miércoles 4 de mayo de 2011
Relaciones Colombia-Venezuela: Santos sabe lo mucho que gana con lo poco que apuesta. Pobre Joaquín, en medio del silencio
Por Juan Alberto Sánchez Marín Desde aquellos días, que ahora parecen muy pretéritos, pero que en realidad no alcanzan el lustro, cuando los presidentes Álvaro Uribe y Hugo Chávez daban vía libre al gasoducto binacional y se abrazaban en Punto Fijo, Venezuela, o en Cartagena de Indias, Colombia, cualquiera con dos dedos de frente sabía que en esa amistad aspaventosa, de vereda tropical, iba a pasar algo. Y pasó.
Presidentes, cancilleres, ministros, asesores y afines de los dos países iban y venían, fungían y fingían, lucían y se lucían, pasaban y posaban. Por ahí quedan las fotos, engavetadas y llenas de borrones digitales y re encuadres a la brava. Los opositores venezolanos las usan de cuando en cuando para burlarse de Chávez, los uribistas de acá las manosean para destacar las virtudes dialogales de su mesías.
Se dijo de puentes colgantes para arriba y de oleoductos enterrados para abajo. De aquí para allá y de allá para acá. ¡Puentes con doble vía!
Se conversó de la carretera marginal de la selva, un salvaje megaproyecto neoliberal enmarcado dentro de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana, IIRSA, por el cual ponían la cara el BID y la CAF (1), que en realidad promovían el Departamento de Estado de los Estados Unidos y las grandes transnacionales, y que entre muchas otras cosas inútiles y de expoliación para los pueblos servía para despellejar las calvas cabelleras de los indígenas apacentados durante siglos en su ruta. Una técnica de los viejos pueblos indios de la pradera, que los puritanos blanquitos de hoy dominan bien.
Se discutió sobre la integración férrea, con imaginarios trenes bala desperdigados por las geografías y confundidos entre el fragor de las balas de verdad de la guerra colombiana.
De otras obras magnas de infraestructura también se debatió, como el puente entre La Chinita y La Fría, para bien de la vida de los miles de colombianos y venezolanos de la frontera común, que facilitara su comercio ancestral y de paso el contrabando legal que permite que el vivo viva del bobo y el bobo de Papá y Ma’…
Ambos presidentes hablaron de cooperación fronteriza, energética, económica y comercial. Vicisitudes serias. Nadie sabe si la obra tipo entremés se la creían; eso sí, todos sabían que las obras nunca serían.
Pelea cantada
Ya en diciembre de 2004, Uribe se inauguró como nuevo presidente vecino con el secuestro de Rodrigo Granda, jefe de la guerrilla colombiana de las FARC, en pleno centro de Caracas. El hecho, perpetrado por un comando asalariado del Ministerio de Defensa colombiano, perturbó las relaciones entre ambos países. (2) Pero los melindres concluyeron poco después, en febrero, con un fraterno abrazo entre los dos mandatarios. Todo no fue más allá de una alteración gastrointestinal y una ligera laberintitis de Uribe. La una causada por las mentiras que dijo y la otra por las que oyó.
Casi un año después, la retórica y los buenos modales hicieron su agosto en pleno diciembre de 2005. Volvieron y jugaron el gasoducto, el oleoducto y ningún reducto ideológico de ninguno ni de nadie.
2005 acabó para los dos países en la Quinta de San Pedro Alejandrino, Santa Marta, Colombia, hacia las 16H37 (21H37 GMT) del 17 de diciembre; 175 años, 3 horas y 30 minutos después de la muerte de Simón Bolívar en la misma estrecha habitación. (3)
La temporada navideña de aquel año fue animada con dos muñecos, “Made in China”, vendidos como pan caliente: Uribito y Chavecito. (4) De Chavecito se supo que alcanzó los 60 centímetros. De Uribito se confirmó que por la divina gracia del modelo original llegó a ser pre candidato presidencial del partido de la U y derrotado por la opositora más bruta que país alguno haya tenido en una historia que brilla justamente por la escasez de lumbreras, sean del sexo que sean. De destacar que dicha contrincante por lo menos podría llegar a ser presidenta de un equipo de fútbol, en tanto que el muñeco Uribito corre el riesgo de ir a la cárcel.
