“Efecto Pinochet” con aires santafesinos
Seis acusados estuvieron en el banquillo, entre ellos el ex juez Víctor Brusa. El único miembro del Ejército involucrado en el proceso fue internado en Mendoza y frustró la posibilidad de escuchar las acusaciones en su contra por videoconferencia.
Por Juan Carlos Tizziani

Seis represores estuvieron presentes en la audiencia. Se colocaron en una segunda fila, tras los defensores.
Desde Santa Fe
El primer juicio oral y público al terrorismo de Estado en Santa Fe comenzó con seis represores en el banquillo y uno a mil kilómetros de distancia. El ex jefe del Destacamento de Inteligencia Militar 122 coronel Domingo Manuel Marcellini, el único mando del Ejército que queda en el proceso, fue internado en una clínica de Mendoza y frustró la posibilidad de escuchar las acusaciones en su contra por el sistema de videoconferencia. “Es el efecto Pinochet”, dijo José Schulan, querellante en la causa, al denunciar el intento de la defensa para que Marcellini zafe por su estado de salud.
Otro de los acusados ya había logrado escapar del proceso: el ex jefe del área 212 coronel Juan Orlando Rolón –máximo responsable de la represión en el centro norte santafesino– consiguió que lo apartaran del juicio por problemas de salud. El tercero en la jerarquía militar, Nicolás Correa, un experto en inteligencia del Ejército que integró el gabinete de asesores del ex gobernador Jorge Obeid, murió hace dos años.
Ayer formaron en el banquillo seis imputados: el ex juez federal Víctor Brusa, el primer ex juez que fue preso por delitos de lesa humanidad en la Argentina y cinco ex policías: Héctor Colombini, Mario Facino, José Calixto Perizzotti, María Eva Aebi y Eduardo Ramos.
La audiencia se demoró más de una hora y media por la situación de Marcellini. Su defensa ya había pedido que lo aparten del juicio por una supuesta “incapacidad mental sobreviniente”. Pero el lunes, a las cinco de la tarde, volvió a la carga con otro escrito en el que informó que el coronel había sido internado en Mendoza y debía permanecer 48 horas en observación. La consecuencia quedó a la vista: los técnicos del tribunal no pudieron instalar el sistema de videoconferencia para que Marcellini siga las audiencias desde su casa, donde cumple prisión domiciliaria.
“Nosotros pedimos que no se suspenda el debate y se rechacen las maniobras de mala fe. Porque una cosa son las garantías del debido proceso que prevé la Constitución y otra, estirar los códigos como un chicle, donde todo se permite”, dijo el abogado querellante Jorge Pedraza.
Marcellini era una pieza clave en el circuito represivo. Estuvo al mando del Destacamento de Inteligencia Militar 122, entre fines de 1975 y octubre de 1979, con jurisdicción en el centro norte de Santa Fe, la provincia de Entre Ríos y departamentos fronterizos del Uruguay. En su carrera, también pasó por la Escuela de las Américas. Su internación obligó a los jueces Roberto López Arango, Andrea Alberto de Creus y Carlos Renna a suspender la lectura de la acusación fiscal y solicitar al equipo de médicos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que examine al paciente y eleve un informe. Mientras tanto, rechazó el pedido de la defensa de Marcellini para que se lo aparte del proceso.
Durante casi siete horas el secretario del tribunal César Toledo y la prosecretaria Marta Quiroga se alternaron en la lectura de los requerimientos de elevación a juicio de los querellantes: Pedraza, Schulman, Anatilde Bugna, Stella Vallejos, Patricia Traba, los esposos Daniel García y Alba Sánchez y el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Eduardo Luis Duhalde.
Los imputados escucharon los cargos en su contra casi sin inmutarse: algunos con la mirada perdida o buscando algún punto fijo en el espacio y otros, con gestos de fastidio o negativa. En la doble fila de butacas destinadas al público se ubicaron cinco Madres de Plaza de Mayo; Elsa Ramos, de Familiares de Desaparecidos; algunas querellantes, la vicegobernadora Griselda Tessio; la secretaria de Derechos Humanos de la provincia, Rosa Acosta, y el director del Programa de Protección a Testigos, Oscar Blando, entre otros.
