22 de junio de 2011

MENDOZA: PACO URONDO Y EL RECUERDO DE UNA TESTIGOCLAVE.

  • Lesa humanidad

El juicio: el caso de Paco Urondo y el recuerdo de una testigo clave

Renée Ahualli militaba junto con el poeta asesinado por la dictadura. Además, estuvo con él el día de su muerte. Su testimonio, de lo más destacado del juicio por los crímenes de lesa humanidad en Mendoza.
Por Daniel Calivares
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Renée Ahualli, testigo clave.
Renée Ahualli no era cualquier militante montonera. Fue una de las últimas personas que vio vivo al poeta Francisco Paco Urondo. De hecho, fue la única que salió con vida de ese operativo.

Para el tribunal que está llevando adelante el juicio por delitos de lesa humanidad, tampoco era cualquier testigo, pues ella también se pudo referir a Rosario Aníbal Torres, un ex policía de San Luis de quien se sabe muy poco, salvo que desapareció, y que antes fue salvajemente torturado en el D-2.

Por ello, los jueces decidieron que ayer, la mujer se refiriera solamente a Torres, aunque al estar ambas causas conectadas, dio a conocer varios detalles sobre Urondo.


El responsable
Ahualli llegó a Mendoza en 1973, había empezado su militancia en Tucumán, donde perteneció a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), hasta que esta se unió a Montoneros.

Pero en ese año, varios de sus compañeros cayeron y antes de que Héctor Cámpora tomara el poder, la mujer fue trasladada a Mendoza.

"Montoneros era una organización político-militar. Mendoza formaba parte de la Regional 3-Cuyo. Había distintos frentes: Universidades, gremios y trabajo social. También había militantes políticos con formación militar", explicó Ahualli.

Igual que ella, el poeta, escritor y periodista Francisco Urondo también comenzó su militancia en las FAR.

Ambos, por su pasado, están relacionados con Rosario Aníbal Torres. Este había sido comisario de San Martín, en la provincia de San Luis, a través de una designación política. Allí se habría relacionado con Montoneros, porque en esa localidad había un campo de instrucción de la organización.

La primera en conocerlo fue Ahualli, ya que su pareja, uno de los militantes con instrucción militar había viajado varias veces a esa localidad.

Ese conocimiento entre ambos y el hecho de que Torres a fines de 1975 fuera buscado por la propia policía puntana fue lo que determinó que este terminara en casa de Ahualli cuando fue trasladado a esta provincia.

"Torres vivía conmigo, mi compañero (Emilio Asales) y yo en la calle Emilio Zolá. El funcionaba en nuestra célula. En junio dejamos esa casa, alrededor del 12 de junio", explicó Ahualli.

Un mes antes de que Ahualli y las otras personas ocuparan esa casa, Urondo había llegado a Mendoza. "A Pedro Rossini se lo llevan a la columna norte en Buenos Aires y traen a Urondo, él tenía, como responsable regional, influencia sobre las tres provincias. Rossini desaparece en Buenos Aires, en Campo de Mayo y su mujer, Alicia Zunino, en la ESMA. Ellos venían de los grupos católicos", señaló la testigo.

"Apenas llegó Urondo, tuve contacto con él. Teníamos fijadas citas todas las semanas cada tres días", afirmó Ahualli y agregó que el hecho de que estas eran prefijadas fue uno de los errores que cometió Montoneros. "Son los riesgos por los que llegamos a la situación con Paco y pasó lo que pasó. Mucha gente cayó en las citas de controles", afirmó.

Según el testimonio, Urondo llegó a Mendoza en mayo. El 12 de junio, uno de los compañeros de Ahualli, Asales, recibe una llamada de Rossini alertando que una persona de apellido Vargas había sido detenida en San Juan y que este conocía la casa donde Ahualli y los demás vivían.

"La situación era muy crítica, había caído gente importante que sabía muchas cosas. Estábamos en una situación de mucho riesgo", explicó Ahualli sobre el momento de la llegada de Urondo a Mendoza y las semanas posteriores.

Tras la detención de Vargas, Ahualli y los demás dejan la casa y cada uno se va a distintos lugares.

"Al otro día o dos días después yo hice una cita con Torres para controlarlo y pasarle el informe a Paco. Ahí le dije que no volviera a la casa porque no era segura", y agregó que al despedirse le dijo: "Nos vemos el jueves en la cita de control con el regional".

La cita de ambos era con Urondo. La metodología era encontrarse, no en un bar, sino en la vereda de la calle Guillermo Molina, en cinco cuadras que habían sido acordadas.

Esa tarde llegaron Urondo y Ahualli en un auto, pero al llegar a una esquina se encontraron con un auto estacionado.

"El Peugeot 504 rojo era un auto operativo de la organización, yo lo había usado para ir a San Rafael y la policía lo había secuestrado. Cuando entramos a la cita me di cuenta y adentro lo vi a "Martín" –tal como era el nombre de guerra de Torres–", expresó la mujer.

Según lo que se ha podido reconstruir, Torres fue detenido después de la reunión con Ahualli y antes de dejar una moto en la casa de un matrimonio amigo que vivía en la calle San Juan de Dios de Guaymallén.

Este matrimonio, formado por Juan Carlos González y Olga Herrera, conocían a Torres de San Luis pero no eran montoneros.

Sin embargo, González fue secuestrado la noche del 17 de junio cuando llegó a su casa y la moto fue secuestrada.

Según explicó en su testimonio, su abogado, un oficial de la Aeronáutica, ante el Consejo de Guerra, admitió que era inocente pero que igual lo iban a condenar para justificar su detención.

En ese Consejo de Guerra, que lo condenó a ocho años de prisión se lo presentó a González como empleado bancario aunque nunca ocupó un cargo en una institución de ese tipo, sino que antes y al momento de su detención, era chofer de colectivo, explicó el hombre que recién fue liberado en setiembre de 1983.
Fuente:ElSol.online

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