2007 fue un año aciago. A petición de la senadora colombiana Piedad Córdoba, Chávez se monta en el paseo de mediar entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC buscando un acuerdo humanitario que permitiera el canje de presos y rehenes.
El gobierno colombiano aplaudió tal cooperación. Todo fue viento en popa mientras la barcaza no se movió de puerto. Cuando lo hizo fue la hora llegada. Uribe, iracundo por los avances previsiblemente imposibles, pero ciertos; Chávez de la noche a la mañana colgado de la brocha.
La banal retórica de la paz es reemplazada de súbito por la densa de la guerra. Ambas, al fin y al cabo, retóricas, parrandeados culteranismos.
2007, 2008. 2009, 2010. Cuatro años más, donde hermanos de hecho debían volverse enemigos del alma, o donde vecinos por obligación tenían que ser extraños por elección. Léase, mejor, por capricho.
Un tiempo en que, por lo menos, Chávez era el malo para el gobierno colombiano y para la rancia derecha colombiana y venezolana, como Uribe lo era para cualquier ciudadano progresista colombiano o venezolano. Cada quien con su cada cual.
Hasta que la Corte Constitucional le cerró el paso a la aspiración de Uribe de una nueva reelección, y el siniestro pero hábil mandatario pasó a ser un twittero irrefrenable, que en estos lapsos invernales desborda aún más al país con los trinos propios de su talante.
Y mientras, engrosa el sanedrín de la derecha continental, haciendo lo que bien se paga a los que ya no son: dictar conferencias en universidades del Opus; reunirse en círculos con otros pesos pasados, como Savater o Vargas Llosa; redactar ditirambos para el imperio; lanzarle infructuosos anatemas al antiguo amigo y visceral enemigo Chávez.
Fresco de bagazos
Se fue Uribe, pero llegó Santos. Nuevo estilo, otro matiz, distinta manera, diferente índole, remozados mozos de cuadra en el hípico país lleno de cagajón que dejó el antecesor. Y nada que no sea igual.
Santos vuelve a bañarse dos veces en el mismo río y con la misma agua. Quizás eso no era posible en lo apartados tiempos del Oscuro de Éfeso, pero en las turbias épocas de ahora sí.
Y Santos tampoco es claro ni es otro, es el mismo. No juega cartas en el Country, se las juega en Palacio. No se volvió santo varón, sólo disimula el apellido. No azuza recuas como ministro, se aplaca a sí mismo de presidente.
Y vuelve y juega el ardid trillado: vecino, compañero, mejor nuevo amigo. Abrazo va, sonrisa viene y la ideología en un punto se mantiene.
Si hay algo más peligroso e inmanejable que la franca disputa y los dientes pelados, es la devoción fingida. Una cosa es la diplomacia, que sigue cursos legales, adecuada para la buena vecindad, necesaria para dos pueblos hermanos. Otra la guachafita de gobiernos que manejan las relaciones internacionales como asunto de solares o de comadres que conferencian de postigo a postigo. Y así estamos de nuevo.
Uribe y Chávez manejaron una vez las relaciones cual finqueros. Ahora todo se cuadra como entre tahúres: full sorpresa, póker que mata, deshojada Flor Imperial, ¿as bajo qué manga? Apenas hay que apuntar que Santos juega Texas Hold’em desde chiquito.
Antes era cuestión de tiempo. Ahora, también. ¿Hasta cuándo será aguantado el cañazo de querer el bien pagándolo a punta de males? Lo mismo que ningún fin justifica los medios, ningunos medios justifican el fin. Así, el fin se vuelve acabose.
¡Estaba escrito…!
