19 de febrero de 2011

PERÚ.

La falsa imagen
ALBA ANDINA

En esta nota respondemos a las 16 preguntas clasificadas, por nuestros analistas, en el tema: "un análisis más preciso respecto al candidato Ollanta Humala y el nacionalismo".

Algunos comentaristas dicen que la posición de Despertar Nacional por una Patria Libre es dogmática y sectaria. Nada más equivocado. Hemos estudiado la reseña histórica, los principios y el programa de realizaciones del candidato presidencial, Ricardo Noriega, y acusamos una presencia objetiva, ecuánime y justiciera, de ninguna forma excesiva o radical. Lo que pasa es que como el país vive una situación de podredumbre y hay urgencia de limpiarlo, sobre todo de la casta política degenerada, corrupta y descompuesta, toda verdad fundamentada resulta extremista. La izquierda en el Perú estuvo llana al debate y a la confluencia democrática de un frente único amplio a fin de ganar las elecciones en primera vuelta ante a una derecha inmoral y fragmentada. Ollanta Humala, con una ideología que no es ideología, pues el nacionalismo en cualquier parte del mundo es un sentimiento patriótico y nada más, se hizo llamar el "candidato natural" ante el cual todos debían ajustar sus programas bajando la cabeza. Desde allí empezó mal porque emprendió la jugada de una opción propia, personal y de grupo familiar-amical. Y si bien elaboró un programa mínimo para que lo siguieran sin chistar, el daño ya estaba hecho porque él y sus asesores, los sociólogos "caviares," no entienden el problema nacional a fondo, además prefieren no entenderlo porque sería chocar con el sistema oligárquico-plutocrático impuesto a la sociedad peruana. Ellos ahora, desvergonzados, piden el voto popular manteniendo la política neoliberal, en la que se sienten cómodos, proponiendo sólo algunas reformitas para que los explotadores de todos los tiempos no sean tan malos y perversos.


El nacionalismo no es nada sino está adherido a una demarcación ideológica clara en cualquiera de las vertientes doctrinarias, sea esta cristiana, socialdemócrata, socialista, etc. Y por esta insuficiencia, el PNP de Ollanta Humala es un cascarón sin base ni fundamento, que quiere ampararse en la fuerza del voto antisistema del 2006, que en segunda vuelta llegó a 47.3 % de la votación nacional. Ollanta Humala tuvo la oportunidad de construir un partido de oposición y más que un partido una corriente revolucionaria por el cambio económico, político y social. Simplemente, no lo hizo. Se durmió en sus laureles a la espera de reeditar una representación que hoy le resulta ajena y distante por una simple razón, su corrida hacia el centro del espectro político y su confianza en el modelo neoliberal del capitalismo de "rostro humano" o tercera vía, que su mentor ideológico toledista, el economista Félix Jiménez, llama "economía nacional de mercado." Modelo, como bien se sabe, fracasado en todas partes del mundo. Sólo los hombres convictos y confesos, de principios ideológicos firmes, trabajan por la causa del pueblo sin agotamiento, sin esperar nuevas elecciones en la poltrona de sus hogares incorporándose a la sociedad de consumo y sus lujos.


Recordemos la final de película de las elecciones 2006 arrebatadas por el fraude en mesa en la primera vuelta contra Lourdes Flores y el mediático a favor del corrupto-genocida Alan García en la segunda contra Ollanta Humala. Pero también recordemos que al reconocer su derrota, Ollanta Humala no tuvo el coraje de una denuncia de fraude como López Obrador, por ejemplo, en México. Sus asesores "caviares" ya habían comenzado a actuar y le confeccionaron un manifiesto llamando a un "Frente nacionalista, democrático y Popular" como la apertura de un espacio amplio de organización, esclarecimiento y educación de las masas, en la perspectiva de un proyecto liberador cuyo ideario y programa seguía en pie de realización futura. Y conste que, a decir verdades, el extremo radicalismo en las elecciones 2006 no fue el discurso de Ollanta Humala sino la desmedida defensa fundamentalista de la "democracia representativa" como la propiedad inalienable de los poderosos. Fue el temor de los partidos tradicionales corrompidos yendo tras Alan García para salvar sus privilegios, donde Lima dio la victoria y las regiones ganadas por Humala expresaron estar fuera del controlado "sistema político."


