27 de enero de 2011

MENDOZA: DECLARÓ EL HIJO DE PACO URONDO-"TENÍA LA PERCEPCIÓN DE QUE IBA A UN LUGAR CON POCAS POSIBILIDADES".

EL HIJO DE PACO URONDO DECLARO EN EL JUICIO EN MENDOZA
“Sirva de ejemplo de justicia”
Javier Urondo pidió que el enjuiciamiento a los represores que asesinaron a su padre y cometieron crímenes de lesa humanidad contra otras 23 personas sea útil para “toda la gente que no tiene reparación legal”. Hizo un relato pormenorizado de la historia del poeta.
Paco Urondo, asesinado el 17 de junio de 1976 por un grupo de tareas que intentaba secuestrarlo.


“Mi padre militó con la palabra.” La definición pertenece a Javier Urondo, hijo del poeta, periodista y militante montonero Francisco “Paco” Urondo, asesinado el 17 de junio de 1976 por un grupo de tareas que intentaba secuestrarlo. “Mi padre no tenía bienes. Los únicos bienes que tiene son su familia, lo que ha escrito y el amor de la gente que lo quiere”, explicó ante los jueces del Tribunal Oral Federal 1 de Mendoza que juzga a diez policías y militares por el homicidio del poeta y delitos de lesa humanidad contra otras 23 personas. Javier Urondo desmenuzó ayer durante cuatro horas la historia de su papá, a quien no vio durante los últimos meses para evitarle riesgos mayores. Cerró el relato con la reivindicación de “la entrega de mi padre a sus convicciones” y la esperanza de que el primer proceso a represores en la capital de Mendoza “sirva como ejemplo de justicia por toda la gente que no tiene reparación legal”.

“Yo soy el hijo de Paco. Que él haya sido poeta me trajo ventajas y desventajas. Sus temas recurrentes eran la amistad, la lealtad, la coherencia”, resumió Javier Urondo, que en 1976 tenía 19 años y que también perdió durante la dictadura a su hermana Claudia Josefina Urondo, de 24 años, desaparecida en diciembre de 1976 junto con Mario José Koncurat.

“Mi padre fue un poeta que tuvo actividad política muy joven. Fue secretario de Cultura de Santa Fe en la época de Frondizi”, recordó. “Empezó a militar en el peronismo en el año ’70. Trabajaba en el diario La Opinión”, dijo. “Parte de su militancia fue cambiando de lo intelectual a lo político a través de mi hermana mayor”, agregó. Durante su adolescencia Claudia fue novia de Carlos Goldemberg y por su intermedio Paco conoció a Carlos Olmedo, fundador de las FAR, recordó Javier.

La primera caída de Urondo en prisión fue en 1973. “Cae con mi hermana y su mujer de ese momento en una quinta de Tortuguitas”, recordó. También “allanan mi casa y se llevan a mi madre. Se robaron todo, hasta el teléfono de Entel”, contó. “Viene la Policía Federal de civil, no se identificaron, entraron por los techos. Yo estaba con mi mamá solo, era chico. Pensaba que seguían a un ladrón, abrimos y había un tipo apuntándome con una ametralladora”, recordó.

Paco Urondo realizó una entrevista en la cárcel a los tres sobrevivientes de la Masacre de Trelew, que se publicó con el título “La Patria Fusilada” y que “queda como testimonio de las maneras de violencia que había con los presos políticos”, dijo. Poco antes de ser liberado gracias a la amnistía de Héctor Cámpora, Urondo “tuvo una pequeña sesión de picana” aunque “le restó importancia al tema”, recordó. Apuntó que “Julio Cortázar firmó por su libertad” y que “hubo mucho movimiento de abogados, se ocupo de él Ortega Peña”, luego asesinado por la Triple A.

Una vez liberado, “empezó a trabajar en el proyecto del diario Noticias, que se suspende por el golpe de Estado, cuando es enviado a Mendoza”. Javier dijo desconocer el motivo de esa orden de Montoneros. “Lo que seguro no hicieron fue cuidarlo”, afirmó. “Mi padre no hubiera decidido venir porque tenía una visión un poco más real, menos romántica, era más grande que los demás, estaba preocupado por los niveles de brutalidad de la represión”, recordó.

Con el traslado perdió todo contacto, aunque sabía que estaba con su compañera, Alicia Cora Raboy, militante de la Juventud de Trabajadores Peronistas y periodista de temas sindicales del diario Noticias, y con su hija Angela, una beba. En las páginas de La Razón leyó el comunicado oficial del Tercer Cuerpo de Ejército sobre el operativo en Mendoza. Esa noche, por un llamado de su hermana, supo que había muerto su padre. Un mes después, en la Costanera, otra militante que acompañaba a la pareja y logró escapar de los secuestradores le relató la cita envenenada, la persecución, los tiros, la última corrida de Alicia con la beba en brazos.

