12 de julio de 2011

MENDOZA: FINALIZÓ LA ETAPA DEL DEBATE EN EL JUICIO.

2011-07-11
Finalizó la etapa de debate en el primer juicio por delitos de lesa humanidad en la ciudad de Mendoza.
Represores juzgados e historias que, en juicio oral y público retratan, una época y su persistencia en cuerpo y alma.
Por Ramón Abalo
Dolor, angustia, bronca y sorpresas depararon las jornadas que en la justicia Federal de Mendoza se realizaron semana a semana entre noviembre de 2010 y julio de 2011. Entre los últimos debates frente al tribunal los referidos al destino del poeta Francisco “Paco” Urondo, asesinado en una emboscada el 16 de junio de 1976 en el departamento de Guaymallén, en la ya fatalmente conocida esquina de las calles Tucumán y Dorrego.

Allí, aproximadamente a las 13, efectivos de seguridad e incluso del Ejército, tendieron un operativo que resultó en un enfrentamiento con Urondo; su compañera, Alicia Raboy; y en medio la beba de ambos, Ángela, de solo un par de años.

También estaba Renée Ahualli, compañera de militancia de Urondo en la organización Montoneros. Todos tripulaban un automóvil Renault 6. Precisamente, por razones seguridad -y como era de práctica habitual- Renée, a quien le decían La Turca, tuvo una cita con Urondo en esas inmediaciones. Era un encuentro de “control” entre los compañeros, que posteriormente terminó en persecución y enfrentamiento con el resultado del asesinato de Paco, la desaparición de Alicia Raboy, la fuga espectacular de Renée, y la entrega a un vecino de la beba que, por fortuna, fue entregada a la Casa Cuna y luego rescatada por los abuelos.

Uno de los testigos de esta causa fue Juan Carlos González, que mantenía amistad con Rosario J. Torres, ex-policía de la provincia de San Luis y miembro de Montoneros -con el cargo de comisario político- entre 1973 y 1975. La mujer trabó amistad con González por una vinculación con un familiar de éste, también oriundo de San Luis y chofer de micro, sin ninguna identidad política.

Esa amistad tenía como basamento especial la pasión de ambos por las competencias de automovilismo, concurriendo ambos asiduamente a Mendoza para gozar de las competencias que se realizaban regularmente en esta provincia. Precisamente por esa amistad con un montonero, ex policía, como lo había sido Torres, a González se lo detiene también en junio de 1976. Lo "pasearon" y lo torturaron en el D2, el mayor centro clandestino de detención provincia, el Palacio Policial. También pasó por la cárcel de Villa Devoto y después de un par de años le conformaron un consejo de guerra de vuelta en Mendoza.

Más allá de todos los avatares represivos que sufrió, cuando González iba a ser juzgado por el consejo de guerra, se le nombró como defensor al 1º Teniente Carlos Gómez. En una de las entrevistas que tuvo, muy suelto de cuerpo, el "defensor" le dijo: "Ya estás condenado...agradecé no estar muerto o desaparecido...nosotros tenemos las armas, los yanquis nos mandan las municiones. Nosotros lo único que tenemos que hacer es disparar".

Por supuesto, González fue condenado a seis años y seis meses de prisión. Vino la democracia y se restituyó a la vida cotidiana, como había sido hasta 1976. Pero le quedan huellas en su espíritu, que antes y siempre había sido consecuencia de una vida cotidiana normal, de trabajo, sencilla y con todos los condimentos de lo humano: familia, amigos, trabajo, pasión deportiva, amores, hijos. Y ahora aquello de que "tenemos las armas, lo único que tenemos que hacer es disparar".

- Ramón Ábalo es periodista y referente de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre
Agencia Periodística de América del Sur (APAS) http://www.prensamercosur.com.ar/apm/tapa.php
Fuente:ALAI


Opinión
El valor revolucionario de los juicios de los represores
Por Pablo Salinas. 
Sentar en el banquillo de los acusados a los responsables de delitos de Lesa Humanidad es romper con el halo de impunidad existente. Y demostrar que los poderosos también caen.
05 de Julio de 2011
Los represores juzgados y condenados en San Rafael.
"La contra – justicia, sería poder ejercer, respecto a un justiciable que, generalmente, escapa a la justicia, un acto de tipo judicial, es decir, apoderarse de su persona, conducirle delante de un tribunal, encontrar un juez que lo juzgue refiriendose a ciertas formas de equidad y que le condene realmente a una pena que estará obligado a cumplir. Así se ocuparía verdaderamente el puesto de la justicia" Michel Foucault – Sobre la justicia popular – En Microfísica del Poder Pág. 78/79

