Con la bendición del arzobispo
El respaldo del cardenal a La Alameda se remonta al año 2008. Desde entonces, todas sus actividades cuentan con el beneplácito del jefe de la Iglesia Católica argentina. Cómo se gestó el vínculo. El papel del MTE. La búsqueda de Bergoglio de patas territoriales.
Por Andrés Osojnik
Bergoglio se acercó a la ONG de la mano de Grabois, dirigente del Movimiento de Trabajadores Excluidos.Imagen: DyN
La visita con frecuencia, participa de sus actos, le reza al menos una misa por año y bautiza a los chicos que nacen allí. Jorge Bergoglio, el arzobispo de Buenos Aires, es el hombre que respalda a La Alameda, la organización que motorizó las denuncias contra Eugenio Raúl Zaffaroni porque departamentos suyos terminaron alquilados a mujeres que ejercían la prostitución. El cardenal primado de la Argentina le dio la bendición a la entidad en 2008, el año del conflicto sojero. No fue casual: el jefe máximo de la Iglesia argentina buscaba sumar patas territoriales a la construcción de su poder político.
La primera misa que ofreció Bergoglio organizada por La Alameda fue el 1º de julio de ese año. Fue en una iglesia de La Boca comandada por curas villeros y el público fueron cartoneros, mujeres en estado de prostitución, trabajadores víctimas del trabajo esclavo. El arzobispo explotó en la homilía el discurso de la crítica por la situación social. Ese mismo día, Bergoglio tuvo otra actividad: se reunió con Julio Cobos en su despacho en el Senado. El vicepresidente se venía desmarcando del Gobierno, la crisis con las patronales del campo ardía y faltaban 17 días para el voto no positivo.
La incorporación del cardenal a la agenda de La Alameda había llegado de la mano de Juan Grabois, un dirigente del Movimiento de Trabajadores Excluidos, que reúne principalmente a cartoneros. Con trabajo social en varias villas, el MTE ya había sellado el año anterior una alianza con La Alameda, que dirige Gustavo Vera, para llevar adelante denuncias sobre situaciones de explotación laboral y trabajo esclavo en talleres clandestinos. Juan –hijo de Roberto Grabois, dirigente en los sesenta y setenta de Guardia de Hierro, la derecha fascistoide del peronismo de aquella época– es también militante católico y protegido de Bergoglio.
La Alameda se había iniciado en los días de la crisis de 2001. Se conformó como la asamblea popular “20 de diciembre”, en Parque Avellaneda, y ocupó el bar de Directorio y Lacarra (La Alameda), que estaba cerrado y en proceso de quiebra. El espacio fue abierto para convertirse en un comedor popular al que llegaban principalmente inmigrantes bolivianos que trabajaban en la zona. Su situación de víctimas del trabajo esclavo llevó a Gustavo Vera y sus compañeros a empezar las denuncias sobre los talleres textiles clandestinos y la trata de personas para explotación laboral. La Alameda se conformó como una cooperativa de trabajo en la que se ocupan costureros y costureras, la mayoría de nacionalidad boliviana. Años después, sumaron la denuncia sobre trata para explotación sexual.
A partir de aquella misa de 2008, Bergoglio repitió el oficio cada año, siempre organizado por La Alameda y el MTE. Vera llegó a comparar al arzobispo con Carlos Mugica y los sacerdotes palotinos asesinados durante la dictadura militar: “La Iglesia, en sus últimas homilías, está reencontrándose con lo mejor de su tradición, como Mugica o los palotinos que lucharon por la dignidad de las personas”, dijo el dirigente de La Alameda al analizar la actuación de Bergoglio en aquel momento.
En septiembre del año pasado, el cardenal visitó de nuevo la sede de la organización para bautizar a las hijas de una costurera. “Hoy vine a respaldar a Gustavo y las personas que lo acompañan. Necesitaba expresarles toda mi solidaridad por la notable labor que realizan”, devolvió gentilezas el arzobispo.
También en 2010, La Alameda patrocinó la denuncia de una policía que acusó a sus superiores de regentear una red de prostíbulos. Bergoglio recibió a la mujer mientras era custodiada por la Gendarmería Nacional. Ese mismo año, La Alameda creó una marca de indumentaria “libre de trabajo esclavo”. A su presentación, en junio del año pasado, asistió otra vez el cardenal, que se sumó a un público que incluyó a varias Madres de Plaza de Mayo.
La Alameda creó lazos también con un grupo de vecinos de Liniers, con quienes elaboró un mapa del delito de la zona en el que se identifican prostíbulos, talleres clandestinos, puntos de venta de droga y mercadería robada y lugares “liberados por la policía”. Para brindar un nuevo respaldo, Bergoglio les ofició una misa, esta vez en la iglesia de San Cayetano, el domingo 5 de junio pasado.
Otro apoyo político que recibieron Vera y Grabois fue el de la diputada Fernanda Gil Lozano, que en los últimos tiempos estuvo acompañando a la organización. En ese marco aparecieron las denuncias contra el juez de la Corte Suprema. Vera y Grabois fueron a la Justicia. Gil Lozano, a la Cámara de Diputados: allí pidió que se cite a Zaffaroni para que dé explicaciones. Luego, Elisa Carrió hasta habló del juicio político.
Después de dos semanas en los que un sector de la prensa y la oposición se montaron en la campaña contra el magistrado, ahora La Alameda se llamó a silencio: dijo que ninguno de sus dirigentes hablaría más del tema “hasta después de las elecciones” del domingo próximo.
Fuente:Pagina12
El antes y el después
Por Andrés Osojnik
El diario La Nación fue uno de los medios que amplificaron las denuncias contra el juez Eugenio Raúl Zaffaroni porque departamentos de su propiedad fueron alquilados a mujeres que ofrecían servicios sexuales. En varias notas de los últimos días se destacó la actividad de la cooperativa La Alameda y se ensalzó la historia de su trabajo social y de denuncia contra la explotación laboral y sexual. No siempre tuvo ese diario la misma opinión sobre la entidad.
Después de la ocupación del quebrado bar La Alameda, hubo varios intentos de desalojo judicial, algunos con amplios operativos policiales. Luego llegaron los proyectos para expropiar el lugar. El primero de ellos fue sancionado por la Legislatura en 2004, pero el entonces jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, vetó la ley. Hubo un nuevo intento al año siguiente: los diputados volvieron a tratar la iniciativa y la volvieron a convertir en ley. Ibarra ya no estaba en el gobierno: lo había reemplazado Telerman.
En ese lapso, La Nación se opuso tenazmente a la cesión de ese predio a la cooperativa. Y llegó a publicar editoriales para rechazar lo que el 21 de octubre de 2006 denominó “Otra amenaza al derecho de propiedad”. En esa nota consideró que La Alameda “ocupa ilegalmente desde hace cuatro años” el lugar. Al comentar los inicios de la ocupación, el editorial puntualiza que “la cooperativa instaló un comedor comunitario y alegó desarrollar otras tareas sociales, aunque el testimonio de los vecinos da cuenta también de una profusa actividad política”.
Los integrantes de La Alameda son calificados de “intrusos”, “usurpadores” y acusados de cometer “acciones claramente ilegales”. “Este caso no hace más que crear un peligrosísimo precedente y un claro debilitamiento del respeto al derecho de propiedad”, agrega el texto de La Nación. En los últimos días, para La Alameda sólo hubo elogios.
Fuente:Pagina12

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