Javier destacó la valentía de su tía Beatriz Urondo, que “tuvo que lidiar con el recupero de Angela”. El cuerpo de Paco, en teoría un NN, fue trasladado en avión hasta Aeroparque y enterrado como NN en el cementerio de Merlo. “Es difícil entender el mensaje: una desmedida ostentación de poder”, dijo. “Pude hacer el duelo porque tengo la suerte de tener el cuerpo. La pregunta es dónde está Alicia, nos falta Alicia”, concluyó.
Fuente:Pagina12


27 de Enero
LESA HUMANIDAD: EL JUICIO
“Tenía la percepción de que iba a un lugar con pocas posibilidades”
El hijo de Paco Urondo declaró que su padre sabía que podía morir. Hoy no habrá acusados en la sala de debate. Comienza el análisis causa por causa.
Por DANIEL CALIVARES

DESCONSOLADO. Urondo explicó que aún le falta saber qué pasó con Alicia Raboy, quien está desaparecida.
Tenía 19 años cuando en Buenos Aires escuchó cómo su madre leía una noticia en el diario La Razón que hablaba de un hombre que había fallecido en Mendoza en un operativo policial. Esa misma noche se enteró de que ese hombre era Francisco Urondo, su padre. Ayer en el juicio por delitos de lesa humanidad que se está llevando adelante en Mendoza, declaró Javier Urondo, hijo del poeta y periodista que pasó por Montoneros y que fue asesinado por la policía mendocina el 17 de junio de 1976.

EL HIJO DEL POETA.

“Mi hermana nos confirmó que era mi padre”, explicó Urondo. La razón de que fuera ella la que informara con certeza lo que decía el diario, que no colocaba nombres, era que la chica, Claudia Urondo, militaba en Montoneros igual que el padre. Francisco Paco Urondo había llegado a Mendoza dos o tres meses antes de ser asesinado por un golpe en la cabeza que le habría dado Celustiano Lucero, uno de los acusados en el juicio.

Según explicó su hijo, a Urondo no le gustó nada la idea de ser trasladado por Montoneros a Mendoza. Primero, porque la organización en la provincia estaba prácticamente destruida; segundo, porque Urondo era reconocido y el hecho de estar en la provincia lo dejaba muy expuesto en un lugar que no conocía. “Él tenía una visión más real, menos romántica, incluso me ofreció irme fuera del país.

Él era un tipo muy buscado, visualizado por (Ramón) Camps como un intelectual del movimiento”, afirmó Javier y señaló que Urondo, “antes de venirse (a Mendoza) hizo una despedida muy larga, tenía la percepción de que iba a un lugar con pocas posibilidades, era claro que sabía que se le acortaba el tiempo”. Las circunstancias que rodean el traslado de Urondo son extrañas.

Incluso, su hijo explicó que una de las versiones que ha escuchado es que su padre, cuando comenzó a salir con Alicia Raboy, fue sometido a una especie de juicio por no haber terminado antes con otra relación. “Parece que hay una sanción y parte de ella es el traslado”, afirmó el hijo de Urondo, quien explicó, además: “Lo que sí queda claro es que, dentro de todas las malas decisiones (de Montoneros) está el haber trasladado a mi viejo a Mendoza.

No lo cuidaron”. La vida de Urondo, precisamente, tuvo su fin en nuestra provincia, cuando en la esquina de Tucumán y Remedios de Escalada, en Dorrego, fue asesinado por la policía luego de una persecución que incluyó intercambio de disparos entre el poeta y un auto de civil en donde iban Lucero y Luis Rodríguez, otro de los acusados. Sin embargo, Urondo no era el único que iba en el auto, ya que en él también se desplazaban Raboy, la hija de ambos, Ángela, y René Ahualli, la única que logró escapar.

Una vez que Urondo frenó el auto, las dos mujeres corrieron intentando no ser atrapadas. Ahualli lo logró al alcanzar un baldío y luego un colectivo; sin embargo, Raboy no tuvo la misma suerte, ya que al entrar a un corralón cercano y dejar a la bebé en manos de los dueños de este, fue atrapada y subida a un coche tras ser golpeada. Raboy se encuentra desaparecida. “Alicia militaba en la JTP y con mi viejo se conocieron en el diario Noticias.

Con René hablamos al mes y nos contó lo que sabía a mi hermana, a mi cuñado y a mí”, explicó Javier, quien unos meses después sufriría el secuestro de los dos familiares que lo acompañaron a esa reunión y, curiosamente, de la misma forma en que murió su padre, cuando se dirigieron a una “cita envenenada”, es decir, con la policía esperándolos, porque alguien los había entregado. Lo ocurrido en 1976 tuvo muchas consecuencias para la familia Urondo. Por un lado, tras la muerte de Raboy, la bebé, Ángela, fue recuperada y luego dada en adopción. Recién 17 años después pudo reencontrarse con sus hermanos, en tanto el cuerpo de Urondo estuvo años sepultado como NN debido a una orden del gobierno militar.

Sin acusados
A partir de hoy comenzarán a pasar los testigos particulares de cada una de las causas. La primera que el Tribunal Oral Federal 1 escuchará es sobre el secuestro de Gerónimo Morgante, un ex funcionario del gobierno de Alberto Martínez Baca. Al ser Tamer Yapur el único acusado por esta causa, los jueces autorizaron a que el resto de los acusados no esté presente. Además, como Yapur está con permiso a quedarse en su casa debido a su estado de salud, por primera vez no habrá acusados en la sala de debate donde se está desarrollando el juicio por delitos de lesa humanidad.
Sánchez Camargo
Durante la jornada de ayer también se leyeron declaraciones hechas por el ex jefe del D2 Pedro Sánchez Camargo. En ellas, Camargo explicó que estuvo a cargo del Departamento de Investigaciones desde el 21 de julio de 1975 hasta el 1 de diciembre de 1977, cuando se jubiló. En sus declaraciones, el ex jefe del D2 explicó que todas las fuerzas armadas llevaban detenidos al centro de detención y que había dos policías que trabajaban como enlaces con los militares; estos eran Armando Fernández y Eduardo Smaha. Asimismo, Sánchez Camargo aseguró que los presos tenían ayuda espiritual a cargo de un capellán y asistencia médica.
Fuente:ElSolDiario

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