No se trata tanto de si Joaquín Pérez Becerra es culpable o no, de qué o en cuáles niveles. Es probable que tendrá a cuestas más pecados de los que él mismo sepa o llegare a mencionar, y, de seguro, es muchísimo más inocente de lo que el gobierno colombiano lo acusa a partir de unos cacharros de pacotilla, hurgados, invalidados, puestos a la carrera, como utilería, para ambientar escenas en la obra sinfín que es la Colombia metida de bruces en la lucha contra sí misma.
Y hay muchas dudas en el aire, que más que interrogantes son cuestionamientos evidentes al gobierno de Venezuela. Es natural que muchos sectores de la izquierda hayan puesto el grito en el ancho cielo bolivariano y que algunos otros no entiendan adónde fueron los marcos legales, los conceptos jurídicos, los acuerdos internacionales o la propia Constitución Bolivariana, un fajo de cosas que ya todos los expertos están empezando a citar con parágrafos, pelos y señales.
Ni siquiera hay que preguntarse por la suerte de los acervos nomotéticos o de locuciones locas como coherencia, lealtad, respeto, confianza.
La amistad de Chávez con Uribe no dio sino sinsabores, supo a cacho y arruinó caminos de menor jolgorio, pocas serpentinas, pero de mayor madurez y más certidumbres.
La amistad con Santos, o lo que sea que signifique la fruslería lingüística de hacerse pasar por los mejores nuevos amigos de la región, puede tener para el presidente venezolano el agrio sabor de las amistades de Gadafi con Sarkosy o Berlusconi: entrañables camaradas, socios de la alianza internacional contra el terrorismo, que ahora mismo y muy prestos le rocían la jaima con misiles.
La frescura de Chávez, ese carácter impetuoso, una dignidad innegable y la mollera chispeante, entran raspando en los abrazos taimados de Santos y de toda una clase dirigente, poderosa y calculadora, que le recrimina al presidente colombiano ese acercamiento, pero que lo lleva a cabo sencillamente porque presidente y gobierno son ella misma. Y ese espíritu Santos sabe bien lo mucho que gana con lo poco que apuesta.
Con el tráfago, la voluntad se distorsiona en llamadas telefónicas tramposas y se asfixian los avances en favores pedidos con una prisa calculada de antaño. En acuerdos de colaboración contra el narcotráfico, luchas contra el terrorismo y otros abominables mandados de los gringos se enreda un camino de por sí lleno de abrojos, en el que a veces, por demás, ya ha sido probado, también sale el Lobo (Sosa, Porfirio).
Qué bueno que uno en estas charadas sólo gozara. Que los arrumacos en vivo se aguaran en la tele y la monserga de las relaciones productivas, de integración y paz saltara de los protocolos a la vida. Que no se pagaran tan caras esas sobras de gracia colgadas por doquier. Pero no es así.
Como dice el título del último álbum del joven cantante chileno Santos Chávez (que no otro Santos Chávez, el difunto pintor y grabador de origen mapuche), “Estaba escrito…” (5)
Amistades que matan
Pérez Becerra militó en el partido equivocado, la Unión Patriótica, dejado a la deriva por la guerrilla de las FARC y exterminado por el tentáculo paramilitar de la derecha colombiana. Joaquín también cometió a la sazón el error craso de no cambiarse de bando, de no abjurar de su pensamiento, o de no volverse político o sapo.
Al contrario, se hundió a voluntad en el desliz de dirigir un medio de comunicación empachado de informaciones a contracorriente, revolucionarias, más bien panfletarias. Y cometió la simpleza de salirse una tarde del país donde vivía asilado, y se metió de lleno en el cerco estrecho de un mundo lleno de paranoias infundadas y de terrorismos diseñados más en los escritorios de los gobiernos que en la realidad.
Para colmo, se embarcó cándido en un avión rumbo a un país en el que confiaba: Venezuela. De no haberlo hecho hubiera sido un exiliado de todo del totazo, incluso, de los suyos.
