7 de noviembre de 2011

BAHÍA BLANCA: CASO ENET.

Publicado el 06/11/2011
CASO ENET
Este caso comenzó a ser juzgado la semana pasada en el juicio contra 17 represores que actuaron bajo control operacional del Comando V Cuerpo de Ejército donde se escucharon los primeros testimonios de los protagonistas de la historia y sus familiares.

Se trata del secuestro y torturas sufridas por un grupo de estudiantes de distintos cursos y un profesor de la Escuela Nacional de Educación Técnica Nº 1 “Ingeniero César Cipolletti” de nuestra ciudad.

Ellos son: Gustavo Fabián Gallardo; Néstor Daniel Bambozzi; Carlos Carrizo; Guillermo Oscar Iglesias; Alberto Adrián Lebed; Gustavo Darío López; Sergio Ricardo Mengatto; José María Petersen; Eduardo Gustavo Roth; Emilio Rubén Villalba; Serio Andrés Voitzuk; Renato Salvador Zoccali; y Guillermo Pedro Gallardo.

Para la Fiscalía, más allá de la relación escolar de las víctimas, estos hechos tienen en común “las características de cada uno de los secuestros, cautiverios y liberaciones”. Siete secuestros sucedieron entre el 20 y el 21 de diciembre de 1976, otros cinco a mediados o fines de ese mismo mes y sólo uno en enero de 1977.

Los operativos fueron realizados durante la noche por personas de civil y armadas que irrumpieron violentamente en las casas de los jóvenes mientras las familias se encontraban durmiendo.

Los captores se identificaron siempre como policías, golpearon a la persona que estaban buscando, le cubrieron el rostro y la subieron por la fuerza a un vehículo. “Los golpes, las amenazas con armas de fuego y la sustracción de objetos –en algunos casos-, dotaron a los operativos de rasgos propios de un ‘hecho delictual común’”, opinó el fiscal.

Los relatos de los testigos ante el Ministerio Público que en estos días se están ratificando ante el Tribunal Oral que componen los jueces Jorge Ferro, José Mario Triputti y Martín Bava dan cuenta de recorridos que culminaban en el camino La Carrindanga, advierten una tranquera, el paso sobre un lomo de burro; señas de luces antes de llegar al centro clandestino de detención, entre otras cosas.

Los días en La Escuelita
Los relatos de las condiciones de cautiverio en La Escuelita reiteraron la presencia de interrogatorios referidos al ataque dirigido contra la concesionaria “Amado Cattaneo” de Bahía Blanca. Los secuestradores indagaron a las víctimas respecto del conocimiento que tenían de sus compañeros de escuela y en ocasiones hicieron “careos” entre ellos.

Las torturas denunciadas “incluyeron aplicación de picana eléctrica en distintas partes del cuerpo; exposición a mordeduras de perros; colgamiento de las muñecas y/o pies por largos períodos de tiempo; golpes con diversos objetos- bastones de goma, mangueras-; amenazas de muerte; simulacros de fusilamiento; inmersión en tanques de agua; cortaduras; largos ayunos; etcétera”.

También se repiten en los testimonios las rutinas a las que eran sometidos en el campo de torturas: permanecían esposados y vendados en el piso o sobre una cama, muchas veces hacían sus necesidades fisiológicas en un tarro que les alcanzaban los guardias; oían el ruido de un tren a la tardecita; la comida era traída desde el exterior del centro clandestino; no podían hablar entre ellos; en distintas ocasiones los obligaban a firmar declaraciones.

Los pibes estuvieron alrededor de un mes y su presencia allí fue mencionada por otros cautivos y cautivas. El propio comandante de la subzona 51, segundo comandante del V Cuerpo y jefe de Estado Mayor, general Abel Teodoro Catuzzi reconoció la participación de personal del Ejército en los hechos.

Catuzzi contó que el coronel Losardo le informó que: “había habido una denuncia por intermedio del COT (Centro de Operaciones Tácticas), al cual la población podía recurrir para temas atinentes a la subversión”. La denuncia daba cuenta de “una célula en formación de carácter subversivo de poca magnitud” según lo ratificó “un profesor de la Enet 1″.

