miércoles 4 de mayo de 2011
Bin Laden murió hace más de 10 años
Por David Ray Griffin (GLOBAL RESEARCH)
Este artículo del escritor estadounidense David Ray Griffin, profesor emérito de filosofía de la religión y la teología, publicado en Global Research en 2009, afirma que Bin Laden murió de insuficiencia renal hace más de 10 años y que todos sus mensajes en video y audio de la última década fueron patrañas tan falsas como la liberación de la soldado Jessica Lynch en Irak 2003, elaboradas por los mismos guionistas del Pentágono y la Casa Blanca. Sus últimos registros documentados indican que recibió tratamiento medico en el hospital norteamericano de Dubai en julio de 2001, donde adquirió dos máquinas para diálisis. Para Griffin, este ex servidor saudita de Estados Unidos contra los soviéticos en Afganistán convertido en “enemigo”, y cuya familia tiene negocios con GW Bush en Estados Unidos, no tuvo que ver con la licuación del acero estructural de las Torres Gemelas el 11/9/2001, episodio controvertido, lleno de sombras y próximo a cumplir 10 años.
Título original: Osama Bin Laden: ¿Muerto o Vivo?
http://hamsayeh.net/middle-east/638-osama-bin-laden-dead-or-alive.html
Traducción: Ernesto Carmona
¿Todavía está vivo Osama Bin Laden? Me he ocupado de esta pregunta en un pequeño libro reciente titulado “Osama Bin Laden: ¿Muerto o vivo?” Este artículo [escrito en octubre 2009] resume las cuestiones principales de ese libro.
Desde la transferencia del poder de la administración Bush a la administración de Barack Obama, la cuestión de si Bin Laden está muerto o vivo ha llegado a ser más importante.
Pese a que George W. Bush dijera su famosa frase “quiero a Osama Bin Laden ‘vivo o muerto’”, claramente no hizo nada serio para lograrlo. Además de indicar que no fue informado sobre Bin Laden, lo demostró enviando a Iraq la mayor parte de los recursos militares de Estados Unidos. Por supuesto, Bush podría mantenerse despreocupado sobre Bin Laden porque sabía que, además de no tener nada que ver con el 11/9, de todos modos estaba probablemente muerto.
No sé qué piensan sobre estas materias el presidente Obama y su gente, pero su retórica presupone que Bin Laden era responsable de 9/11 y todavía está vivo. En noviembre de 2008, por ejemplo, una historia del Washington Post dijo: “Presidente electo Barack Obama… se propone renovar el compromiso de Estados Unidos en la cacería de Osama Bin Laden”. … ‘Ése es nuestro enemigo’, dijo un consejero sobre Bin Laden, ´y él debe ser nuestro blanco principal’”.
En su domicilio de la Casa Blanca, el 27 de marzo de este año (2009), el presidente Obama dijo: “Al Qaeda y sus aliados -los terroristas que planearon y apoyaron los ataques del 11/ 9- están en Pakistán y Afganistán. Múltiples estimaciones de inteligencia han advertido que Al-Qaeda está planeando activamente ataques contra la patria de Estados Unidos desde su seguro asilo en Pakistán. … Al-Qaeda y sus aliados extremistas se han movido a través de la frontera a áreas remotas de territorio paquistaní. Esto incluye casi ciertamente la jefatura de Al-Qaeda: Osama Bin Laden y Ayman al-Zawahiri.”
Obama ha apelado regularmente a estas estimaciones de inteligencia, que invariablemente han demandado que Bin Laden está oculto en Pakistán, en alguna parte a lo largo de la frontera con Pakistán. Esta afirmación se utilizó para justificar la extensión de la actividad militar de Estados Unidos en Pakistán, con el resultado que la gente ahora habla de la “guerra de AfPak”.
Una manera de argumentar contra esta guerra es señalar que, si estos expertos de inteligencia ni siquiera saben si Bin Laden está vivo, ciertamente no pueden saber dónde está y qué está pensando. De seguro hay otros buenos argumentos contra esta guerra y muchos críticos están haciendo sus alegatos. Pero señalar que casi con certeza Bin Laden está muerto, abre una discusión que va al corazón del análisis público razonablemente articulado sobre esta guerra.
Por supuesto, otra manera de argüir contra esta guerra sería señalar que Bin Laden no tuvo nada que hacer con el 11/9. Pero aunque nuestro propio FBI admitió que “no tiene ninguna evidencia clara que conecte a Bin Laden con el 9/11”, una gran parte grande de la población norteamericana ha sido acondicionada para rechazar cualquier revisionismo de la versión oficial acerca del 11/9. Como vimos recientemente en “el affair Anthony K. "Van" Jones” [Consejero Especial para “empleos verdes” despedido de la Casa Blanca], se considera impropia para el servicio público a la gente que alguna vez firmó algún documento sugiriendo que la versión oficial del 11/9 pudo no estar completamente ajustada a la verdad.
Mi pequeño libro sobre Bin Laden era primariamente para la gente que, además de asumir que éste era responsable de los ataques del 11/9, también cree que la guerra de AfPak se justifica porque necesitamos evitar que planee otro ataque. Mucha de esta gente se dará vuelta contra la guerra si llega a enterarse de pruebas convincentes de que este personaje está casi ciertamente muerto. Hay considerables pruebas para esta conclusión. Estas pruebas son de dos tipos: evidencias objetivas y testimonios.
Pruebas objetivas de que Bin Laden está muerto
Las evidencias objetivas incluyen los siguientes hechos:
Primero, hasta el mediodía del 13 de diciembre de 2001, la CIA estuvo interceptando regularmente mensajes entre Bin Laden y su gente. En aquel momento, sin embargo, los mensajes pararon repentinamente y la CIA nunca volvió a interceptar otra vez algún mensaje.
