Hoy se vota en la ONU una resolución instando a EE.UU. a levantar la medida unilateral contra la isla
Repudia todo el mundo el bloqueo a Cuba
Por decimooctavo año consecutivo, Cuba presentará hoy un proyecto de resolución en la ONU condenando el bloqueo y, como viene sucediendo desde hace varios años, el apoyo será prácticamente unánime, pero EE.UU. no da señales de acusar recibo.
Repudia todo el mundo el bloqueo a Cuba
Por decimooctavo año consecutivo, Cuba presentará hoy un proyecto de resolución en la ONU condenando el bloqueo y, como viene sucediendo desde hace varios años, el apoyo será prácticamente unánime, pero EE.UU. no da señales de acusar recibo.
El canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla condenó el bloqueo de Estados Unidos y exigió su levantamiento inmediato e incondicional.
Una vez más, como desde hace 18 años consecutivos, la delegación cubana presentará una propuesta de resolución ante el pleno de la Asamblea General de las Naciones Unidas reunida en Nueva York, exigiendo el levantamiento del bloqueo impuesto por Estados Unidos. “Necesidad de terminar con el embargo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos de América contra Cuba”, dirá el título de texto. Una vez más, como desde hace tiempo, la propuesta de La Habana se alzará con la abrumadora mayoría de los votos. Es poco probable, sin embargo, que el gobierno de Washington atienda el pedido de la comunidad internacional.
Es que, según las autoridades de la isla, la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca representó un cambio respecto del gobierno de George W. Bush. Pero, a casi un año de la asunción del mandatario demócrata, el paso de las palabras a los hechos se demora. “El discurso novedoso y conciliador del presidente Obama concita amplia esperanza y su mensaje de cambio ha sido bienvenido. Desafortunadamente, el tiempo transcurre y ese discurso no parece sustentarse en hechos concretos. El discurso y la realidad no condicen”, subrayó Bruno Rodríguez Padilla, canciller cubano, en ocasión de la última Asamblea General de la ONU hace poco más de un mes.
Desde entonces a la fecha, el embargo unilateral sigue intacto. “El bloqueo no se ha desmontado ni existen indicios de que así será”, denunció ayer Carlos Miguel Pereira, embajador cubano en Beijing. Según el diplomático, las medidas anunciadas por el gobierno estadounidense a lo largo de este año –como el levantamiento de las restricciones al envío de remesas o la eliminación de cualquier límite de tiempo o gastos en los viajes de los cubano-estadounidenses a la isla– lejos de representar un avance, no significaron más que retrotraer la situación al estado en el que se encontraban antes del endurecimiento de las sanciones dictadas por el ex presidente Bush.
Para ilustrar el costo de la medida, Pereira precisó que, según el cálculo de economistas cubanos, el embargo le costó a Cuba más de 93 mil millones de dólares a lo largo de sus 48 años de vigencia. Sólo de enero a septiembre de este año, detalló el diplomático, la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) adscrita al Departamento del Tesoro de Estados Unidos, aplicó 23 multas en relación a violaciones a las leyes del bloqueo contra Cuba contra empresas norteamericanas por un valor de 2300 millones de dólares. Para detectar estas violaciones y aplicar esas multas, señala, a su turno, la Cámara de Comercio estadounidense, el gobierno federal de Washington gasta anualmente 1200 millones de dólares.
Ese dinero, según puede leerse en el sitio web de la oficina pública norteamericana, sufraga los gastos de un departamento entero llamado “Cuba Sanctions”. Al acceder al link, pueden encontrarse decenas de listas de acciones prohibidas para los ciudadanos norteamericanos en relación a Cuba. En un archivo preparado especialmente, se detalla la normativa vigente para los habanos y el alcohol producidos en la isla. El memorándum es claro: aun en caso de recibir un permiso especial para viajar a la isla, un ciudadano norteamericano no podrá retornar a su país con ninguno de esos dos productos: debe apurar la última pitada y terminar el último trago antes de abandonar la isla, so pena de sanciones. Más aún, encontrándose en un tercer país, un ciudadano estadounidense tiene prohibido consumir productos cubanos. Aunque en ese caso no se aclara cómo asegurarse del cumplimiento de la medida.
En el 2008, sobre 192 países que integran la ONU, 185 votaron a favor del proyecto presentado por los delegados cubanos instando a Washington a levantar el embargo. Tres votaron en contra: Estados Unidos, Israel y las Islas Palau –un archipiélago en el océano Pacífico de 19 mil habitantes independizado de Washington en 1994–. Dos países se abstuvieron: Islas Marshall y la Federación de Micronesia; otros dos, El Salvador e Irak, no se presentaron a la sesión. Para este año, El Salvador ya anunció que votará a favor.
Entre las diversas actividades que se realizarán en todo el mundo para condenar el bloqueo, hoy se realizará un acto en el Teatro IFT de Buenos Aires para repudiar la medida. Entre los convocantes se encuentran Leonardo Favio, Graciela Borges, Pepe Soriano, Horacio González, Atilio Boron, Ricardo Forster, Adolfo Pérez Esquivel, Nora Cortiñas, Fernando “Pino” Solanas, Martín Sabbatella, Federico Luppi y la CGT.
