martes 27 de septiembre de 2011
Delación, infiltración y magnicidio - A propósito del 30 de septiembre
Por Guillermo Navarro Jiménez
Los procesos de transformación que en este momento se desarrollan en América Latina, se caracterizan por proponer modificaciones en el marco de una democracia sui géneris, la que se caracteriza por constituir una suerte de híbrido entre la democracia representativa y la democracia participativa, directa y constante, puesto que todos ellos combinan elementos propios de la primera, como es el caso de los funcionarios de elección popular quienes, en su calidad de representantes, se limitan a rendir cuentas de las acciones y decisiones adoptadas por sí y ante sí, con mecanismos institucionales propios de la segunda, como lo ejemplifican las consultas populares propias de la democracia directa, a las cuales se acude en forma reiterada, a las que se agrega una extremadamente débil participación ciudadana, la que debería concretarse en la activa y constante participación ciudadana en la formulación de las políticas públicas, como lo establecen todos los nuevos cuerpos constitucionales vigentes aprobados precisamente para permitir el desarrollo de las democracias participativas, directas y constantes.
La adopción de la línea pacífica para la transformación, de la vía "democrática" antes mencionada, ineludiblemente debería conducir a enfrentar las contradicciones políticas y sociales que genera todo proceso de transformación, en el marco de las normas constitucionales y legales que plantea una democracia del tipo antes descrita, a más del respeto a las normas morales socialmente aceptadas, así como de las normas de conducta política a las que se supone deben atenerse quienes operan activamente en este campo.
En otros términos, las contradicciones -entre las distintas clases sociales, entre los estratos que por diferentes niveles de ingreso se observan a nivel de las distintas clases, e incluso entre los grupos de interés específicos- que inevitablemente generan los procesos de transformación política y social en marcha, indiferentemente de la profundidad de los cambios que lleven adelante , deberían resolverse bajo las premisas anteriormente precisadas, puesto que la lucha armada, expresión de la política por otros métodos como lo conceptualizó Clausewitz, constante en las revoluciones que se sucedieron en el siglo anterior y que culminaron con la instauración del socialismo burocrático y el posterior reflujo hacia el capitalismo , habrían perdido vigencia y serían ya parte de una historia que no se repetiría en el futuro. Utopía que la historia nacional reciente lo niega, por las acciones emprendidas por quienes se oponen al proceso transformador, quienes no tienen reparo alguno para acudir a todos los medios, métodos, personas, por más espurios o descalificados sean, como lo demostraremos inmediatamente.
Incitación al magnicidio
Si bien las expresiones incitando al asesinato del Presidente Correa difundidas a través del sistema de radio de la Policía Nacional durante la intentona de golpe del 30 de septiembre podrían adjudicarse a una gravísima irresponsabilidad de quienes las profirieron, no pueden considerarse producto de la euforia del momento y ha hechos aislados como lo plantean voces de la oposición. Y no puede otorgarse el carácter de hecho aislado la incitación a cometer un magnicidio, puesto que ello implicaría, por ejemplo, olvidar la pregunta que formulara el Coronel Tapia, Jefe de la Escolta Legislativa, a un oficial de la Policía Nacional que arribó a las dependencias de la Asamblea Nacional en la tarde del 30 de septiembre en el corredor de la Asamblea Nacional, que interroga sobre si se había ya asesinado ya al Presidente Correa . Igualmente, no pude otorgarse el carácter de hecho aislado las incitaciones o interrogantes sobre el magnicidio, por los pronunciamientos que se realizaron antes, durante y luego de la intentona de golpe de Estado.
Entre los pronunciamientos anteriores a la intentona, no puede dejar de citarse la aseveración de Lucio Gutiérrez, quien el 23 de septiembre expresó: "terminado Correa terminado el modelo político", en el foro organizado en la ciudad de Miami por el Inter American Institute for Democracy (IAID) , en el cual igualmente participaron otros prestantes representantes de la oposición ecuatoriana como los hermanos Isaías y Carlos Vera, conjuntamente con el reconocido agente de la CIA Carlos Alberto Montaner, quien forma parte del Directorio de esa institución conjuntamente con otros agentes de la CIA como Armando Valladares .
Pero si las incitaciones al magnicidio antes citadas no fueran suficientes o suscitaran dudas sobre la veracidad de esa intención, la descarada declaración formulada por el Asambleísta Cléver Jiménez, en el Pleno de la Asamblea Nacional, absuelve cualquier prevención. Efectivamente Jiménez, sin reserva alguno manifestó, luego de citar la frase que el Presidente Correa pronunciara en el Regimiento Quito: “mátenme, aquí está el Presidente”, agrega de su propia cosecha, con total conciencia, desparpajo y sin pudor alguno: "a mí me da mucha pena que no hubo quién cumpla la orden". Si conciudadanos, Jiménez lamenta que no haya habido una persona que haya tomado la decisión de asesinar al Presidente de la República. Confesión de parte que nos absuelve de presentar cualquier prueba adicional para demostrar la intención de asesinar al Presidente el 30 de septiembre. Intención negada en forma reiterada por la oposición.
Vínculo Gutiérrez-Jiménez
Sin embargo de la contundencia de la autoacusación de Jiménez, es ineludible desentrañar la razón de ser de la coincidencia de los planteamientos de Gutiérrez y Jiménez. Es indispensable develar el origen de esa coincidencia, explicar el por qué de los lugares comunes de esos dos personajes. Para ello es necesario retornar a la intervención de Jiménez en el Pleno de la Asamblea Nacional.
