SubZona15
jueves 17 de febrero de 2011
RECLUSION PERPETUA
Poco más de una hora le llevó al abogado querellante de la familia Magliaro, Cesar Sivo fundamentar el pedido de pena para el coronel retirado del Ejército Fortunato Rezett: reclusión perpetúa con cumplimiento efectivo en cárcel común, inhabilitación total y perpetúa y destitución del Ejército Argentino por el homicidio de Analía Magliaro, asesinada en un enfrentamiento fraguado en septiembre de 1976.
Con una sala de audiencias con poco público, alrededor de las 18, Sivo comenzó su alegato. Lo primero que dijo es que el caso de Analía Magliaro es una particularidad que explica y desnuda todo el sistema represivo que operó durante la última dictadura cívico militar.
En primer lugar, demostró la interrelación de las FF.AA, pero también de las fuerzas de seguridad y del Poder Judicial en el sistema represivo. La querella entendió que el derrotero de la estudiante platense es una muestra de aquello.
Analía Magliaro fue secuestrada por un grupo de personas vestida de civil y dependiente del Primer Cuerpo del Ejército. Fue alojada en “El Vesubio”, un centro clandestino de detención (CCD) en el cual cumplían funciones miembros del Servicio Penitenciario Federal. Luego fue trasladada a la comisaría 34 de Capital Federal. En su traslado al GADA 601, intervino la Policía Militar y un avión de la Fuerza Aérea. Todo indica que fue asesinada por miembros del Ejército y el cuerpo -hallado en el norte de esta ciudad-, quedó a disposición de la comisaría cuarta. Por último ni la justicia provincial ni federal realizó actuaciones ante la aparición de una mujer muerta a tiros y con signos de torturas, en medio de la calle.
El caso Magliaro, también pone de manifiesto el objetivo final del plan sistemático represivo: “secuestro, torturas y eliminación de aquellas personas que fueran consideradas enemigos”. Para la querella son sobradas las pruebas que demuestran que Analía fue secuestrada de la casa de una amiga el 19 de mayo de 1976.
Luego fue alojada sin saberlo en un CCD donde permaneció maniatada, vendada y mal alimentada en un sótano durante dos meses. Allí fue interrogada bajo tortura hasta lo indecible. Distintos testimonios dan cuenta que en El Vesubio se pusieron en práctica las torturas más aberrantes contra las mujeres. “Disponían del cuerpo de la víctima para torturarla y luego del cadáver para hacerlo desaparecer en el mar o matarlo en un enfrentamiento fraguado y luego enterrarlo en una fosa común”, explicó.
No obstante, para la querella, Rezzet no fue ajeno a todo lo ocurrido a Magliaro. No sólo fue quien firmó el recibo que prueba que la estudiante quedó bajo su custodia en Mar del Plata sino que fue parte fundamental del plan de exterminio.
Según Sivo, el Ejército era el responsable primario en el aparato represivo a partir del 24 de marzo de 1976. El territorio nacional dividido en subzonas estaba a su cargo. A su vez cada subzona dirigía la represión en esa región. Aquí fue la Subzona Militar XV. Comandada por el coronel retirado Pedro Barda, juzgado y condenado en 2008, por el crimen de Magliaro.
Rezett fue integrante de la plana mayor de la Subzona militar XV fue un oficial de inteligencia y el jefe de la “Sección Detenidos” dentro de esa estructura. Así fue que recibió a la estudiante cuando el capitán de la Policía Militar, Roberto Berazay entregó a la secuestrada en el GADA 601. El recibo que le entregó Rezett es muy claro. Allí están su firma, grado, sección y destino.
Como en tantos otros juicios, Sivo tuvo que fundamentar la derogación del arresto domiciliario del imputado y el pedido de cárcel común en caso de un fallo condenatorio. El abogado se remitió a otros países del mundo para ejemplificar. Aseguró que Argentina es el único país del globo que permite que los criminales que atentan contra la humanidad cumplan condena en sus casas por el solo hecho de tener más de 70 años. Citó los juicios en la ex Yugoslavia donde los 8500 criminales juzgados están en una prisión. “En el resto del mundo el arresto domiciliario por crímenes de lesa humanidad no es un planteo posible”, aseguró Sivo.
