21 de junio de 2011

MENDOZA: EL DEBATE ENTRA EN LA ETAPA FINAL CON EL OPERATIVO CONTRA URONDO.

LESA HUMANIDAD: EL JUICIO
El debate entra en la etapa final con el operativo contra Urondo
Hoy comienza a tratarse el homicidio del poeta. Declara una de las últimas personas que lo vio vivo.
Por DANIEL CALIVARES 

"Abatieron en Mendoza a un delincuente subversivo", titulaba uno de los pocos diarios mendocinos existentes para el 19 de junio de 1976. Dentro de la nota, se había copiado textualmente el comunicado enviado desde Córdoba por orden del Comandante del III Comando del Ejército, Luciano Benjamín Menéndez. En él se describía cómo había sido el operativo que dio muerte a Francisco Paco Urondo, cómo había huido una mujer y acusaban a Urondo de haberse intentado proteger usando como escudo a un niño de un año.

Sin embargo, el comunicado no mencionaba que se había detenido a una mujer, Alicia Raboy, que esta desapareció, y que al bebé los policías no lo recuperaron del cuerpo del poeta asesinado, sino del brazo de hombres que tenían un corralón, a quienes Raboy se los dejó, en su intento de huida, para intentar protegerlo.

Esta historia será la última que escuchará el Tribunal Oral Federal 1 (TOF1), en el juicio por delitos de lesa humanidad que se está llevando adelante en Mendoza y por el cual declarará Renée Ahualli, la única persona que logró salvarse de ese operativo y que no sólo se referirá a los últimos segundos de vida de Urondo y Raboy, sino también a Rosario Aníbal Torres, un ex policía que habría conocido a Urondo y quien, a base de torturas, fue obligado a señalar al poeta para que fuese atrapado, vivo o muerto.

URONDO. Según el comunicado del Ejército, se manejaba la información de que el 17 de junio de 1976 un grupo de militantes montoneros iba a atacar una comisaría. Por ello, se había montado un operativo en Guaymallén. Hasta allí habían llegado varios policías pertenecientes al D2. Entre ellos estaban Celustiano Lucero, Osvaldo Fernández, Luis Rodríguez y Eduardo Smaha. A dos de ellos, los acompañaba un secuestrado, que fue salvajemente torturado en el centro clandestino de detención.

La idea del operativo era detener al poeta, periodista y militante de la agrupación Montoneros Francisco Urondo. Con él, en el auto, viajaban Raboy, la hija de ambos, Ángela, y Ahualli, a quien apodaban la Turca. Todos se dirigían a una reunión, pero la cita estaba envenenada, cómo se decía en ese momento, aunque ellos no lo sabían. Recién se dieron cuenta cuando, al pasar por una esquina, en el asiento de atrás de un auto, Ahualli observó a sus ocupantes y se dio cuenta de que uno de ellos era Rosario Aníbal Torres, un ex policía puntano que fue torturado en varias ocasiones en el D2 por su relación con Montoneros y que se encuentra desaparecido.

"La persecución duró muchas cuadras", recordó Ángela Urondo hace unos meses. "Queda claro que entre todas las malas decisiones (de Montoneros) está el haber trasladado a mi viejo a Mendoza. No lo cuidaron", explicó Javier Urondo durante su testimonio en enero.

EL FINAL. "Se adoptaron las medidas de vigilancia de la zona, produciéndose a las 18.30 la aproximación de un vehículo sospechoso. Se impartió la orden de detención, que no fue acatada por sus ocupantes, que, en cambio, abrieron el fuego contra las fuerzas legales.

Se atacó inmediatamente a los agresores, como resultado de la acción murió un delincuente subversivo, que aún no ha sido identificado, logrando huir una mujer (...) Este proceder de utilizar niños como escudo para llevar a cabo sus intentos asesinos, exponiéndolos a ser heridos o muertos durante la acción, y abandonándolos ante el menor fracaso, habla claramente de la poca moral y desviados sentimientos que animan a estos delincuentes subversivos", expone el comunicado.

