Milei y el regreso del menemismo
Hay un camino potencial de éxito en Argentina. El país podría
retomar el camino del crecimiento estable. No será fácil pero es
posible
5 de enero 2024
El funcionario recordó que desde principios de semana se encuentra vigente un beneficio lanzado por la propia entidad crediticia, y que consiste en un sorteo para quienes efectúen compras a través de esta herramienta. "Pero lo importante – destacó- es que todos los usuarios podrán seguir utilizándola como un medio digital de pago, y quedan vigentes los saldos de los créditos que cada usuario disponga", sostuvo.
Reintegros,
no
Rezzoaglio recordó que la
decisión de suspender a partir de enero el reintegro de cinco mil pesos que se
había dispuesto desde que se lanzó Billetera Santa Fe, obedece a la necesidad
de analizar el universo de usuarios que utiliza dicha herramienta. Pero ello no
ha sido posible hasta aquí, puesto que el agente financiero de la provincia
–Banco Santa Fe- no ha suministrado la base de datos. Según lo manifestado
oportunamente tanto por el gobernador Maximiliano Pullaro como
por el ministro de Economía, Pablo Olivares, el uso de Billetera sin
condicionamientos derivó en cierto "abuso", puesto que al no existir
restricciones, terminó siendo utilizada por personas de alto poder adquisitivo
y para la compra de productos que no eran de primera necesidad.
"Ya lo dijo el gobernador
- recordó Rezzoaglio-; no se puede seguir solventando y subsidiando a
consumidores y usuarios de Billetera que dispongan de un nivel alto de
ingresos, que torne injusto el incentivo. La razón de la suspensión del
reintegro – insistió-, está asociada a la falta de datos que le permita al
estado santafesinos ir por una segmentación".
Segmentación
Siempre fue
altamente probable que la oposición ganase la elección presidencial de octubre
y noviembre de 2023 en Argentina. Después de todo, esa ha sido la regla en casi
todas las elecciones en América Latina desde 2018: tal es el grado de justificado descontento en
una región donde muchas economías están estancadas y muchos sistemas políticos
no dan a los ciudadanos los buenos servicios públicos que merecen. Esto resulta
especialmente claro en el caso de Argentina: el gobierno peronista de Alberto
Fernández se mostró incapaz de ofrecer estabilidad económica y crecimiento; el
presidente ni siquiera logró la libertad de imponer políticas racionales frente
al poder de veto de su vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner.
La pregunta era
más bien qué tipo de opositor ganaría. Mientras que los sistemas políticos en
muchos países latinoamericanos se han fragmentado, Argentina conservaba dos
coaliciones aparentemente estables: el peronismo y Juntos por el Cambio (JxC),
este último amalgama de la vieja Unión Cívica Radical y el Pro, conservador y
de origen más reciente del expresidente Mauricio Macri. Pero JxC se
autodebilitó con una lucha interna sobre quién sería su candidato. Su relativa
moderación no sintonizaba con la exasperación de los argentinos por la
inflación, la corrupción y la pobreza. Quien sí logró encarnar esa exasperación
fue Javier Milei, con
teatralidad (la motosierra como accesorio de campaña), con sus palabras soeces
y su denuncia populista contra “la casta” (término acuñado por el Movimiento 5
Estrellas de Italia, y popularizado en el mundo hispanohablante por Podemos).
La victoria de
Javier Milei
La victoria
aplastante de Javier Milei, con un 56% del voto en la segunda vuelta frente a
Sergio Massa, marca la llegada del outsider a la política
argentina contemporánea, del individuo que desafía al sistema en un momento de
cólera popular, siguiendo el molde de Alberto Fujimori en el Perú de 1990 o
Abdalá Bucaram en Ecuador en 1996. Durante largo tiempo, la imagen y autoimagen
de los argentinos ha sido, por usar la frase de Octavio Paz, que “descendían de
los barcos”: un fragmento de Europa trasplantado a América. Si alguna vez fue
cierto, hace tiempo que dejó de serlo. Argentina se ha hecho plenamente
latinoamericana: en los últimos quince años casi toda la creación de empleo ha
sido en la economía informal. Eso ha tenido consecuencias políticas.