Concluida la audiencia, dos de los imputados, Brusa y Ramos, volvieron a la cárcel de Las Flores, donde tendrán más compañía. El tribunal modificó el régimen de prisión domiciliaria que beneficiaba a Perizzotti, Facino y Colombini, que ahora serán alojados junto a Brusa y Ramos durante los días de audiencia.
Segunda jornada de juicio a represores en Rosario
Dos mujeres íntegras en primera fila
Por Sonia Tessa
Desde RosarioEl secretario del Tribunal Oral Federal Nº 1, Osvaldo Facciano, leyó –dentro del pedido de elevación a juicio de la fiscalía– cómo fue el secuestro de Marta María Forestello, de 24 años, una de las víctimas que estuvo cautiva en el centro clandestino Quinta de Funes. La madre de la joven, Adela Panelo de Forestello, estaba en la primera fila de la sala de audiencias y no pudo contener las lágrimas. También Cecilia Nazábal, presente en la sala, rompió en un silencioso llanto cuando escuchó las circunstancias del secuestro de su esposo, Fernando Dante Dussex.
Cuando se acercó un compañero para abrazarla, Adela le dijo: “La torturaron hasta matarla”, sin consuelo. A menos de un metro de la mujer, separados sólo por un blíndex, se encontraban los acusados por ése y otros asesinatos en el primer juicio oral y público contra responsables del terrorismo de Estado en Rosario. Eduardo Costanzo estaba sentado al lado de un gendarme, que lo separaba –aunque en la misma fila de sillas– de Jorge Fariña, Walter Pagano y Juan Daniel Amelong. En una habitación contigua se encontraba Pascual Guerrieri, el imputado de mayor jerarquía, quien había pedido salir de la sala.
“Es muy fuerte tenerlos tan cerca”, confesó Alicia Lesgart, integrante de Familiares de Detenidos y Desaparecidos, luchadora por los derechos humanos desde que la dictadura militar estaba en plena vigencia.
Nazábal, querellante de la causa Guerrieri, rompió en llanto cuando escuchó las circunstancias del secuestro de su esposo. Las mismas que ella reconstruyó ante el tribunal en la incansable batalla jurídica que libró desde el comienzo de la democracia junto a Alicia Gutiérrez, compañera de Eduardo Toniolli, otro de los cautivos en la Quinta de Funes.
Movilización frente a Tribunales
“Un día histórico”
Por Juan Carlos Tizziani
Desde Santa Fe
“Un día histórico”, lo definió la vicegobernadora Griselda Tessio. La esquina de Primera Junta y San Jerónimo, frente al Tribunal Oral Federal, fue el lugar convocante en la primera jornada del juicio por delitos de lesa humanidad en Santa Fe. Un vallado metálico dividió a unos y otros. De un lado, medio millar de manifestantes en demanda de verdad y justicia. Y del otro, un pequeño grupo de familiares y amigos de los represores.
El lunes, Tessio participó en el arranque del juicio en Rosario y ayer repitió en Santa Fe. Un gesto político de la Casa Gris, en un día de sensaciones encontradas. “No puedo decir que sea de alegría, pero sí de mucho alivio después de tantos años y de tanta lucha, sobre todo, de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo y de los organismos de derechos humanos. Pero también se van a renovar los profundos dolores que vivió muchísima gente”, afirmó la vicegobernadora, que estuvo a cargo de la unidad fiscal de investigación del terrorismo de Estado en la provincia de Santa Fe.
Al promediar la mañana, una columna de la CTA que ingresó por Primera Junta colmó la calle. Las vallas sirvieron para atar los pañuelos blancos con la consigna: “Juicio y castigo” y colgar decenas de fotos de los desaparecidos. Agustín Cetrángolo, de Hijos, se acercó hasta el grupo de defensa de los represores “¿Dónde está mi viejo? Hace 30 años que lo estamos buscando”, preguntó.
–Está en Francia –le contestaron del otro lado del vallado.
–¿Y dónde están las monjas francesas? –volvió a preguntar. La respuesta fue la burla.