En segundo lugar, el 26 de diciembre de 2001, un importante periódico pakistaní publicó una información con la historia de que Bin Laden había muerto a mediados de diciembre, añadiendo:
“Un miembro prominente del movimiento afgano del Talibán… indicó… que él mismo había asistido al entierro de Bin Laden y vio su rostro antes de la sepultación”.
Tercero, Bin Laden tenía una enfermedad al riñón. Lo habían tratado para atendérsela en el hospital norteamericano de Dubai en julio de 2001, oportunidad en que adquirió, según se informa, dos máquinas de diálisis para llevárselas. Si usted se ha preguntado alguna vez qué hacía Bin Laden durante la noche anterior a los ataques del 11/9, las noticias de CBS divulgaron que recibía tratamiento de diálisis del riñón en un hospital de Pakistán. Y en enero de 2001, el Dr. Sanjay Gupta dijo que -observando un vídeo de Bin Laden hecho a finales de noviembre o principios de diciembre de 2001- éste parecía estar en las últimas etapas de una insuficiencia renal.
Cuarto, en julio de 2002, CNN divulgó que habían capturado a los escoltas de Bin Laden en febrero de ese año, añadiendo: Las “fuentes creen que si capturaron a los escoltas lejos de Bin Laden, es probable que el hombre más buscado en el mundo esté muerto.”
Quinto, desde 2001 Estados Unidos ofrece una recompensa de 25 millones de dólares por cualquier información que conduzca a capturar o a matar a Bin Laden. Pero esta oferta de recompensa no ha producido como resultado ninguna información, aunque Pakistán tiene mucha gente desesperadamente pobre, y sólo la mitad muestra su apoyo a Bin Laden.
Pruebas testimoniales de que Bin Laden está muerto
Además de estas evidencias objetivas, recogimos considerables testimonios en 2002, de gente en posición de saber que Bin Laden estaba probablemente muerto, o casi. Esta gente incluía a:
• Presidente Musharraf de Pakistán;
• Dale Watson, jefe de la unidad de contraterrorismo del FBI;
• Oliver North, quien dijo: “Estoy seguro que Osama está muerto. Y lo está el resto de individuos que permanecían en contacto con él”;
• Presidente Hamid Karzai de Afganistán;
• Fuentes del interior de la inteligencia israelí, que dijeron que cualquier nuevo mensaje de Bin Laden era “probablemente fabricación”;
• Fuentes de adentro de la inteligencia paquistaní, que dieron por “confirmada la muerte… de Osama Bin Laden” y “atribuyó las razones tras el ocultamiento de noticias de Washington sobre su muerte al deseo de los halcones de la administración norteamericana de utilizar el miedo a Al-Qaeda y el terrorismo internacional para invadir Iraq”.
Por esta razón, quizás, las historias sobre el fallecimiento de Bin Laden se extinguieron en gran parte a finales de 2002, cuando Estados Unidos multiplicaba su ataque contra Iraq. De entonces hasta ahora, hubo pocas de tales historias.
Recientemente, sin embargo, dos ex oficiales de inteligencia han hablado hacia afuera. En octubre de 2008, el ex oficial de la CIA Robert Baer sugirió al paso, durante una entrevista en la Radio Pública Nacional, que Bin Laden no estaba más entre los vivos. Cuando le pidieron a Baer precisar esto, dijo: “Por supuesto, él está muerto”.
En marzo de 2009, el ex oficial del servicio exterior Ángel Codevilla publicó un artículo en el American Spectator titulado “Osama Bin Elvis”. Explicando su título, Codevilla escribió: “Siete años después de que Bin Laden hiciera su última aparición comprobable en vida, hay más pruebas de la presencia de Elvis entre nosotros que de la suya”.
Éste es un excelente artículo. Solamente tiene un defecto serio. En 2007, Benazir Bhutto, siendo entrevistada por David Frost, se refirió a Omar Sheikh como “el hombre que asesinó a Osama Bin Laden”. Codevilla citó esta declaración como la evidencia más certera de que Bin Laden estaba muerto. Pero Bhutto tuvo simplemente un lapsus linguae: Ella quiso referirse “al hombre que asesinó a Daniel Pearl” [periodista de The Wall Street Journal secuestrado y asesinado en Pakistán], que es una manera estándar de aludir a su asesino, Omar Sheikh [alias "Mustafa Muhammad Ahmad”]. El lapsus fue aclarado el día siguiente, cuando la primera ministra le dijo a CNN: “No pienso que el general Musharaf sepa personalmente donde está Osama Bin Laden”. Diez días después, hablando por NPR, Bhutto divulgó que le preguntó al policía asignado para vigilar su casa: “No debe usted buscar a Osama Bin Laden?” Dejando de lado este defecto, el artículo de Codevilla proporciona buen apoyo a la extendida creencia de que un Bin Laden vivo no
se sostiene por las pruebas.
¿Y los “mensajes de Osama Bin Laden”?
Mucha gente, por supuesto, asume que hay muchas pruebas de que Bin Laden está todavía vivo, a saber, las docenas de cinta con “mensajes de audio y video de Bin Laden” que han aparecido desde 2001. Estas cintas proporcionan buenas pruebas, sin embargo, sólo si son auténticas. El capítulo más largo de mi libro se dedica a responder esta pregunta.
En primer lugar, muestro que la tecnología para hacer cintas audio y video falsas ahora está tan avanzada que incluso los expertos pueden ser engañados. Y aunque la prensa regularmente nos diga que las agencias de inteligencia han autenticado la última cinta de Bin Laden, es virtualmente imposible demostrar que una cinta pueda ser auténtica.
