Sólo algunos establecimientos públicos y privados se dedican a trabajar y debatir el tema con los alumnos. La mayoría lo pasa por alto o lo cubre de compromiso. Resistencia de padres, docentes y directivos a tratar la historia reciente.
Por Tamara Smerling
Julia Coria. Es hija de desaparecidos y nació en 1976. Empezó a investigar el tema un 24 de marzo, cuando en el jardín de infantes de sus hijos no tocaron el tema.Los chicos repiten las tradiciones y se disfrazan de granaderos, damas antiguas o negras mazamorreras que en sus canastas llevan pastelitos. Evocan y dan color a los actos escolares del 9 de Julio o el 25 de Mayo. En la secundaria pasa lo mismo pero sin máscaras: la rectora dice unas palabras frente a la bandera de ceremonias, alguien lee algo alusivo a la fecha. Sin embargo, el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, que evoca el golpe de 1976 y la llegada de la dictadura militar, que forma parte de la historia aún atragantada de distintas generaciones, no tiene la misma suerte que el resto del calendario escolar. Lo descubrió la socióloga Julia Coria cuando sus hijos llegaron al jardín de infantes un 24 de marzo y las maestras pasaron por alto un nuevo aniversario del golpe.
“Fue entonces que tomé el cuaderno de mis hijos y dibujé algo sobre la memoria: digamos que apelé a una solución escolar”, recuerda Julia, nacida el mismo año en que arrancó la dictadura: 1976. A sus padres los vieron por última vez en el centro clandestino El Vesubio y están desaparecidos. Fue criada por su abuela y cuando creció estudió sociología. Hizo un doctorado en Ciencias Sociales de la UBA, donde indagó cómo la escuela media –en sus actos, textos, carpetas– se refiere a la dictadura. “En una gran proporción, los docentes pasan por alto los contenidos que refieren a la dictadura: dicen que les falta tiempo. Esto tiene una parte razonable, porque al darlos de manera cronológica, los más recientes son los que más chances tienen de quedar afuera. Sin embargo, hay quienes le encuentran la vuelta: trabajan el tema el 24 de marzo en el transcurso del año como proyecto especial o van hacia el pasado a partir del presente, pero eso no es lo más frecuente. La mayoría sólo llega a dar el peronismo de los 50 o la llegada de Héctor Cámpora a la presidencia en los 70”, dice Julia.
Coria entrevistó a estudiantes secundarios después del 24 de marzo para conocer de qué manera recordaron las fechas. Se encontró con que las escuelas se diferenciaban según “la energía puesta en esa evocación”. En el primer grupo, estuvieron las escuelas públicas y los colegios privados, pequeños y progresistas y algunos tradicionales que tienen vinculación con los derechos humanos como los judíos, que trabajaron lo que Julia llama “conmemoraciones intensas”: involucraron a los chicos en la organización del acto, los instaron a participar y debatir.
“En el otro extremo está el resto de las escuelas públicas que sólo cumplen con el protocolo, con los directores que leen textos monocordes que los chicos no son capaces de recordar al día siguiente, y el resto de los colegios privados. Por eso la mayor parte de las escuelas, finalmente, encuentra la manera de ‘cumplir’ con la reglamentación de evocar, pero lo hace a modo de trámite.
”Los ejemplos de padres que se quejan por la evocación son un capítulo aparte: Julia recoge anécdotas como la del papá que, enojado, llegó a la puerta de la escuela pidiendo por la maestra de música a la que quería increpar por la canción “La memoria” de León Gieco. La consideró “subversiva”. Recuerda el caso de la docente que en un mismo curso tuvo de alumnos a los nietos de Héctor Cámpora y Jorge Rafael Videla junto a uno que tiene sus padres desaparecidos y que sugirió que lo de “Cámpora era imperdonable”. O aquella profesora que tomó el micrófono en su escuela una mañana al ver que no se tocaba el tema del 24 de marzo y su directora le inició un sumario por “desacato”.
“Dejar que la fecha pase de largo es un mensaje claro y los chicos lo captan”, dice Julia, que no tiene demasiadas esperanzas que esta realidad se revierta. “Creo que hay que dejar de decir que se trata de un tema controvertido y pensar que existen verdades jurídicas donde se probó que ese genocidio existió, porque más allá de las iniciativas de instalar el recuerdo de lo que efectivamente se enseña acerca de la dictadura termina de cocinarse en la misma escuela, pero también en la arena de disputas que supone el Estado, los docentes, los directores, los estudiantes y la familia.
Niños de escuelas leen libros censurados
El pueblo que no quería ser gris
Raúl Legnani
El uruguayo Pacho Barnes volvió, ayer, a recobrar sus colores en las voz de los niños argentinos. Y así fue que volvió del exilio, de la muerte, recogido por la memoria. A pesar de que el Flaco Palleiro, con su propia y recreativa impronta, lo hizo inmortal.Leyendo noticias argentinas me encontré que en distintas escuelas de Buenos Aires, los niños de la enseñanza pública iban a leer ayer en voz alta libros para niños, que fueron censurados por la dictadura de ese país. Quizás algún día tendrán que leer Los siete tangos prohibidos de Gardel por las dictaduras del Río de la Plata.
Fue así que me enteré que uno dichos libros era El pueblo que no quería ser gris, cuyo texto es de Dournec y las ilustraciones de Ayax Barnes, el Pacho, quien fuera uno de los más grandes ilustradores de nuestro país, creador de una tendencia gráfica seguida por Carlos Palleiro.
El libro fue editado por el sello Rompan Filas poco antes del golpe de Estado en Argentina, siendo prohibido el 3 de setiembre de 1976.
La obra de Dournec-Barnes
"El rey grande del país chiquito, ordenaba, solamente ordenaba; ordenaba esto, aquello y lo de más allá, que hablaran o que no hablaran, que hicieran así o que hicieran asá.
"Tantas órdenes dio, que un día no tuvo más para ordenar.
"Entonces se encerró en su castillo y pensó, y pensó, hasta que decidió:
"Ordenaré que todos pinten sus casas de gris."
"Eran tantos, tantos, y estaban tan entusiasmados, que al momento el castillo, las murallas, los fosos, los estandartes, las banderas, quedaron de color rojo, azul y blanco.
"Y los guardias también.
"Entonces el rey se cayó de espaldas una sola vez, pero tan fuerte que no se levantó más."
El Pacho volvió, ayer, a recobrar sus colores en las voz de los niños argentinos. Y así fue que volvió del exilio, de la muerte, recogido por la memoria. A pesar de que el Flaco Palleiro, con su propia impronta, lo hizo inmortal.
Al Pacho solo lo conocí personalmente durante dos horas en México, donde lo que más recuerdo (cada día recuerdo menos) hablamos de Juceca, de Alfredo Zitarrosa y del Corto Buscaglia.
Ante esta situación hermosa, humana, casi niña, uno se pregunta por qué en nuestro país no se lee el 27 de junio en todas las escuelas Saltoncito, de aquel blanco comunista que fue Paco Espínola y que murió el día que falleció la democracia en nuestro país. Que también fue censurado.
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