15 de agosto de 2010

LA HISTORIA TRAGICÓMICA.

El día que Galtieri vino a Mendoza, jugó a la guerra y terminó borracho en la montaña
Ocurrió hace más de 30 años. Era el comandante del Ejército en ese momento y llegó a la provincia con Luciano Benjamín Menéndez para hacer un simulacro de guerra, ante la posibilidad de un enfrentamiento con Chile. El día en que todo salió mal para los representantes de la dictadura.
por Jorge Hirschbrand

La historia es tragicómica. Está ambientada entre fines de los ’70 y principios de los ’80, cuando la hipótesis de un conflicto armado con Chile era, en realidad, una posibilidad concreta.
En esa época, Leopoldo Fortunato Galtieri, el militar que llegó a ser presidente de facto de Argentina y que arrojó al país a una guerra absurda contra Inglaterra, sólo ostentaba la comandancia del Ejército Argentino. Era un tipo de contextura robusta, al que se lo solía ver con su traje de fajina verde y un vaso de whisky en la mano; una característica que, además de descriptiva, tuvo que ver con la mayoría de sus decisiones.
Envalentonado por la escalada bélica entre Argentina y Chile, Galtieri y Luciano Benjamín Menéndez -a cargo del Tercer Cuerpo de Ejército- decidieron hacer un ejercicio de exhibición de fuerza y poder. Desplegaron tropas en diferentes puntos de la cordillera mendocina y armaron un circo escenográfico para que varios periodistas pudieran ser testigos directos de la capacidad de las Fuerzas Armadas para atacar y defender diferentes posiciones.
Menéndez, con su fama de militar duro, fanfarrón y bravucón, había sugerido que, si el gobierno golpista se lo proponía, en cuestión de un día los soldados argentinos podían bañarse cómodamente en las aguas del Pacíficio. Se trataba del mismo oficial que unos años después se convertiría en una de las caras más siniestras de la última dictadura.
Las tropas, con los flamantes Jeeps Mercedes Benz, se instalaron en alta montaña. Hasta allí también llegaron los periodistas Carlos Simón y Eduardo Ayassa, quienes trabajaban para el desaparecido diario Mendoza (hoy son periodistas de Los Andes). El medio había sido invitado para cubrir el evento y ellos fueron elegidos para luego ir, ver y contar todo lo sucedido.
Por supuesto, nunca pudieron escribir la verdad. Si lo hacían, además de ser despedidos, sus vidas corrían peligro. Casi 30 años más tarde, la historia real salió a la luz durante una charla de café, en un cuarto intermedio del juicio que se está llevando a cabo en San Rafael contra represores que actuaron en el sur de la provincia.
Aquel día, el Ejército produjo un papelón de magnitud considerable. En la demostración de entrenamiento y precisión, decidieron reunir a efectivos de los Cazadores de Montaña y hacer un simulacro de combate. Un grupo de esquiadores descendió de un cerro empuñando fusiles y ametralladoras. Debían acertar a los blancos que habían sido dispuestos de manera estratégica, pero no hubo forma de que embocaran una bala en los lugares indicados. Fracaso total y dolor de cabeza para algunas de las autoridades militares que se mantenían sobrias. Galtieri, por caso, no era una de ellas. Unos conscriptos debían sostenerlo para evitar que se cayera de la mula que lo trasladaba. A pesar de que su cuerpo era prácticamente peso muerto y de que sus piernas se arrastraban, en ningún momento soltó la botella de whisky.
Luego del intento fallido en Las Cuevas, la comitiva se dirigió hasta la estancia San Alberto, un campo de tiro donde, en teoría, la defensa antiaérea argentina haría gala de su precisión a la hora de desmoralizar las ambiciones chilenas. En el camino, uno de los Jeeps se precipitó cuando se desmoronó un puente de campaña armado por la Compañía de Ingenieros. No hubo víctimas graves, aunque era la muestra de que todo, absolutamente todo salía mal.
Para la demostración de tiro se soltaron globos al aire. Está comprobado que, físicamente, a determinada altura, un globo puede representar el vuelo de un avión de combate. Y hacia esa dirección comenzaron a disparar las baterías. Resultado: todos los globos se perdieron en el cielo de Uspallata. No hubo blanco en ninguno. De haber sido naves chilenas, podrían haber aterrizado tranquilamente en la Cuarta Brigada Aérea.
“Estos chilenos hijos de puta nos van a cagar a tiros”, gritó Menéndez ante la falta de precisión de sus subalternos, luego de golpear su cara contra la realidad. Galtieri, en tanto, seguía en la suya: botella en mano y remolcado por la mula.
Fuente:mdzonline

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