También fue obviamente fabricado “el vídeo de la sorpresa de octubre”, que apareció el 29 de octubre de 2004, justo a tiempo para ayudar a George W. Bush a conseguir ser reelegido. Una pista de que fue una falsificación, independientemente de su sincronización, fue proporcionada por su lenguaje. Los mensajes reales de Bin Laden estaban saturados de referencias a Alá y al profeta Mahoma. Pero en este “vídeo de la sorpresa de octubre”, raramente menciona a Alá y el único “Mohammad” aludido fue Mohamed Atta. También, mientras los mensajes indudablemente auténticos de Bin Laden describieron acontecimientos mundanos que por lo menos le permitieron invocar a Alá, el audio de este “vídeo de la sorpresa de octubre” dio una cuenta puramente secular de acontecimientos, incluso diciéndole a la gente norteamericana: “Su seguridad está en sus propias manos”.
El vídeo más obviamente falso es uno que, apareciendo en 2007, resulta idéntico al “vídeo de la sorpresa de octubre” de 2004, salvo que la figura de Bin Laden ahora tenía una barba totalmente negra, llevándome a llamarlo el vídeo “del terrorista Barba Negra”. Aunque los expertos intentaran, con caras serias, explicar por qué Bin Laden pudo haberse teñido la barba, o ponerse una barba falsa, este vídeo fue tratado con más respeto que el merecido por otro de YouTube que mostraba a un actor que llevaba una barba muy larga y muy negra, mientras decía:
“Hola, tanto tiempo sin vernos. Soy yo, Osama Bin Laden. Y este [mensaje] no se confundirá con el anuncio publicitario de tintura de pelo sólo para hombres. …. Hago este vídeo para probarle al mundo que todavía vivo y pateo”.
Este vídeo es muy divertido. Pero no hay, por supuesto, nada divertido en el hecho de que los vídeos falsificados de Bin Laden se hayan utilizado obviamente, y todavía se estén utilizando, para justificar la guerra de AfPak, que continúa matando a centenares de docenas, si no de cientos, de gente inocente cada semana, incluyendo mujeres y niños que asisten a bodas y a entierros.
Conclusión
Si mi pequeño libro, mostrando que Bin Laden ha estado probablemente muerto hace tiempo, puede ayudar a acortar esta guerra, el texto responde a su propósito principal.
Otra cuestión principal, a la que dedico todo un capítulo, es que estas falsificaciones de cintas de Bin Laden parecen ser simplemente una porción de una extensa operación de propaganda, en que la inteligencia militar de Estados Unidos está utilizando ilegalmente fondos provenientes de los impuestos para hacer propaganda ante el público norteamericano con el objetivo de fomentar la militarización de Estados Unidos y de su política exterior.
Espero que mi pequeño libro estimule el movimiento por la verdad del 11/9, junto con el movimiento pacifista en general, para tomar con más fuerza la tarea de exponer este esfuerzo de propaganda, que devora cada vez una porción mayor de nuestros fondos de contribuyentes.
Fuente:Argenpress
miércoles 4 de mayo de 2011
Osama bin Laden ha muerto: Ni aplausos ni lamentos
Por Jorge Gómez Barata
Con la muerte de Osama Bin Laden en el mundo hay un terrorista menos y un precedente negativo más.
Obviamente el cabecilla de la organización que se atribuyó los atentados del 11/S en Nueva York y otros actos terroristas, merecía ser perseguido, capturado y condenado según mandara la justicia; no mediante la “Ley del Talión”. La lógica de “ojo por ojo y diente por diente” conduce a un mundo de ciegos y desdentados”. Lo que pudo ser la culminación de un esfuerzo legítimo por atrapar a un criminal, ha terminado en otra ejecución extrajudicial. El hecho de que la víctima sea un terrorista confeso no cambia el significado.
Osama Bin Laden no era un líder revolucionario, un combatiente antiimperialista ni un patriota; no era un estadista, tampoco un representante del Islam, una fe que no promueve la violencia y merece respeto, sino un delincuente prófugo, protegido por otros de su misma catadura; era además parte de un engranaje que ha costado demasiada sangre y un pretexto para políticas agresivas y belicosas.
Recrearse en un hecho de sangre que suma violencia a la violencia y promover la idea de que la muerte de un cabecilla es la solución a un problema que hunde sus raíces en fenómenos sociales y económicos, en complejas circunstancias políticas e incluso en motivaciones ideológicas de carácter racista, profundiza errores en los que se incurrió en el pasado. Si la muerte de Osama Bin Laden significara el fin de la impunidad para todos los actos terroristas, incluidos el terrorismo de Estado, entonces la anécdota tendría mayor sentido.
Ojalá un hecho que, aunque de manera sumamente cruenta, pone fin a la mayor cacería humana en toda la historia, sirva para una profunda e integral reflexión política, asistida por el Derecho acerca de las causa que engendran el terrorismo y el mejor modo de allegar fuerzas y razones para luchar contra ese flagelo.
Se corre el riesgo de que en medio de la euforia, ocurra lo contrario y como en los días infaustos del 11/S, Estados Unidos caiga en la tentación de creer que puede combatir con flotas, ejércitos y guerras un fenómeno que debe ser tratado de otro modo y con otras herramientas. La comprensión integral del fenómeno, la cooperación internacional, la participación de las mayorías y la justicia plena son las únicas opciones frente al terrorismo.
Preocupa sin embargo, que la declaración del presidente Barack Obama acerca de que: “América puede hacer lo que se proponga…”, se refiera no a las capacidades del pueblo norteamericano, sino que se homologue a la afirmación de George W Bush, acera de que: “Estados Unidos debe estar listo para atacar en 60 o más rincones oscuros del mundo”.
Cuando el 7 de diciembre de 1941 Japón atacó Pearl Harbor, Franklin D. Roosevelt fue al Congreso y pidió a los representantes del país que declararan la guerra a Japón y así ocurrió el día 8. La legitimidad del acto estuvo fuera de toda duda; tampoco los aliados ultimaron a los cabecillas nazis, sino que los juzgaron y conforme a las leyes ahocaron a muchos de ellos. La justicia, es bueno reiterarlo, no es una primitiva venganza.