Sin embargo, los testigos que estuvieron ese día en la intersección de Tucumán y Remedios de Escalada contaron una historia totalmente diferente de la expuesta en el comunicado. Horacio y Miguel Canela son hermanos. El segundo falleció hace algunos años. Ambos, en junio de 1976, eran dueños de un corralón ubicado a pocos metros de donde murió Urondo.

Ese día, estaban trabajando cuando una mujer, Raboy, "entra al corralón y le tira la nena a mi hermano", explicó Miguel, cuando habló con jueces. "Después llega la gente que la venía persiguiendo, eran cuatro personas con chaqueta y pantalón azul, la sacaron a patadas de la pieza que usábamos como depósito, la tiraron a la acequia", señaló, y agregó que ni él ni su hermano pudieron ver a Urondo, ya que ambos permanecieron siempre dentro del corralón, pero sus vecinos les hicieron comentarios al respecto.

"Dicen que le dieron un culatazo al hombre y, después de ahí, nada más". El autor del golpe habría sido Celustiano Lucero. Mientras Urondo fallecía en la calle, Raboy fue llevada supuestamente al D2. Ese habría sido su último destino antes de desaparecer. Ahualli logró escaparse, tras cruzar un baldío y abordar un trole. Volvió a Mendoza muchos años después y hoy estará de vuelta.

Ángela, en tanto, permaneció 20 días en la Casa Cuna, hasta que fue recuperada por su familia. "Durante muchos años fue una utopía pensar que iba a haber un juicio. Fueron muchos años de impunidad", recordó Ángela al comienzo del debate. Hoy este entra en la recta final, ya que la causa Urondo será la última, y después, solamente quedarán los alegatos de las partes y la sentencia que sería dada a conocer a fines de agosto.


El motivo del traslado a Mendoza
Son varias las versiones que se refieren a por qué Urondo fue trasladado a Mendoza, una provincia chica, si era él un personaje conocido. La hipótesis más fuerte señala que la cúpula montonera lo trasladó tras realizarle un juicio moral por mantener una relación con Alicia Raboy, cuando aún estaba en concubinato con otra mujer. Urondo y Raboy se conocieron en la revista Noticias. Actualmente, la hija de ambos, Ángela, vive en Buenos Aires y fue una de las principales testigos en el juicio político contra el ex juez federal Luis Miret.
Fuente:ElSolDiario


Declara la testigo del asesinato de Urondo
Publicado el 21 de Junio de 2011
Renée “La Turca” Ahualli, única testigo del asesinato del escritor y periodista Francisco “Paco” Urondo, ocurrido en Guaymallén el 17 de junio de 1976 en una emboscada, declarará hoy en el juicio que se desarrolla en Mendoza por delitos de lesa humanidad durante la dictadura militar.
Renée Ahualli es la única sobreviviente de aquel ataque ocurrido en una esquina de Guaymallén que terminó con la vida del dirigente montonero y la desaparición de su pareja, Alicia Raboy. Se salvó la hija de ambos, Ángela, que tenía once meses y viajaba en el auto junto a sus padres y “La Turca”. La muerte de Paco Urondo y de 30 personas más son sometidas a juicio desde el 17 de noviembre de 2010, y están acusados represores que respondían al jefe del Cuerpo III del Ejército de entonces, Luciano Benjamín Menéndez, quien quedó fuera del juicio por razones de salud.
Fuente:TiempoArgentino



MAÑANA -POR HOY- DECLARA EN EL JUICIO POR EL CRIMEN DE FRANCISCO "PACO" URONDO. REITERAMOS UNA INFORMACION DE LA AGENCIA DE NOTICIAS DEL 17 DE NOVIEMBRE DEL AÑO PASADO CUAN DO SE INICIO EL JUICIO.
17 de Noviembre de 2010
¿Cómo mataron a Paco Urondo? El relato vivo de la única testigo
Ángela Urondo y Renée Ahualli se reencontraron 33 años después en el mismo lugar de donde sobrevivieron.
Renée Ahualli es la única sobreviviente de aquel ataque ocurrido en una esquina de Guaymallén que terminó con la vida del dirigente montonero y la desaparición de su pareja. También se salvó la hija de ambos que tenía 11 meses. La Turca adelanta el testimonio que dará en el juicio que se iniciará hoy 17.