Opinión
Una obsesión enfermiza
Por Atilio A. Boron
Hoy la Asamblea General de la ONU someterá una vez más a votación una resolución requiriendo del gobierno de Estados Unidos poner fin al bloqueo decretado contra Cuba a partir de 1961. Tal como ocurriera desde 1991 esa resolución será aprobada casi por unanimidad, ratificando la condena de ese organismo a Estados Unidos por una política que castiga brutalmente al pueblo cubano a la vez que constituye una amenaza para la comunidad internacional.
Una obsesión enfermiza
Por Atilio A. Boron
Hoy la Asamblea General de la ONU someterá una vez más a votación una resolución requiriendo del gobierno de Estados Unidos poner fin al bloqueo decretado contra Cuba a partir de 1961. Tal como ocurriera desde 1991 esa resolución será aprobada casi por unanimidad, ratificando la condena de ese organismo a Estados Unidos por una política que castiga brutalmente al pueblo cubano a la vez que constituye una amenaza para la comunidad internacional.
Desde que comenzó el bloqueo los publicistas del imperio libraron una pertinaz batalla para confundir y engañar a la opinión pública mundial: hablan de “embargo” y lo presentan como si fuera un asunto apenas comercial. Ocultan que se trata de un bloqueo integral: económico, comercial, financiero, tecnológico, científico, cultural e informático, privando a la isla del acceso a la Internet de última generación. De lo anterior se desprende que tal política no sólo es ilegítima sino también contraria al derecho internacional; un estrategia diseñada para poner a Cuba de rodillas con la vana esperanza de precipitar el tan ansiado “cambio de régimen”. Se trata asimismo de una política que se aplica exclusivamente contra Cuba, lo que revela la persistencia de la antigua y enfermiza obsesión norteamericana de querer apoderarse de esa isla. Por su duración e integralidad no existen antecedentes en la historia universal de algo siquiera lejanamente parecido al bloqueo. La Casa Blanca no aplicó esta política con la Unión Soviética y con China, pero tampoco con Vietnam ni con la Libia de Kadhafi (aun luego de la voladura del vuelo Pan American 103, en Lockerbie, que matara a sus 259 ocupantes y once más al caer sobre tierra firme), ni con Corea del Norte, ni con Irán ni con ningún otro país. Sólo con Cuba.
Ofuscado por esa patológica ambición Estados Unidos incumple la Resolución 63/7, adoptada por la Asamblea General el 29 de octubre de 2008, cuando 185 estados miembros votaron a favor del inmediato levantamiento del bloqueo. George W. Bush hizo caso omiso de esa recomendación; lo que sorprende es que su sucesor –¡y actual Premio Nobel de la Paz!– haya mantenido la misma postura.
Si se observa lo estipulado por la Convención de Ginebra (1948), el bloqueo califica como un genocidio. Si se hace lo propio con lo establecido por la Conferencia Naval de Londres (1909) constituye un acto de guerra económica. Por eso la condena al bloqueo es algo que no sólo concierne a los cubanos sino que preocupa, y mucho, a la comunidad internacional. La pretensión de otorgarle extraterritorialidad a la legislación norteamericana, tan prepotente como absurda, es una amenaza a la paz mundial y un vicioso ataque a la autodeterminación y la soberanía nacionales de pueblos y estados.
Desde el punto de vista económico el bloqueo infligió un enorme daño a Cuba. Cálculos muy conservadores revelan que en términos del valor actual del dólar los perjuicios ascenderían a algo más de 236 mil millones de dólares (ver Alex Kicillof, “El Plan Marshall estuvo en la base de la Unión Europea”, Página/12, 21 de junio de 2007). Suma astronómica si se tiene en cuenta el tamaño de la economía cubana, pero muy significativa por sí sola: equivale aproximadamente al doble de las erogaciones ocasionadas por el Plan Marshall. Conociendo los grandes adelantos que la Revolución Cubana obtuvo en terrenos como la salud, la cultura y la educación es fácil imaginar todo lo que podría haber logrado sin la hemorragia económica y financiera generada por el bloqueo.
¿Ha cambiado algo desde el advenimiento de Obama a la Casa Blanca? Muy poco. Apenas una pequeña flexibilización del bloqueo, pero sin cambiar el fondo de la cuestión. Pese a las anunciadas promesas de iniciar una “nueva política” hacia Cuba y América latina, la administración Obama no ha dado indicio alguno de pretender levantar el bloqueo. Esto actualiza la pregunta que el presidente Chávez formulara en el marco de la reciente Asamblea General de las Naciones Unidas: ¿Cuál es el verdadero Obama? ¿El que dice frases bonitas o el que convalida el golpe de Estado en Honduras? Agregaríamos: ¿el que quiere promover el multilateralismo y refundar sobre nuevas bases las relaciones de Estados Unidos con América latina o el que persiste en sostener el bloqueo a Cuba? Hasta ahora el veredicto de la historia dice que el segundo. No se descarta que pueda cambiar, aunque cada vez parece menos probable. El paso del tiempo juega en su contra.
(Fuente:Pagina12).
(Fuente:Pagina12).
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