3 de marzo de 2011

UNA MUESTRA CON EL RASTRO DE ANAHÍ.

Una muestra con el rastro de Clara Anahí
La presencia de los objetos vinculados a una persona buscada o que ya no está tienen la potencia de demostrar, sin vueltas, su existencia. E impresionan. Esa sensación recorre a quienes se topan de pronto con las pertenencias de Clara Anahí, la beba apropiada, hija de los asesinados Diana Teruggi y Daniel Mariani que se exponen en una muestra inaugurada ayer en la sala Pettoruti del Teatro Argentino. Ocurre con la bata amarilla que le tejió su bisabuela Luisa.
03.03.2011

Chicha Mariani, ayer, en la sala Pettoruti del Teatro Argentino
Con la última lata de leche en polvo que quedó en la casa de calle 30 entre 55 y 56, como mudo testigo de la masacre cometida por las fuerzas conjuntas que la secuestraron. Con el gorrito rojo que la niña llevó a un almuerzo familiar en City Bell. Con sus juguetes.

Impacta también ver a esa abuela luchadora, fundadora de la asociación que todavía busca a los cerca de 400 niños aún adultos que siguen desconociendo su historia. Chicha Mariani, a los 87 años, se para con la misma entereza, aunque diga que ya le cuesta tanto. Esa mujer que se despojó de todos los recuerdos para armar una muestra imprescindible: “La búsqueda de Clara Anahí. La búsqueda de todos”.

“Ahora me cuesta pararme, pero hace 34 años, cuando comencé la búsqueda de mi nieta corría como el viento buscándola y buscando justicia para ella y para todos los chicos”, dijo cuando le tocó hablar.

“Fue una lucha muy larga y muy difícil. Y muchas veces he pensado qué va a pasar después. Tenía miedo que esa juventud que durante un tiempo no se interesaba mucho en estos temas, se desviara. Pero tengo ahora la satisfacción de poder decir que la juventud actual es hermosísima. Ahora, a los 87 años, puedo decir que tengo mucha esperanza en el futuro, que no la tenía este tiempo atrás”, afirmó con la sabiduría que le da esta “cerca de mi horizonte”.

La muestra. Las fotos también sacuden. Hay decenas. Fundamentalmente de la niña, que tenía tres meses cuando fue secuestrada. De su madre Diana, desaparecida-asesinada ese mismo día. De su padre Daniel, desaparecido-asesinado el 1º de agosto de 1977.

Y también del resto de los familiares. En el primer panel se expone un particular diseño de árbol genealógico, con recursos gráficos tipo puzzle genético, con la imagen de la pequeña en el centro. La rodean decenas de fotos de familiares: abuelos, primos, tíos, padres, de los cuales Clara Anahí pudo haber heredado algún rasgo.

La casa de calle 30 también tiene una fuerte presencia. Con las fotos posteriores a la masacre que incluyen la citroneta y el frente bombardeado, acompañadas de frases textuales de la abuela Chicha, quien desde su casa a varias cuadras escuchó las detonaciones. Pero también con una plano gigante de la vivienda, dispuesta como si fuera una gran alfombra de plástico. Y con un texto dedicado a la imprenta clandestina que funcionaba en sus fondos, o algunos ejemplares de la revista “Evita Montonera”, que allí se imprimía.

Los primeros pañuelos blancos usados por Chicha. Las marchas. Las fotos de las campañas internacionales. El registro de la huella dactilar de la niña. Los otros caídos en la casa. Y la impactante colección de muñecas compradas por la abuela con el sueño de regalárselas a su nieta, cuando por fin la reencuentre.
Fuente:Diagonales                                                     

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