En la primera parte de su intervención, Cléver Jiménez afirma: "No voy a responder a la asambleísta Calle, como debería responderle, solamente voy a decirle, señora asambleísta, que he estado muy ocupado investigando y fiscalizando al Presidente de la República, pero que en los próximos días usted tendrá que responder ante el país sobre cierto periódico digital ALTERCOM, ahí tendremos que decirle al país quién financia ese periódico y ahí tiene que usted decirle a la patria ecuatoriana qué es lo que está pasando y qué hay atrás de ese periódico digital". Acusación que vale la pena analizar puesto que permite reconocer, por una parte que a la incitación al magnicidio, Jiménez agrega la delación que anuncia, acciones que a Jiménez parecen constituir actos normales, moralmente no repudiables; y, por otra, los vínculos que unen a Gutiérrez y Jiménez, así como el organismo de inteligencia extranjero que opera tras bastidores, por el grado de infiltración que ha logrado a nivel de las fuerzas de la izquierda ecuatoriana .
Si se revisa el material gráfico del golpe de Estado de Gutiérrez, se observa la presencia activa de quien ahora es uno de los portavoces de la oposición al proceso de transformación en el Ecuador: Fernando Villavicencio, quien funge actualmente como asesor de Cléver Jiménez en la Asamblea Nacional, a más de ser la voz cantante de la oposición para oponerse a la elección del doctor Galo Chiriboga como Fiscal General de la Nación, la política petrolera, etc. Acciones todas tendientes a tratar de debilitar y desprestigiar al Presidente Correa y al proceso de transformación en marcha, tarea que se ha impuesto la CIA en todos los países de América Latina en que avanzan procesos de cambio, como es el caso del Ecuador, Bolivia, Venezuela, Nicaragua.
No obstante el papel de "defensor de los intereses de la Patria" que aduce Fernando Villavicencio, y de sus auto proclamas de ser un ultra revolucionario, debe igualmente agregarse que fue placenteramente aceptado para trabajar para el Banco Mundial , lo que, como es ampliamente conocido y demostrado, no es posible de lograr si no se dispone del aval de la embajada de los Estados Unidos.
Pero la relación de Villavicencio con Lucio Gutiérrez no sólo es gráfica, lo es también política. Efectivamente, quien puso en contacto a Lucio Gutiérrez con el Partido Socialista de Trabajadores del Brasil, fracción troskista del Partido de los Trabajadores, fue precisamente Fernando Villavicencio , lo que permitió que Gutiérrez se tinture de rojo, se camufle para lograr el apoyo de algunas fuerzas de izquierda que le permitió posteriormente ser electo presidente del Ecuador, romance que terminó abruptamente cuando Gutiérrez descubrió su verdadera pertenencia, al proclamarse como el mejor amigo de los Estados Unidos. Acto que tampoco extrañó a todos aquellos que conocemos el tránsito de Gutiérrez en Nicaragua cuando oficio de casco azul, en estrecha colaboración y bajo el mando del tristemente célebre coronel Oliver North. Como tampoco nos extraña la posición favorable de Gutiérrez a la propuesta de Álvaro Uribe para que se conforme una fuerza militar para que participe en el conflicto bélico colombiano planteada en la reunión del Cusco; sus acciones tendientes a que los cascos azules ocupen la franja fronteriza ecuatoriano-colombiana ; o, el Convenio militar suscrito con Álvaro Uribe que terminó por involucrar directamente al Ecuador en el conflicto colombiano, por citar algunos casos relevantes, igualmente planteados como objetivos por los Estados Unidos y la CIA.
Más, la acción de Fernando Villavicencio, por lo expuesto por Jiménez, a más de advertir el nuevo rol que se le ha asignado a cumplir en la Asamblea Nacional, no se limita a lo antes detallado, hoy su tarea parece consistir en infiltrarse en otras fuerzas de izquierda -o actuar de consuno con otros personajes de su misma calaña que igualmente se infiltraron en los movimientos de izquierda, incluso en Alfaro Vive Carajo -, en el propósito de lograr información para avanzar en delaciones como lo plantea Jiménez, o para, vanamente, tratar de deslucir la límpida trayectoria de militantes de izquierda y de la transformación en marcha, como es el caso de María Augusta Calle. Por lo que y en consecuencia, vistos los antecedentes de los informantes de Jiménez, vale preguntarnos si Cléver Jiménez tiene conciencia de sus acciones, o si es sólo un burro pie, como pareció demostrarlo cuando demando al Presidente de la República por genocidio ante organismos internacionales, sin atender y entender que genocidio, de acuerdo a los convenios internacionales, dice al exterminio de un pueblo, lo que no ha ocurrido en toda la historia del Ecuador. Sea cual sea la razón para la posición asumida por Jiménez, éste tiene dos caminos: insistir en su declaraciones y asumir la responsabilidad que de ello se deriva, o retractarse, presentar sus excusas a la opinión pública, su arrepentimiento por incitar al magnicidio, por considerar que la delación es moral y socialmente válida y procedente.
Si Jiménez no se retracta e insiste en exhortar al magnicidio, hemos de entender que se alinea conscientemente con este despreciable objetivo planteado por la reacción más recalcitrante, interna y externa. Ante ello estamos seguros que la ciudadanía sabrá darle la respuesta que se merece. Respuesta que, en el seno de la Asamblea Nacional, no debería ser otra que considerar ese delito, esa inconducta en el Consejo de Administración, para que éste imponga las sanciones que correspondan, puesto que la incitación al cometimiento de un delito de esa magnitud, en caso alguno, está amparado por la inmunidad de la que gozan los asambleístas.
Fuente:Argenpress
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