Con ese argumento, Losardo agregaba, que “se había hecho el procedimiento” y que “salvo dos o tres jóvenes que aparecían con ideas izquierdistas, no había habido nada más”.

A Catuzzi la explicación no le convenció porque se habían concretado los secuestros “sin los suficientes elementos de juicio” y, siempre según su testimonio, amonestó a Losardo y le exigió que sea la última vez. Al general le preocupaba que tratándose de “adolescentes, jóvenes y alguna persona mayor, sería oportunamente aprovechado políticamente”.

Operación “Rescate”
El blanqueo de los detenidos se produjo en dos episodios a mediados de de enero de 1977. El primero de ellos, fue el que liberó a Guillermo Gallardo y Ricardo Mengatto. Después de compartir parte del camino Ricardo fue dejado en Inglaterra y Castelli y Guillermo en calle Brasil.

En el otro, subieron en un vehículo a Villalba, Voitzuk y Bambozzi. A los dos primeros los abandonaron cerca de Tornquist y el tercero en Ing. White. Otros seis alumnos -López, Petersen, Aragón, Roth, Zoccali y Carrizo- fueron llevados detrás del cementerio simulando un “rescate” por parte del Ejército. Los condujeron al Batallón de Comunicaciones 181.

En el nuevo lugar de reclusión vieron al segundo jefe del Batallón, mayor Alejandro Osvaldo Marjanov quien ordenó que “les suministraran elementos para afeitarse, jabón y cigarrillos”.

“En enero del ’77, se comentaba en el Comando que algún loco pensaba que en el Colegio Industrial había un grupo de tirabombas o algo por el estilo por lo que tengo conocimiento de que se procedió a detenerlos a todos y llevarlos a La Escuelita. Posteriormente, siendo investigados, resultó que esas personas no tenían relación con ello, y por eso fueron trasladados al Batallón de Comunicaciones. Esa es la bronca que yo tengo. Nos hizo quedar en vergüenza a todos”, dijo el máximo responsable del organismo militar imputado en este juicio, Jorge Enrique Mansueto Swendsen.

El caso de Zoccali compromete aún más la participación de los hombres del Batallón en los hechos. A diferencia del resto de sus compañeros que ingresaron a La Escuelita y luego fueron llevados al Batallón, este alumno fue secuestrado por el Ejército y encerrado en el Batallón, luego lo condujeron a La Escuelita y lo liberaron más tarde cerca del cementerio junto a cinco de sus compañeros.

Puertas cerradas
Los familiares de los alumnos secuestrados realizaron diversas gestiones. Muchos de ellos se habían encontrado en las comisarías haciendo las denuncias, y de este modo “tomaron conciencia que lo ocurrido no era un caso aislado sino que estaban conectados por las circunstancias de que sus hijos eran alumnos de la escuela”.

Algunos padres intentaron acceder a los generales Azpitarte y Catuzzi y al intendente Puente, mientras algunas madres se entrevistaban con monseñor Mayer, obispo de Bahía Blanca.

Tras una primera reunión en la que “prometió influir sobre las autoridades militares”, manifestó que su “influencia era limitada, que los militares le habían dicho que ellos también tenían sus secuestrados, que a su vez le indicaron que los secuestros podían ser obra de Montoneros y lo iban a investigar”. Al concluir la reunión, y en contradicción con las palabras expresadas anteriormente, les informó que “lo que había generado las detenciones, al parecer, era el posible tráfico de drogas”.

Fueron a las policías Federal y Bonaerense, la guardia del Comando y al Servicio de Informaciones de la Base Naval Puerto Belgrano. Presentaron los habeas corpus que rechazó el juez federal Guillermo Federico Madueño.

Los medios de comunicación, para no ser menos, no publicaron la noticia de la desaparición de los jóvenes a pesar de que las familias concurrieron a LU2, LU3, al canal 9 y visitaron a la directora del diario La Nueva Provincia –Diana Julio de Massot- y al corresponsal del periódico La Nación en Bahía Blanca, Viglizzo.

El video que acompaña esta nota es “Despacio, escuela”, un documental realizado por alumnos de la Escuela Normal Superior en el año 2008 en el marco del proyecto Jóvenes y Memoria, dependiente de la Comisión Provincial por la Memoria.
Fuente:VcuerpoEjercioBB

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