No le pasó a Joaquín por la mente que en Maiquetía no lo recibirían amigos, sino esposas. No las suyas, que una fue asesinada antes de que él tuviera que salir de Colombia y la otra se quedará quién sabe cuánto sentada en Estocolmo esperando a su Godot, sino las esposas metálicas del país que lo vio nacer y a cuya nacionalidad, en un arrebato de sensatez, prefirió renunciar hace una década.
Pasó por alto que patrias como la suya siempre tienen en cuenta a sus naturales cuando se trata de apachurrarlos, sobre todo, en medio de una realidad mediática ávida de trofeos de guerra, de carnes de cañón y de medios silenciados, que de paso sirve para poner contra las cuerdas a un amigo que en el fuero interno nunca dejará de ser considerado como un apestoso enemigo.
En otras palabras, Joaquín Pérez Becerra desairó tantas formas importantes de la estrategia rebelde más elemental, que se le hace a uno muy difícil ubicarlo como un curtido guerrillero transnacional, versado en negociaciones y filigranas, y en cambio sí lo vuelven muy sospechoso de ser un comunicador nato.
Y hablando de medios, en Venezuela, los revolucionarios por decreto ni fu ni fa. Ni tanto blablablá, más bien ni mu. A lo sumo unos pocos dijeron pío. Poquísimos esta boca es mía. Mi boquita un punto. Y medios de poca o menor bendición que marcaron la diferencia, como Aporrea, los comunitarios, los barriales; los descastados, mas no desgastados. No debió coincidir siempre la idea de lo revolucionario con la talanquera de las directrices ministeriales. Ante un yerro, ¡pues a “yerrar” se dijo! Y se llegó así a la uniformidad más odiosa del mundo: la de todos los medios oficiales mudos, la de todos los funcionarios del gobierno callados, la de todos los versados con los oídos tapados, la de todo un país silbando y mirando para otro lado.
En Colombia, por el contrario, clarísimo el libreto. Los medios lo dijeron todo, desde la misma perspectiva: Pérez Becerra, terrorista, guerrillero. No se calló nada, aunque nunca se dejó entrever otro sesgo, alguna idea de algo más, ni siquiera asomó el beneficio de la duda para el acusado. Grandes titulares, variados estilos, innúmeros formatos: todo el despliegue requerido para que todos vean lo que tienen que ver y oigan lo que tienen que oír. Poco trabajaron las oficinas de prensa de Palacio o Cancillería. Los medios colombianos han aprendido a ejecutar las misiones sin que se las manden, a hacerlo todo solos, solícitos y mejor. Santos ha sabido siempre ser jefe de redacción sin que se lo vea. De medios algo aprendió desde antes de la cuna. Por genética, por ósmosis, y, a la final, como medio para luego darse el gusto de causarnos la mortificación de tenerlo donde está.
Joaquín, pues, nunca debió creer posible que la distancia filosófica existente entre el gobierno del país que visitaba y la del gobierno del país natal que lo perseguía llegara a ser tan corta como los pocos metros que por más de mil doscientos kilómetros separan una patria de la otra. ¡Quién iba a creerlo!
Joaquín quedó entonces parado en un lugar peor que aquel que dejó atrás hace dos décadas. Hoy, en una celda de la cárcel La Modelo de Bogotá, no tiene la zozobra de que lo frieguen, sino la certeza de que lo jodieron.
“El hombre ya se sabe que está aquí,
condenado desde el nacimiento…
Pobre Joaquín, pobre Joaquín,
en medio del silencio”.
En febrero de 1968, el grande poeta y compositor uruguayo Rubén Lena escribió la milonga “Pobre Joaquín”, a la que corresponden estos versos. Lena, según cuenta él mismo, escribió la canción a partir de una nota en el diario sobre un hombre sin nombre que había aparecido muerto en una calle. (6)
Joaquín Pérez Becerra está vivo. ¿Pobre Joaquín? O pobres de nosotros, en medio del silencio.
Notas:
1) Portal de IIRSA. Áreas de acción. En: http://bit.ly/mOQWM9
2) Ver recuento cronológico de esta crisis, según la BBC. En: http://bbc.in/eQLC9W
3) GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. El general en su laberinto. Ed. Sudamericana. Primera edición. Pág. 153. Buenos Aires, 1989.