Esta vez los hechos se desarrollaron en Pakistán, país donde probablemente Osama Bin Laden se hubiera ocultado hace años, cosa que no podía hacer sin algún género de tolerancia y protección; en un Estado que autoriza las operaciones militares y policiacas norteamericanas en su territorio. No hay que lamentar la violación de la soberanía de un país que no la reclama ni la defiende.
Otro tema es el de los estándares. A la luz del comportamiento de las administraciones norteamericanas; es pertinente la pregunta de si en lugar de en Nueva York las Torres Gemelas hubieran estado en La Habana y no se tratara de Osama Bin Laden, sino de alguno de los terroristas anticastristas que en Miami piden licencia para matar en Cuba: ¿Se trataría o no de terrorismo?
¿Por qué Bin Laden ha de responder con su vida por sus actos terroristas y a Posada Carriles, autor intelectual confeso de la voladura del avión de la compañía Cubana de Aviación y de los atentados con bombas a hoteles y discotecas de La Habana, ni siquiera se le encausa? Por extraño que pueda parecer, se trata de un mismo gobierno aunque de una doble concepción de la justicia.
Cuba no quiere cazar y ejecutar a Posada Carriles como hizo Estados Unidos con Bin Laden; simplemente pide que se le juzgue conforme a Derecho y a patrones universales. Los cubanos ni siquiera reclaman que sea en La Habana, pueden hacerlo en Caracas, Nueva York o La Haya; Cuba no aspira a tomar venganza, simplemente reclama honestidad y advierte que el hecho de que no haya justicia para todos es una premisa para que algún día no la haya para nadie.
Los miles de norteamericanos que hoy marchan en Nueva York y acuden a la Zona Cero de Manhattan a rendir tributo a las víctimas del 11/S, tienen derecho también a reclamar el fin de la desproporcionada e irracional violencia que en nombre de la lucha antiterrorista condujo a las guerras de Irak y Afganistán, ha alimentado la idea de un “conflicto de civilizaciones” e impide acciones eficaces para combatir el terrorismo.
No hay derecho a confundir a la opinión pública, a convertir la necesidad en virtud ni a politizar la justicia. Osama Bin Laden es parte del pasado, de un modo u otro respondió por sus crímenes y toca ahora mirar al porvenir donde hay mucho trabajo por hacer antes de que el mundo sea un lugar seguro para todas las personas honradas. Allá nos vemos.
Fuente:Argenpress
miércoles 4 de mayo de 2011
Bin Laden y la reelección de Obama
Por Salvador González Briceño
Al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, mientras hacía el anuncio a los medios de comunicación se le veía satisfecho. Al fin tenía entre manos una buena noticia que darle a sus electores y al mundo, algo que desde hace algunos meses no puede. Se trata de la confirmación, este domingo, de la muerte del líder de la organización terrorista Al Qaeda más buscado por los servicios de inteligencia gringos, Osama bin Laden, señalado como el principal orquestador de los atentados a las Torres Gemelas de Nueva York aquél fatídico 11 de septiembre de 2001, ¡hace 10 años!
Golpe de suerte -chiripa, o no-, el caso es que la caza de Bin Laden vino a otorgarle un poco de aire a su desinflada campaña electoral por la continuidad presidencial para un periodo de cuatro años más, que no despega y tampoco mira el campo libre, porque ni tiene mucho que ofrecer desde que ha perdido terreno frente a la derecha del Tea Party -partido del té-, y su representación republicana que opera como bajo el esquema de gobierno del clan de los Bush.
Obama gobierna sin resultados propios, ni en materia de economía ni de política local e internacional [las rebatingas internas, por ejemplo, lo obligaron la semana pasada a mostrar su acta de nacimiento por presiones del posible contrincante Donald Trump]; con un fuerte déficit público -hace dos semanas se andaba quedando sin presupuesto-, una economía deprimida, una política social en entredicho, tres guerras en marcha contra sendos países -en Irak, Afganistán y ahora en Libia- y un equipo diplomático en total descrédito por el papel de espionaje que juega, conforme a las revelaciones del portal Wikileaks de Julian Assange.
Animado dijo: “Estados Unidos realizó una operación en la que fue abatido Osama bin Laden…, un pequeño grupo de estadounidenses condujo el operativo con coraje y extraordinaria capacidad. Ningún estadounidense fue herido y se tuvo la precaución de evitar víctimas civiles”. Y agregó en seguida: “Luego de un tiroteo ultimaron a Osama bin Laden, y tomaron su cuerpo en custodia (…), se ha hecho justicia”. Porque Bin Laden fue señalado como el responsable de los atentados del 11/S y las tres mil víctimas a la caída de las Torres. Por lo mismo, Obama celebró junto al presidente pakistaní, Asif Alí Zardari, el “día bueno e histórico para nuestras naciones”. “El logro más importante hasta la fecha” contra la red terrorista, en una “guerra que no es contra el islam”. Pero siguió bajo los lineamientos del Pentágono establecidos por los halcones de Bush Jr.
Dentro de poco, con este anuncio de la muerte del líder de la organización Al Qaeda ocurrida en Abbottabad -a 60 kilómetros al norte de Islamabad-, el presidente estadounidense esperará elevar sus preferencias entre el electorado, sin mayores promesas porque tampoco las tiene o si las hace no tendría esperanzas de convertirlas en logros para una administración que está resultando más bien a todas luces gris.