Hace ochenta años
Juan Perón surgió como un outsider en un país todavía rico,
con una batalla distribucional entre una vieja oligarquía y una nueva clase
trabajadora urbana de origen inmigrante (fuera desde el campo o del
extranjero). Como ha apuntado Carlos Pagni, periodista de La Nación,
en su libro El nudo sobre el “conurbano” bonaerense –el
corazón de la economía informal–, “Perón ofrecía, antes que cualquier otro
servicio, la inclusión de los trabajadores”. En contraste, los Kirchner
–Cristina y su difunto esposo Néstor, que han domina- do la política argentina
desde el colapso financiero de 2001– han ofrecido solo “la administración de la
pobreza”.
Lo han hecho a
través de un clientelismo que ha adquirido proporciones industriales, con
subsidios indiscriminados y controles de precios, incluyendo, sobre todo, el
precio del dólar con la infinidad de tasas de cambio diferenciales que invitan a
la corrupción y desincentivan las exportaciones. El kirchnerismo ha financiado
este monstruo subiendo la carga tributaria del 20% del PIB en 2002 al 32% y,
como eso no bastaba, también con la máquina de imprimir dinero del Banco
Central. Los resultados eran predecibles: una inflación que va hacia el 200%
este año, y una escasez crónica de dólares.
Javier Milei
ofrece una crítica radical de este modelo y por eso ganó. Pero ganó como un
disruptor. Como presidente que, lejos de una mayoría legislativa, tendrá que
ser un constructor de equipos para gobernar y de políticas racionales que vayan
más allá de denuncias emocionales.
Carlos Menem en
Argentina
Algunas de sus
propuestas son utópicas. La dolarización sin dólares es una quimera. Cerrar el
Banco Central sería una pataleta estúpida. Pero parte de su discurso recuerda a
una figura muy denostada en Argentina: Carlos Menem, quien llevó a cabo el
desmonte de subsidios, el recorte del gasto público, las privatizaciones
masivas y ofreció una especie de dolarización suave con la convertibilidad que
fijó por ley el valor del peso frente al dólar uno a uno. Menem representó una
veta de derecha capitalista que siempre ha existido en el peronismo. Y con
Javier Milei, quien trabajó en una consultoría económica menemista, está
resucitando, por necesidad.
Menem adoptó estas
políticas promercado solo después de resultar elegido presidente con promesas
económicas populistas. Que Milei ganara sin esas promesas es señal de que los
argentinos son conscientes de que no queda otra posibilidad que la terapia de
choque. Aun así, Milei haría bien en recordar por qué Menem al final fracasó.
La convertibilidad condenó a Argentina a una tasa de cambio no competitiva que
hizo quebrar innecesariamente a muchos negocios con una subida inaceptable del
desempleo (la dolarización conduciría a lo mismo). Y los deseos de Menem de
eternizarse en el poder lo llevaron con el tiempo a adoptar una política fiscal
laxa, incompatible con la convertibilidad. A diferencia de Menem, Milei no
tiene una máquina política organizada. La que todavía perdura pertenece a Axel
Kicillof, el recién reelegido gobernador de la provincia de Buenos Aires y
heredero político de Cristina Kirchner.
¿Qué futuro espera
a la Argentina de Milei? Conviene recordar que Fujimori se convirtió en un
autócrata. Hay argentinos que temen que Milei siga el mismo camino, a partir de
la premisa de que es la única forma de imponer un ajuste fiscal drástico. Pero
no está claro que dispusiera de la autoridad para ser un autoritario. La fragilidad
de la personalidad de Milei invita más a comparaciones con Bucaram, que como
Milei gozaba del apodo de “el Loco”. Duró solo seis meses en el poder antes de
que el Congreso lo echara por supuesta corrupción.
Hay un camino
potencial de éxito. Pasa por formar una coalición amplia y un equipo
experimentado, y hacer un ajuste rápido e inteligente de la economía. Con el
campo gasífero de Vaca Muerta, el litio, el agronegocio pujante y con una
población todavía relativamente educada, Argentina podría retomar el camino del
crecimiento estable. No será fácil pero es posible.
*Este artículo se
publicó originalmente en Letras Libres.
Fuente:Confidencial
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