4) Ver artículo al respecto en Wikinoticas. En: http://bit.ly/fX6ocv
5) Uruguay lyrics. Pobre Joaquín. En: http://bit.ly/moLw0m
6) Página oficial del cantante. En: http://www.santoschavez.cl
Fuente:Argenpress
miércoles 4 de mayo de 2011
Santos gana terreno, Hugo Chávez cede: El capitalismo es el genocida más respetado del mundo, ¡a irrespetarlo!
Por Ramiro Vinueza (OPCIÓN)
La decisión del gobierno de Hugo Chávez de entregar al periodista Joaquín Pérez Becerra, director de la Agencia de Noticias Nueva Colombia (ANNCOL) al gobierno de ese país, constituye un viraje sustancial de la política internacional del régimen venezolano, que de hecho ha cedido a las presiones imperialistas y al narco gobierno de Juan Manuel Santos, continuador de la política pro fascista de Álvaro Uribe Vélez.
Joaquín Pérez Becerra salió de Colombia hace más de 20 años, huyendo de los asesinatos cometidos a más de 4 mil militantes de la Unión Patriótica, UP, movimiento de izquierda por el cual fue elegido concejal en Corinto, Valle del Cauca, a principios de los 90. Joaquín salió de su país luego del asesinato de su esposa. En Suecia le fue concedido asilo político y allí asumió esa nacionalidad, rehízo una familia y se dedicó al periodismo siendo uno de los fundadores de la agencia ANNCOL. Nunca más regresó a Colombia, donde está condenado a muerte.
Según un cable de la agencia EFE publicado en el diario “El Tiempo”, propiedad de la familia Santos, este apresamiento y deportación del comunicador se habría hecho “por encargo”. En ella se señala que Santos se comunicó por teléfono con Chávez antes del aterrizaje del avión que llevaba a Pérez a Caracas, le pidió el arresto de Joaquín Pérez ni bien pisara el aeropuerto de Maiquetía. “Le di el nombre y le pedí que colaborara para su captura. No titubeó”, dijo el mandatario, quien agregó que “esta mañana habló nuevamente con Chávez para agradecer la detención del guerrillero”.
La diligencia con la que ha actuado Chávez muestra un debilitamiento político de su gobierno, que busca equilibrarlo haciendo concesiones a la oligarquía y al imperialismo, asumiendo la criminalización de militantes de la izquierda y del movimiento insurgente particularmente colombiano, que durante el último año han sido deportados por las autoridades venezolanas: alrededor de 15 presuntos miembros de las FARC y del ELN, equiparados absurdamente con los paramilitares colombianos, asumiendo el mismo discurso de la propaganda contrainsurgente del Estado colombiano, para quien los luchadores sociales y políticos opuestos a su política guerrerista, de crimen y exclusión al pueblo, los que luchan por democracia, trabajo y justicia, por una salida política al conflicto interno colombiano; simplemente son acusados de “terroristas”.
El comunicado del gobierno venezolano ante la extradición de Joaquín Pérez lo corrobora: “El Gobierno Bolivariano ratifica así su compromiso inquebrantable en la lucha contra el terrorismo, la delincuencia y el crimen organizado, en estricto cumplimiento de los compromisos y de la cooperación internacional, bajo los principios de paz, solidaridad y respeto a los derechos humanos.” Esta posición colaboracionista de Chávez es una gran ayuda al gobierno colombiano frente al desprestigio internacional que sufre por su política criminal y de hecho entra en acuerdo con el denominado “Salto Estratégico”, nuevo plan contrainsurgente del presidente Santos que en esencia significa criminalizar toda expresión política que se le oponga, aún las más alejadas de la insurgencia, tanto dentro del país como fuera de él; en el cual las extradiciones se convierten en un instrumento para internacionalizar la Guerra Sucia colombiana, usándolas como un mecanismo para el amedrentamiento a todo aquel que opine diferente, a quienes denuncien y condenen la guerra de exterminio y crimen contra su pueblo.