Pero el pasado se impone. Y Obama, como todos los políticos del mundo, esperan que la memoria histórica popular sea hecha añicos en todo momento para que juzgue la noticia como se le brinda de botepronto, así sea por la cadena CNN. Porque más allá de haberse convertido en “el enemigo público número uno” tras el 11/S, no se olvida que durante la Guerra fría Osama fue un colaborador estrecho de la Agencia Central de Inteligencia, la CIA, tras la invasión soviética en Afganistán en 1979 como organizador del mantenimiento logístico de los mujaidines afganos, que tanto elogiaran los políticos gringos y hasta explotara Hollywood con la película de Sylvester Stallone, en Rambo III.
La CIA le pagó a Bin Laden por esos servicios. El nexo: Osama era cuñado de Khalid Bin Mafhouz, el entonces director del BCCI -banco de la CIA-. Sin embargo, tras la primera invasión de EU a Irak, en 1991, Laden declaró la yijad -guerra santa- a Estados Unidos por ocupar territorio saudí para dirigir desde ahí la guerra contra Saddam Hussein. El derribo de tres helicópteros de EU en Somalia con saldo de 18 muertos, en octubre de 1993 fue un atentado achacado a Al Qaeda. En 1998, contra las embajadas de EU en Kenia y Tanzania. Igual que el 11/S en 2001 y otros más: 11/3/2004 en Madrid, 7/7/2005 en Metro y autobús de Londres.
Más allá de la suspicacia del autoatentado del 11/S en Nueva York, los hechos hablan por sí. 1) El ataque a las Torres Gemelas ocurrió cuando Bush Jr. tenía el nivel más bajo de aprobación porque se había declarado ganador con las elecciones de Florida, un estado gobernado por su hermano Jeb. 2) La tesis de la privatización de las Torres también campea, porque habían sido públicas. 3) Apoderarse del oro que estaba en los sótanos del WTC. 4) Desaparecer los archivos de la General Accounting Office (GAO) sobre los Bush. Y, 5) ¿También para tapar el hoyo que significó Enron?, cuando la Torre 7 se cae unas horas -5:30, pm.- después sin impacto alguno, salvo dos pequeños incendios. El 11/S resultó, al parecer, un tiro de muchas bandas.
Una cola de tamaña conspiración orquestada por los llamados Neocon, parece que está alcanzando ahora a Barack Obama, se lo proponga o no. De ahí su satisfacción por la caza de Bin Laden, un cadáver que se apresuraron a lanzar al mar desde la plataforma de un portaaviones, por el temor a represalias.
Pero con todo y no todo el mundo se mastique las mentiras de EU, y más allá de que Bin Laden haya sido calificado como enemigo público número uno tras los atentados del 11/S, el caso es que en el ejercicio de la política internacional que coloca por delante los intereses estratégicos -mejor conocidos como de “seguridad nacional”-, EU hace y deshace con “amigos” que luego convierte en “enemigos” por así convenir a sus políticas en el mundo.
Pero Bin Laden no esun muerto más. Por el número de seguidores que consiguió, es verídico el temor de que vuelvan los ataques o atentados contra intereses de EU en el mundo. Pero al parecer eso no le importará a Obama. Porque él quiere conseguir la reelección en 2012 a toda costa. Así sea justificando las guerras como los republicanos o los Bush. No tiene más cartas que las de la guerra que le heredaron los dos gobiernos anteriores. Por eso ordenó el operativo contra el líder de Al Qaeda hace ocho meses.
Fuente:Argenpress
miércoles 4 de mayo de 2011
El terrorista que nunca existió
Por Jaime Richart
Eso del 11 S no podía dejarse así como así. No sólo eso, es que antes de ejecutarse ya había un plan completo. Y, dada la catadura de la intelligentsia americana, había de tener todos los ingredientes de los cazatalentos que son los “americanos”. Pocos, quizá ninguno, de los prohombres yanquis no políticos han sido autóctonos.
Todos son de fuera. Ellos, a raíz de la conquista del continente, se fueron haciendo poco a poco expertos en aprovechar la fuerza vital y creativa de una inmensa mayoría de europeos inmigrantes por distintas causas. Sobre todo tras el desmantelamiento de la Alemania nazi. Pero eso sí, son utilitaristas donde los haya. Como los ingleses espoleados por sus filósofos ultrapragmáticos... Pero en lo demás son unos niños grandes que empezaron siendo gilipoyas, como dicen en mi tierra, y han terminado siendo gilipoyas y además brutales, mendaces y canallas. La mayoría de los centros estadounidenses no son centros de saber, como se nos da a entender en la pedagogía oficializada. Son centros de manufacturación, de conspiración y de montaje. En todo. Sólo en un puñado de tecnólogos, además de dinero a espuertas, están sus méritos. Lo demás es propaganda y fuerza bruta.
Quizá parezca que estas reflexiones destilan odio, el odio que se encargaron ellos de inculcar contra los nazis. Pues así es. Lo que no obsta para que, como todo en la vida, no encierre una inmensa parte de justificación y de verdad. No seguirán imaginando que sólo les odian los islamistas radicales... Ellos se lo han labrado, y el mundo no se ha acabado todavía para saber que ese odio tiene todo el fundamento que existe contra la fuerza superior irrefragable de carácter armamentístico acompañada de la "voluntad de poder" de Nietzsche que inspiró a muchos alemanes de los años 20 y 30…
Así es que ahórrense los americanos las pruebas abrumadoras sobre la muerte de Bin Laden. Prescindan de las todopoderosas pruebas del ADN; guárdense las fotografías horrendas del finado, los testimonios, que podrán contar por miles, de testigos; eviténnos leer la declaración jurada ante notario del propio ajusticiado, de que era quien decía ser y decían que era. Incluso no nos vengan ahora con el carbono 14. Y, sobre todo, olvídense de insistirnos en que sí existió ese hombre de luenga barba negra y expresión entre bonachona y neutra, fue el autor intelectual del ataque al WTC el 11 S de 2001 como jefe de una banda que tampoco existe ni existió.
