Izquierda debilitada y confundida
Por José Antonio Vera
En sólo dos años y medio de ejercicio, el Gobierno de Fernando Lugo ha debilitado a su aliada natural, la izquierda paraguaya, que meses atrás prometió reunificación con la creación del Frente Guasu, pero que de nuevo ha recaído en viejos enfrentamientos de sus cúpulas y se muestra incapaz de responder a las expectativas de sus bases.
Cuando faltan dos meses para celebrar el tercer año de la victoria electoral de Lugo, y apenas dos y medio para terminar su mandato quinquenal, uno de los primeros balances deja ver que, contra todo lo esperado, se constata una peligrosa caída del nivel de movilización de los partidos progresistas y de las organizaciones populares y movimientos sociales.
Similar a lo ocurrido de inmediato a la caída del General Alfredo Strossner, en febrero de 1989, en este momento se produce una absorción de la mayoría de los mejores cuadros militantes, ocupados en cargos de gobierno, descendiendo algunos de ellos a un notorio renunciamiento a principios éticos.
La única diferencia con el desbande que se produjo hace 22 años, es que la dispersión alimentó entonces la creación de cientos de ONG, buena parte impulsadas y financiadas por la USAID, ejerciendo su conocida, eficaz y sibilina formación ideológica al servicio de los intereses de Estados Unidos en la región.
Una media docena de elementos verifican el debilitamiento izquierdista:
1.- Desde la natural algarabía inicial, la izquierda cometió el error de confundir a un gobierno heterogéneo en composición, ideas e intereses, con un poder propio y le entregó un cheque en blanco a Lugo, renunciando hasta hace poco a la movilización, a las huelgas y a criticarlo, en una tolerancia explicable, parida por la esperanza popular de comenzar a reconstruir el país, después de 70 años de absolutismo y corrupción del Partido Colorado.
Analistas locales creen ver una situación algo semejante con lo ocurrido en Uruguay con el Frente Amplio, en la presidencia de Tabaré Vázquez, cuando el triunfo electoral desvaneció a la militancia, que abandonó parte de sus barricadas tradicionales, convencida de que todos sus proyectos los haría realidad el Gobierno.
Al final, algunos errores y desvíos de la administración, hizo tomar conciencia a mucha gente de que lo único que garantiza el cumplimiento de un programa progresista, es el pueblo movilizado, organizado y con una conducción responsable, como lo estarían haciendo ahora, aunque todavía con fallas, frente al Pepe Mujica.
Lo importante es que el silencio popular desapareció en Uruguay. Lo contrario sería imperdonable en una institución con 40 años de experiencia, cosa muy diferente a Paraguay y su realidad política, donde la formación de partidos de izquierda y la elaboración de un programa país, todavía son dos proyectos, el primero deseado y algo elaborado y el otro en una nebulosa, alimentada con buenas intenciones y voluntades.
2.- La desmovilización popular y una decepción creciente, es el primer efecto negativo del error táctico de la izquierda paraguaya de confiar sin límites en Lugo, un recién llegado a la política, aunque adornen su currículo varios años de acompañamiento solidario con las luchas campesinas por la Reforma Agraria.
Ello, quizás, explicaría la incapacidad que acusó la izquierda en detenerse, en el primer año del gobierno, para analizar en profundidad la marcha del proceso y procurar redireccionarlo, pues ya entonces asomaba cierto abandono del programa de cambios ofrecido por Lugo al pueblo, al asumir el 15 de agosto del 2008.
El primer acto desconcertante del ex Obispo, inadvertido en su contradicción por los sectores progresistas, pero que en parte explica la conducta actual que se le reprocha al mandatario, fue su viaje a Bogotá en la segunda semana de recibir la banda presidencial, buscando un acuerdo de cooperación para combatir el narcotráfico y el terrorismo, convenio que terminó siendo tripartido porque ingresó Estados Unidos.
Decir Colombia en el 2008, bajo la presidencia de Alvaro Uribe, era decir Estados Unidos, dos países absolutamente fracasados en la lucha contra el crimen organizado desde las áreas del mundo de las drogas y de la insurrección armada.
El primero, desde hace 60 años, nunca pudo o no quiso tener un solo mandatario sin vínculos con el narcotráfico y ha sido impotente frente a las guerrillas que estallaron al principio de los sesenta, mientras que EE.UU. es el principal mercado de las anfetaminas que envenenan a la humanidad, con ocho millones de adictos registrados al interior de su país, una cifra oficial que la realidad multiplicaría.
