2 de septiembre de 2010

PAPEL PRENSA y LA VERDAD.

Papel Prensa y la verdad
Y el pelotón gritó: “¡Fuego!”
Publicado el 29 de Agosto de 2010
Por Demetrio Iramain
Director de la revista Sueños Compartidos, Fundación Madres de Plaza de Mayo Notable es que a tres días de la presentación de la investigación oficial sobre lo que ocurrió en la venta forzada de las acciones de Papel Prensa, los cofrades Clarín y La Nación hayan logrado demorar temas de implicancia social y política tanto o más dramáticos que los detalles penosos de la historia familiar de los Graiver-Papaleo.
A veces, como hoy, todo pareciera volver a una imagen ciertamente poderosa, homérica, que ya forma parte del imaginario de la resistencia popular mundial a las tiranías: año 1977, agosto, plena dictadura militar argentina. Las Madres son increpadas en Plaza de Mayo por un pelotón policial que las amenaza con sus armas largas. “Si no se van de aquí, tengo que proceder”, les dice el oficial a cargo del grupo. Ya no alcanza con indicarles que “circulen”, porque aquella mala idea policial ha sido eficazmente replicada por las Madres con el movimiento en redondo, la marcha, la movilización. Ahora es “tengo que proceder”, y es una escuadra bien armada y desafiante la que sostiene el ultimátum. Pero ellas ni los miran. Los diez o doce canas que componen el pelotón esperan, sedientos, la orden de actuar. Entonces, el oficial concreta: “Preparen”. Las Madres, nada. “Apunten”, grita enseguida, más fuerte, con tono enérgico. El pelotón apresta sus armas, y apunta. Ellas, esta vez, no se quedan en silencio: “¡Fuego!”, les gritan, seguras, convencidas, despojadas. El pelotón queda en ridículo; los hombres bajan las armas.
Un marco distinto –pero igual– al de aquella escena rodea el gran debate nacional al que asistimos. Enhorabuena, la democracia argentina entra en su madurez. Ya no se trata sólo de desandar el camino de la impunidad que los genocidas militares cimentaron a su paso, con flagrantes complicidades políticas y mediáticas, judiciales y eclesiásticas, sino también prender la luz y descubrir la trama oscurantista que poderosos civiles tejieron con los asesinos, allá lejos en el tiempo, y cuya madeja llega hasta estos edificantes días de hoy. Notable es que a tres días de la presentación de la investigación oficial sobre lo que ocurrió en la venta forzada de las acciones de Papel Prensa, los cofrades Clarín y La Nación hayan logrado demorar, con toda la centralidad que merecen en el abordaje público y mediático, temas de implicancia social y política tanto o más dramáticos que los detalles penosos de la historia familiar de los Graiver-Papaleo. Por caso, el pacto de sindicalización que los socios privados sellaron en su oportunidad y por el cual se comprometieron a conformar una mayoría automática que se trazaba el imperativo de favorecer, bajo cualquier circunstancia, los intereses económicos de los otros emprendimientos comerciales de Clarín y La Nación, y no los de la propia empresa, en este caso Papel Prensa.
En otras palabras: los diarios de mayor tirada y circulación convinieron un vergonzoso acuerdo para boicotear a Papel Prensa –si eso fuera necesario– con tal de beneficiar el inmediato interés comercial (y por qué no político) de sus contrayentes. Hay un cambio cultural en marcha que permite adentrarse con decisión en esas aguas turbulentas. Existe carnadura social e importante capital simbólico para sostener las duras disputas que se evidencian en el actual escenario político y económico.
Como afirma Roberto Caballero en su conmovedora columna del viernes 27, es una sociedad entera la que desde 2001 insiste en hacer crecer una esperanza de verdadera transformación. Y de eso no se vuelve. Hasta el propio presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, lo reconoció días atrás, cuando el péndulo a pila con que mide sus sobrias palabras de jurista se quedó sin batería y se inclinó, sin ambigüedades, hacia el lado de la verdad y los derechos de las mayorías, declarando lo que la conciencia democrática argentina ha decidido hace largo tiempo: que es imposible volver atrás en los juicios donde se investiga la comisión de delitos aberrantes e imprescriptibles cometidos en el marco del genocidio de la última dictadura.
Los hechos de honda trascendencia institucional que el oficialismo promueve, redireccionando las políticas de Estado en sentido inverso al del modelo liberal conservador que lo rigió en los últimos 35 años, se sostienen en un pueblo crecientemente movilizado y conciente, que acompaña ese viraje. ¿Acaso hubiera sido posible la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual sin esa movilización y conciencia exhibidas durante el debate parlamentario por decenas de agrupamientos comunitarios, culturales, sindicales y políticos? No creo.
De igual modo, ocurrirá con la lucha cultural, y por ende política, que ya comienza: sancionar una ley que declare de interés público el actual negocio privado y monopólico de fabricar pasta de celulosa y papel de diario, principal insumo para la confección de medios gráficos. La movilización popular, el debate fructífero entre los protagonistas que componen las organizaciones de la sociedad civil más activas de la actualidad, sumados a la capacidad profesional e investigativa de los verdaderos periodistas que honran la profesión y que, con su rigor informativo y valentía, dejan poco margen de error a los jueces que luego instruirán los procesos penales, podrán hacer posible lo improbable. Y cruzar así el límite que la democracia argentina se había autoimpuesto, a fuerza de sus tutores económicos y mediáticos: juzgar sólo a los autores materiales de los crímenes y torturas, pero no a sus mandantes, ni investigar las motivaciones materiales, de intereses crudos y puros, en dinero contante y sonante, que promovieron el Terrorismo de Estado. Ahora, que tras tantos años de lucha empieza a cristalizar una apertura política en el país y el continente todo, ¿alguien cree que Clarín podrá detenerla en su inexorable maduración?
Los agrios críticos por izquierda y al dorso de los avances sociales que el gobierno expresa en sus políticas, ¿de verdad creen que la posibilidad abierta en la Argentina desde la perspectiva de los intereses de la clase trabajadora, se perderá contaminando las pruebas de ADN, como hace tan poquito, o apelando al miserable recurso de fogonear un pelea al interior de una familia diezmada por la represión genocida? Difícil. Un saludable punto de no retorno indica el exacto lugar desde el cual seguimos ascendiendo, zigzagueantes, por el declive hacia el futuro de la Historia. Aquellas Madres lo habían dejado allí, ardiendo. Flamea todavía. Sigue alumbrando. Insiste en su calor. Ahora ya es un pueblo entero, diverso y múltiple, maduro y encantador, el que ha aprendido a gritar con ellas, desde ellas, ¡fuego!
Fuente:TiempoArgentino

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