Los que no vivimos de cerca el halloween conocemos perfectamente a los "americanos", y sabemos perfectamente lo aficionados que son a las palomitas, a la hamburguesa, al corta y pega, y a fabricar las leyendas tras asentarse en América del Norte que todavía no tenían. Por eso era lógico que empezaran urdiéndolas con doscientos años de retraso. Los cíclopes, las brujas, las meigas, los trasgos, los ogros y esa barahúnda de personajes de todas las subculturas que llenan la mitología y la leyenda de buena parte de la historia de Europa y de los demás continentes tienen, desde que el cine americano se adueñó del mundo, su versión particular del pensamiento contorsionado que luce el "americano" a este propósito y a otros. Y los que sí viven o vivían de cerca el halloween, tarde o temprano sienten en carne propia la ralea de esa chusma... Diversas y numerosas experiencias relatadas por personas que los "adoraban" lo atestiguan. Lo que no sé es a qué van los europeos allí...
Pero Bin Laden no llega siquiera a la categoría de leyenda. Bin Laden es una burda manufactura gráfica, un personaje de tebeo. Como Carpanta, Flash Gordon o el doctor No. Y como tales nos lo han estado relatando a través de lo que se nos presentaba como perversa enseñanza a sus secuaces en el manejo del Kaleshnikof. Exactamente ha durado el relato 10 años menos cuatro meses. Tan persistentes han sido en éste, que se lo han terminado creyendo. Eso le sucede siempre al mentiroso patológico, al vendedor de crecepelos y al manipulador. De otro modo, tendrían que olvidarse de su éxito...
La historia se puede contar de muchas maneras, y de todos los grandes hechos, acontecimientos y atrocidades hay por norma muchas versiones. Y no perdura precisamente la "verdadera". Sencillamente, y aparte de la dificultad en ponerse de acuerdo, porque nunca hay una sola o única verdad. No digo respecto al hecho en sí (aunque a menudo también se inventa -y éste de la muerte de Bin Laden es otro más) sino en la causa, las causas, los autores y actores, los cooperantes necesarios y los cómplices.
Cuando hay guerras o conflictos o contenciosos por medio (y cuando no los hay apenas hay gente interesada en ello) están, por un lado, la versión-verdad de los vencedores que dura todo lo que dura su dominación y lo que dura la dominación de los herederos ideológicos de esa dominación, y, por otro, la versión de los vencidos. Pero es que cuando hay abismales diferencias como las que hay entre el cowboy y el enemigo de arrabal indostaní y aledaños, la versión del héroe cowboy suele alcanzar cotas delirantes del más pavoroso ridículo.
Bin Laden no existió, ni nació ni murió. Y menos existió con la descripción de los fotomontajes de la cía, del fbi y de los cuentacuentos de la casa blanca. Bin Laden es una broma americana. Lo que tiene que hacer su intelligentsia es, ya que el americano saca partido de todo y para él el tiempo es oro, es poner en marcha cuanto antes la producción mundial de millones de gorras y camisetas con el logo de Bin Laden.
En todo caso, que hagan lo que quieran, pero a Europa y a América Latina, aparte, naturalmente, el mundo árabe y musulmán, aparte los débiles mentales, aparte los interesados en creerse su versión y los que viven siempre sugestionados por la mente calenturienta de los americanos, a nosotros no nos la han dado nunca ni nos la dan... Está claro que han querido cerrar un folletín pendiente de un final que, como no podía ser de otro modo, tendría que ser necesario y feliz. Y ya tendrán en la recámara, para seguir la monserga, al lugarteniente (del otro, del Omar Mullah, que se fugó en bicicleta por los montes Karakorum nada se ha vuelto ni a hablar) que asuma el papel de muñeco del pim pam pum que sus esquemas mentales precisan.
Una concepción, ésta (la de la fácil manipulación de la realidad a través de la leyenda), que no está muy alejada de esa otra leyenda hispana que todos tenemos in mente, a partir de la realidad que lo fue durante el franquismo. Al fin y al cabo toda leyenda tiene algo de verdad y su origen está en un reflejo de alguna realidad.
Por eso, y ya concluyo, no sé cómo a estas alturas de la película americana el mundo, y sobre todo el mediático, les hace maldito caso. Sólo los que están muy identificados con el poder de los nazi-americanos y absortos por su prestidigitación pueden darles alguna credibilidad y prestarles atención.
Fuente:Argenpress
miércoles 4 de mayo de 2011
Atención al Terrorismo de Estado Internacional
Por Domingo Riorda (ECUPRES)
El anuncio triunfalista del asesinato de una persona, por parte de la máxima autoridad del aún más poderoso país del mundo, es un serio llamado de atención al Terrorismo de Estado Internacional.
El personaje que recientemente dio permiso para que aviones sin tripulación bombardease un país africano donde se litigia por el petróleo, antes había estampado su firma para que se concretase un calculado operativo para asesinar a un ser humano, sobre el cual recaía una larga lista de crímenes y era el cabecilla de una red internacional que ya estaba en desprestigio en el mundo árabe.
El protagonista principal de la puesta en escena para tan trascendente anuncio, tomó sumo cuidado para que brillara su impecable blanca dentadura, pero no pudo evitar que se le viera los colmillos de la soberbia y de la satisfacción por el poder imperial.
Como si estuviera ofreciendo un ramo de rosas a su amada, explicó a los habitantes del planeta tierra que un comando de su país se metió en la casa que estaba en otro país y, sin más que más, asesinó al ser humano sobre el cual recaía una larga lista de crímenes y era el cabecilla de una red internacional que ya estaba en desprestigio en el mundo árabe.