Acompañó a Lugo a Bogotá su Ministro del Interior Rafael Filizzola, un joven político, destacado parlamentario, con inclinaciones socialdemócratas según la errónea e interesada calificación de los grandes medios de comunicación, que en estos dos años se ha consolidado como la pieza que, desde el Gobierno, mejor sirve a la derecha y a la omnipresencia de Estados Unidos en el país.
Rafael Filizzola, quien en realidad no supera el marco doctrinario conservador de la democracia cristiana, ha sido fundamental para que expertos estadounidenses y colombianos estén desplegados por todas las regiones paraguayas donde las luchas campesinas por la reforma agraria tienen más tradición y radicalización, si nos atenemos a las reiteradas denuncias de sus dirigentes.
Unos 40 presos políticos están alojados en las cárceles de Tacumbú y la del Buen Pastor, de mujeres, seis de ellos en huelga de hambre desde el lunes 7, acusados de pertenecer al Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), una guerrilla inventada por ese nuevo partido político que son los medios de comunicación capitalista, según denuncias del Abogado Juan Martens.
Magui Balbuena, una militante de años por las reivindicaciones populares de justicia social, con amplia experiencia entre las organizaciones de base, afirma que “hay una fuerte represión en muchos pueblos, donde la gente humilde es atropellada y pisoteada”, a las que se les exige información sobre el EPP, un fantasma que, si existe, no es más que una respuesta por el hartazgo social frente a la miseria que sufren cientos de miles de compatriotas.
El parcial ingreso de Paraguay al Plan Colombia se inauguró casi de inmediato al viaje de Lugo/Filizzola a Colombia, con la represión de una manifestación popular frente a la Fiscalía General, en protesta contra el Proyecto de Ley Antiterrorista presentado por el Gobierno al Parlamento, que evidenciaba ya un deslizamiento hacia posturas ajenas a los postulados de la Alianza Patriótica para el Cambio, que le dio el triunfo a Lugo.
La izquierda denunció ese apaleamiento, pero lo desaprovechó y no convirtió la ira popular contra la primera medida represiva del Gobierno y, con ello, marcar la cancha de lo que debe ser el control de los aparatos de represión por un gobierno progresista.
Ese error fue producto de la estima voluntaria de la izquierda por Lugo, cosa fácil de comprender en un país acéfalo de fuertes líderes populares y necesitado de construir un candidato para ganar las elecciones y terminar con los abusos y perversión que continuaban y continúan cultivando los herederos de la mentalidad y metodología autoritaria y prebendaria del estronismo.
El Parlamento, que en virtud de la Constitución Nacional de 1992, tiene más facultades de decisión que el propio Ejecutivo, desde la asunción de Lugo ha actuaba aliado con el Poder Judicial, conformado por cuoteo partidario, casi todo colorado-liberal y, junto con algunos miembros del Gobierno, como el Vicepresidente Federico Franco, sabotean todas las iniciativas y proyectos de ley de política social progresista, presentado por Lugo, por inspiración y propuestas de la izquierda.
Ante el inminente reinicio del nuevo período parlamentario, lo menos que puede esperarse es una fuerte ofensiva contra todo lo que huela a progresismo, tal como lo está anticipando el consorcio comunicacional encabezado por el Diario ABC, que constituye la principal fuerza de oposición que, por encima de todos los partidos, marca la agenda política nacional, con la cual se identifica no sólo la derecha.
En esa vitrina, está expuesta la historia y la ideología de cada uno de los dos partidos que han dominado la vida de este país desde 1880, tema ausente en la leve discusión de la problemática nacional y prácticamente desconocido desde el extranjero, donde realmente algo se ha comenzado a investigar.
Es muy difícil encontrar en los dirigentes actuales alguien con la formación suficiente para exponer decentemente la ideología de su organización y, a lo más que llegan, es a una crónica de pasajes históricos, con muchas penas y poca gloria. La formación de cuadros políticos es otra ausente en la vida nacional, vacío que también involucra en buena medida a casi toda la izquierda.
Los centros de enseñanza, los lugares de trabajo y hasta los cafés o restaurantes, que en casi todo el mundo son los sitios donde se debaten teorías, doctrinas, coyunturas, realidades, aquí están cerrados al conocimiento, a la polémica y a la confrontación de ideas, lo cual ha impedido, desde 1940, el surgimiento de cuadros políticos de relevancia.
En ese déficit cultural, probablemente se encuentre la explicación de por qué el país carece de figuras descollantes en la política y en la investigación científica, de por qué sobran dedos en la excepción, y de por qué la voluntad popular convirtió a Lugo en su mayor líder en un tiempo record.
