martes 27 de septiembre de 2011
La aftosa refleja otros males viejos
Por José Antonio Vera
La reaparición de un foco de aftosa, en la Estancia Santa Elena de San Pedro del Ycuamandyju, noreste paraguayo, releva una serie de males que arrastra el país desde hace muchos años, arropados en la corrupción e impunidad que impera en las instituciones estatales y privadas, generando estímulo a todo tipo de irresponsabilidades y complicidades en la sociedad.
Recién días después de destaparse la olla, algunos jerarcas del gremio ganadero e industrial, ampliamente protegido por el Estado, con exoneración de diversos impuestos o cobros ridículos, han comenzado a reaccionar lentamente con rebuscadas críticas a los causantes del drama que, en el fondo, no son sólo unas personas, sino el desprolijo y deficiente sistema de la sanitación animal que perdura en el país.
El mal se origina en los viejos mecanismos de control de la vacunación, la connivencia de funcionarios que tienen la misión de fiscalización, con propietarios egoístas e inconscientes, y la falta de profesionalidad y de facilidades para operar en el combate de esa enfermedad infecto-contagiosa que, además de los vacunos, puede afectar a las ovejas, cabras y cerdos.
El virus, siempre expectante, encontró una puerta de entrada en el mismo sistema de la sanidad animal que está lejos de cubrir las campañas que lanza SENACSA, jamás motivadas para crear una nueva conciencia empresarial acerca de los deberes gremiales para con el país, su salud y la economía, que no debe ser sólo sectorial.
Médicos Veterinarios, omitiendo su identidad para evitar represalias de la empresarial ganadera, confiesan que la vacunación, pese a los informes oficiales, nunca ha sido completa, porque en los grandes latifundios, como en el minifundio, hay muchos inconvenientes.
En ocasiones, la lejanía, la falta de infraestructura interna adecuada, las dificultades del acceso por tierra, y el alto costo del medicamento y del servicio profesional que, en un hato de miles de cabezas, representa sumas importantes que la mayoría de los propietarios buscan reducir, vacunando el mayor porcentaje pero no el todo, dejando un resto que siempre constituye un espacio de riesgo.
A nivel de los pequeñas grupos de ganado, que pueblan el extenso y desigual mapa rural paraguayo, también operan casi los mismos factores en contra de una vacunación completa, pero el más infranqueable generalmente resulta el costo de la vacuna, que deja muchas fincas sin ninguna sanitación.
Los funcionarios del Estado encargados de fiscalizar directamente la vacunación son pocos y algunos venales, siempre pagando pequeños favores a los estancieros, y esas restas se encuentran también en los Comités Departamentales que tienen por obligación controlar e informar a SENACSA, sin que las autoridades municipales se interesen en lo más mínimo en el tema.
Las consecuencias negativas están apareciendo
Unos 180 camiones frigoríficos están varados en las aduanas de Chile, primer comprador, con el 37 por ciento de las ventas de la carne nacional, los países vecinos han decretado alerta sanitaria y varios han suspendido la importación del producto, que normalmente ingresa al país mil millones de dólares al año. En el territorio argentino desde hace días anda viajando carne paraguaya sin poder descargar.
El Ministro de Hacienda, Dionisio Borda, teme que la parálisis afecte el crecimiento en curso del PIB, que el año pasado se alzó al 14.5 por ciento, aunque el pueblo no logró verlo, quizás porque siempre anda a pie.
El acreditado economista Ricardo Rodríguez Silvero, considera que el brote de aftosa provocará un enorme perjuicio económico y financiero, además del daño que sufrirá la imagen del país como productor de carne libre de la enfermedad, estatus que requirió varios años y muchas inversiones para lograrse.
La rosca ganadera, convertida en oligarquía, hace declaraciones de santidad, y algunos jerarcas arremetan contra el colega propietario o administrador de la estancia en falta, mientras que otros hablan que las rencillas internas por la conducción de la Asociación Rural, podrían ser la causa del déficit constatado en la vacunación, que ha originado todo el problema que haría perder 70 millones de dólares de ingresos mensuales y hasta 350 millones cuando desaparezcan los efectos iniciales del virus en actividad.
El Ministerio de Salud Pública afirma que la carne de los animales enfermos puede ser consumida por los seres humanos sin ningún riesgo para su salud, al tiempo que prohíbe el ingreso y salida de personas al y del área contaminada, para que no arrastren consigo el parásito.
Buena parte de la población no cree en la versión del MSP y sus dudas crecen ante el desconocimiento del destino que tendrán las toneladas de los productos que saldrán de los 819 animales que están cayendo muertos con los ojos abiertos en grandes fosas, rematados por los rifles de los militares llamados para cumplir con esa penosa misión.
Si la carne puede ser consumida por las personas, y hasta puede presumirse que algún porcentaje podría encontrarse en puestos de venta al público, porque perder no es un verbo que conjuguen los grandes empresarios, el o los responsables del daño que causa a la economía del país su descuido, equivocación o negligencia, ¿no podrían aminorar culpas con una donación y distribución entre los miles de familias hambreadas, en los hospitales, hogares de niños y ancianos, comedores escolares?.
Entre las consecuencias internas inmediatas del foco de aftosa, algunas con efecto directo en la economía familiar, destaca el despido o suspensión de buena parte de los cinco mil trabajadores de los frigoríficos del país, la disparada de 150 puntos del dólar en un solo día, y la decisión de los supermercadistas de subir el 20 por ciento el ya alto precio de la carne, en los cortes populares de puchero y asado.
El Banco Central, con más de cinco mil millones de dólares de reservas, ha tomado resolvió de inmediato destinar 102 millones para refinanciar a los ganaderos perjudicados y, aunque nada dice de obrar con similar sensibilidad ante los miles de familias que padecerán las consecuencias de la cesantía obrera, a causa de un problema en el que no han tenido ninguna participación ni responsabilidad.
Fuente:Argenpress
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