Agregó que murieron otras personas, pero todas del bando contrario y que de los suyos, hábiles, rápidos, ninguno recibió ni una herida, por lo que no necesitaron las curitas que llevaban en sus ejemplares botiquines y quedaron para pegar canciones como canta Charly García.
Nadie pudo preguntarle qué hubiera ocurrido si, a la inversa, un comando de ese otro país hubiera entrado en una casa del suyo y hubiera matado a alguien a quién le habían endosado una larga lista crímenes.
Aprovechando ese nadie pregunte, agregó que el cadáver de aquel criminal había sido llevado a un barco desde donde lo arrojaron al mar, teniendo mucho cuidado en realizar las ceremonias propias de la religión que profesaba el asesinado, aunque pareciera que se le perdieron algunas páginas del Libro Sagrado de ese ser humano.
Hay quienes dicen que solo recibió el disfraz del Premio Nobel de la Paz para sus fiestas de máscaras y que lo lució en el último Halloween, pero la mayoría de los informantes aseguran que realmente es un Premio Nobel de la Paz a quien no le pareció incongruente aprobar acciones como la de asesinar en casa ajena, sin ningún tipo de juicio, y arrojar el cadáver al mar, imitando a los militares argentinos en sus vuelos de la muerte.
El protagonista apeló a que no mostraba fotos ni otras pruebas para que no entorpeciese acciones similares en el futuro, pero hay quienes sostienen que esa cita es solo una excusa de su honda sensibilidad por lo cual cree que a la gente no se la debe molestar con fotos cruentas, de muertos tirados en el piso, de paredes ensangrentadas, porque después de todo el que da la noticia es el jefe de un gran estado a quien hay que creerle.
Sin embargo, en esa prolijidad propia de los que esconden razones ocultas, cae en el agujero negro de su impecable discurso preparado con muy buenos asesores y pronuncia la frase vacía, llena de vacío, “Ahora el mundo es más seguro que antes”
Demoledor conjunto de palabras que ya habían pronunciado antecesores suyos, cuando asesinaron otros seres humanos, invadieron países marcados con el rojo de los herejes, motorizaron dictaduras y aplicaron la ley del grandote con el palo entre las dos manos, y el mundo fue cada vez más inseguro.
Atrapado en el agujero negro, no trepidó en anunciar que ahora había que cuidarse porque los seguidores de ese ser humano querrán vengarse.
Se dice, pero parece que no fue así, que un niño que andaba por ahí dijo “Oh, El Rey está desnudo”
Triste. Tristísimo. La etapa del Terrorismo de Estado Internacional ya había sido inaugurada por anteriores protagonistas pero ahora, aquel de quienes se habían depositado ciertas esperanzas le dio una nueva vuelta de rosca.
Fuente:Argenpress
miércoles 4 de mayo de 2011
La muerte de Bin Laden: apreciaciones y consecuencias
Por Sebastián Zurutuza (INFOSUR)
El autor analiza uno de los acontecimientos internacionales más trascendentes de los últimos tiempos y sus posibles efectos en el escenario global y regional.
La muerte de Bin Laden: apreciaciones y consecuencias.
En un veloz análisis, casi en tiempo real debido a la sorpresa y al torrente de información, hay que considerar al menos dudosa la “operación especial” que terminó sencillamente (remarco eso) con Osama Bin Laden, luego de diez años de intensa búsqueda local y planetaria. El típico escenario de una acción con más dudas que certezas y sobre la cual no se conocerán detalles (o al menos todos ellos) y ni siquiera si son ciertos. Un grupo comando ingresa en una estancia, dispara, liquida al objetivo y se hace con el cuerpo. Sencillo, perfecto, eficiente. En sólo 40 minutos. Un tiro en la cabeza; de la “cabeza” de Al Qaeda. Una operación planeada durante nueve meses.
Bin Laden está muerto y echaron lo que quedaba de su cuerpo al mar, en un ritual musulmán practicado nada menos que por las fuerzas que lo mataron. Surrealista. Sin posibilidad de constatación de su identidad por nadie, salvo por las fuerzas que intervinieron. Para que haya un muerto debe haber un cadáver. Pero más que las certezas, parecen imperar los símbolos y significados. Algo entre real y plantado. Burdo.
El terrorista saudí estaba instalado en un complejo residencial donde habitaban militares paquistaníes. La inteligencia estadounidense nunca confió del todo en ellos ni en sus elementos de inteligencia, infiltrados desde hace mucho por Al Qaeda. Por eso, la operación se llevó a cabo sin “avisar” a los locales. Penetrando soberanía con la anuencia cómplice de Islamabad.
Todo es muy poco para justificar diez años de búsqueda global, invasiones y guerras contra dos estados (Afganistán e Irak), operaciones encubiertas en todo el planeta, interminables procedimientos de interrogación y tortura al menos en cuatro continentes. Todo huele a sospecha.
Osama no pudo o quiso desplazarse más allá de Afganistán o Pakistán, aunque contaba con una red de contrainteligencia que lo protegió eficazmente durante la última década. Un viejo axioma entres espías sugiere que la mejor protección es colocarse en el “centro del baile”. Esto sugiere dos cuestiones posibles: un grado importante de anquilosamiento del sistema de inteligencia de EEUU o, por el contrario, que ese mismo sistema generó una falsa atmósfera de confianza para Bin Laden, con el objeto de poder matarlo.
El anterior gobierno paquistaní en manos del dictador militar y aliado de EEUU, Pervez Musharraf, tenía a sus servicios de inteligencia absolutamente infiltrados por Al Qaeda y otros grupos radicales mientras que eran entrenados por la CIA y los militares americanos. Hoy ocurre lo mismo. Mohammed Atta, uno de los terroristas que atacó el WTC, estaba conectado con la inteligencia paquistaní y recibió mucho dinero de sus cuadros principales meses antes del atentado. Bin Laden siempre pudo haber estado en Pakistán y EEUU haberlo sabido. Es, como mínimo, sugestivo que a diez años casi exactos del 11-S, se produzca este evento.