Finalmente a partir de hoy (17 de noviembre de 2010), 34 años después, se comenzará a saber quién mató a al dirigente montonero y recordado poeta Francisco Paco Urondo. Será uno de los 19 casos que serán juzgados por el tribunal federal designado para sentenciar en las causas en que están acusados 10 represores que respondieron al ex jefe del Cuerpo III del Ejército, el temible Luciano Benjamín Menéndez. El histórico juicio unificado buscará conocer a los culpables de las muertes de 30 personas en la época de plomo de los años ’70.

Si bien Menéndez está acusado por el asesinato de Urondo será juzgado en otro proceso porque está en Córdoba donde es juzgado junto a Jorge Rafael Videla en la mega causa por los crimenes de lesa humanidad.

Los otros acusados son los militares Tamer Yapur (primer interventor militar de Mendoza), Orlando Dopazo y los ex policías Juan Oyarzábal y Luis Alberto Rodríguez y Celestiano Lucero y Armando Osvaldo Fernández. A ellos se sumaba el médico Raúl Corradi, acusado de encubrimiento, que luego fue sobreseído por la Justicia.

Hace cuatro años la actriz Renée Ahualli llegó a Mendoza para dar su testimonio ante el juez federal Walter Bento. En abril de 2006 la mujer llegó desde Tucumán donde reside con el propósito de contar aquella historia violenta que ocurrió el 17 de junio de 1976. En aquella oportunidad no pudo hacer su relato frente al secretario del juzgado federal por las objeciones que plantearon los abogados de los acusados. Hace un año regresó y finalmente lo hizo y de paso retornó al lugar del crimen del cual fue la única testigo directa.

“Fui varias veces a Mendoza por este motivo, la verdad es que una parte de mi está allá. Pero fue muy emocionante cuando volví a la esquina de Remedios de Escalada y Tucumán donde me encontré con Ángela (Urondo, hija de Paco) y con Carlitos, el vecino que me ayudó y me dijo por dónde escapar de los represores, él lloró conmigo porque se acordaba de todo lo que pasó esa tarde”, dijo esta mañana a MDZ desde Tucumán.

“La Turca” como la llaman a Ahualli, llegó a Mendoza en 1973 con 32 años de edad y cuando ya era integrante de Montoneros. La mujer tiene actualmente 69 años y es docente universitaria y recuerda cada detalle de aquel suceso. Hace cuatro años la entrevisté para el diario Los Andes. Éste es el recate de aquella crónica ante el advenimiento del debate oral y público.
19 de Junio de 1976. Así presentó el caso Los Andes.
La tarde de ese día invernal la militante montonera viajaba en el asiento trasero del Renault 6 que conducía Urondo junto a él se ubicaba la pareja del dirigente montonero Alicia Rabboy (todavía desparecida) también se encontraba en el auto la pequeña Ángela de 11 meses, hija de Urondo y Rabboy, que luego fue recatada por sus familiares de la Casa Cuna. Fue una redada preparada por un operativo de fuerzas conjuntas donde terminó con el auto de Urondo rodeado en la esquina de Remedios de Escaladas y Tucumán de Guaymallén. Las crónicas de aquella época se basaron en los comunicados del Comando del III Cuerpo de Ejército firmados por Menéndez.

La Turca asegura que Urondo antes de caer se tomó una pastilla de cianuro y los efectivos de la Octava Brigada de Montaña y la policía local intentaron provocarle el vómito sin lograrlo para después rematarlo. La agencia oficial de noticias Télam, no identificó al dirigente montonero y se lo marcó como un “delincuente subversivo”.

