar páginas de vida”.
María José Percara, una de las fundadoras de Tramas, y su compañera Cintia Elizalde,
(ambas terapistas ocupacionales), coinciden en que esos sentidos atribuidos a la palabra
“escritura” expresan el proceso creativo del diccionario. En ese caso, la escritura se dio a
través de conversaciones virtuales entre profesionales y usuarios durante la pandemia.
“Había quienes estaban cursando un embarazo, un duelo o que estaban a kilómetros de
su familia por meses y meses sin ver a nadie. Cada uno traía lo que estaba pasando y
eso fluía con cada palabra. La escritura y la lectura fueron la excusa en ese contexto”,
sostienen. Y esa excusa permitió acompañarse y compartir, romper a la distancia las
barreras del aislamiento social. Como en un juego, en cada encuentro se proponían
palabras y se creaban sus significados, olvidando deliberadamente los mandatos de la
academia real que rige el español.
Con tapas de cartón pintado de azul y una grulla de papel en la tapa, el Innovario ofrece
las acepciones que surgieron en ese proceso. “Amigos” es “sensación primaria de una
conexión fuerte entre dos o más seres que se tornan sostén y espejo para mirar con
amorosidad la vida”; “Escucha” es “actitud centrada en oír y registrar en silencio,
acompañando con presencia a un otrx en su expresión verbal y corporal”, aunque
también se admite “registro del silencio necesario para estar presentes en toda
experiencia”; “Diario” es “frecuencia temporal, que provoca un adormecimiento de los
sentidos desencadenando un accionar automático y asintomático”.
Innovatres comenzó como un espacio terapéutico grupal y fue tomando identidad con el
correr del tiempo. Su nombre es una palabra inventada, creada en los meets de la
pandemia, a partir de la charla, de compartir lecturas, sentires y pensares. Significa:
“personas creativas que se encuentran, de infinitas maneras, poniendo en movimiento
los deseos”.
Sobre todo, es un espacio de libertad (esa otra palabra mágica que la derecha quiere
apropiarse, pero que sólo cobra sentido si se hermana con “comunidad” o “derechos”).
María José y Cintia dicen que Innovatres es un lugar donde las personas comparten su
historia, y que lo que se comparte moldea y da identidad al grupo. Quizás la innovación
más fuerte pase por reinventar las formas en que se aborda la salud mental, y porque
cada participante también se reinventa en esa trama colectiva.
Las integrantes del grupo toman una definición del propio diccionario para expresar lo
que es Innovatres: “Un permiso que nos damos para ser distintos y salir del
acartonamiento”.
“Inventamos palabras con el significado de lo que sentimos y de lo que creemos en ese
momento porque lo que está escrito no nos representa”, dice Cintia. En ese acto de
subversión radica la necesidad de quebrar los silencios y hablar de lo que se siente: “No
va más eso de que no hay lugar para lo que sentimos o lo que necesitamos”, agrega la
terapista. La regla del juego es buscar significados para cada experiencia en lugar de
experiencias que encajen en lo que habilita la lengua.
No hay comentarios:
Publicar un comentario