La cita corresponde al libro Memoria, Verdad y Justicia en Democracia del Profesor Juan Carlos Wlasic, y en ella siento representada la sensación que produce ver sentado en el banquillo de los acusados a represores que en otros países están disfrutando de la impunidad otorgada por otros gobiernos. En esta cita también veo representados a los ex jueces y ex fiscales y fiscales en ejercicio que también estan sentados en el banquillo de los acusados en la Provincia de Mendoza para sorpresa de los sectores acomodados y las elites poderosas.

En su libro Juan Carlos Wlasic aborda el rol de la justicia de la democracia en la construcción de la memoria colectiva, el concepto de impunidad y sus diversas categorías.

Está claro que la impunidad es un beneficio de unos pocos relacionado fundamentalmente con el ejercicio del poder y que no lo tienen los sectores marginales con los cuales generalmente la justicia no tiene grandes inconvenientes para condenar a penas de diversa índole.

El problema se le presenta al Poder Judicial de la democracia cuando tiene que enjuiciar a poderosos.

Cuando está sentado en el banquillo de los acusados un ex general, un ex jefe de policía, un ex juez, un fiscal general en ejercicio, allí es cuando toma un valor revolucionario el procedimiento y el accionar de la justicia, es allí cuando es capaz de cumplir con el principio mas claro de nuestra constitución, el de igualdad ante la ley (articulo 16 de la Constitución Nacional).

Algunos se preguntarán qué veo de revolucionario en que se aplique el artículo 16 de la Constitución, les diré que, como operador jurídico, con 15 años de ejercicio profesional, esto es algo fuera de serie, es algo que cambia todas las concepciones, que altera el orden establecido. Y sí señores, al alterar el orden establecido se vislumbra una de las características de un acto revolucionario que es precisamente alterar lo establecido, afectar lo que parece que jamás podría ser afectado.

Dijimos en el título que los juicios a represores y cómplices civiles tienen un valor revolucionario y dijimos que tienen un valor en la construcción de la memoria colectiva.

En efecto, hoy los mendocinos cada vez son mas reacios a las proclamas de la derecha, son mas reflexivos ante los cliches de moda, hoy después del juicio en San Rafael, la destitución por parte del Consejo de la Magistratura del juez Miret y el juicio en Mendoza a represores es mas difícil escuchar las palabras "algo habrán hecho", "derechos humanos de los delincuentes". Si bien ahora otros actores pretenden usufructuar esos términos, los mismos no tienen la misma fuerza ni tampoco el mismo poder de convocatoria y esto se debe al valor de la justicia de la democracia y del modelo contra la impunidad que esta permitiendo que haya juicio para quienes parecía imposible juzgar, aquellos que tuvieron el poder sobre la vida de nuestros compañeros, sobre sus bienes, sobre sus familias y sin embargo se puede. Efectivamente, se puede juzgar a los responsables militares y civiles del terrorismo de estado y se los puede condenar y no solamente se puede hacer sino que esta situación hace que como argentinos estemos marcando un precedente importantísimo a nivel de justicia y derechos humanos.

En Mendoza se logró detener a dos personas acusadas de ataques sexuales a nuestras compañeras en el D2 y se logró que se consideraran crímenes contra la humanidad a estos delitos y ahora, luego de ese precedente, lo mismo sucede con Bussi y Menéndez en Tucumán, que hoy son acusados como autores mediatos de esos crímenes. Autor mediato es quien se vale de un aparato organizado de poder para cometer delitos, como lo hizo Hitler en Alemania, como lo hicieron Videla y la Junta en Argentina.

El valor revolucionario de la justicia me lo hizo ver la actriz, amiga y militante incansable de los derechos Humanos Mariú Carreras, a quien dedico este pequeño artículo y gracias a quien también entendí que todo esto lo logramos en Mendoza fue porque todos nosotros, abogados, familiares, organismos, militantes, ex presos y ex presas, ex desaparecidos y todos los que nos acompañan, estamos juntos y así estaremos hasta la victoria y por honor y en homenaje a nuestros compañeros que dieron su vida por una Argentina mejor.
* Pablo Salinas es abogado y un activo militante a favor de los Derechos Humanos.
Fuente:ElSolDiario

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