Agustín sabe que el mar devolvió los restos de las monjas. Y que su padre, Sergio Cetrángolo, estuvo secuestrado en El Olimpo y en la ESMA y cree que lo trasladaron en un vuelo de la muerte, en enero de 1979. Agustín siguió con sus preguntas, a pesar de las chicanas que escuchaba del otro lado. “Ustedes que se dicen cristianos, ¿leyeron la Biblia? ¿Dónde dice en la Biblia que se puede torturar o robar bebés? Pedimos justicia, para cerrar esta etapa y poder avanzar hacia otro país.”
A unos metros, Graciela Daleo, sobreviviente y querellante en la causa ESMA, compartió las sensaciones encontradas. “Hemos llegado a este punto, 33 años después del golpe genocida que sufrió nuestro pueblo y después de tanto que trabajaron los gobiernos constitucionales para fabricar la impunidad que favoreciera a los genocidas. Hoy estamos en otro punto y si estamos aquí es porque hemos luchado para conseguirlo”, concluyó.
EX SERVICIO DE INTELIGENCIA DEL EJERCITO DETENIDO EN BRASIL
Detuvieron a represor que no tiene nada de Bueno

Facsímil del fax enviado desde Brasil a la justicia Federal.
Por José Maggi
Gustavo Francisco Bueno, alias "Germán Benegas", miembro del aparato de inteligencia del Ejército durante la última dictadura, fue detenido en Brasil durante la última semana. La información la brindó al cierre de la segunda audiencia del Juicio Oral por la denominada causa Guerrieri- Amelong, el presidente del tribunal Otmar Paulucci, quien especificó que el prófugo fue detenido en Belén, una ciudad turística de dos millones de habitantes ubicada al norte del Brasil. Sólo resta saber ahora si se cursará su extradición.
El magistrado anunció que el represor -quien brindara en los '80 ante el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) una declaración clave sobre el funcionamiento del grupo de militares que se está enjuiciando en este proceso- fue detenido por Interpol Brasil.
Casi al final la audiencia, alrededor de las 19.30, el presidente del Tribunal dijo: "Quiero dar informalmente una noticia", y leyó un fax (que ilustra esta nota) enviado desde Brasil en el que se comunicaba a la justicia Federal de Rosario que el prófugo Gustavo Francisco Bueno había sido atrapado por Interpol Brasil.
"Tengo el agrado de dirigirme a usted en relación a la causa Nº 38/08 caratulada 'Gazari Barroso Julian s/privación ilegítima de la libertad, amenazas, torturas y desaparición física' en trámite por ante este juzgado" en referencia al pedido el juez federal Nº 4 Marcelo Bailaque.
"Le informamos que el jueves 27 de agosto de 2009 en la ciudad de Belén de Pará, el ciudadano argentino Gustavo Bueno, fecha de nacimiento 13 de febrero de 1950, fue arrestado por las Autoridades Federales Brasileñas en base a una orden de arresto expedida por la Suprema Corte Brasileña a solicitud del Gobierno Argentino, (causa de extradición Nº 1170)".
El represor que utilizaba el alias de "Germán Benegas" brindó en 1986 ante el Centro de Estudio Legales y Sociales -que presidía en Buenos Aires, Emilio Mignone- una extensa declaración que conforma uno de los elementos testimoniales más importantes, surgido del propio riñón de los represores que está ingresado en el expediente de la causa que comenzó la etapa de las audiencia orales este lunes 31.
"Fui del Destacamento de Inteligencia del Ejército 121 de Rosario, con grado al retirarme en 1979 de IN 13, del cuadro C 3 del escalafón inteligencia. En el mes de octubre de 1979 tuve que dejar mi puesto de trabajo porque iba a ser ejecutado por orden del teniente coronel Oscar Pascual Guerrieri", decía el testimonio de Bueno ante el CELS. Bueno está imputado además en la causa por la desaparición y muerte de Roberto "Tito" Messiez.
Para seguir el juicio y enterarte de todo lo que sale publicado en los medios locales podés entrar en:
juicioshttp://diariodeljuiciorosario.blogspot.com/
(Fuente:Rdendh).
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