21 de agosto de 2011

Las presas del penal de ezeiza celebraron con sus hijos-

Las presas del penal de ezeiza celebraron con sus hijos
Un festejo demostró que no hay rejas que puedan separar al amor
Publicado el 21 de Agosto de 2011
Por Ramiro Barreiro
Las mujeres alojadas en la cárcel ubicada en el sur del Gran Buenos Aires pudieron recibir a los chicos. Hubo juegos inflables, murgas y comida elaborada por las internas que olvidaron la situación que atraviesan por unas horas.
Más de 60 niños celebraron con las madres el Día del Niño en la Unidad Penitenciara Nº 3, de Ezeiza. Hubo juegos inflables, baile, murga y mucha comida hecha por el taller de panadería del penal que aloja a 420 internas. La jornada continúa hoy y será el turno del resto de los pabellones que no pudieron hacerlo ayer. El flamante director, Juan Carlos Beltramo, destacó la labor del personal que organizó el evento.
Dos tupper esperan comensales. En el interior, cientos de corazones de harina y huevos buscan endulzar la tarde. Todos llevan una lágrima de dulce de leche. En la mesa del jardín que da al gimnasio de la unidad carcelaria también hay dos tortas. Una de ellas dice “Feliz Día”. La prolija letra es de Adelina, quien se disculpa por bostezar mientras dialoga con Tiempo Argentino. “No dormí en toda la noche porque tuve que esperar mi turno en el pabellón para poder cocinar para mis hijos”, revela. La Unidad 3 está integrada por 12 pabellones distribuidos en forma de “peine”, tal es su denominación técnica. Un pasillo central conecta las naves de celdas, algunas de ellas son de alojamiento individual, otras pluripersonales, con alrededor de 12 internas por ala. Beltramo explicó a este diario que el beneficio de la soledad se otorga en relación a la buena conducta. No obstante, muchas de las presas quieren estar acompañadas y las parejas de chicas se multiplican de a cientos. Uno de los pabellones está destinado a las mujeres mayores de 50 años, las cuales acceden al Programa Querer es Poder, un régimen de visitas coordinado con centros de jubilados.
A Adelina le queda un año y medio de cautiverio. Entre risas, la mujer de 42 años confiesa que Gabriela y David –dos de sus hijos mayores– están por terminar el secundario para empezar los estudios que los convertirán en policía y gendarme, respectivamente. Al tercero de los hijos mayores no lo nombrarán hasta entrada la charla. Mientras tanto, los tres más chicos revolotean por el jardín embarrado y juegan con globos de colores. Un contraste ante tanto plomo.
El informe “Mujeres en Prisión. Los alcances del castigo”, realizado por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), señala que sólo dos de cada diez mujeres son visitadas una vez al mes por sus hijos menores de 18 años. En el 63% de los casos estudiados en las cuatro cárceles para mujeres, el motivo es la distancia a recorrer entre el domicilio o el hogar en el que viven y la cárcel. En el 45,7% de los casos, la causa es el costo económico que el viaje acarrea.
Gabriela, de 20 años; David, de 17; Maxi, de siete; Sebastián, de cuatro; y Malvina Milagros, de tres, completaron las cuatro horas y media que separan Derqui de Ezeiza para visitar a su mamá y romper con las estadísticas. Se mantienen con el sueldo que Adelina gana en el taller de fibrofácil –unos 1500 pesos al mes– y hasta hace poco, con un trabajo que Gabriela perdió cuando sus jefes se enteraron del presente de su mamá. Un total de 360 reclusas de la Unidad 3 trabajan en los talleres de tejido, costura, repostería, estampa, carpintería y mecánica, entre otros, y un 90% de la población estudia en los tres niveles. La Universidad de Buenos Aires cuenta con tres estudiantes de Sociología dentro de esta cárcel y otras 30 ya realizan el Ciclo Básico Común.
Gabriela y sus hermanos resisten más números: el estudio del CELS indica que sólo dos de cada diez niños menores de 18 años quedaron a cargo del padre tras el encarcelamiento de la madre y en cuatro de cada diez casos, la detención produjo el desmembramiento del grupo familiar. Además, desafían el dato que indica que en el 17,6% de los casos de encierro, los hijos abandonaron los estudios. La joven le suplica a su mamá que nos cuente el motivo de su detención e insiste en que la justicia la estigmatiza.
“El prejuicio de la mala madre se refuerza, a veces, por medio de ciertas prácticas judiciales –asegura el CELS–. En tal sentido, el Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional Nº 2 de San Martín rechazó el pedido de prisión domiciliaria de una mujer embarazada y madre de dos niños porque consideró que el delito que se le imputaba ‘no es de las ejemplares que una madre podría dar a sus hijos’.”
“Necesitamos que me den la prisión domiciliaria. No sé leer ni escribir pero mis compañeras me hicieron el escrito que hace más de un año le presenté a la jueza. Soy inocente y estoy presa por algo malo que hizo mi hijo. La justicia parece no querer ver que con su negativa están perjudicando a otros cinco chicos”, finalizó Adelina.
Fuente:TiempoArgentino

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