14 de agosto de 2011

Tupacamaria c/ Google
Publicado el agosto 11, 2011 
por tupacamaria
En la entrada http://tupacamaria.wordpress.com/2011/04/12/un-blog-eliminado-es-censura/ del 12 de abril del corriente, cerraba la nota avisando “…los que me conocen saben que la otra, la de guguel, la voy a seguir peleando. Espero que haya novedades. Pronto…”

Allí expliqué mi situación ante el levantamiento del blog www.tupacamaria.blogspot.com-un día después de la publicación de una nota en la que se condenaba la represión desatada por la Policía Metropolitana en el Parque Indoamericano- así como mi cuenta de gmail tupacamaria@gmail.com.
Comenté que la Compañía Google Argentina SRL no acusaba recibo, y que yo había formailzado un reclamo por escrito ante la Secretaría de Defensa del Consumidor de la Nación.

En silencioso trajinar, mi expediente fue girado a Defensa del Consumidor de la Ciudad de Buenos Aires. Tuve que ratificar mi denuncia en el CGP del barrio de Boedo, en Sarandí y la Autopista. Allí, informé el domicilio de mi contraparte, la sucursal Argentina de la transnacional Google en el coqueísimo barrio de Puerto Madero, para que le notificaran la citación a mediación.

Como ironía del destino, el día que senté a Google al banquillo, no fue un señor con cachetes rosados y acento sajón quien acudió a la cita. Vino la abogada de la empresa. A la mediación en la que denuncié que, posiblemente, me habían borrado de la blogósfera a partir de un video en el que denunciaba la represión de las fuerzas de seguridad, a esta mediación vino la joven Dra. Videla del Estudio jurídico “Perez Alati, Mariano Grondona y Martinez de Hoz (h)”. Surrealista, pensé, ni bien se presentó.

De todas maneras, se llevó a cabo la audiencia. Ante la falta respuestas por parte de la contraria, pasamos a cuarto intermedio.

A varios meses de aquél compromiso de seguir dando la pelea, este 11 de agosto, me volví a encontrar con la joven abogada María Eugenia Videla en el mismo CGP. La letrada manifestó, solemne, que su cliente -Google- deconocía la competencia de la Justicia Argentina porque el video había quedado alojado en un servidor “…radicado en el Estado de California, Estados Unidos de Norteamérica, razón por la cual procede la aplicación de las leyes de ese país…”. Textual del acta.

En una parábola explicable, lo que comenzó siendo un posible acto de censura en la web, por denunciar la violencia de fuerzas represivas, acabó escurriéndose por la tangente del imperialismo. Notable.

Claro que yo había ido preparado para este desenlace. Llevé jurispudencia argentina (Fallo “Jenefes”) que niega rotundamente este altanero improperio, por parte de la compañía. Y lo adjunté al expediente.

La Dirección de Defensa del Consumidor del Gobierno de la Ciudad concluyó “Abierta la instancia conciliatoria las partes no han arribado a una amigable composición”. Lo contrario hubiese compartido cartelera con Tristán en un teatro de revista.

Ahora, será la Dirección Jurídica de Protección al Consumidor la que evaluará si le cabe o no una sanción a la compañía transnacional por su conducta contra este simple escriba. La costumbre de tenues poderosos a ganar por desaliento, me decide a llevar el pleito hasta las últimas consecuencias. Se trata, ya, de un imperativo ético.

Tupacamaria contra Google, allende ser una carátula judicial, es un modo de vida que se opone al atropello de la petulancia.

Es una definición, dentro de las posibles, de hacer honor al jubiloso mandato latinoamericano que alguna vez expresara José Martí: “Mi honda es la de David”.
Envío:DemianKonfino

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