A partir de esa polarización histórica, Ollanta Humala ha construido una falsa imagen de hombre de izquierda y hoy en día se ha convertido en un candidato de ficción, de buen vivir y larga espera. Dormido en los laureles del 47.3 % a pesar del desbande de su fuerza política en el Congreso, adonde llevó 42 diputados, en su mayoría tránsfugas, lo único que supo hacer fue llamarse "candidato natural" a la presidencia de la república por sí y ante si, y a pesar de ello fue respetado por las fuerzas sociales y de izquierda; sin embargo, su falta de formación política e ideológica lo llevó a despreciar, de cierta manera, el caudal del voto popular organizado y no organizado. El "candidato natural" no fue el líder de la convocatoria unitaria ni el hombre intuitivo de la causa revolucionaria y, precisamente, no convoca quien no cree en doctrinas superiores y cambios fundamentales de sistema. El 2006 el país fue testigo que aún con la derrota, por mínima diferencia, Ollanta Humala representaba una fuerza política sólida y consistente en términos cuantitativos y cualitativos, la misma que apuntaba contra un sistema político inmoral y decadente rescatado por los náufragos de todos los partidos tradicionales, salidos precariamente a flote a través de un ex reo contumaz como es Alan García Pérez, por quien Mario Vargas Llosa llamó elegir tapándose la nariz con tal que no apareciera otro Hugo Chávez en Latinoamérica.


Los últimos cuatro años nos han demostrado que ese líder fugaz del antisistema, Ollanta Humala, desapareció en el salvamento de la "democracia representativa" que hoy se practica bajo el mando mentiroso y cínico de un Alan García, conocido por sus desmanes criminales de las cárceles de Lima, las comunidades campesinas y las comunidades nativas de la selva, Bagua; y por sus latrocinios millonarios de los "faenones y la plata llega sola." No hay exageración, en estas elecciones 2011 estamos asistiendo a la repetición de la historia para la oligarquía y la plutocracia, para la casta política tradicional, a la cual se incorpora Ollanta Humala sin pudor con el endeble programa reformista de los "caviares" en la ayuda por volver a salvar el sistema político, asediado por los "ultras" mientras ellos especulan fantasías sociológicas, financiados por las fundaciones norteamericanas y europeas. El llamado inicial a conformar un frente nacionalista democrático y popular realizado por el comandante Humala, la misma noche de las elecciones, confirmaba que el intento de la gran transformación del país se ponía en movimiento y que la participación masiva de la población a favor del cambio político, económico y social era un objetivo. Los sucesos posteriores han demostrado que el énfasis verbal fue sólo un saludo a la bandera.


Ollanta Humala no se puso al frente de la tropa, se recluyó en la retaguardia a esperar y de esa manera extendió el tradicional cheque en blanco para Alan García, una tregua versallesca entre los principales actores. Es decir, la oposición fue inexistente en el Congreso, en la calle, en las regiones y en las luchas populares. El "candidato natural" tuvo miedo y aceptó el papel pasivo de "buen perdedor," uno sin garra, ambiguo, incoherente, cuidadoso de no ser acusado de "militar golpista" "desestabilizador de la democracia" "agitador de calles y plazas" "extremista radical" "saboteador de la gobernabilidad." Los vencedores tras el corrupto Alan García se encargaron de domesticar al chúcaro comandante Humala a fin "aprendiera las reglas de juego de la democracia de ellos" la del consenso conversado y el olvido de las masas; la de la mecedora del "Acuerdo Nacional" y los cantos líricos de sirena. Luego viajó a Washington a completar su beca y a España para el visto bueno de Mario Vargas Llosa, el agente de la Casa Blanca para América Latina. Entonces el "candidato natural" Ollanta Humala regresó diciendo que él no proyectaba nacionalizar ni estatizar empresas, pues "defiende un nacionalismo político y no económico," a pesar de querer colgarse del reconocimiento popular del ex presidente Lula da Silva de Brasil, un país donde las empresas públicas de la energía, la banca y el petróleo son las más poderosas. Con estos antecedentes, podemos explicarnos por qué los sociólogos "caviares" y el propio Ollanta Humala nunca llamaron ni convocaron al frente único amplio como en Bolivia, Ecuador, Uruguay. No quisieron ese lugar porque los apetitos personales y de grupo dejan de existir. La confluencia de fuerzas políticas de izquierda que originó el triunfo para la alcaldía de Lima de Susana Villarán, terminó de malas maneras por culpa de esta otra "caviar" fraccionalista, sin embargo, no se puede negar que las condiciones de trabajo unitario estuvieron dadas y fueron los liderazgos los que no se hallaron a la altura de sus obligaciones, avizorando la demanda popular de formar un frente único amplio con todas las organizaciones de la izquierda socialista. Ollanta Humala y su grupo asesor guardaron silencio. En buen romance habían logrado deshacerse de las negociaciones, compromisos y definiciones que un Frente Único Amplio demanda y trae consigo. La comodidad del candidato Humala y su partido nos lleva a pensar en un desenlace buscado con antelación y logrado por la táctica de trabajar a los dirigentes al cansancio y aburrimiento. Así el PNP colocó la fórmula presidencial sin presencia de la izquierda.


