La perspectiva Latinoamericana en los próximos años
Por Roberto Herrera
Con el establecimiento de las bases militares en Colombia, la reactivación y desplazamiento de la IV Flota naval de la marina de guerra de los Estados Unidos en aguas caribeñas y el golpe militar en Honduras los vientos que soplan en el continente anuncian tempestades bélicas. Con esta maniobra político-militar disfrazada de “ayuda humanitaria” el gobierno de Obama ha ocupado de facto Haití abriendo tácitamente otro flanco de guerra que amenaza directamente a Cuba y a Venezuela.
El triunfo electoral de Sebastián Piñera, representante de la ultraderecha chilena y del capital nacional e internacional, da inicio a un nuevo capitulo de la lucha de clases en Chile y a nivel continental este hecho significa un cambio sui géneris en la correlación de fuerzas, porque es de esperarse que el nuevo gobierno chileno se alinee, sin tapujos ni reservas, al eje pro imperialista México-Honduras-Panamá-Colombia-Perú.
Antonio Gramsci en uno de sus cuadernos dedicados al tema “Economía e ideología” comenta: “…En realidad, toda fase histórica real deja huella de sí en las fases posteriores, que en cierto sentido llegan a ser su mejor documento. El proceso de desarrollo histórico es una unidad en el tiempo, por lo cual el presente contiene todo el pasado, y en el presente se realiza del pasado todo lo que es "esencial", sin residuo "incognoscible" que sea la verdadera "esencia"…” [1]
Las fuerzas políticas orgánicas de izquierda que estaban dispersas, aisladas o obnubiladas por su participación en la administración del poder del Estado chileno se verán en la necesidad, estando en oposición, de buscar nuevas formas de lucha que permitan, entre otras muchas cosas más, transformar la herencia legislativa de la dictadura en una herramienta que esté en función de las grandes mayorías populares. El proceso de crítica y autocritica indispensable para entender y comprender científicamente los avances y retrasos en la lucha de clases es tarea de todas las fuerzas populares. Porque si bien es cierto que sólo una minoría de la izquierda chilena participó activamente en la administración del estado, la responsabilidad histórica del desarrollo de la sociedad chilena ha sido de todos. No quiero decir con esto que la responsabilidad política de los fracasos de los gobiernos de la Concertación en los últimos veinte años sea repartida por igual. Los grados de responsabilidad histórica estarán definidos de acuerdo al rol desempeñado en estos años y a las funciones administrativas realizadas en dependencia de las atribuciones, derechos y obligaciones jurídico-legales establecidas en los acuerdos concertados por los partidos políticos en cuestión y el radio de acción definido en la Constitución Política.
En el artículo 5ºestá estipulado que el pueblo a través del plebiscito y de elecciones ejerce su derecho a elegir de forma soberana y libre el destino de la nación.
El artículo 32, 4 de la constitución política chilena le otorga al Presidente o la Presidenta de Chile atribuciones especiales, como la de convocar a plebiscito en los casos que estipula el artículo 117. [2]
Teniendo conocimiento de estas leyes y atribuciones legales uno se pregunta ¿por qué razón no se le preguntó al pueblo chileno en estos últimos veinte años si estaba de acuerdo o no con la constitución política heredada de la dictadura?
América Latina está viviendo hoy en día un renacimiento de ideas y proyectos sociales en un mundo globalizado y militarizado por las fuerzas del imperialismo norteamericano. Allí donde existen reservas estratégicas de recursos naturales no renovables, allí están presentes las fuerzas armadas estadounidenses y sus aliados. El avance de las fuerzas populares y de los grandes movimientos sociales en los últimos años es una señal que la crisis ideológica provocada por el derrumbamiento de la Unión Soviética está siendo remontada.
Sin embargo, debemos de estar muy alertas por que el enemigo no descansa ni está cruzado de brazos viéndonos construir el socialismo en el siglo XXI.
Las fuerzas contrarrevolucionarias dirigidas por el imperialismo norteamericano se están re-agrupando para golpear los eslabones más débiles del proceso revolucionario. Honduras es un ejemplo que hay que tomar muy en serio.
En este sentido, la batalla de ideas tiene una importancia estratégica para desenmascarar todas las entelequias y falacias imperialistas. El conflicto de las sociedades modernas no es ni religioso ni cultural. Detrás de estas nebulosas propagandísticas se encuentra la esencia del que hacer imperialista: imponer por la fuerza los intereses políticos, económicos y culturales de una minoría a nivel local y mundial, es decir, ¡Pax americana!
Notas:
[1] Cuaderno VII: I.M.S S. 96-98
[2] Constitución política chilena: Capítulo XIV, Reforma de la constitución: www.camara.cl/camara/media/docs/constitucion_politica.pdf
Fuente:Rebelion.
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