Pese a la decepción que provoca, el ex Obispo sigue siendo el político con mayor apoyo de la gente, quizás porque, en un país hastiado de la corrupción, no existe evidencias para endilgarle actos ilícitos, por más que, día a día, traiciona su austeridad de las sandalias y de su ropa sencilla del inicio de su campaña electoral.
3.- Las reivindicaciones de reforma agraria, que motorizaron la vida política del país en los últimos años, han desaparecido de las calles y los campos, lo cual está forzando desde hace algunas semanas un debate interno en los partidos, organizaciones y movimientos sociales, acerca de su necesario relanzamiento, reclamado por los campesinos, en especial las 120 mil familias que sobreviven como parias.
El viernes 11, la Coordinadora de Organizaciones Campesinas (COC) concluyó una plenaria de dos días en Asunción, con un esmerado análisis de la coyuntura, centralizando el debate en tres ejes principales: política social del Gobierno, Reforma Agraria e injerencia de Estados Unidos en los asuntos internos del país.
4.- La exagerada confianza que las dirigencias progresistas depositaron en la gestión de Lugo no ha sido acompañada por el sentir de la mayoría que lo votó, disconforme por el incumplimiento del programa prometido, marcando una reacción popular crítica que la izquierda tarda en pronunciar, salvo tres o cuatro excepciones.
5.- La esperada y muy necesitada reducción de la nefasta incidencia política del Parlamento y del Poder Judicial, que debía resultar de una buena acción del nuevo Ejecutivo, ha fracasado, envalentonando a las fuerzas de derecha enquistadas en todo el aparato estatal, corrupto y parasitario, que el Gobierno del Cambio ha sido incapaz de desestructurar.
6.- El Frente Guasu, que debió superar la mera ambición electoralista de la mayoría de los miembros de la Alianza Patriótica para el Cambio (APC), está en retroceso respecto a las expectativas que despertó entre el sector democrático y de ideas modernas de la población nacional, e incluso extranjera.
Reiterando el mismo sentimiento de ganadores que expresaron después del 20 de abril del 2008, los dirigentes de los partidos de izquierda, de las organizaciones campesinas y de los movimientos sociales, invirtieron con el Frente Guasu todos sus recursos humanos y materiales en las elecciones municipales de noviembre pasado.
En los 238 distritos de todo el país, el Frente logró instalar más de cien concejales y ganó alguna intendencia pequeña, en un hecho histórico, que quebró el bipartidismo municipal colorado-liberal imperante en Paraguay desde hace un siglo, con levísimos y fugaces momentos de alteración.
Sin embargo, esa victoria tuvo un efecto inmediato peligroso porque insumió buena parte de las mejores energías de todo el abanico progresista cercano a Lugo, que ahora le cuesta recuperar y, a la vez, revigorizó al alicaído Partido Colorado, que logró mantener las administraciones comunales más importantes del país.
Los distritos donde la izquierda tiene influencia se han convertido en otra prueba de fuego para que los partidos progresistas mantengan la adhesión popular, dado que todos sus representantes electos están bajo la lupa de la gente que les confió su voto, con la esperanza de que tengan un desempeño eficaz y decente, que entierre los vicios de corrupción que han dominado la vida del país durante más de un siglo.
Sin embargo, algunos dirigentes partidarios no ocultan su preocupación ante la amenaza de desviación que pende sobre algunos de sus delegados municipales, a causa de las tentadoras ofertas de dinero que circulan para comprarlos y de la débil formación política y cultural de varios de los elegidos.
Seleccionados para su postulación en reconocimiento a su trayectoria de militantes de base, nada garantiza que la humildad y eficacia guíen su conducta en la administración municipal, donde algunos, aprendices de caciques, ya hacen gala de soberbia y de fuerte autoritarismo entre los afiliados o simpatizantes, repicando viejos vicios de los colorados y los liberales.
Una postura autocrítica se está instalando en las bases, fundamentalmente las campesinas, que representan la más importante fuerza de movilización colectiva en Paraguay, país con muy poca incidencia de los sindicatos obreros, en lo que puede ser un previo anuncio del clima de enfrentamientos sociales que dirigentes populares y no pocos analistas, creen visualizar para este año en el horizonte nacional.
Los hechos de trascendencia histórica que están protagonizando los pueblos de Túnez y Egipto, contagiando a otros países arabo-africanos, nos enseñan que la evolución de las luchas políticas y sociales viene desde abajo, envolviendo todo a su paso y forzando a las viejas dirigencias a reactualizarse e higienizarse si quieren sobrevivir.
Fuente:Argenpress
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