Por último, explicó que la Justicia efectiva que predican los jueces no acepta otra cosa que la cárcel para los culpables y cerró con las palabras que solía repetir la mamá de Analía: “Que los juzguen y si son culpable que los condenen y que cumplan la condena”
El insulto por lo bajo
Rezett se mantuvo inmóvil casi toda la audiencia. Custodiado por el personal del Servicio Penitenciario y un enfermero que vigila los achaques del viejo militar. A pesar del calor reinante nunca perdió la compostura del flamante saco azul y la prolijidad del nudo de la corbata.
Pero todo cambió cuando Sivo sacó a relucir el curriculum del imputado. Fortunato Valentín Rezzet fue procesado por su participación en los acontecimientos de la Semana Santa de 1988 cuando un grupo de militares carapintadas se levantaron contra la democracia. Luego la justicia militar lo absolvió de la misma manera que absolvió a todos los genocidas de la dictadura.
La incomodidad del imputado se transformó en furia cuando el abogado querellante mencionó su participación como oficial de Inteligencia en el “Operativo Independencia”. Se escuchó por lo bajo y de boca Rezzet “este hijo de puta”, mientras se secaba la transpiración de la frente. El abogado defensor tuvo que callar a su cliente, sin llamara la atención. El tribunal pareció no escuchar, pero el insulto llegó a oídos de la querella que siguió con su alocución como si nada hubiese pasado.
Las torturas más aberrantes
Analía Magliaro fue secuestrada junto a Graciela De laTorre, una compañera de la Facultad de Ciencias de la Educación. Pero esa misma noche del 19 de mayo de 1976. En una casa de Los Hornos, también secuestraron a Alicia Carriquiriborde. Las tres eran amigas y compartieron cautiverio en el infierno de “El Vesubio”
Alicia vive en México desde que sus captores la dejaron en libertad. Ayer, a través de video conferencia, declaró desde el Distrito Federal en México.
Apareció en la pantalla después de varios intentos porque la conexión se cortaba de a ratos. Estaba acompañada por el cónsul argentino en el D.F. Mario Magliaro –hermano de Analía-, que la conoce desde aquellos años de terror, la vio avejentada.
La declaración no se extendió mucho. Alicia contó que estuvo con Analía durante dos meses en el sótano de “El Vesubio”. Recordó que Analía era interrogada bajo tortura todos los días. No podía hablar con ella, pero sabía que estaba allí. Analía, Graciela y Alicia eran las únicas tres mujeres en el sótano.
Alicia recordó que con ellas había un grupo de adolescentes de entre 17 y 18 años que decían ser estudiantes del colegio Nacional Buenos Aires. Esos chicos al igual que Analía varias veces fueron interrogados por un grupo de hombres que venían de otro lugar. No eran los torturadores de “El Vesubio”.
Alicia, Graciela y Analía fueron sacadas el mismo día. Las repartieron en distintas comisarías. Alicia y Graciela se reencontraron en la cárcel de Devoto. Y Allí supieron que Analía había sido asesinada. Alicia pasó 20 meses detenida y luego fue liberada bajo vigilancia. En 1982 viajó a México donde la esperaba su marido e hijos.
En su alegato, el abogado Cesar Sivo retomó las palabras de Alicia para referirse a los padecimientos de Analía. Recordó que la testigo dijo que la torturaban todos los días. También aseguró que en la causa penal sobre “El Vesubio” está probado que en ese centro clandestino de detención, las mujeres eran violadas sistemáticamente.
También citó a un sobreviviente de aquel infierno que contó que cierta vez los torturadores cazaron un cuis e imitaron un método de tortura del nazismo: le metían el roedor entre las piernas a las mujeres estaqueadas en la mesa de torturas. Hasta ese lugar descendió humanidad en ese lugar y en tantos otros durante los años en que los hombres como Rezett tuvieron todo el poder en este país.
Por Federico Desántolo
Fuente:SubZona15
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