24 de julio de 2011

Filosofía reconstruyó la historia de sus estudiantes desaparecidos.

Gracias al trabajo de cuatro mujeres
Filosofía reconstruyó la historia de sus estudiantes desaparecidos
Publicado el 24 de Julio de 2011
Por Gimena Fuertes
Más de 400 militantes fueron secuestrados cuando cursaban en la Facultad de Filosofía y Letras. Tras un arduo trabajo de investigación, sus familiares pudieron reunirse con las fichas académicas y rearmar sus historias.

Luis se había cambiado de carrera. María tuvo un bochazo en la facultad. Adriana había dejado de estudiar después de tener a su primera hija, y luego pudo retomar. María Eugenia hablaba siempre en chiste.
Las historias de vida de más de 400 estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA que la dictadura quiso borrar vuelven a aparecer en legajos académicos, fotos, libretas de notas, certificados de vacunación, recibos de sueldo y exámenes libres escritos con nervios y apuro.
Cuatro mujeres de la Cátedra Libre de Derechos Humanos de esa facultad se dedicaron a buscar y encontrar los legajos de los estudiantes, docentes y no docentes desaparecidos de esa facultad, para luego digitalizarlos y entregarles una copia a sus familiares.
Antes del golpe militar la Facultad de Filosofía y Letras contenía también a las carreras de Sociología y Psicología. La represión ilegal fragmentó las carreras, y los legajos de los alumnos, docentes y no docentes de ese entonces quedaron compartimentados en distintas oficinas. Hasta que, recién en 2006, las integrantes de Cátedra Libre de Derechos Humanos Samanta Casareto, Marcela Cabrera y Andrea Pico, bajo la coordinación de Graciela Daleo, comenzaron a desempolvarlos y sistematizarlos.
En mayo de este año los familiares y amigos de los estudiantes, docentes y no docentes recibieron de las manos de estas investigadoras la copia digitalizada de la documentación en el aula mayor de la facultad, donde quedó instalado un mural con las fotos de todos.
“La cátedra que tiene como primer objetivo consolidar una nómina de los desaparecidos de la Facultad de Filosofía y Letras. Conseguimos una nota que nos autorizaba a acceder a los legajos. Fue todo ad honorem, a contra turno de nuestros trabajos”, relata Samanta Casareto.
Marcela Cabrera cuenta que “fue y es un largo trabajo de investigación”. “Después de la mudanza de la facultad nunca se volvieron a acomodar algunos archivos. Tuvimos que ir revisando paquetes que todavía estaban cerrados desde el golpe”, sostiene. Las investigadoras también se sirvieron de los archivos de la CONADEP, y el padrón de un censo trunco que la dictadura quiso hacer en el año 1977 sirvieron de cotejo para contrastar con el listado de todos los alumnos inscriptos alguna vez en esa facultad.
Syra de Franconetti era la mamá de Adriana Franconetti, estudiante de Antropología, que fue secuestrada junto a su esposo a los 27 años. Ambos militaban en Montoneros en la zona norte del Conurbano. Habían empezado con un trabajo de alfabetización en La Cava. Tenían dos hijas, una de un año y otra de dos y medio. Ambos fueron vistos por última vez en la ESMA.
Recién este año, Syra se reencontró con la documentación académica de su hija. “Me sacudió muchísimo, ya estoy vieja pierdo la resistencia, lo sentí como un acercamiento a mi hija. Ella era una chica muy estudiosa, muy inteligente, respetaba mucho el poder aprender. Veo la copia de la foto de la libreta universitaria y pienso que está muy rara. Ella siempre usó flequillo pero para esa foto le hicieron sacarse el flequillo porque era para la documentación. Es algo muy fuerte, te golpea. La ficha de inscripción también me pegó un sacudón porque reconocí la letra de ella. Y es tan poco lo que hemos podido guardar, en ese momento trataba de deshacerme de todo lo que podía ser comprometedor, y tiré cosas, rompí papeles, ni me fijaba lo que era, estaba sobrepasada por el temor con que vivía”, relató Syra.
“El trabajo que se tomaron estas chicas es tremendo. Para los familiares ha sido un reencuentro con una etapa de la historia de cada uno que es muy importante. En el acto quise decir unas palabras, pero no pude porque estaba muy sacudida por la emoción. Les agradezco sobre manera a las investigadoras, fue un acto hermoso porque fue hecho desde el cariño y el respeto, fue un acto militante”, expresó la mamá de Adriana.
Las investigadoras contaron con la ayuda del archivo biográfico familiar de Abuelas de Plaza de Mayo para digitalizar los archivos con quienes a su vez comenzaron a compartir archivos. Fue así como descubrieron que hubo más de 20 estudiantes embarazadas que desaparecieron y que ahora se buscan a sus hijos.
María Susana Ursi era estudiante avanzada de la carrea de Historia del Arte y ayudante de trabajos prácticos de Plástica 1. También era maestra y militaba en la Juventud Peronista. Se había anotado en la carrera de Psicología para seguir militando. La secuestraron el 7 mayo de 1977 junto a unos compañeros a sus 26 años. Su hermana María Eugenia Urzi recibió la carpeta que contenía su legajo y la foto ampliada de la inscripción. También el certificado de las materias que rindió y la constancia de las designaciones como docente.
“A partir de proyectos como este mi hermana deja de ser una desaparecida y aparece socialmente como un sujeto pensante, vital, que generó cosas para esa facultad. Al desparecer los cuerpos, la dictadura quiso borrar la memoria colectiva y destruirlos materialmente. El mural hermosísimo que quedó en el aula de la facultad es un legado de lucha por un mundo más justo y menos individualista para las generaciones futuras”, opina María Eugenia.
María Giuffra es hija de Carlos Rómulo Giuffra. Gracias al trabajo de las investigadoras María se enteró que antes de estudiar arquitectura, su padre se había anotado en Letras. “Las personas que hoy son homenajeadas podrían estar acá junto a nosotros con sus diplomas, con sus profesiones, con sus hijos. Podrían estar acá como docentes, como profesionales, como colegas, como compañeros, como padres. Pero sin embargo no están. Sus proyectos quedaron truncos. No están porque dejaron sus aspiraciones personales por la militancia. Pero no por el “romanticismo” de la militancia, sino que nuestros padres tuvieron como prioridad la justicia social, la salud y la educación pública, el derecho al trabajo, en pos del bien de todos. En resumen, un proyecto de vida, de país. Ellos se jugaron la vida y la perdieron. Una parte de la justicia llegará cuando conozcamos el destino de cada uno de los desaparecidos y todos los asesinos y sus cómplices estén presos. Y la otra parte llegará cuando podamos decir que en nuestro pueblo se han acabado las desigualdades económicas, políticas y sociales”.
Fuente:TiempoArgentino

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