El viraje hacia el centro, repleto de candidatos; la búsqueda del beneplácito de Mario Vargas Llosa a fin lo llamen moderado; la formulación de una economía nacional de mercado que no es otra cosa que el neoliberalismo con ojos bondadosos; y el inicio de su campaña electoral frente a la tumba de Haya de la Torre y no frente a la de José Carlos Mariátegui; son todos ellos indicios de tibiezas inaceptables cuando el cambio transformador es el clamor popular de los sectores empobrecidos. Una cosa está clara, Ollanta Humala desea el voto de los izquierdistas, de los socialistas, de los revolucionarios, pero no quiere una identificación con ellos. No haber alcanzado la constitución del Frente Único Amplio como en Bolivia, Ecuador, Brasil, Uruguay, tal vez costará al pueblo peruano cinco años más de neoliberalismo y a como se vinieron dando los sucesos la mayor responsabilidad recae en el "candidato natural," pues si un líder no sabe convocar, no sabe llamar, no sabe juntar, simplemente no sirve. Despertar Nacional no juega al radicalismo, simplemente esclarece la situación y postula a representar a la izquierda en el Perú, ante el vacío dejado por los malabares de los mismos de siempre, con algunas excepciones, los "caviares" ahora tras Ollanta Humala, autotitulados los intelectuales "por la gran transformación" que en mayoría son los mismos elementos reformistas de antes; y no es casualidad que sus integrantes sean los encallecidos intelectuales que dividieron en 1990, junto a Alfonso Barrantes, la Izquierda Unida formando la Izquierda Socialista, destruyendo así la gran oportunidad que tuvo la izquierda peruana de hacerse del gobierno compitiendo con Mario Vargas Llosa en vez de Alberto Fujimori, este último un candidato sacado de la manga por Alan García ante la debilidad del ex alcalde IU.


ALBA ANDINA responde con esta nota al tema "un análisis más preciso respecto al candidato Ollanta Humala y el nacionalismo". Y, viéndolo bien, ahora no nos resulta extraña la extensa conversación, tres horas, con la embajadora de Estados Unidos en el país, Rose Likins, bajo el pretexto de hacer entrega de las versiones "Wikileads" que dan cuenta de los enjuagues del fraude en el 2006 en la embajada norteamericana en Lima. Los saludos protocolares y entrega de las filtraciones no toma más de diez minutos, el "candidato natural" deberá explicar qué más trataron en aquella reunión. Y mucho más extraña cuando el PNP en un comunicado dice: "En dicha reunión nuestro candidato explicó a la diplomática que en un eventual gobierno de Gana Perú, Ollanta Humala, continuarán las relaciones estrechas y amistosas con los E.E.U.U. tanto en el plano diplomático, *como en el intercambio comercial y económico,* preservando el mutuo interés en incrementar estos vínculos, con absoluta garantía para los inversionistas extranjeros y en particular para los estadounidenses. En este sentido aseguró que las relaciones bilaterales serán estrechas y fecundas para ambos países."
Fuente:Argenpress                                                    

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