Paradójicamente, la política del Plan Colombia y del gobierno colombiano va ganando terreno y liderazgo en gobiernos llamados progresistas como el de Chávez, quien antes mantuvo una fuerte condena a esta política y reivindicaba la acción de la insurgencia como legitima y para quienes reclamó el estatus de “fuerzas beligerantes”; que por los hechos nunca tuvo la decisión de otorgarles. El apresamiento del director de ANNCOL es un quiebre muy serio en la política internacional de Chávez, que ha desatado fuertes críticas y cuestionamientos de varias organizaciones sociales venezolanas, lo propio han hecho varios analistas políticos, comunicadores y lideres de izquierda en América Latina, para algunos de los cuales esto significa una “traición” y un “viraje hacia la derecha”.En este sentido organización sindical venezolana ÚNETE, partidaria del gobierno, expresó:
“Esa detención y el contenido del comunicado del gobierno venezolano, asumiendo ya una postura condenatoria, calificando de terrorista y delincuente a un militante revolucionario, a la usanza del imperialismo yanqui y sus lacayos, son contrarios totalmente a la esperanza liberadora y antimperialista que proyecta el proceso bolivariano.” No cabe duda que la desazón, la inconformidad, la desconfianza y las críticas, se han extendido a un amplio espectro del movimiento popular venezolano frente a la extradición de Joaquín Pérez, al que se añade el apoyo al anti popular gobierno de Porfirio Lobo de Honduras, por quien aboga para su reinserción en la OEA, golpeando así la movilización, la resistencia y la lucha del pueblos hondureño que tiene desgastado políticamente a un gobierno que ha asesinado a varios líderes sociales.
Ecuador en la estrategia contrainsurgente de Colombia
La aureola de gobierno progresista que tiene Correa en el exterior, lograda sobre en base de una fuerte ofensiva mediática y de un discurso demagógico es diferente a lo interno del país, donde los más amplios sectores reconocen el proceso derechización expresado, entre otros aspectos, en la criminalización de la lucha social y en la acusación a líderes sociales y políticos con la figura de “terrorismo y sabotaje”, que alcanza a más de 280 ciudadanos, de los cuales 7 campesinos del sur de país han sido condenados a 8 años de cárcel; el presidente de la FEUE, Marcelo Rivera, a 3 años.
Edgar Isch sostiene que “Un gobierno que sustenta su legitimidad en la violencia estatal, el uso de mecanismos judiciales para reprimir y las Fuerzas Armadas en las calles, poco puede hablar de democracia y mucho menos de socialismo. Es, por el contrario, un gobierno que busca disciplinamiento social en términos de sumisión y acatamiento a las órdenes e ideas oficiales”.(Ver artículo en este número). Nada que envidiarle al gobierno colombiano, es más, podría decirse que hay muchas coincidencias en este plano. Llama la atención y preocupa que gobiernos que supuestamente están en orillas distintas coincidan y sustentan esta política anti popular en las “razones de Estado”, o en “cuestiones de seguridad regional”; y en común tipifiquen la lucha popular de resistencia y por el cambio como “terrorismo”, convirtiendo a las organizaciones populares y a sus líderes en el enemigo principal. Correa ha señalado reiteradamente que el mayor peligro para su “revolución” son los izquierdistas, los ecologistas y los indígenas “infantiles”.
Para Chávez, coreándole a Santos, un periodista que denuncia y desenmascara en el plano internacional las atrocidades del gobierno colombiano es un terrorista y es sujeto de extradición.