A Urondo se lo reconocía por su calidad poética y periodística, pero también era un alto dirigente montonero conocido como “Ortiz” que había llegado a Mendoza en mayo del ’76 para comandar las acciones de la “célula” en Mendoza. “La decisión de mandar a Paco a Mendoza no fue acertada, él era un intelectual y un periodista excelente y tendría que haber seguido en esos ámbitos”, admite Ahualli.

Éste es relato minucioso de Renée Ahualli de aquella tarde del 17 de junio de 1976
“Aquella tarde Paco se había percatado que algo raro había. Cuando subí al auto me dijo: ‘Mirá Turca no me gusta mucho todo esto porque yo quiero que vos veas que conocés más Mendoza que yo’. El error fue pasar dos veces por el mismo lugar. Porque si había alguna duda nos tendríamos que haber ido.

“Estaban armados hasta los dientes. Paco había visto cerca del punto de control demasiado gente en la vereda era todo muy burdo armaron toda una escena. Los que nos atacaron estaban caracterizados. Nos encerraron en la esquina de Remedios Escalada y Tucumán después de una persecución y una balacera.

“Cuando me bajé del auto él (Urondo) no estaba herido, pero el policía que me perseguía a mí tenía la cara llena de sangre. Después me contaron que lo bajaron del auto de los pelos y parece que le dieron un culatazo y un tiro en la nuca.

“Yo escapé herida en las dos piernas porque una de las balas de rebote me pegó en una pierna y me traspasó a la otra sin que me dañara algo importante. La verdad que tuve suerte. Me subí al trole y anduvo dos cuadras y subieron por las dos puertas buscando a alguien herido, no había mucha gente.

“Desde el trole llegué a ver los caños de las escopetas recortadas y ametralladoras que salían de los autos como si fuera una guerra. Al compañero que les ‘cantó’ la cita lo reconocí, lo tenían en un auto, un Peugeot 404 rojo que había sido nuestro. Me mezclé entre la gente que se acercó a mirar por la ventanilla. Y recién después que pasamos el canal Cacique Guaymallén me empezaron a doler las piernas. Ahí volví a nacer...

“Las citas ‘cantadas’ ocurrían en el resto del país. Tomaban prisionero a algún compañero y lo llevaban a marcar gente en la calle. O los hacían ‘cantar’ y después los llevaban a las citas para identificar a los otros. Y después de eso decían que era un enfrentamiento cuando en realidad eran emboscadas.

“Se llamaban citas ‘envenenadas’ por la decisión, en este caso de Paco, de envenenarse antes de entregar información. La verdad es que uno no sabía que iba a ocurrir con los dolores humanos por las crueles torturas si caíamos en manos enemigas.

“Cuando sabían que teníamos comprimidos de cianuro, lo primero que querían sacarnos las pastillas. A Paco parece que le metieron algo en la boca para hacerlo vomitar pero ya era tarde.

“No juzgo a los que han ‘cantado’ porque yo no sé que hubiera hecho ante la tortura. En este caso Paco antes de caer, él decidió sobre su vida”.

Luego de salvarse de aquella celada urbana Ahualli viajó a Buenos Aires y escribió el informe sobre el que Rodolfo Walsh, amigo de Urondo, relató: “Hubo un encuentro con un vehículo enemigo, una persecución, un tiroteo de los dos coches a la par. Iban Paco, Lucía con la nena y una compañera (la Turca). Finalmente el Paco frenó, buscó algo en su ropa y dijo: ‘Disparen ustedes’. Luego agregó: ‘Me tomé la pastilla y ya me siento mal’. La compañera recuerda que Lucía dijo: ‘Pero papi, por qué hiciste eso’. La compañera escapó entre las balas, días después llegó herida a Buenos Aires”, explicó Walsh.
FuentedeOrigen:Mdzol.com
Fuente:Agndh

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