La operación, caracterizada como un “hecho simbólico” por Mark Kimmitt, ex funcionario para asuntos Político-Militares de G. W. Bush y militar retirado, apunta a fortalecer la imagen de Obama mediante lo simbólico. Precisamente: “Justice will be done”, dijo el mandatario al anunciar la muerte del saudí y la continuación de la guerra contra Al Qaeda. Eso excita al sentimiento nacionalista y de sheriff global (o Destino Manifiesto) del pueblo americano, tanto en la variante republicana como demócrata, que festejan juntos en las calles a poco del 10° aniversario del 11-S. Y el concepto remata con una advertencia interna y externa: “matamos a Bin Laden, pero Al Qaeda aún existe.” Lo mismo sostiene Kimmitt.
Obama, Premio Nobel de la Paz 2009, unió en su discurso los issues tradicionales de la política exterior de ambos partidos: seguridad, defensa, chauvinismo y sentimiento de invencibilidad (republicano), protección de la libertad y bienestar, y evitar demonizar al Islam, como parte de la concepción multicultural (demócrata) Pero la línea definitiva la marca el hecho de elevar el nivel de alerta de seguridad hasta agosto en territorio norteamericano, y extensible a todos los lugares donde EEUU tenga intereses estratégicos o mera presencia. El equilibrio entre optimismo y miedo que se comunica a la población es, sin dudas, parte de la estrategia de un país en guerra.
El presidente busca sostener y mejorar la imagen de su gestión en el alicaído frente interno, complicado por:
1. El recupero republicano en 2010 (en elecciones legislativas y con el movimiento populista de ultraderecha del Tea Party), que hicieron detener las políticas más progresivas de su gobierno.
2. Críticas a su política exterior en relación a la crisis de países árabes, acusado de “tibio” sobre la cuestión libia y siria, específicamente. Esto, doctrinariamente, pone en entredicho a los demócratas, que son intervencionistas en cuestiones “humanitarias” y los vuelve pasibles de ataques opositores internos.
3. Limitado impulso intervencionista en el Norte de África y repliegue estratégico sobre América Latina: visita a Brasil por interés sobre hidrocarburos y comercio, y para “marcarle la cancha” a Planalto -sobre todo a Itamaraty-, acerca de sus intenciones de ocupar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU.
4. Admitir sólo “colaboración” en las operaciones militares contra Libia, dejando la iniciativa a los socios en Europa (Francia, Inglaterra, España, Italia) que reeditan la experiencia de intervención colonial de siglo XIX y anteriores, en base a la necesidad actual de controlar fuentes energéticas (petróleo) y de recuperar el frente interno. Sarkozy sale complicado a nivel electoral, Cameron aplica un ajuste fuerte e impopular, Zapatero enfrenta cinco millones de desocupados y no recupera al país de la crisis e Italia, pese a la amistad espuria de Berlusconi con Gadafi, no puede permitirse dejar de asegurarse la provisión de petróleo de Libia o la vieja Cirenaica, otrora colonia italiana.
5. Política de offshore y hands off incluyendo reducción de tropas en algunos centros tradicionales de intervención durante los últimos tiempos: Irak y Afganistán. La muerte de Bin Laden y la decapitación de Al Qaeda puede sugerir una merma de recursos militares en esos teatros. Se deberá analizar cual será la nueva “reasignación” y misión de recursos bélicos en el exterior. Posiblemente se dirijan América Latina para fortalecer los intereses del patio trasero americano.
6. Una situación económica que muestra un dudoso recupero con altibajos y una tendencia a la ralentización.
Todos estos factores generan una sensible merma de liderazgo internacional y el repliegue sobre objetivos selectivos para disminuir costos y aumentar beneficios. Uno de ellos puede ser nuestra región, considerada como “periferia turbulenta” desde hace años; rica en recursos naturales estratégicos. Otro es la concentración de recursos militares y políticos en el centro del Cáucaso, donde hay potentes reservas energéticas. Y un tercero es el gradual monitoreo del área sino-índica y el Mar Amarillo, donde la hegemonía china se vuelve cada vez mayor y comienza a rozar intereses de los actores locales. En todos los casos, Washington busca recuperar el impulso perdido, o al menos frenado, en su política exterior. Un buen símbolo de victoria parece muy recomendable para comenzar.
El hecho de haber “limpiado” el nombre del Islam en el discurso de Obama, plantea un posible cambio estratégico que podría alejarse del planteo de guerra intercivilizacional adoptada por los halcones republicanos de la Era de G. W. Bush, y sustentada por la tesis de Samuel Huntington, que elaboró al final de la Guerra Fría y publicó a poco de que Bush padre desatara la operación “Tormenta del Desierto” sobre Irak, abriendo la etapa “antiislámica” de la proyección geopolítica imperial.
No sabemos si ello puede inaugurar un posible cambio conceptual sobre la identidad de “el enemigo” en la doctrina estratégica de Washington y en medio de un escenario global multipolar cargado de incertidumbre, pese que para Obama “el mundo es un lugar mas seguro” a partir de ahora. Habrá que prestar mucha atención sobre quienes podrían reemplazar, en un futuro, a ese enemigo y cual doctrina geopolítica cierra el ciclo 2001-2011 y abre nuevas perspectivas en las gateras de la amenazadora inteligencia imperial. Al menos así lo sugiere el final del discurso de Obama: "este hecho nuevamente nos recuerda que Estados Unidos puede hacer lo que se proponga. Esa es nuestra historia". Y también es el mayor peligro para la emancipación definitiva de nuestra América.
Sebastián Zurutuza - Analista internacional. Especialista en geopolítica.
Fuente:Argenpress
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