La inserción del Ecuador en el Plan Colombia ha dado grandes pasos con el gobierno actual, así lo señalan el reforzamiento de la frontera norte con alrededor de 10 mil efectivos militares, afirmando el plan de “yunque y martillo” establecido por Colombia, con grandes gastos para el país. Pese a que Colombia en el año 2008 invadió territorio ecuatoriano, violó su soberanía, bombardeó un campamento, asesino a varios guerrilleros y a un ecuatoriano, las reclamaciones no pasaron de una que otra rabieta presidencial y de un pliego de peticiones y explicaciones de las cuales tanto Uribe como Santos se burlaron. Además es público que el gobierno de Correa ayudó a que se sobreseyera la causa judicial que pesaba contra Manuel Santos por el bombardeó en Angostura, que se llevaba a cabo en la provincia amazónica de Sucumbíos.
En noviembre del 2009 se restableció la Comisión Binacional Fronteriza, donde es notorio que la iniciativa la tienen los colombianos. Ahora en el 2011 se ha discutido un “Programa de Acción Binacional para fortalecer la seguridad fronteriza”, que según el Ministerio de Defensa del Ecuador cuenta con más de veinte planes conjuntos orientados a incrementar el intercambio de información y fortalecer la seguridad en la zona de frontera, para robustecer “la capacidad para enfrentar, de mejor manera, las amenazas a la seguridad”, establece “una instancia de seguimiento y evaluación; acciones para el “control de la movilidad”, analizaron “estrategias de comunicación” en la zona fronteriza y la celebración de “acciones cívico-militares de apoyo al desarrollo”, protección de la población y prevención ante la presencia de grupos delincuenciales. Así, el discurso de soberanía de Correa se desvaneció con la vergonzosa normalización de las relaciones con Colombia, en condiciones de abierta colaboración con el Plan Colombia y la estrategia contrainsurgente diseñada por el imperialismo. Las concesiones realizadas por el gobierno venezolano entran en la misma onda, -aunque con particularidades propias- . y en los hechos ambos coinciden en la línea estratégica del presidente de Colombia, José Manuel Santos quien paulatinamente se está convirtiendo en la punta de lanza para la internacionalización del conflicto colombiano y la aplicación del Plan Colombia en la región.
Fuente:Argenpress
miércoles 4 de mayo de 2011
Rechazan intervención de Costa Rica en diferendo colombo-nicaragüense
PL
La Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, rechazó hoy la petición de Costa Rica de intervenir en un conflicto marítimo entre Nicaragua y Colombia.
El tribunal se opuso a la intromisión del gobierno tico en el diferendo, al negar que estén en juego intereses de ese país en la zona en disputa.
Por nueve votos a favor y siete en contra, la máxima instancia judicial de la Organización de Naciones Unidas consideró que San José no demostró que exista una amenaza real para sus intereses de orden jurídico, declaró en una sesión pública el presidente del tribunal, Hisashi Owada.
Nicaragua y Colombia mantienen un litigio en la Corte, que deberá definir las fronteras marítimas de ambos países en el Caribe.
San José solicitó intervenir en el litigio en febrero de 2010, al alegar que cualquier decisión de la corte al respecto podría afectar sus derechos e intereses en el Caribe occidental.
Sin embargo, la CIJ aseguró que cualquier trazado de frontera marítima acabará "antes de alcanzar la zona en la que Costa Rica asegura tener derechos e intereses".
Asimismo, la Corte se pronunciará próximamente sobre una petición de Honduras de intervenir en este litigio.
Hace una década Nicaragua reclamó la soberanía de una vasta zona marítima en el Caribe occidental que incluye el archipiélago de San Andrés y que actualmente está en posesión de Bogotá.
En un primer fallo en 2007, la CIJ dictó que la soberanía de las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, pertenecientes a ese archipiélago, ya había sido acordada a Bogotá en un tratado de 1928 entre Colombia y Nicaragua.
La demanda de Managua la consideran competente para decidir sobre la soberanía de las islas e islotes y delimitar la demarcación marítima.
La corte analiza, además, una demanda de Costa Rica contra Nicaragua por la supuesta invasión militar a un pequeño humedal en la desembocadura del río San Juan, que las dos naciones reclaman.
El pasado 8 de marzo, la instancia judicial recomendó a los países en conflicto abstenerse de enviar personal de seguridad, militar o civil al sitio de la controversia.
Fuente:Argenpress
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