Por Néstor Sappietro (APE)
La desesperación es ciega, sorda y, por sobre todas las cosas, es irracional. No se le puede pedir a la desesperación una salida elegante ni prolija. La desesperación camina por las cornisas y solo sabe andar corriendo riesgos...
Uno de los rostros más brutales de los desesperados aparece entre quienes no tienen un techo. Un lugar donde la familia pueda vivir.
“Un barrio crece sobre residuos patógenos”, señala la información que llega desde la ciudad de Córdoba.
El barrio se llama Nuestro Hogar IV, está ubicado sur de la Capital y fue construido sobre un basural que funcionó entre los años 1958 y 1971. Luego se cerró sin ningún tipo de remediación ambiental.
Solo la desesperación, vecina del desamparo, puede empujarte a construir tu casa sobre un basural.
Son más de 150 familias las que desde 2007 decidieron instalar sus casillas de madera sobre ese lugar que esconde bajo el suelo residuos domiciliarios, industriales y hospitalarios.
“Con el pie se puede remover la capa superficial de la tierra para que surjan botellas con líquidos en su interior, ampollas con medicamentos, guantes de látex y restos de jeringas”.
A la desesperación no la intimida ninguna de las razones que expone la lógica.
No la intimida el frío que traspasa las paredes de las casillas de madera. No la intimidan el piso de tierra, la falta de luz, la ausencia del agua, ni un terreno desparejo por lomadas de basura.
Todo pasa a un segundo plano. Todo es secundario.
La desesperación sostiene que la prioridad es el techo, aunque los resultados de un estudio de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) hayan detectado altos niveles de contaminación con metales pesados en el suelo.
El informe determina altos contenidos de plomo, cromo, niquel, cadmio y mercurio en la tierra, y advierte acerca de los riesgos que produce la presencia del plomo en el organismo.
“Los niños constituyen el grupo de mayor riesgo, ya que son los más expuestos por el comportamiento mano-boca; porque la fracción absorbida es del 40 por ciento (en los adultos es del 10 por ciento) y porque son los más susceptibles, ya que se encuentran en períodos críticos del desarrollo cerebral. En tanto, las partículas de cromo pueden ser inhaladas. Y, si se trata del tipo de metal generado por actividades humanas, es altamente cancerígeno”.
Por otro lado, las calles están plagadas de filosos restos de vidrios, sobre los que caminan a diario las más de 500 personas -hombres, mujeres y niños- que allí viven.
"Se les dijo que ese lugar no era habitable, pero no hicieron caso. El problema ahora es que están decididos a quedarse sobre el basural", comentó Ana Morillo, trabajadora de la Unidad Primaria de Atención de la Salud 15 (Upas 15). La mujer remarcó que la intención del grupo no es el desalojo. "Ellos piensan que los queremos expulsar, cuando lo que queremos es que estén seguros", agregó Morillo.
A las buenas intenciones de la trabajadora de la salud habría que explicarle que la desesperación no hace caso. La desesperación no sale jugando porque solo sabe reventar la pelota para adelante.
Es tarea del Estado encontrar la solución, reubicar a las familias, ofrecerles un lugar donde los pibes crezcan sin correr riesgos.
El Estado tiene como labor elemental la distribución de la dignidad como un antídoto infalible para que la desesperación huya de espanto.
(Fuente:Argenpress).
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